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Argentina: La lucha continúa

Más allá del feriado.

Carlos del Frade
Argenpress

Mientras se repiten actos culturales y musicales, se instala un curioso feriado que desobligará a los chicos de las escuelas -el principal lugar desde el cual hay que trabajar la memoria, la verdad y la justicia que tanto se proclaman-; ex funcionarios menemistas de los indultos y radicales del punto final y la obediencia debida se rasgan las vestiduras y coinciden en el repudio que no habían hecho hasta principios del tercer milenio.

Lo que sigue es el epílogo del último libro de investigación del autor de estas líneas "El litoral, 30 años después. Sangre, dinero y dignidad

Un por qué

"Manuales de contrainsurgencia", fue lo que presentó Nicolaides para defender sus crímenes de lesa humanidad.

Allí está una de las claves para pensar estos treinta años que separan el presente del golpe militar del 24 de marzo de 1976.

El sistema económico analizó que en el Litoral argentino se estaba preparando una insurgencia, una revolución y ordenó su liquidación.

El "proceso de reorganización nacional" fue, en realidad, un proceso contrarrevolucionario para reordenar la nación a favor de unos pocos.

Un orden que naturaliza las diferencias sociales y que necesita de todos los mecanismos posibles para que las mayorías se eduquen en torno a la perpetuidad del mismo orden.

El terrorismo de estado fue matar para robar.

Sangre y dinero.

Obediencia debida desde adentro de las grandes fábricas y propiedades para domesticar a las nuevas generaciones de trabajadores.

Por eso la mayoría de los desaparecidos fueron jóvenes y trabajadores.

La matanza tuvo un por qué: el pensamiento y el sentimiento colectivo.

Eso que se fue construyendo a partir de los años sesenta y que cobró entidad en miles de argentinos una década después.

Dejar de lado lo individual, despojarse de lo propio y desterrar la idea de la naturalización de las cosas y los hechos.

Sentir rebeldía, indignación y vivir la existencia en relación a los otros.

Todos o ninguno, fue una consigna cotidiana.

Semejante situación era intolerable en las haciendas, en las fábricas, en las escuelas, en las facultades, en la iglesia, en las distintas instituciones.

Había que volver al orden de las minorías.

Y la matanza tuvo beneficiarios: el poder económico, la dirigencia política que desde los años sesenta intentaba negociar y no transformar, los gremialistas preocupados solamente por mantener las obras sociales, la iglesia que santifica las riquezas y los funcionarios engendrados por la mafia resultante de la masacre.

En las cartas pastorales de Devoto se puede encontrar la secuencia del saqueo: despertar de la conciencia política y social del campesinado a través de las ligas agrarias, amenazas y persecución, robo de tierras y éxodo de las familias rurales.

No fue una batalla militar, fue una orgía de sangre y perversión que cubrió el robo perpetrado contra el pueblo del litoral.

Porque al configurarse el proceso como un proceso contrarrevolucionario era necesario naturalizar la concentración de riquezas y que los súbditos encontraran fórmulas ilegales para acrecentar el poder de los pocos y, de esa manera, medrar desde el nivel de socios menores de los señores de guante blanco.

En las fábricas ya no hubo más activismo gremial diferente al impuesto por las burocracias. Las conquistas laborales quedaron como hechos melancólicos de otros tiempos.

Pero esta contrarrevolución no comenzó el 24 de marzo de 1976, sino mucho antes.

Allí está Nicolaides presentando los "Manuales de contrainsurgencia" basados en enseñanzas francesas de principios de los años sesenta.

O las declaraciones del ex comandante de Gendarmería, Agustín Feced, señalando que trabajaba desde la época vieja en contra de las estructuras del ERP y Montoneros.

Y que lo siguió haciendo durante la efímera democracia entre 1973 y 1976.

Por eso el libro descubre que los aparatos represivos fueron implementándose desde los años sesenta y que ningún gobierno provincial hizo algo para denunciarlos y desmantelarlos.

En forma paralela, la designación de jueces y su labor durante los años de la dictadura, muestran que favorecieron a los intereses de los patrones de los títeres macabros que terminaron siendo los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.

La clase política emergente del año 1983 sería aquella que se enfrentó al deseo de cambio profundo en la región y en el país.

La misma que tuvo contacto con militares, integrantes de la Triple A y con el poder económico que desterró la idea de una mejor distribución de la riqueza.

Mataron para robar. Acindar pagó secuestros y torturas, después pidió créditos externos que nunca canceló, el estado socializó aquella deuda en 1982 y luego despidió por miles en los años noventa.

Demostraciones

En estas páginas surgieron testimonios que demuestran algunas cosas:

1. El pasado sigue abierto y descubriéndose en el presente.

2. Pesadillas impuestas por impunidad y sueños colectivos inconclusos.

3. En Formosa empezó a discutirse una masacre del año 1947.

4. En la misma provincia hay rehenes políticos en las elecciones como a finales del siglo diecinueve.

5. Allí se demostró el robo de tierras a partir de la dictadura a favor de los grandes propietarios y sus socios menores.

6. En Misiones acaban de pedir la detención de un ex gobernador y un ex ministro durante los tiempos del terrorismo de estado. ¿Por qué no pasa algo similar en las otras provincias?.

7. Allí en Misiones la desaparición de un científico está íntimamente vinculada a los intereses de las grandes explotaciones celulósicas.

8. En Corrientes, las homilías de monseñor Devoto dan testimonio del grado de organización que alcanzaron las Ligas Agrarias, la molestia que generaban, la persecución que sufrieron a partir del golpe, el posterior saqueo de sus tierras, el consiguiente empobrecimiento del campesinado y la migración a otras provincias del país.

9. Empresas tabacaleras y yerbateras fueron sostenedores y beneficiarias del terrorismo de estado y lo continuaron siendo en democracia.

10. La Sociedad Rural correntina, en pleno año 2005, pidió por la libertad de un genocida que fuera presidente de la entidad.

11. En el Chaco, la masacre de Margarita Belén es una síntesis de la ferocidad del terrorismo de estado, pero también muestra la existencia de pactos de sangre y silencio que trasciende a las fuerzas armadas y de seguridad.

12. En esta provincia se reciclaron militares y policías durante la democracia.

13. Las inundaciones que castigan periódicamente a la población chaqueña son obra y gracia de la corrupción y negociados realizados durante el terrorismo de estado.

14. En Chaco, Corrientes y Santa Fe se demostró cómo se vaciaron los bancos provinciales a favor de los empresarios que aplaudieron la orgía de sangre.

15. En Entre Ríos surgieron empresarios como Alfredo Yabrán y se reciclaron policías, militares y contratistas de la dictadura en democracia.

16. Lo mismo se verificó en Santa Fe.

17. En esta provincia, el segundo estado argentino, la dirigencia política que se hizo cargo de la apertura democrática fue la misma que se había desarrollado en forma paralela a los aparatos represivos, la Triple A, las fuerzas armadas y de seguridad y tuvo contactos con la cúpula eclesiástica. Esto no quiere decir que se trató de una dirigencia cómplice porque eso es a todas luces injusto. Pero si es cierto que el grueso de esa dirigencia política, gremial, empresarial y social -al igual que vastos sectores de la población en general- acompañaron la dictadura hasta finales de 1978 y luego comenzaron a distanciarse.

Alfonsín denunció el 25 de abril de 1983: "Lo que a mi me ha llegado son acuerdos que se producirían entre el general Nicolaides, Suárez Mason y el general Trimarco con algunos hombres del sindicalismo" y añadió que "es la misma estirpe burocrática que hoy fabrica la trampa de la que conspiró para el derrocamiento del gobierno constitucional en 1966 y el posterior ensayo corporativo; es la misma estirpe que se mezcló con el terrorismo de las Tres A cuando se pretendía controlar con el miedo a las bases sindicales".

Aquella postura de Alfonsín fue confirmada a lo largo de la presente investigación, pero las complicidades no están solamente en sectores gremiales ni peronistas, sino en casi todo el arco político que va desde el PDP, MID, PSP, UCR hasta el PC, según lo demuestra de manera brillante la socióloga María de los Angeles Yanuzzi en su libro "Política y dictadura".

Pero lo nuevo que suman estas páginas es que ese tipo de acuerdos, de negociaciones, venían estableciéndose de mucho antes del golpe de estado de 1976.

18. Esa misma dirigencia que atravesó los últimos cuarenta años en buenas relaciones con militares, grandes empresarios y cúpulas eclesiásticas, parieron una justicia afín a esos intereses.

19. La represión se fue preparando desde finales de los años cincuenta y se profundizó a partir de los años setenta.

20. La frágil democracia de 1973-1975 no pudo ni quiso desmantelar los aparatos represivos que se fueron gestando. Esto aparece en los testimonios recogidos en cada una de las seis provincias del Litoral.

21. Las organizaciones armadas cometieron grandes errores políticos. En estas páginas se resalta el intento de copamiento del batallón de Formosa, el pase a la clandestinidad de Montoneros, la escasa democracia interna y la excesiva militarización que subordinó la política.

22. Sin embargo, los militantes revolucionarios de los años setenta tenían un caudal de dignidad, compromiso y amor, raramente observable en otras etapas históricas.

23. Así como se desmanteló el aparato productivo, los convenios colectivos de trabajo, también comenzó a destruirse la educación como un factor de identidad y desarrollo nacional. No solamente por el traspaso de las escuelas primarias a las provincias, el descenso de las inversiones en ciencia y tecnología, sino también por el desprecio a la cultura propia. De 8 mil palabras que usaban los argentinos en 1975, se pasó a ochocientas en 2004. Un feroz saqueo que dejó sin palabras a varias generaciones. Sin palabras, las convirtió en adictos. Adictos a cualquier cosa menos a la pasión por el otro, eso que solamente da la militancia política, gremial y social. Aquello que fue condenado y satanizado hace treinta años.

24. Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri, Ramón Genaro Díaz Bessone, Cristino Nicolaides, Martín Balza, Ricardo Brinzoni, son nombres de militares que llegaron a ocupar altos cargos a nivel nacional en las últimas décadas. A todos ellos los une el mismo origen de su poder: haber estado en las entrañas del Segundo Cuerpo de Ejército, con jurisdicción sobre las provincias de Formosa, Misiones, Chaco, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe.

25. José Alfredo Martínez de Hoz, Alcides López Aufranc, Angel Malvicino, Navajas Artaza, Alfredo Yabrán, son los exponentes de un poder empresarial que modificó la estructura productiva de la región y el país a partir del genocidio.

26. El silencio que generó la iglesia sobre la pastoral de Carlos Ponce de León y en menor medida sobre Vicente Zazpe y Alberto Devoto, contrasta con los ejemplos de militancia y humanidad que multiplicaron durante los años setenta. Ese cristianismo que enraizaba en las masas no es funcional a los que santifican la crucifixión cotidiana de las mayorías o que, por lo menos, naturalizan la exclusión.

27. Mientras que en Formosa se descubre un archivo del terror en donde la Policía Federal resulta la fuerza de seguridad con mayor cantidad de datos, en la provincia de Santa Fe no hay un solo miembro de ella que esté imputado por su participación en el esquema represivo.

28. Es evidente que no se quiere investigar y discutir en profundidad qué fue la Triple A. No solamente a nivel regional, sino también a nivel nacional. Su origen relacionado con la Federal en connivencia con algunos sectores sindicales está entramado con intereses del presente. Hay sectores dirigenciales que acompañaron el desarrollo del aparato represivo y que hoy denuncian los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura pero no quieren hacer mención a lo que sucedió antes. Nadie habla de la época vieja, como diría Feced, el ex jefe de la policía rosarina.

29. Todavía no hay una lista definitiva de desaparecidos en ninguna de las seis provincias del Litoral, como tampoco existe un relevamiento exacto de niños nacidos en cautiverio o dados en adopción en aquellos años.

30. Este libro apenas intenta generar un espacio de discusión pública, más allá de la suerte que corran las causas presentadas en la justicia ordinaria, sobre quiénes se beneficiaron con la masacre y por qué ocurrió.

A seguir andando, nomás

Por eso, el Litoral, treinta años después, puede sintetizarse en sangre, dinero y dignidad.

La rebeldía que se hace memoria y presente, búsqueda de felicidad para los que son más en las antiguas posesiones de los guaraníes que buscaban la tierra sin mal.

En los puentes existenciales aparece la obstinación de aquellos que siguen peleando en pos de una salida colectiva, con justicia y futuro para todos.

A treinta años del golpe, en cada una de las seis provincias que componen el litoral argentino, sigue latiendo el sueño colectivo inconcluso de un país libre, en donde los pibes puedan ser felices.

Maravillosa gambeta a los proveedores del odio.

No pudieron ni la muerte ni el poder.

Una vez más, treinta años después, el amor les ganó la pulseada y va por más.    

Fuente: lafogata.org