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Argentina: La lucha continúa

Retórica social y militantes funcionarios
En defensa del 'proyecto nacional'

Prensa de frente

La llegada de Néstor Kirchner a la presidencia produjo nuevas expectativas en la sociedad y, a la vez, un importante fraccionamiento hacia el interior del campo popular. Varias son las organizaciones que en ese momento comenzaron a mirar con otros ojos a quien en una primera instancia se evaluó como un mero testaferro político de Eduardo Duhalde. A continuación desarrollamos, a modo de análisis, la situación en la que se encuentran algunos de los principales movimientos sociales que apoyan al

gobierno nacional.

A partir del 25 de Mayo de 2003, y al ritmo de un discurso que supuestamente reivindica el proyecto político y la práctica militante de la década del ´70, varias organizaciones político-sociales fueron cambiando su punto de vista sobre la participación en el Estado y más particularmente sobre la figura del presidente. Este cambio no fue inmediato ni homogéneo y en algunos casos abrió las puertas a un armado político que hasta el momento no logra cristalizarse. Tal es el caso del Movimiento Evita, organización liderada por el actual vicejefe del gabinete bonaerense, Emilio Pérsico, quien si bien ha militado durante los años 90, no había logrado aglomerar masa crítica hasta hacerse de los recursos del Estado. En su documento fundacional, el Evita llama a 'religar nuestras prácticas con la organización popular'. Según este movimiento, la recomposición de los sectores populares está encabezada por el presidente, quien 'nos propone enfrentar a la vieja política', mientras 'la economía se va recuperando y de este modo -asegura el texto- comienza la distribución del ingreso'.

Los máximos dirigentes del Evita cumplen funciones políticas, muchos de ellos con cargos de envergadura tanto en el gobierno nacional como en el bonaerense, centralmente en el área de políticas sociales. Esto les permite definir el destino de una buena parte de los recursos públicos, mediante la participación activa en el trazado de los programas sociales. Tal es el caso de Sergio Berni: de pasado carapintada, el dirigente secunda a Alicia Kirchner, hermana del presidente, en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Pablo Vera es secretario de gobierno de Baldomero 'Cacho' Alvarez en Avellaneda. Integrantes de este movimiento forman parte de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.

Hacia dentro del Evita está situación no se vive como una contradicción. Afirman que 'no hay construcción de movimientos populares sin Estado, ya que éste es una parte fundamental en la reconstrucción y organización'. A su vez, acusan a la idea de autonomía de clase, entendida como independencia del Estado, de ser 'una teoría europeizante'.

Es evidente que la participación en el Estado es un tema por demás complejo, pero también es cierto que a quienes se reivindican como parte del campo popular se les debería hacer un tanto más contradictorio manejar recursos públicos con criterios diferenciales a pesar de realizar loas a la organización popular. Su marco de alianzas incluye a personajes probadamente anti populares y protagonistas del proceso neoliberal de los ´90, como al gobernador de la provincia de Buenos Aires Felipe Solá, Manolo Quindimil, Alejandro Granados y otros dirigentes asentados hace añares en el conurbano. Compartir espacios políticos con estos sectores no les impide sentirse herederos de las luchas contra aquel modelo de acumulación capitalista, al cual caracterizan como derrotado.

Otro de los espacios aliados al oficialismo es el recientemente conformado Movimiento Libres del Sur, que aglomera a Barrios de Pie, la corriente Patria Libre, la Agrupación Martín Fierro, el Frente Barrial 19 de Diciembre, la Agrupación Envar El Kadri y el Partido Comunista Congreso Extraordinario. Una buena parte del arco que decidió unificarse bajo este nombre tiene una importante trayectoria de militancia de base en diferentes sectores. El desarrollo de esta militancia les permite reconocer la dura realidad de los sectores postergados, y a pesar de esto afirman que hoy 'la locomotora de la economía deben ser la exportaciones'.

A su vez, reivindican la existencia de un movimiento nacional, 'una extensa alianza de clases y sectores sociales' actualmente conformado por 'una parte no desdeñable del PJ, partidos, grupos o dirigentes de centro y centro derecha, algunos vecinalista de diversas ideologías y franjas del radicalismo, hasta una porción significativa del centroizquierda y de la izquierda, peronista y no peronista'. Dentro de este movimiento buscan 'agruparse a aquellos con mayores afinidades políticas e ideológicas para tener más peso a la hora de las decisiones', para así avanzar en un espacio 'ajeno por completo a las prácticas de la vieja política tradicional'. Esta pluralidad, o ambigüedad, no les ha evitado situaciones paradójicas. En la reciente toma de las torres del Fondo Nacional de la Vivienda, en el bajo Flores, el único procesado es un militante de este movimiento. A pesar de esto, durante el lanzamiento de la organización en la Capital Federal defendieron la gestión del jefe de gobierno Jorge Telerman, dándole el apoyo político para un virtual segundo mandato. Referentes importantes de sus movimientos ocupan cargos en el ejecutivo de esta gestión, que no se caracteriza precisamente por sus buenos resultados a la hora de reducir la brecha entre las diferentes capas sociales de la ciudad.

Desde las épocas de Eduardo Duhalde, la Federación de Tierra y Vivienda que encabeza el actual secretario nacional del área, Luis D´Elia, participaba 'no oficialmente' en el gobierno. Con Kirchner, el dirigente, que en la década pasada había impulsado importantes tomas de tierras en La Matanza, profundizó su rol de vocero de lo que los sectores más conservadores del gobierno no se animan a expresar ante cada conflicto 'por izquierda'.

Para una buena parte de los sectores militantes hoy afines al gobierno, la participación en el Estado implica algunos desafíos importantes. Uno de estos consiste en darle credibilidad a un discurso de construcción de poder popular, mientras que públicamente apoyan a figuras que siguen siendo cuestionadas, no sólo por las organizaciones en lucha, sino por una parte importante de la sociedad.

 Fuente: lafogata.org