Argentina: La lucha contin�a
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Inquisiciones
Carlos del Frade
Tercer Mundo.
Documentos in�ditos de los organismos de inteligencia sobre la persecuci�n a
sacerdotes santafesinos comprometidos en los '70. . Adelanto de la nueva edici�n
de la revista Tercer Mundo.
Desde finales de los a�os sesenta, las pastorales de Vicente Zazpe y Osvaldo
Catena, en Santa Fe; Alberto Devoto, en Goya; Rafael Yacuzzi y Juan Iriarte, en
Reconquista; Antonio Brasca en Rafaela; y muchos otros monjas, como el caso de
Martha Pelloni, y sacerdotes en las distintas provincias del litoral, fueron
perseguidos por los destacamentos de inteligencia de las polic�as regionales, la
Federal, la Secretar�a de Informaciones del Estado y diferentes organismos del
Comando del Segundo Cuerpo de Ej�rcito. Esto surge de los documentos reservados
que todav�a se encuentran en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto a
los cuales tuvo acceso este cronista a partir de las investigaciones judiciales
que se est�n llevando a cabo en la ciudad de San Nicol�s a ra�z del asesinato
del obispo Carlos Ponce de Le�n, ocurrido el 11 de julio de 1977.
Pero adem�s de informar por primera vez qu� se hizo en contra de conocidos
referentes eclesi�sticos en la regi�n, esta nota sirve para preguntar hasta
cu�ndo van a perdurar los silencios que existen en distintas ciudades en torno a
la historia pol�tica reciente. Una cr�nica en la que los verdaderos cristianos
terminaron muertos, exiliados o corridos de sus di�cesis cuando afloraron
obispos como Edgardo Storni, Eduardo Mir�s y otros. Todav�a la Conferencia
Episcopal Argentina no hizo ninguna declaraci�n sobre el significado de estos
papeles. Un silencio bastante parecido a la complicidad.
"Informe sobre situaci�n actual de la Iglesia Cat�lica Apost�lica Romana en la
Argentina", era el t�tulo del memorandum firmado por el entonces teniente
coronel, Jos� Luis Picciuolo, a cargo de la Direcci�n General de Culto. Tomaba
como base el documento de la trig�sima quinta asamblea del Episcopado Nacional.
Estaba fechado el 30 de mayo de 1977.
Apenas un a�o y chirolas despu�s del golpe de estado.
Describe la necesidad de "neutralizar la acci�n que embozadamente la subversi�n
ha desarrollado sobre el episcopado. Al respecto cabe agregar que los obispos
que m�s se interesaron e intervinieron durante la alocuci�n de los referidos
jefes militares en lo atinente a los derechos humanos fueron: monse�or De
Nevares, obispo de Neuqu�n; monse�or Hesayne, obispo de Viedma; monse�or Medina,
obispo de Jujuy; monse�or Casaretto, obispo de Rafaela y monse�or Zazpe,
arzobispo de Santa Fe".
El escrito de los obispos expresa el rechazo a todo concepto que "confunda la
seguridad del estado con la tolerancia o aceptaci�n de la violaci�n de los
derechos humanos esenciales" y se denunciaron "situaciones an�malas como las
numerosas desapariciones y secuestros, la situaci�n de numerosos habitantes de
nuestro pa�s a quienes la solicitud de padres y amigos presentan como
desaparecidos o secuestrados por grupos autoidentificados como miembros de las
fuerzas armadas o policiales; el hecho de que muchos presos, seg�n sus
declaraciones -o las de sus familiares habr�an sido sometidos a torturas y
fundamentalmente algo que es m�s dif�cil de justificar: las largas detenciones
sin que el detenido pueda defenderse o saber al menos la causa de su detenci�n".
El teniente coronel Picciuolo dice que hay coincidencia en este tema con la
carta que le remitieron Primatesta, Aramburu y Zazpe a la junta de comandantes
en marzo de aquel a�o.
Aconsejaba "mantener un di�logo cordial" con la Comisi�n Ejecutiva de la
Conferencia Episcopal, "atender a los requerimientos del episcopado", "apoyo
econ�mico a las obras concretas", "facilitar los viajes que los obispos deban
realizar, dentro y fuera del territorio nacional para el mejor logro de su
cometido pastoral", "apoyar los controles que se puedan realizar sobre colegios
e instituciones educacionales cat�licas" y "neutralizar la acci�n que se ejerza
desde el exterior o dentro del pa�s por parte de organizaciones subversivas
mediante una permanente acci�n psicol�gica o informativa tendenciosas".
Es decir, la iglesia como factor de control. Y para lograrlo, abrir la billetera
para auspiciar viajes y obras. Esa era la idea de la dictadura, seg�n este
documento.
Fuente: lafogata.org