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Latinoamérica

Pinochet + concertación = Bachelet

José Steinsleger/ II

Derrotada en el terreno militar, Alemania se impuso la tarea de combatir y estudiar las causas del nazifascismo en los pliegues profundos de su sociedad. Derrotado en el terreno político, el pinochetismo consiguió dos cosas: el repliegue ordenado de sus fuerzas, y un lugar en el nuevo esquema institucional negociado por la Concertación de Partidos por la Democracia (CPD, 1989).
Doce años se mantuvo la dictadura alemana en el poder y 17 la chilena. El enjuague se llamó "transición" y la negociación con el tirano hubiese sido imposible sin la traición de la CPD a los contenidos liberadores de una resistencia popular que poco a poco, con sangre y heroísmo, abrió espacios nuevos, democráticos.
Hitler cayó porque "se pasó de revoluciones". En cambio, Pinochet consintió en hacer de su reino un campo de pruebas de la entonces desconocida ideología "neoliberal" en el marco de un modelo pensado a escala mundial por la escuela económica de Chicago (1975). Cinco años después, el modelo fue aplicado en la Inglaterra de Margaret Thatcher y en los Estados Unidos de Ronal Reagan (1980).
Jurídica y moralmente, Pinochet murió. Sin embargo, el "libre mercado" de su gestión y la CPD dejaron 70 por ciento de la población en la pobreza relativa y extrema. ¡Tarea cumplida! La mayoría de los chilenos pobres ganan menos de 160 dólares mensuales, y más de 60 por ciento de la población laboral subsiste endeudándose con tarjetas de crédito bancarias y comerciales.
En ese contexto, el Banco Mundial señala que el reino de Chile se encuentra en el noveno lugar de distribución más injusta del ingreso: apenas 5 por ciento de los hogares más ricos (760 mil personas, aproximadamente) perciben un ingreso equivalente a 11 millones de chilenos. Por esto, cuando en Chile se habla de ingreso per cápita suele omitirse que familias como los Matte, Angellini, Luksic se llevan 80 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Entre los aspectos claves de la "exitosa capitalización" bancaria, empresarial y financiera de los gobiernos de Pinochet y la CPD figuran la privatización de 400 empresas estatales que constituían alrededor de 60 por ciento de la economía nacional, la copia y aplicación del ya quebrado sistema privado de jubilación de Estados Unidos y la liberalización de las tasas de interés para fortalecer el mercado de capitales. En 1973, la participación de las empresas públicas en el PIB era de 38 por ciento. En 1998, 9 por ciento.
De 1990 a 2000 los gobiernos de la CPD redujeron el gasto público entre 15 y 25 por ciento. Cada recorte social fue celebrado como "sabiduría", "madurez", "acierto". En 1997, las entidades de salud daban cobertura a 4 millones de personas. En agosto de 2003 llegaba a 1.2 millones. A la educación sólo tienen derecho quienes tengan cómo pagarla.
La Corporación del Cobre (Codelco, estatal, 38 por ciento de la explotación del metal) y los altos precios del cobre otorgan algunos beneficios al país. No obstante, las trasnacionales que explotan el recurso no pagan impuestos ni regalías. Nueve de las 14 principales empresas de exportación son foráneas y 64.7 por ciento de la producción nacional está en manos extranjeras que nada dejan en Chile debido a la inexistencia de un royalty que las grave, a más de su sistemática evasión tributaria.
En un reino donde sigue vigente la legislación laboral pinochetista (que no garantiza el empleo y carece de seguro de desempleo) existe algo tan pragmático y eficaz (¿más democrático?) que el miedo al terrorismo de Estado: el miedo a perder el trabajo, causa de tensiones personales, familiares y sociales.
La mayoría de empleos creados por la CPD fueron temporales con bajos niveles de remuneración y protección, aumento del ritmo, la duración y la inseguridad y modificación del régimen de contratación con la extensión del trabajo subcontratado. Unicamente 10 por ciento de los trabajadores están sindicalizados. De este porcentaje sólo una parte accede a la negociación colectiva con los empresarios. En 1999, la Central Unica de Trabajadores (CUT) denunció la existencia de más de 400 mil despidos por "necesidades de empresa".
Tras soñar con la "transición al socialismo", los obreros chilenos se ven hoy obligados a pelear por la "intimidad" y la "libertad de expresión" en el ámbito laboral. Así festejó la CUT una decisión de la Corte Suprema que declaró ilegal el uso de cámaras de circuito cerrado para vigilar a los obreros de las fábricas.
A partir del 11 de septiembre de 1973, millones de niños y adolescentes padecieron, primero, un lavado de cerebro a fondo. Y después fueron testigos de la desaparición de la política como historicidad y de la oposición "consensuada" y reacia a cambiar la esencia del modelo.
Tal será el desafío de la "socialista" Michelle Bachelet: revertir la perversa analogía entre gobierno y mercado, y observar que en 32 años de pinochetismo más CPD la ausencia de crítica por confusión de parámetros llevó a reproducir aquel orden sociocultural que el poeta chileno Raúl Zurita calificó de "belleza vacía y profunda".     

Fuente: lafogata.org