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Medio Oriente - Asia - Africa

La semana politica
Persiste la relación de dependencia con EE.UU. y le hace mal a nuestro país

El presidente afirmó el 9 de julio que Argentina es más independiente que antes. Puede que así sea en comparación con los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa. Pero nuestro país sigue siendo dependiente, sobre todo de EE.UU., y eso tiene que cambiar.

Emilio Marín
La Arena

En junio último The New York Times destapó que la administración Bush, por medio de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), espiaba los movimientos financieros de todo el mundo luego de presionar a Swift, la entidad que centraliza esas operaciones desde Bruselas.
LA ARENA quiso saber entonces cuáles eran los bancos argentinos que habían proporcionado esa información sensible de sus clientes a la voracidad del espionaje estadounidense. Ni el gobierno nacional ni las entidades financieras dijeron esta boca es mía.
En la primera semana de julio Clarín publicó noticias muy inquietantes para la soberanía y alarmantes respecto a la seguridad bancaria: una decena de bancos del sistema financiero local había sido espiado por la inteligencia de Estados Unidos.
Quería decir que la NSA chupaba los datos por partida doble: vía Swift en Bélgica y directamente en Buenos Aires. Peor aún, una segunda información del diario que presume de tener la mayor tirada en Argentina indicó que había sido espiada por los norteamericanos la ministra de Economía Felisa Miceli. Todas las pinchaduras de teléfonos se habían hecho con equipos digitales Applied Signal Technology ATS modelo 128, utilizada por la NSA y capaz de succionar 11.520 líneas al mismo tiempo.
Los especialistas en informática de la UBA y la UTN también detectaron que con idénticos equipos estadounidenses se habían intervenidos los teléfonos del diputado oficialista Remo Carlotto, hijo de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo. Obviamente en este caso no estaban rastreando movimientos financieros sino cuestiones políticas.
Cabe recordar que tiempo atrás, aunque no pueden ser atribuidos con certeza a la misma central del Norte, se interceptaron ilegalmente los correos electrónicos del juez federal Daniel Rafecas, el periodista Daniel Santoro, el ex jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra y el miembro de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni.
El saliente embajador norteamericano Lino Gutiérrez, preguntado si la violación de las telecomunicaciones de Miceli tenía que ver con la agencia de seguridad de su país contestó con una cerrada negativa. Dijo que su gobierno estaba "tratando de combatir el terrorismo financiero internacional y en eso había cooperado mucho el Banco Central y a nivel privado". Basándome en esa declaración, Martín Redrado y los dueños de bancos privados tienen que aclarar qué tipo de información entregaron a la NSA, que es como decir el Pentágono y la CIA.
Sea que ese espionaje esté husmeando a ministros, legisladores y bancos, o que algunas autoridades locales y banqueros le proporcionen los datos, o que ambas cosas se combinen, se trata de un grave atentado a la soberanía nacional. Lástima que en el Congreso toda la discusión, a los gritos, gire en torno a los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) y los superpoderes, que serían aprobados en Diputados el 2 de agosto.
Una intromisión
La injerencia norteamericana vá mucho más allá del "chupado" de líneas telefónicas, faxes y correos electrónicos. Generalmente se realiza a cara descubierta: el embajador Gutiérrez siempre hizo lobby públicamente sobre la conveniencia de que Argentina siga las políticas trazadas por Washington.
El Area de Libre Comercio de las Américas (Alca) y los ejercicios militares combinados en nuestro territorio quedarán como asignaturas pendientes para su sucesor Anthony Earl Wayne a partir de setiembre próximo.
El diplomático que se está despidiendo en forma tan prolongada como Los Chalchaleros se congratuló de que el gobierno K colaborara con la Casa Blanca con informaciones bancarias. También subrayó el aporte de soldados a la Misión de Estabilización de Haití (Minustah).
En sendos reportajes concedidos a Clarín y "La Nación", Gutiérrez destacó que "Argentina sigue siendo un aliado extra OTAN de los EE.UU. y un socio muy importante".
Esas palabras sirven para volver a preguntar al presidente Kirchner y la ministra de Defensa Nilda Garré: ¿qué esperan para dar de baja nuestra membresía en el tratado militar imperial? En 1997 Menem logró esa "distinción" luego de enviar dos barcos a la primera Guerra del Golfo, dar de baja el proyecto misilístico "Cóndor II" y entregar la Fábrica Militar de Aviones a la Lockheed Martin, amén de haber silenciado los reclamos de soberanía sobre Malvinas.
El diplomático cubano-estadounidense no se quiso ir de Palermo sin presionar a la Casa Rosada en un tema delicado, como es su relación con Venezuela. Tiró con munición gruesa contra Hugo Chávez, acusándolo de diezmar a la oposición interna y la prensa, armar milicias populares y apoyar a los gobiernos de Irán y Corea del Norte.
Esa descalificación política llegaba cinco días después que el mandatario argentino hubiera viajado a Caracas a firmar nuevos acuerdos comerciales con Chávez y evaluara que allí hay "una democracia plena".
La intromisión del imperio está a la vista. Quiere condicionar la política exterior argentina y meter una cuña profunda entre nuestro gobierno y el bolivariano, sindicado como eje del mal. La jugada política es obvia: debilitar el Mercosur y relanzar el Alca. En vísperas de la XXV reunión de presidentes del mercado del sur en Córdoba sería bueno tener esto en cuenta.
De eso no se habla
Un punto favorable del Palacio San Martín fue que retomó algunas iniciativas respecto a Malvinas.
Jorge Taiana estuvo en la OEA y la ONU, reuniéndose con Kofi Annan y hablando ante el Comité de Descolonización para insistir en que el Reino Unido debe dialogar sobre la cuestión de la soberanía. La protesta de nuestro canciller se encendió con la mala nueva de que los kelpers estaban entregando licencias de pesca no por un año sino por 25.
Ese comité, a propuesta de Chile, exhortó otra vez a Londres a sentarse a la mesa. Pero los resultados prácticos no pudieron ser peores pues a la ONU llegó una comunicación del Foreing Office. El canciller británico Geoff Hoon manifestaba que no habrá tal negociación bilateral pues debe privilegiarse el derecho de los habitantes de las islas.
Los kelpers no tienen la menor intención de permitir una resurrección de los derechos argentinos. Ellos viven bien bajo la protección político-militar londinense y con los ingresos de las licencias de pesca y exploración petrolera. En una de las áreas marítimas, la Falkland Oil and Gas estimó reservas por 60 billones de barriles de petróleo y gas.
En contraste, las reservas de Argentina, dilapidadas por los monopolios, sólo alcanzarían para nueve años de petróleo y doce de gas.
Surge naturalmente que el gobierno nacional debiera endurecer su política, afectando a British Gas y otras firmas británicas, llevando el tema Malvinas a la Asamblea General de la ONU y pidiendo a Uruguay, Brasil y Sudáfrica que no permitan entrar en sus puertos ni aeropuertos a barcos o naves británicas que van o vienen del archipiélago. Una política malvinera requiere independencia de EE.UU. y dar de baja lo de "aliados especiales extra-OTAN", que lleva otra vez al punto de partida. ¿Ser o no ser independientes? Esta es la cuestión.
Daños económicos
La dependencia es un fenómeno complejo que invariablemente termina o comienza, según se mire, en las raíces económicas y financieras. Es la historia del país que formalmente se declaró independiente en Tucumán y pocos años después firmaba el empréstito con la Baring Brothers.
El embajador norteamericano hizo ostentación de que las compañías de su país son 500 y dan empleo a unas 200.000 personas. Ese es el costado amable del asunto, que tiene su reverso en la acción depredadora del Citibank y BankBoston en el vaciamiento que estalló en 2001.
El fiscal Federico Delgado pidió el procesamiento de Domingo Cavallo y la citación a declarar de David Mulford, ex vicepresidente del First Boston e ideólogo del "megacanje" de la deuda externa. La operación significó para Argentina un perjuicio de 55.591 millones de dólares, tras canjear sus viejos títulos por otros nuevos, más otros 150 millones en comisiones cobradas por los banqueros.
O sea que esos bancos y multis tienen mucho que ver con el empobrecimiento generalizado aqu{i y en otras latitudes latinoamericanas. Esos intereses no se pueden hacer los desentendidos cuando el Indec informa que el 20 por ciento de los compatriotas vive con 2,75 pesos diarios, 92 pesos al mes.
No son viejas historias. Dos semanas atrás, EE.UU. hizo fracasar la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio en Ginebra, al negarse a recortar sus subsidios agrícolas pese al reclamo del Grupo de los 20 integrado por Argentina. El imperio vulneró otra vez al Tercermundo. Está en su naturaleza, como en la del escorpión de la fábula, que picó a la rana que lo llevaba a cuestas cruzando el río.  


Fuente: lafogata.org