Argentina: La lucha contin�a
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Haciendo tiempo
"Camino dos pasos y ella se aleja dos pasos
Camino diez pasos y ella se aleja diez pasos.
Entonces para que sirven las utop�as.
Para eso sirven, para seguir caminando..." Eduardo Galeano
Carlos A.Bozzi*
Abogado
La noticia provoc� impacto y preocupaci�n. Los titulares de los diarios
comentaban sint�ticamente :"La C�mara de Casaci�n excarcel� a 16 de los 17
represores detenidos por el Plan C�ndor,sobre la base de una interpretaci�n
restrictiva de la prisi�n preventiva. El dato no es menor ni para los jueces de
primera instancia ni para los fisca les o los organismos de derechos humanos que
impulsan las querellas de las causas por terrorismo de Estado: las 16
excarcelaciones ordenadas parecen demasiadas cuando se las compara con las 17
dispuestas a lo largo y ancho del pa�s durante todo el a�o pasado".
En resumen: el panorama no es alentador para los temas relacionados con la
Justicia en la Argentina, abri�ndose un abanico de innumerables interrogantes
cuyas respuestas es posible no sean las esperadas por los defensores de los
Derechos Humanos y menos a�n por las v�ctimas del terrorismo de estado.
La sensaci�n es que la justicia no va a responder a las expectativas de los
querellantes ya que no es aventurado presentir que las sentencias de primera
instancia ser�n finalmente revisadas, con la consecuente libertad de todos los
procesados.
Quiz�s alguna que otra causa con impacto en la opini�n p�blica tenga final
distinto, pero si ello ocurre la raz�n hay que buscarla en que el perfil de los
acusados ya no reviste peligrosidad alguna para la revisi�n de la historia y las
responsabilidades que puedan atribu�rseles no agregar�n hechos nuevos a la
investigaci�n de los cr�menes de la d�ca da del 70. Mas claro: estas
decisiones judiciales no generar�n da�o colateral alguno.
Latente est� la opini�n generalizada de que la Justicia Argentina continua en
deuda con la sociedad ya que persiste con los mismos mecanismos de demora,
letargo y falta de definici�n en temas esenciales para la comunidad reiterando
una constante hist�rica a lo largo de todos sus a�os de vida.
Y precisamente respecto a los derechos humanos es que esta justicia se ha
convertido en una m�quina de hacer tiempo a la espera de que la biolog�a opere y
as� los malos vayan muriendo paulatinamente, lo que le evita atribuirles
responsabilidades merecedoras de alguna condena en vida.
Tradicionalmente el m�s Alto Tribunal de Justicia no ha sido el mejor de los
referentes en la lucha por el derecho, mostrando integrantes altamente sensibles
a la influencia del poder pol�tico de turno. En su mismo origen no puede
olvidarse la actuaci�n de uno de sus integrantes, otrora influyente abogado y
protagonista de hechos relevantes en el pasado.
As�, la historia nos cuenta que en 1828 se cometi� uno de los cr�menes pol�ticos
mas atroces de la Argentina al amparo de la legalidad del momento. Se trata del
fusilamiento del Coronel Dorrego a manos del General Lavalle, tras insinuantes
presiones para empujarlo a cometer el hecho.
Uno de estos pol�ticos aconsejaba en cartas remitidas al militar: "(�) me
permito la libertad de prevenirle que es conveniente que usted recoja un Acta
del Consejo Verbal que debe haber precedido a la fusilaci�n. Un instrumento
de esta clase redac tado con destreza ser� un documento hist�rico muy importante
para su vida p�stu ma (�) El Sr. General se portar� bien en esto (�)".
Y agrega en otros puntos: "(�) se embrolla, y si es necesario mentir a la
posteridad, se miente, se enga�a a los vivos� y a los muertos (�)".
Estos consejos los emit�a el jurista Salvador Mar�a del Carril que no
resulta ser un personaje de segundo orden, ya que la suerte lo incorpor� nada
m�s y nada menos que como uno de los Ministros que integr� la primera
composici�n de la Corte Suprema de Justicia de la Naci�n tras la normalizaci�n
del pa�s en 1853. No es un dato menor.
Imaginemos en consecuencia cual ser�a el criterio con que este hombre
administraba la m�xima justicia de la Rep�blica. Solo pensarlo causa espanto,
pero as� fue la historia y Salvador Mar�a del Carril hoy es un pr�cer.
No es este el �nico caso. No es esta la �nica historia. Vale recordar las
sucesivas compo siciones de la Corte surgidas tras cada golpe militar,la
remoci�n de la Corte constitucio nal en 1976 y su reemplazo por nuevos miembros
que juraron por las Actas del Proceso de Reorganizaci�n Nacional, es decir, para
un gobierno de facto que hab�a quebrado la legalidad institucional mediante la
utilizaci�n de la fuerza..
Esta misma Corte fue la que entre marzo de 1976 y fines de 1977 ya hab�a
ignorado el re chazo de m�s de 4.000 recursos de habeas corpus por tribunales
inferiores. Eso s�. No hay que olvidar que en tiempo r�cord resolvi�
favorablemente solo el caso Timerman y que para lograr acatamiento a su decisi�n
por el poder militar, debi� amenazar con la renuncia de todos sus miembros,
actitud a la que se sum� el Ministro de Justicia de ese entonces y el mism�simo
General Videla.
La Justicia sigue en deuda. No explica sus fallos, ni aclara como aplica la ley.
Se olvida del ayer, desatiende la actualidad. Permanece imp�vida ante una
sociedad que la observa at�nita y no alcanza a comprender el porque de ese andar
tan cansino que convierte a la lentitud en una continua sin-justicia y
toda una forma de ser que mezcla continuamente impunidad e inmunidad en
beneficio de unos pocos.
Al igual que un mediocampista hace tiempo con la pelota. La amasa, la pisa.
Demora el pase, espera que los dem�s se acomoden o acomoden las cosas (
especialmente el poder pol�tico) y despu�s act�a. Nunca educa. Interpreta hechos
consumados, sin sentar criterios de equidad�Sigue en deuda.
No es un descubrimiento afirmar que la sociedad viene advirtiendo c�mo este tipo
de actuaci�n provoca una sensaci�n de desaliento, un cierto temor de estar ante
una maqui naria tan poderosa que ser�a vano e in�til cuestionar o analizar,
absurdo oponerse e igualmente ut�pico so�ar con torcer el rumbo de sus pasos.
Menos a�n se le puede reprochar a esta alica�da comunidad reflexiones serenas
frente a una situaci�n contra la cual no es posible reaccionar, ya que
permanentemente constata habitar bajo el imperio de una fatalidad que ignora a
aquel o a aquellos cuyos derechos deber�a proteger.
Por mas esfuerzos posibles que se intenten , no existe dato alguno de la
realidad que indique que este rumbo va a ser torcido o encaminado hacia una
concepci�n clara de justicia que atienda adecuadamente los derechos humanos, los
de ayer frente al terrorismo de estado y los de hoy frente a las injustas
distorsiones que produce el gerenciamiento ideol�gico de la globalizaci�n.
Y cuando hablamos de Justicia es obvia la referencia al sistema que tiene la
virtud de comunicarle a la sociedad a trav�s de sus sentencias que las normas de
conducta son si milares para todos en forma igualitaria y que el delito debe ser
castigado en cualquier co munidad en beneficio exclusivo a su sobrevivencia.
Por eso, es casi improbable dentro de este contexto lograr que los derechos
humanos y civiles violados tanto ayer como hoy sean reparados �ntegramente.-
Esta es toda y la �nica realidad.
�Cuantas situaciones se hubieran evitado si la Justicia hubiese estado
presente!.Privatiza- ciones tramposas ,concesiones simuladas, fraudes y delitos
empresario-econ�micos ignorados, atropellos bancarios y financieros,
prescripci�n de estafas millonarias, destru cci�n del trabajo, empobrecimiento
del nivel de la educaci�n, negociados con la salud, co rrupci�n pol�tica,
sobornos, evasi�n impositiva, leyes fraguadas...La lista es tan intermi nable
como las llagas de esta sociedad totalmente fracturada que no termina de
encontrar un rumbo adecuado frente a este fen�meno.
Haciendo tiempo es la idea. No hay duda que la historia de la Argentina hubiese
tenido otro sesgo con m�s justicia y menos econom�a y menos pol�tica.
De ah� nace esa sensaci�n de estar inmersos en una trampa sin salida, atrapados
por una pol�tica sin nombre propio porque no aspira a convencer a nadie ,ni le
interesa hacerlo, como tampoco apunta a ocupar poder oficial visible alguno.
Solo aspira a permanecer favoreciendo a unos pocos y perjudicando a muchos
otros.
Este es "el sistema".Y ser� as� por muchos a�os, ya que no necesita de la
justicia para su supervivencia. Se basta solo en sus propias reglas, reglas no
escritas pero firmes y f�rreas y que incluso cada d�a se perciben menos en la
medida que solo est�n destinadas a reflejar un espejismo muy dif�cil de
erradicar...
Y da bronca pensar que ya esta, que esto fue todo. Y que ahora a otra cosa y
punto fi- nal.
Es tiempo de despertar ,de constatar que no se puede vivir bajo el imperio de
una fatali dad, que se debe estar alertas para no lamentar "grandes atrocidades"
casi siempre precedidas de "peque�as atrocidades cotidianas".Solo cerrando los
ojos al coraz�n se puede negar esta realidad.
La de ayer y la de hoy. Nuevamente la sociedad tiene la palabra. Nada hay
imposible para el horror. Lo sufrimos ayer. Lo padecemos hoy. Es hora de parar
de hacer tiempo. Por ello es imprescindible que llegue de una vez por todas el
momento de la justicia para que cada juez sea el garante de los derechos de
todos por igual como una presi�n constante de todas las voces de la comunidad.
De lo contrario seguiremos dando pasos tras una utop�a que nunca alcanzaremos.
*Carlos A.Bozzi
Abogado
Sobreviviente de la Noche de las Corbatas
Carlosbozzi@hotmail.com
Fuente: lafogata.org