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Argentina: La lucha continúa

Con toda la fuerza de la  memoria, de cara a la actualidad

Emilio Marín

Las jornadas de repudio al aniversario número 30 del golpe de Estado tuvieron una masividad muy marcada en todo el país, con centro en Buenos Aires. Es un dato muy positivo no sólo pensando hacia atrás sino también hacia delante.
Al cumplirse treinta años del golpe, más de cien mil almas marcharon de Congreso a Plaza de Mayo, aproximadamente al mitad de esa cifra lo hizo  en Córdoba y un poco menos en Rosario, con concurridas actividades en  las capitales y otras ciudades del país.
"Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar" fue la consigna más entonada por la multitud. Esta no se compuso solamente de columnas organizadas de entidades de derechos humanos y partidos políticos  sino también de muchísima gente dispersa que fue "por la propia".
Semejante representatividad hizo aún más patente la derrota política de quienes encabezaron el asalto sangriento del poder y quienes los secundaron, el empresariado, algunos partidos, los medios, el Episcopado, etc. Estos elementos están aislados y en retirada, al menos sobre este punto.
Néstor Kirchner les hizo a esos sectores un reproche y un pedido de autocrítica que por ahora sólo caló en los jefes castrenses. El cardenal Jorge Bergoglio, que tiene muchos pecados por confesar, publicó en los días previos una colección de documentos sacados de contexto para recomponer su imagen colaboracionista conel terrorismo de Estado.
El discurso presidencial en el Colegio Militar, correcto en líneas generales, fue otro aspecto que favoreció un clima de unidad para las actividades de repudio al golpe. El pueblo en la Plaza de Mayo, el jefe de Estado en El Palomar, Hebe de Bonafini en un recital con León Gieco, el multitudinario escrache al ex dictador Videla, los actos por doquier de homenaje a los desaparecidos, los programas alusivos en la TV, etc, dieron a la conmemoración crítica una profundidad y diversidad nunca vistas.
Por supuesto, no podían faltar los debates políticos, las fricciones y el gesto airado al interior de ese heterogéneo movimiento. Los medios afines al gobierno dieron una cobertura sesgada al amplificar los incidentes del final del acto entre Abuelas de Plaza de Mayo y Madres Línea Fundadora, de un lado, y algunos dirigentes de Memoria, Verdad y Justicia, del otro. El escandalete se disparó por ciertos párrafos del documento que ponía a Kirchner casi en un mismo plano que Videla, por lo que esas entidades de derechos humanos y otras organizaciones decidieron no firmarlo.
Pero ese detalle no puede hacer perder de vista el conjunto. No podía hacerlo en el día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, al comenzar la vigencia de un feriado que al menos esta vez no fue óbice para una gigantesca movilización.
Buscando aliados El gobierno se regodeó en aparecer ante la sociedad y el mundo arropado con la bandera de los derechos humanos, aún cuando se le reprochara que mantiene presos políticos en Las Heras. Es más, quiso profundizar esa imagen argumentando que no puede anular por decreto los decretos menemistas que otorgaron indultos a represores. Tal anulación debe llegar solamente por la vía de la justicia, se excusó.
El oficialismo puso cara de inocente para atribuir a los opositores la explotación de la fecha del 24 de marzo. El jefe de Gabinete dijo que le parecía "espantoso" que los organizadores del acto en la Plaza hubieran especulado políticamente.
Pero en realidad todo es política. ¿O no fue política la decisión del jefe de Estado de promover el feriado para ese día marcado por el dolor? Cómo será de político el asunto, que el patagónico buscó juntar a dirigentes de derechos humanos que en los últimos años venían muy distanciados, como Bonafini y Estela de Carlotto. Y es legítimo que el PEN trate de juntar sus porotos, aunque no se comprenda bien cómo harán esas mujeres para convivir en un ámbito donde menudean dirigentes del PJ y gremios que no se caracterizaron por enfrentar a la dictadura.
Kirchner busca amasar más poder y alianzas. Lo distintivo de este aniversario fue que tiró su red hacia las instituciones castrenses, fomentando los discursos previos de los tres jefes, en particular la pieza autocrítica leída por el general Roberto Bendini.
Y esa intención fue traslúcida en su mensaje en el Colegio Militar, donde trató de moldear una doctrina del Ejército refractaria a la imperante en 1976. El día antes hizo otro tanto al restituir el grado de coronel a Jaime Cesio, un militar democrático frenado por el entonces presidente Juan D. Perón y dado de baja por el videlismo.
Esa siembra en las Fuerzas Armadas, si bien cuenta con el viento a favor del ancho repudio al terrorismo de Estado, también choca con terreno infértil y escabroso. Lo mostró el descubrimiento de que en la base Almirante Zar de Trelew, donde en 1972 fueron fusilados 16 guerrilleros presos, funcionaba una central de inteligencia que espiaba a políticos, estudiantes, etc. Esto pasaba ahora, no treinta años atrás. ¿Algún ingenuo piensa que es un caso aislado de la Armada? ¿O que se lo solucionará llevando la base a Santa Cruz o retirando a un vicealmirante y a un contraalmirante? Agua que hemos de beber El martes se dio por finiquitada la concesión al grupo Suez, del agua potable y cloacas de la Capital y partidos del conurbano. Fue una salida no querida por el gobierno, que estiró durante meses la negociación con los franceses para que no se fueran del país o se mantuvieran más tiempo hasta hallar otro concesionario privado.
No hubo alargues ni suplentes, pese a los ofrecimientos de Julio de Vido a compañías tan poco confiables como la de Eduardo Eurnekian y fondos de inversión.
A Planificación Federal no le quedó más remedio que reestatizar el servicio y lanzar Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA), con 90 por ciento en manos del Estado y el 10 por ciento restante en el sindicato de Obras Sanitarias.
La medida, lógica aunque tardía, provocó comentarios venenosos de la cancillería de Francia, que defendió la gestión de Suez y clamó por la seguridad jurídica.
Esta fue una advertencia para que la Casa Rosada no embarre la cancha en el Ciadi (tribunal arbitral del Banco Mundial), donde la firma tiene entablada una demanda contra nuestro país por 1.700 millones de dólares.
El enojo galo es real y se sedimenta desde setiembre del año pasado, cuando hubo cortocircuitos entre Cristina Kirchner y el embajador francés Francis Lott, siempre con la chispa de Aguas Argentinas. Expresando ese sentimiento adverso, en abril próximo el presidente Jacques Chirac hará su gira por la región y no hará escala en Ezeiza.
Que un país soberano tenga un Estado a cargo del agua potable parece tan lógico que no vale la pena discutirlo. Sí causa inquietud que al frente de la nueva etapa empresaria se haya puesto a Carlos Ben, quien tuvo que ver con la privatización menemista y no está arrepentido de ello. El otro socio, José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, es otro menemista que tuvo el diez por ciento de las acciones y fue director junto a los ejecutivos de Suez. ¿Se podrá hacer una empresa estatal sensible a las necesidades de millones de usuarios actuales y futuros, con esos personajes? La principal preocupación del gobierno pasa por desmentir que el paso dado en Aguas, la reestatización, sea su preferencia o vocación. "No es la norma sino la excepción", aclararon, a la defensiva frente a las dudas de sus amigos del empresariado más concentrado nucleado en la UIA y AEA.
¿Habrá reunión? Las informaciones previas aseguraban que Kirchner y su colega uruguayo se reunirían el miércoles cerca de Colonia, para avanzar en la desactivación del conflicto por las dos papeleras y el peligro de contaminación del río Uruguay.
Tal perspectiva tenía como fundamento el cese de los cortes de ruta del lado entrerriano, primero en Gualeguaychú y dos días más tarde en Colón.
Pero la pelota quedó picando del lado charrúa, en los directorios de Ence y Botnia, que debían tener el gesto de parar las obras por 90 días. Eso hasta hoy no sucedió.
Esa falta de buenas noticias del otro lado del río creó incertidumbre durante el fin de semana sobre la realización de la reunión con Tabaré Vázquez.  Alberto Fernández, no supo precisar a Radio Mitre si esa cita se hará o no.
Evidentemente estará determinada por la decisión empresaria de frenar las tareas en Fray Bentos, que debería estar influenciada por la presión política de las autoridades de Montevideo.
Los ambientalistas de Entre Ríos hicieron un serio aporte al entendimiento cuando decidieron levantar el corte de la ruta 136, tras una masiva asamblea.
Pero si la oportunidad se dilapida a nivel de gobiernos, será muy difícil impedirles después que retomen, con toda la furia, su bloqueo de caminos. Ya pusieron una mejilla y es improbable que pongan la otra.
fuente: diario La Arena (La Pampa-Argentina)     

Fuente: lafogata.org