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Argentina: La lucha continúa

Problemas en las empresas recuperadas en Argentina

Modesto Emilio Guerrero
Argenpress

El pasado 15 de mayo los trabajadores de IMPA, la fábrica pionera en eso de trabajar sin patrón, vivieron un proceso electoral interno. Lo que parecía terminar como una rutina electoral más, terminó en una ocupación violenta de la fábrica a cargo de las dos listas perdedoras: una representada por Eduardo Murúa y la otra por Luis Caro.

El asalto a la fábrica IMPA tiene efectos internacionales. Murúa recibe respaldo desde abril del año pasado, de algunas entidades del gobierno venezolano, aunque es rechazado por otras.

Desde su participación en la organización del Primer Encuentro de Empresas Recuperadas, reunido en septiembre en Caracas, con la presencia del presidente Chávez, Murúa utiliza 'la revolución bolivariana' como una mercancía de cambio, para prometer soluciones 'económicas' a varias fábricas de Argentina.

En IMPA, por ejemplo, junto con Caro, ofreció este lunes 22 de mayo, 'aluminio seguro desde Venezuela' garantizado, según sus palabras, 'por la actual ministra de Industria y Comercio de Venezuela, María Cristina Iglesias' (Testimonio de obreros de IMPA, Buenos Aires, lunes 22 de mayo).

Iglesias, ex titular de la cartera de Trabajo, es una de las ministras más populares del gobierno bolivariano. Desde su gabinete se patrocinó el Encuentro de fábricas sin patrón de Septiembre, un hito en la historia del movimiento obrero contemporáneo.

Unidos en el desprecio a la democracia

El asalto a IMPA es grave en sí mismo, por su carácter anti democrático y mafioso. Sin embargo, eso no es lo que más llama la atención. El movimiento sindical argentino está acostumbrado desde décadas atrás a este tipo de metodologías facciosas, propias de la cultura fascista introducida en su movimiento obrero.

Lo sorprendente es que los dos sectores asaltantes de la fábrica IMPA fueron enemigos acérrimos hasta el 14 de mayo, aunque ideológicamente formados en la misma fuente, el peronismo.

Caro y Murúa se juntaron ante el 'espanto' de una derrota electoral sindical, ante la cual reaccionaron con los métodos del sindicalismo amarillo mafioso. Caro y Murúa en realidad no soportan la democracia obrera, la asociación con libertad, la diferencia, la variedad y nada que no sea como ellos dicen que sea.

Tres listas y dos perdedores

La Nº 1, identificada con el abogado Luis Caro, recibió 45 votos, según consta en el folio 245 del libro de actas certificado ante los organismos del Estado argentino. Caro es conocido por liderar el Movimiento de Fábricas Recuperadas, en el trabajó un tiempo con Murúa. Caro por su pensamiento y su práctica política puede ser calificado como totalitario y estaría vinculado con el Opus Dei. Fue candidato a intendente en una lista del oficial carapintada ultraderechista Aldo Rico, autor junto con el coronel Seineldín, del intento golpista reaccionario de Semana Santa en 1985. El año pasado tomó la fábrica IMPA para desalojar a los trabajadores conducidos por Eduardo Murúa. Aquella vez contó con la ayuda de una patota propia y del auxilio de la Policía Federal que apostó una columna para protegerlo.

La lista Nº 2 recibió 55 votos. Representó a los trabajadores que no están a favor de Caro, pero tampoco de Murúa y prefirieron actuar en forma independiente con una opción electoral propia.

Finalmente, la lista Nº 3, representada por Eduardo Murúa, que recibió 38 votos. Una simpre observación de los resultados numéricos los da como perdedores a Murúa y Caro. (Acta, folios 243. 244, 245, Buenos Aires, 15 de mayo 2006).

Descomposición

Lo que pasa en IMPA es llamativo en varios sentidos. Las fábricas y empresas 'recuperadas' y puestas en funcionamiento bajo gestión de los trabajadores, es una de las más importantes conquistas del proceso político argentino abierto en 2001 y cerrado a finales de 2002. Eso que conocimos como Argentinazo, y que también produjo las casi 200 aleccionadoras asambleas barriales, donde un fragmento de trabajadores y clase media practicaron la democracia directa por unos meses.

El valor de ese ejemplo estuvo en que las empresas recuperadas demostraron en Argentina, Brasil, Uruguay, y en otro contexto, también en Venezuela, que podían derrotar a los capitalistas en el lugar que más les duele: la propiedad. Así, unos 7.000 obreros del país evitaron la condena física y moral de sus vidas en el desempleo seguro que les deparaba el cierre masivo de empresas que hicieron los patronos.

Lo que ocurre en IMPA expresa una descomposición de aquel maravilloso proceso. No es el único caso, pero es el más grave, porque en esa fábrica debaten su destino político y económico dos de los pioneros de las 'recuperadas' de Argentina.

IMPA está en crisis económica desde hace años. Es una vieja fábrica de enseres de aluminio, que para sostener como sustentable debe procesar por lo menos 35 toneladas de aluminio por mes.

Poco antes de las elecciones "asaltadas" por Murúa y Caro, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había prometido un aporte financiero para ayudar a IMPA. El Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social de Argentina, recepcionó la denuncia de asalto hecha por los trabajadores. Una de las consecuencias inminentes es la paralización del financiamiento, colocando a los trabajadores de IMPA en una situación terminal.

Otros aspectos de la degeneración del cooperativismo clasista de 2001 y 2002, es lo que podríamos definir como la 'gerentización' (esa perversa tendencia a convertirse en gerentes de nuevo tipo) de algunos jefes cooperativistas y la vuelta parcial a las condiciones anteriores de alineación por otras vías. Algo parecido a lo que el siglo XX mostró en la URSS, por ejemplo.

Murúa, un ejemplo de descomposición

Murúa fue presidente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, después de romper con Caro. Pero en junio del año pasado fue excluido del MNER en una asamblea que congregó a 70 delegados de 44 empresas 'recuperadas', reunida en la ciudad de Varillas, provincia de Córdoba. Desde entonces, Murúa representa a unas 7 pequeñas empresas recuperadas.

Unos meses después, fue excluido de la Cooperativa que gestiona la fábrica IMPA. En enero de este año (2006), como reza en el libro de Actas: '...luego de debatir el tema se resuelve por unanimidad aplicar el artículo 7º, y excluirlo por daño material a la Cooperativa, sin prejuicio de otros hechos...'

El 'tema' por el cual la Cooperativa decidió apartarlo de sus filas fue 'abandono' del trabajo: '...Eduardo Murúa que se le ha enviado Carta Documento reiteradas donde se le intima a presentarse a su trabajo y desarrollar sus tareas, que fueron abandonadas desde el mes de mayo de 2005...' (Acta 155, folio 204 y 205 del libro de la Cooperativa,, Querandíes 4288/90, Buenos Aires)

Una de las incógnitas más problemáticas de la reciente historia de Murúa es la acusación que le hiciera un nutrido grupo de hijos y familiares de detenidos y asesinados durante la última dictadura militar. Esta agrupación entregó documentación certificada ante la Cooperativa y ante la embajada de Venezuela, de haberle proveído en calidad de préstamo, medio millón de pesos argentinos, que Eduardo Murúa nunca devolvió, según testimonian las víctimas.

El penúltimo pasajero

Cuando en Venezuela se quiere acusar a alguien de encaramarse en los intersticios del poder sin tener mérito alguno, o por simple oportunismo y ambición, se suele decir 'fulano se subió al portaviones de Chávez'. La mayoría de las veces, como es natural, Chávez no invitó a fulano. Pero basta esa indicación aeronaveguística para condenar al oportunista de ocasión a un ostracismo dorado en los pliegues del rico Estado petrolero. Murúa es algo como el último pasajero de ese portaviones. En este caso, con invitación oficial.

En abril de 2005, fue a Caracas a participar en los actos de celebración del contragolpe, en la Mesa de Cogestión y Cooperativismo. Nadie en Argentina lo eligió para esa representación, sin embargo fue.

La amplia democracia que caracteriza a la 'revolución bolivariana', que a veces peca de irreflexión, le facilitó la carambola de asistir a una emisión del popular 'Aló Presidente'.

Desde entonces, la 'revolución bolivariana' se convirtió en su mejor mercancía política. La usa para obtener prebendas en Venezuela y posiciones de poder en Buenos Aires.

No es el único ni el primer argentino en estas andas, pero si el de ascenso más fulgurante. En menos de un año logró encaramarse a escaños de figuración que a otros les costó años y muchos pasilleos palaciegos. Murúa suele ufanarse entre los obreros que lo escuchan de sus conversaciones con 'el comandante' y las veces que viaja en el helicóptero presidencial al interior del país de la 'revolución bonita'. Murúa es el penúltimo pasajero.    

Fuente: lafogata.org