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Argentina: La lucha continúa

Argentina tiene que rehusar tratado comercial con Israel

El gobierno de Kirchner es permeable al lobby israelita en lo político y económico
En vista de los actuales sucesos en Gaza, donde las fuerzas armadas israelitas están invadiendo y atacando población civil, el gobierno argentino debería replantearse la relación de amigos que cultiva con el Estado de Israel.

Emilio Marín
La Arena

¿Cuál es el verdadero rostro del gobierno de Néstor Kirchner, en materia de política internacional?
¿Acaso el progresista y hasta tercermundista que mostró en Caracas, firmando acuerdos bilaterales con Venezuela y otros propios del Mercosur? La mayoría de los argentinos está de acuerdo en profundizar esa relación que disgusta a la superpotencia y el Area de Libre Comercio de las Américas (Alca). El vínculo con Hugo Chávez les disgusta una enormidad al Departamento de Estado y sus amigos Andrés Oppenheimer, Mariano Grondona, Ricardo López Murphy y Roberto Lavagna. Allá ellos.
Pero en simultáneo, el gobierno argentino está comprometido junto a sus pares del Mercosur a firmar el 20 y 21 de julio un tratado de libre comercio con Israel, el "portaaviones" estadounidense en Medio Oriente.
Ese Estado nuclear y ocupante de territorios palestinos está llevando adelante, desde el 27 de junio último, una campaña militar en la Franja de Gaza. La población palestina es directamente afectada, con muertos, heridos y destrucción de centrales eléctricas, servicio de agua, puentes y otras obras civiles. Pero también está como blanco el gobierno legítimo encabezado por Ismail Haniye, que tiene decenas de ministros y legisladores detenidos ilegalmente por los atacantes y vio bombardeadas su oficina y la sede del ministerio del Interior.
Se dirá que los tanques, aviación, artillería y soldados son una respuesta del gobierno de Ehud Olmert a la captura de un cabo israelí por milicianos palestinos el 24 de junio. Pero cualquier observador imparcial reconocerá que más allá de ese burdo justificativo, Israel viene cometiendo violaciones a los derechos humanos de los palestinos desde hace muchos años. Se puede tomar la fecha de junio de 1967, cuando les arrebató territorios tras la "Guerra de los Seis Días". E incluso remontarse hasta el 15 de mayo de 1948, cuando surgió ese Estado tras una inequitativa división del territorio de Palestina y "limpiezas étnicas" llevadas a cabo por Menahem Beguin y los paramilitares de Irgún y Hagganah.
La administración Kirchner podría alegar que no es su culpa si los palestinos la están pasando mal. Los bombardeos a Gaza los deciden Olmert y sus jefes militares, pero el presidente argentino podría desalentar ese terrorismo de Estado y no lo hace.

Premios al agresor

En noviembre de 2005, Kirchner mantuvo una postura anti Alca durante la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Fue su cara semiantiimperialista. Pero un mes más tarde, el 8 de diciembre, instruyó al canciller Jorge Taiana para que acudiera a Montevideo y firmara con sus colegas del Mercosur un proyecto comercial con Israel.
Como informó LA ARENA anteayer, el artículo 8 de ese tratado de libre comercio plantea: "las Partes Contratantes promoverán la expansión y diversificación del comercio de servicios entre ellas, de la manera que lo determine el Comité de Negociación y en conformidad con el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (AGCS) de la Organización Mundial del Comercio".
Eso supone abrir a empresas extranjeras sectores tan indelegables de los estados nacionales como son los servicios de salud y educación. Sería la victoria neoliberal del Banco Mundial de Paul Wolfowitz y el FMI de Rodrigo Rato.
¿Acaso Olmert y su canciller Tzipi Livni se han hecho acreedores a un certificado de calidad internacional a ser entregado por Kirchner, Lula da Silva, Nicanor Duarte Frutos y Tabaré Vázquez? Sería un trago amargo para todos ellos pero especialmente para Chávez, que durante la XXV Reunión de Presidentes en Córdoba estaría estrenando su condición de socio pleno.
El doble discurso kirchnerista se denota también en el curso zigzagueante del Palacio San Martín. La página oficial de la dependencia informó que el 30 de junio el vicecanciller Roberto García Moritán "manifestó al Embajador de Israel, Rafael Eldad, que el Gobierno argentino reitera su llamamiento a las partes involucradas para que de inmediato cesen las medidas unilaterales y ejerzan la máxima contención en su accionar". Esa gacetilla, aunque empapada en parte por la "teoría de los dos demonios", significó una cierta reconvención a la parte agresora, bien que en los términos más amables posibles.
Sin embargo, por otro lado, esa cancillería instruyó a su delegación ante el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra, para que el 2 de julio no firmara la nota auspiciada por Pakistán y otros 20 países solicitando una reunión especial del organismo para tratar las tropelías en Gaza.
Lamentablemente Argentina se sumó a Japón, República de Corea, República Checa, Polonia, Rumania Ucrania, Guatemala, México, Perú, Uruguay, Alemania, Canadá, Finlandia, Francia, Países Bajos, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Suiza, etc, entre las representaciones que no suscribieron la solicitud.
Por suerte para los palestinos, ayer tal deliberación tenía lugar lo mismo. Lo lamentable es que, aún descontando una resolución adversa a Israel, ésta sería tan impotente como el centenar de anteriores votadas en ámbitos internacionales. Están escritas en papel mojado.

Poderoso lobby

Digámoslo sin eufemismos: el gobierno de Kirchner mantiene una actitud amistosa con Israel, aún en tiempos en que éste comete los peores crímenes contra sus vecinos y contra la ley internacional, por ejemplo desacatando la resolución del Tribunal de La Haya contra la construcción del Muro del Apartheid en Cisjordania.
¿Por qué la Casa Rosada mantiene esa política conciliadora?
Debe haber muchas razones, pero entre otras importantes está el lobby israelita en nuestro país que tanto gravita sobre el poder político y económico. Ya era fuerte cuando la Daia estaba conducida por Rubén Beraja, titular del Banco Mayo que quebró en 1998 afectando a 2.500 empleados y dejando un quebranto de 187 millones de dólares para ahorristas y de 300 millones de la misma moneda para el Estado.
Pero siguió siendo fuerte con los continuadores de Beraja en la Daia, como su delfín Jorge Kirszenbaum, que buscó despegarse de la mala imagen de su ex jefe, detenido entre 2003 y 2005, estrechamente vinculado con Carlos Corach y Carlos Menem. La complicidad fue tal que la colectividad judía terminó por acusar a Beraja de ser complaciente pese a los atentados terroristas de 1992 y 1994 que dejaron un saldo de más de cien muertos.
El lobby tiene como escenario la Cámara de Comercio Argentino-Israelí (Ccai), ámbito privilegiado por el embajador Eldad y los funcionarios que arriban de Tel Aviv, como el mismo Olmert en marzo de 2005. Por supuesto, sirve para aceitar las relaciones con los ministros y legisladores del gobierno, que han rendido examen allí. Entre otros, Cristina Fernández de Kirchner, Julio de Vido y Guillermo Moreno, cuando era secretario de Comunicaciones y volvió de Israel convencido de la "tremenda potencialidad que las empresas israelíes nos pueden ofrecer". Moreno detalló propuestas de "los rubros de digitalización de imagen de T.V., servicios para celulares y desarrollo de satélites".
Todos esos eventos, incluso el de la primera dama, contaron con el auspicio de empresas símbolos del espionaje y el parasitismo financiero, como son respectivamente SIA (SIA, Security and Intelligence Advising) y el fondo Dolphin.
Justamente, el dueño de Dolphin y Edenor, Marcelo Midlin, fue en 2005 el titular de la Ccai. Fue reemplazado por otro peso pesado de las finanzas como Miguel Kiguel, ex secretario de Finanzas de Roque Fernández durante el menemismo, ex presidente y actual director del Banco Hipotecario, y presidente en 2003 del 39º Coloquio de Idea, el ámbito donde hacen lobby las grandes empresas de Argentina. Las recetas de Idea no son exclusivamente kosher ni criolla; hay para todos los gustos pero siempre monopolistas.

Fuente: lafogata.org