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Argentina: La lucha contin�a

 

"Patriotas",
Editorial de horizonte sur

Jorge Eduardo Rulli

La pel�cula "Patriotas", que se proyect� en el Sal�n Azul del Senado la noche del viernes pasado 9 de junio, como parte importante de la conmemoraci�n de los cincuenta a�os del levantamiento del General Valle, as� como pocas horas despu�s se proyect� tambi�n, en el canal 7 del Estado, constituye seg�n mi punto de vista, el m�s claro s�ntoma de una crisis de identidad instalada en la dirigencia pol�tica, as� como en muchos sectores intelectuales; expresa un extrav�o de todo sentido de lo que puede ser una pol�tica cultural por parte de la gesti�n de Gobierno y es a la vez, un empecinado intento por confundir y trabucar trayectorias y verdades e impedir la recuperaci�n de un pensamiento nacional.

Que Anguita en el Canal 7 y Mar�a Seoane en el 13, habiendo sido ambos notorios militantes del PRT/ERP en los a�os 70, sean ahora los responsables de recuperar la historia peronista de los fusilados del 56, no es un hecho casual ni puede dejarse pasar como un dato menor. Boca no le encargar�a a River que haga su propia historia, sino hubiera de por medio un quiebre de la propia identidad, un plan siniestro o un extrav�o absoluto de sentidos. Que aparezcan hombres como Felipe Pigna y Rosendo Fraga en el film de Anguita, como referentes de aquellos hechos, junto a otros personajes del menemismo o de la llamada tendencia revolucionaria, y que el film de los fusilados del 56 pase casi inadvertidamente de la vida de los m�rtires de junio a la de Rodolfo Walsh, quien como escritor y sin ser peronista, en aquellos a�os, rescat� tempranamente uno de los hechos m�s crueles de esos cr�menes, tal como fueron las muertes en los basurales de Jos� Le�n Suarez, tampoco son hechos casuales sino la clara voluntad de un plan preconcebido y la expresi�n de una ideolog�a dominante que intenta organizar la informaci�n seg�n los intereses mezquinos del Poder de turno.

Mucho m�s importante fue como biograf�a de aquellos hechos tr�gicos, el trabajo realizado por un hombre del 45, un hombre de enorme relevancia en el movimiento popular, y me refiero al escritor y periodista Salvador Ferla, cuyo libro "M�rtires y verdugos", logr�, en aquellos tiempos dif�ciles, una mirada abarcadora del intento revolucionario y de la represi�n que lo sucediera y sin embargo, el film se permite ignorar tanto esa obra como la existencia misma del escritor.

Pero hay mucho m�s todav�a. La pel�cula de Anguita tiene graves errores hist�ricos, verdaderas tergiversaciones que no pueden ser casuales de manera alguna. Se sindica como integrantes de la Junta Consultiva, grupo de pol�ticos que sirvieron a la Revoluci�n Libertadora en el 55 como maquillaje y para presunta legitimaci�n de sus actos, y que avalaron con su presencia, con sus discursos o con sus silencios los asesinatos de junio, a dos dirigentes del radicalismo que tuvieron en alg�n momento de su vida, importantes entendimientos con Per�n: me refiero al Dr. Arturo Frondizi y a Ricardo Balb�n. Con el primero Per�n firm� el acuerdo para respaldarlo en las elecciones del 58 y con el otro se recordar� siempre el abrazo hist�rico de ambos en el a�o 73 y el discurso de Balb�n frente a su f�retro, donde apela como pocas veces en nuestra historia de enfrentamientos a la unidad del pueblo y a la recuperaci�n de la nacionalidad, expresando: "Este viejo adversario, despide al amigo". Ninguno de ellos, ni Balb�n ni Frondizi integraron aquella Junta, esto es un hecho hist�rico. Todo lo contrario, en la pel�cula se rescata a Oscar Alende como alguien que habr�a rechazado los fusilamientos cuando ello no es cierto, ya que no s�lo integraba la Junta sino que guard� silencio frente a la sangre derramada. Ocurre que en esta transversalidad que se configura como extra�o neoperonismo de rasgos liberales y a la vez de izquierda presunta, muchos pol�ticos provienen de aquella vertiente y parece que era importante y oportuno rescatarla� a�n al precio terrible de falsificar la historia.

Asimismo, enfatiza la pel�cula el hecho de que la Dictadura acusara de comunistas a los conspiradores de junio del 56, mientras ignora el rol cumplido en esos mismos d�as por el partido comunista. No nos consta en absoluto que se haya acusado a Valle o a sus compa�eros de comunistas, pero si recordamos que en esos mismos d�as aciagos de junio, cuando la represi�n militar conduc�a a los paredones y a la muerte, la milicia del partido comunista que integraba los Comandos Civiles en apoyo de la Revoluci�n Fusiladota, ocuparon los aeropuertos civiles de la provincia de Buenos Aires para evitar la fuga de alguno de los insurrectos� Suponemos que tambi�n estos hechos hoy resulte inconveniente recordarlos, dados los antecedentes partidarios de muchos de los funcionarios que a�os despu�s descubrieron los derechos humanos, las mieles del poder y de la participaci�n en el gobierno de la Rep�blica.

Pero hay adem�s y como si todo lo anterior fuese poco, una afirmaci�n arriesgada y que por primera vez se lanza desaprensivamente a la opini�n p�blica, me refiero a la acusaci�n de que Per�n habr�a "condenado duramente el alzamiento" en un primer momento, y que posteriormente, transcurridos seis meses y contando con informaci�n m�s fidedigna de parte del General Tanco, reci�n lo habr�a reconocido a Valle como a un h�roe de la Resistencia. No es solo un hecho sacado de contexto y en el marco de una historia que se permite desconocer en profundidad la �poca de la que trata y a la que aplican estereotipos de oportunismo para justificar la propia ignorancia, yo creo que m�s que una malversaci�n de la informaci�n period�stica, es parte de una maniobra generalizada de desperonizaci�n, que proviene de aquellos a�os y que ahora contin�a por izquierda y una vez m�s y como siempre desde el Poder.

Vayamos ahora a las pruebas y a los testimonios de la memoria. La pel�cula reconoce que Valle no ten�a por razones operativas relaciones con Per�n. Toda posible conducci�n del Peronismo implicaba a Per�n en el exilio o sea en ese momento en Panam�. Mientras tanto, en el interior del pa�s, surg�a gradualmente alg�n tipo de dirigencia informal o liderazgo que el Pueblo comenzaba a reconocer como parte de una reorganizaci�n generalizada, que se identificaba con la Resistencia peronista. En este plano de reconocimientos, estaba sin dudas: John William Cook que a�n no hab�a sido nombrado delegado del Movimiento, y que no se hallaba preso en Ushuaia como dice la pel�cula sino en la Escuela de Mec�nica del Ejercito, y seguramente estaban tambi�n varios otros cuadros importantes, tales como C�sar Marcos, Ra�l Lagomarsino, Enrique Oliva, Manuel Damiano, H�ctor Saavedra, Jos� Mar�a Rosa, Fernando Torres y muchos otros m�s, detenidos todos desde varias semanas antes en el Departamento de Polic�a y luego, durante el alzamiento, reunidos de apuro en la Escuela de Mec�nica junto al Beb�, con la intenci�n de fusilarlos en masa, y all� se ve la maniobra de alentar el golpe por parte del gobierno, maniobra que el propio Valle le imputa a su asesino en la carta postrera, si bien el intento de fusilarlos no pas� de simulacros con balas de salva, que los prisioneros sobrellevaron con un valor y con una dignidad que asombrara a sus carceleros y verdugos y que conduce como reconocimiento poco m�s tarde, a Per�n a formalizar un nivel de conducci�n en el territorio.

Ninguno de esos cuadros prisioneros del peronismo en el pa�s aprobaba en verdad el golpe militar, conspiraci�n que por otra parte nunca intent� erigirse abiertamente como peronista, todo lo contrario, siempre estuvo claro que fue un intento puramente militar, aunque con participaci�n pasiva de civiles entusiastas por dar la pelea cuanto antes. Intento militar surgido fundamentalmente del pundonor y de la verg�enza que como militares sent�an muchos de ellos ante las felon�as de sus camaradas y los abusos de la Marina, y que no se propon�a el retorno expl�cito de Per�n sino el fin del Estado de terror imperante, el lograr detener el plan de coloniaje que se implementaba y el poner en marcha una salida electoral sin restricciones. El film de Anguita apela a la desmemoria de un pat�tico y anciano Framini, recogido sin duda por su tard�a adscripci�n al peronismo aut�ntico y lo hace referirse a una supuesta conducci�n c�vico militar del alzamiento que todos los hechos y las pruebas existentes desmienten categ�ricamente. En la carta que Per�n le escribe a Cook el d�a 12 de junio la referencia al golpe es expl�cita pero debe leerse como un di�logo interno con los compa�eros que se preparan para asumir una conducci�n t�ctica en el pa�s y como la visi�n de un estratega que tiene sus ojos puestos en un horizonte mucho m�s vasto que el que le fijan sus enemigos. Escribe Per�n en una carta absolutamente personal a J.W.Cook: "El fracaso de la asonada del 10 de junio ha sido la consecuencia del criterio militar del cuartelazo. Los dirigentes de ese movimiento han procedido hasta con ingenuidad. L�stima grande es que hayan comprometido in�tilmente la vida de muchos de nuestros hombres, en una acci�n que, de antemano pod�a predecirse como un fracaso."Y m�s adelante a�ade: "�lo he repetido miles de veces a todos los apresurados que confiaban m�s en un golpe de la fortuna que en la preparaci�n sistem�tica y racional de un trabajo adecuado. Desgraciadamente, el golpe fallado del 10 de junio, me ha dado la raz�n pero, el precio ha sido demasiado grande. Hubiera preferido equivocarme. Sin embargo, esto ha de servirnos para no insistir en un camino inconveniente. Nuestra finalidad ha de ser la Revoluci�n Social, con todas sus caracter�sticas y con todas sus consecuencias." Hasta aqu� Per�n en carta a Cook que figura en el primer tomo de la correspondencia entre ambos y que por vez primera pone sobre el tapete un debate que durante a�os marcar� la vida del movimiento popular, me refiero a los caminos revolucionarios que tomar� la lucha y sus opciones. A continuaci�n algunas hebras de pensamiento reflexivo absolutamente personal.

No alcanzo a imaginar claramente cu�l ser�a el intento de Anguita, de Seoane y de muchos otros libres del sur que participan en alg�n tipo de concertaci�n ideol�gica para configurar un pensamiento nuevo y advenedizo, pero presiento que se estar�an intentando sentar las bases de un movimiento popular diferente a lo que hemos conocido. Que ese movimiento necesita con urgencia anclajes hist�ricos y que lo que intenta es ir revisando y reinterpretanto el pasado inmediato desde el Poder que ejerce, aplicando las mismas categor�as ideol�gicas sobre las que sustenta su transversalidad actual de sectores medios provenientes de la izquierda y del liberalismo partidocr�tico. Un caso emblem�tico de este discurso nuevo que explora y a la vez trata de conquistar el pasado para ponerlo al servicio de sus nuevas pol�ticas, es el tratar de instalar en la opini�n p�blica y sin mayores reflexiones, un aserto arriesgado, que el terrorismo de Estado habr�a comenzado en 1956 con los fusilamientos de Valle y sus compa�eros, a la vez que enfatizar la carta p�stuma de Valle para legitimar indirectamente la muerte de Aramburu� Hasta las desobediencias militares aisladas que se alientan con provocaciones y con pol�ticas de cambios demorados sobre la estructura militar actual sirven la finalidad de mantener un clima de confrontaci�n que refiere impl�citamente a los setenta, y tengo la impresi�n que en el centro axial de este andamiaje propagand�stico que incluye el �nfasis en la figura de Evita como contrapartida de la invisibilizaci�n de Per�n y que abarca desde los discursos de Tumini a los cursillos filos�ficos de Feimann, estar�a la herida en el ego y el destierro a que condujo la expulsi�n de la plaza el primero de mayo del a�o 74� Me vienen ganas de gritarles: �Se�ores: nunca hubo un movimiento Evita, al menos un movimiento de Evita sin Per�n, y aunque no puedan aceptarlo y les incomode hasta el imaginarlo, deber�an saber que si Evita viviera, no habr�a sido sino la leal y amorosa esposa del General y jam�s la c�mplice de hombrecitos min�sculos y sectarios, expertos en desandar los caminos de la Revoluci�n Nacional�

Nada de todo lo anterior ser�a objeto de mayores sospechas y preocupaciones, ni ir�a m�s all� de los revisionismos hist�ricos a los que estamos acostumbrados, sino estuvi�ramos ante la amenaza terrible de una confirmaci�n de los modelos profundos que hacen a la nueva colonizaci�n. Me refiero a que se agrandan actualmente las distancias entre los discursos, que son claramente posneoliberales cuando no directamente setentistas, mientras las agendas pol�ticas resultan incapaces o acaso timoratas de modificar los cambios profundos operados durante los a�os noventa. Si fu�ramos como pa�s una excepcionalidad en la Am�rica Latina, no intentar�amos ver m�s all� de las actuales circunstancias, pero la cercan�a de procesos similares tanto en el Uruguay, como en Chile y sobre todo en el Brasil, nos impresionan como que nuevas configuraciones pol�ticas est�n exigiendo de nosotros un esfuerzo particular del pensamiento y del an�lisis. No nos preocupan las supuestas categor�as sociales y los consensos ideol�gicos que se nos imponen como nuevas verdades generalizadas, a diario y desde posiciones de Poder, lo que nos preocupa es que esos consensos y discursos pol�ticos ignoren los agronegocios, los modelos de rol y las insumo dependencias que afectan toda posible soberan�a nacional. De hecho, el que los ignoren, significa en los hechos que los hacen suyos, que los respaldan. Y si hacen suyas las pol�ticas de Estado heredadas de la �poca del neoliberalismo, ahora, justamente en el final de la era del petr�leo y cuando se nos vende que los Biocombustibles son una enorme oportunidad para la Argentina, no podemos dejar de preocuparnos y de preocuparnos mucho�

Fuente: lafogata.org

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