Argentina: La lucha contin�a
|
![]() |
La realidad de los pibes santafesinos.
Primaveras malheridas
Carlos del Frade
Los pibes santafesinos fueron protagonistas de las noticias durante la
primera semana de la primavera de 2006. Chicos explotados en la recolecci�n de
la frutilla en Coronda, un hospital de ni�os custodiados por gendarmes despu�s
de la renuncia de casi veinte m�dicos pediatras, nenes que se disfrazan de
postes humanos para marcar el terreno que ser� rociado con veneno para luego
sembrar soja y anidar tumores en sus cuerpos y un pibe que se muri� ahogado
despu�s de intentar gambetear el presente a trav�s del poxi inhalado en las
barrancas rosarinas. De norte a sur, la concentraci�n de riquezas en pocas manos
en la segunda provincia argentina genera una realidad hostil para las nenas y
nenes santafesinos. Son las expresiones existenciales de lo que apenas traducen
n�meros que pocas veces se tienen en cuenta: en la provincia hay 605.781 chicos
pobres y 259.159 son indigentes. Sobre semejantes cifras aparecen estas
realidades. Una vez m�s, en las primaveras malheridas santafesinas, se verifica
la extra�a inversi�n de las consignas que sol�an escucharse en un pa�s que ya no
es el que fue. Los pibes ya no son los �nicos privilegiados, ahora son los
primeros perjudicados.
Coronda
La Uni�n Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) de Santa Fe
"cuestion� con dureza "la actitud" de los productores de Coronda que contratan a
ni�os y adolescentes en la cosecha de frutilla", sostuvo el diario "El Ciudadano
& La Regi�n", en su edici�n del mi�rcoles 27 de setiembre de 2006.
"Los hemos denunciado e inspeccionado una y mil veces pero la mayor�a de los
due�os de los campos no respeta nada", clam� el delegado normalizador de la
regi�n norte del sindicato, Luis Mid�n, quien asegur� que en esa zona "trabajan
familias enteras, sin importar la edad de sus integrantes".
Tambi�n exigi� "decisi�n pol�tica" en las distintas jurisdicciones nacional,
provinciales y locales, para terminar con un flagelo que esclaviza a las nuevas
generaciones.
Si bien las autoridades de la Secretar�a de Trabajo consideraron que el fen�meno
est� decreciendo a partir de "las campa�as de prevenci�n que se realizan" en
diferentes zonas rurales de la provincia, Mid�n asegur� que lejos de menguar,
"en Coronda el trabajo infantil se sostiene sin variantes desde hace tiempo".
El referente sindical record� que muchos productores ni siquiera inscriben a sus
trabajadores "la mayor�a ocasionales" que se desempe�an en la recolecci�n de
frutilla. A modo de comparaci�n se�al� que actualmente hay entre 1.200 y 1.500
personas abocadas a esa labor agr�cola en Coronda, pero s�lo alrededor de 50
fueron anotadas en Uatre. "Cuando el sol primaveral pone en riesgo la
producci�n, sacan la gente de donde sea con tal de que no se les pudra la fruta,
para levantar la cosecha a toda costa", dijo el dirigente gremial.
Durante esta semana, funcionarios de la Coordinadora Provincial de Erradicaci�n
del Trabajo Infantil (Copreti) que entre otros integran el gobierno y el Uatre,
detectaron a adolescentes de 16 y 17 a�os que fumigaban con sustancias
peligrosas (herbicidas) con una mochila como �nico elemento de trabajo y "sin
ninguna protecci�n" en un campo ubicado en la zona de Coronda.
En Coronda se suele escuchar el refr�n: "Los chicos son r�pidos para juntar",
una frase instalada en esa localidad desde hace tiempo y que refiere a la
habilidad de los ni�os y adolescentes para trabajar en la cosecha de la
frutilla. Les pagan16 centavos el kilo de frutillas recolectado.
Santa Fe
"Familias enteras mortificadas y angustiadas innecesariamente, entre las que
se encuentran las de los ni�os internados y las nuestras y una soluci�n precaria
e inestable, son el resultado de la crisis vivida en el sector de Cuidados
Intensivos del Hospital de Ni�os O. Alassia, como consecuencia de un conflicto
que no quiso ser evitado", comienza diciendo una carta abierta escrita por una
de las m�dicas renunciantes del hospital de ni�os de la ciudad capital y que
termin� con la incre�ble presencia de gendarmes en las puertas de la instituci�n
que deber�a florecer en otros s�mbolos para los pibes internados all�.
Sigue diciendo la nota dirigida al gobernador de la provincia: "Su primera
aparici�n p�blica sobre el tema, refiri�ndose a que conoce maniobras -como �sta-
tendientes a destruir un servicio del Estado para generar un negocio privado, a
33 d�as de que present�ramos nuestra renuncia como �nica v�a para que nuestras
propuestas sean escuchadas demuestran una de dos situaciones posibles; - o sus
funcionarios nunca le hicieron llegar la documentaci�n que durante m�s de dos
a�os hemos presentado ante las autoridades; - o se trata de la imagen dantesca
del triunfador que pasea su victoria p�rrica.
"No son crisis peri�dicas estacionales, sino una insuficiencia de recursos
materiales y humanos especializados ante la masa poblacional que debe atender el
hospital. Ante la gravedad de las situaciones que se suced�an y que no eran
imprevisibles, durante un largo per�odo los m�dicos de guardia del servicio y
los jefes hemos concurrido a la Defensor�a del Pueblo a registrar presentaciones
en defensa de la poblaci�n y de nosotros mismos. Desconozco qu� tr�mite
tuvieron. No s� cu�l era y es el objetivo de los funcionarios del Estado, pero
no ser�a la primera vez que en nuestro pa�s desde el Estado se lo ataca para
favorecer intereses privados.
"...Somos m�dicos pediatras intensivistas, y como autocr�tica debo decir que
fuimos ilusos en pensar que por esta v�a ser�amos llamados para ser escuchados,
cuando hab�amos tenido tantas se�ales de desidia.
"Usted sabe Se�or gobernador que no tiene una emergencia sanitaria porque tiene
m�dicos especialistas en la ciudad de Santa Fe, y es por ese motivo y no por una
actitud corporativa que nuestros colegas de otras provincias solo est�n
dispuestos a venir a colaborar", escribi� la doctora Liliana B. G. Porta, ex
subjefa de la Unidad de cuidados intensivos de pediatr�a del Hospital Orlando
Alassia en una carta abierta al gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid, y a la
comunidad, publicada por el diario "El Litoral", el mi�rcoles 27 de setiembre de
2006.
Rosario
"Una ma�ana muy fr�a Manu lleg� al Centro de D�a con una familia de grullas
muy chiquititas, nos cont� que eran la mam�, el pap�, el hijo y el beb� reci�n
nacido, eran min�sculas, las tra�a en un bolsillo. Las hab�a hecho esa noche en
la calle. Me acuerdo que la ma�ana siguiente fui a comprar un frasquito donde
guardarlas, ayer encontr� ese frasquito, sin las grullas. �Que habr� pasado con
esos papelitos que guardaban tanto?", comienza diciendo la carta que envi� la
psic�loga social Marcela Lapenna, una de las m�s consecuentes luchadoras por
darle un espacio digno a los pibes que sufren la situaci�n de calle en la ex
Chicago argentina.
"Somos guardianes de los papelitos, los sue�os, los documentos, las fotos, las
historias, las palabras... nos depositan algunas, nos ganamos otras...Las
fotos... nosotros tenemos m�s fotos de los chicos que sus familias. De hecho
estoy buscando las fotos de Manu para pas�rselas a su mam�, para que elija una
para la l�pida", apunta Marcela.
"Las fotos nos testimonian momentos compartidos, congelan y hacen brotar
sensaciones de entonces. Son todas semejantes y todas diferentes. Los chicos son
todos diferentes. "El Manu era distinto a muchos y parecido a otros tantos. Era
el Manu. Es el Manu. Era el que hac�a grullas muy muy chiquititas", agregaba el
escrito.
"Necesitamos saberlos �nicos, hacerlos �nicos. Para estar a su lado y para que
ninguna muerte sea solo parte de una estad�stica negra. Necesitamos seguir
conmovi�ndonos ante los sue�os desmantelados y dejar de ser silenciosos
espectadores, meros cronistas de una realidad que circunscribe la vida de
algunos solo a la supervivencia, y a veces, ni eso", apuntaba como desaf�o para
el presente y el futuro pr�ximo.
"Manu estaba aspirando poxi en el Parque de Espa�a y se ahog� en el r�o el
s�bado 2 de septiembre", escribi� la psic�loga social Marcela Lapenna, una de
las coordinadoras de la Asociaci�n Chicos que tiene un centro de d�a para las
pibas y pibes que se encuentran en situaci�n de calle en Rosario.
M�s tarde agreg�: "los chicos est�n llenos de sonrisas. La del manu la perdimos
la semana pasada...Nos queda una mezcla de dolor e indignaci�n que
transformaremos en fuerza para seguir juntos en el amoroso intento de construir
un mundo que nos aloje a todos. Tambi�n nos quedan sus palabras..." y present�
una nota escrita por el pibe que se convirti� en �ngel exiliado luego de aspirar
poxi y derrapar al fondo del Paran�.
"Cuando sea ninguno quiero ser nada, para seguir haciendo nada, porque me canso
haciendo nada. Y si hago algo no me gusta, porque son cosas feas. Porque cuando
hago algo son cosas feas que no me gustan, entonces prefiero hacer nada. Y
listo.
Cuando sea alguien quiero atender un ciber, jugar horas gratis, dormir en una
piecita arriba.
Quiero jugar mucho al Gumbound, y cuando quiera ir a jugar el Cordob�s, lo voy a
sacar de vuelo porque se va a instalar todo el d�a y va a venir el due�o y me va
a sacar a patadas en el culo.
"Cuando sea una persona como la gente, voy a trabajar de empresario, y voy a
andar vestido todo el d�a de traje. Voy a tenerlo todo el d�a y eso no me va a
gustar por el calor. Porque yo, cuando era chico, era un pibe que no le gustaba
hacer nada, y ahora que soy grande tengo que trabajar para mantener mi familia y
lo tengo que hacer s� o s�.
"Voy a vender aviones y con la plata que voy a hacer voy a comprar una casita
bonita para vivir mi familia y yo.
"Cuando sea un chico me gustar�a cazar palomas y hacerlas fritas. Y tambi�n
pescar ranas, as� las vendo. Y jugar a la pelota con mis amigos del barrio...
jugar por la gaseosa", terminaba su redacci�n y firmaba Manu-Twister.
Los pibes banderas
Norte de la provincia de Santa Fe. El viejo territorio de La Forestal, la
empresa inglesa que arras� con el quebracho colorado, embols� millones de libras
esterlinas en ganancias, convirti� bosques en desiertos, abandon� decenas de
pueblos en el agujero negro de la desocupaci�n y goz� de la complicidad de
administraciones nacionales, provinciales y regionales durante m�s de ochenta
a�os.
Las Petacas se llama el exacto escenario de la terraza del segundo estado
argentino donde los pibes son usados como se�ales para fumigar.
Chicos que ser�n rociados con pesticidas mientras trabajan como postes, como
banderas humanas y que luego ser�n reemplazados por otros nadies.
"Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama "esquinero".
Despu�s, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el �ltimo lugar donde
pas� el "mosquito", desde el punto del medio de la m�quina y pararse all�", dice
uno de los pibes entre los catorce y diecis�is a�os de edad. Los roc�an con "Randap,
a veces 2-4 D. Tiran insecticidas y mata yuyos. Tienen un olor fuert�simo. A
veces tambi�n ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la
nube y nos moja toda la cara", describe el ni�o se�al, el pibe que ser�
contaminado, el n�mero que apenas alguien tendr� en cuenta para un m�dico
presupuesto de inversiones en el norte santafesino.
No hay protecci�n de ning�n tipo. Y cuando se�alan el campo para que pase el
mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hect�rea y cincuenta
centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que "va m�s lerdo",
dice uno de los chicos.
"Con el "mosquito" hacen 100 o 150 hect�reas por d�a. Se trabaja con dos
banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. Trabajamos desde que sale
el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ah� y otras nos traen a
casa, depende del productor", agregan los entrevistados.
Uno de los chicos dice que sabe que esos l�quidos le puede hacer mal: "Que
tengamos c�ncer", ejemplifica.
"Hace tres o cuatro a�os que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que
aguant�rselo al rayo del sol y encima el olor de ese l�quido te revienta la
cabeza. A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre
llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza", dicen las voces
de los pibes envenenados.
"Nos buscan dos productores. Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque
usan banderillero satelital. Hacemos un descanso al mediod�a y caminamos 200
hect�reas por d�a. No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados. A m� me
dol�a la cabeza y temblaba todo. Fui al m�dico y me dijo que era por el trabajo
que hac�a, que estaba enfermo por eso", remarcan los ni�os.
El padre de los pibes ya no puede acompa�ar a sus hijos. No soporta m�s las
hinchazones del est�mago, cont�. "No tenemos otra opci�n. Necesitamos hacer
cualquier trabajo", dice el pap� cuando intenta explicar por qu� sus hijos se
exponen a semejante asesinato en etapas.
La Agrupaci�n de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundaci�n para la
Defensa del Ambiente (Funam) hab�an emplazado al presidente comunal Miguel Angel
Battistelli para que elabore un programa de erradicaci�n de actividades
contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de
agroqu�micos. No hubo avances.
Los pibes siguen de banderas. Es en Las Petacas, norte profundo santafesino,
donde todav�a siguen vivas las garras de los continuadores de La Forestal.