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Argentina: La lucha continúa

Jorge Julio López
EL testigo vivía obsesionado por hacer creíble su historia personal

Emilia Delfino

La falta de pistas sobre el paradero del albañil desaparecido amenaza con convertir a la víctima en sospechoso. Hasta su familia desconocía detalles clave de su etapa militante. ³Yo nunca lo había escuchado. Yo nunca lo quise escuchar², confesó su hijo Rubén después del juicio a Etchecolatz. López guardaba pruebas de su cautiverio.
 Desde que salió de la cárcel en 1979, el albañil Jorge Julio López (76) vio cómo un capítulo de su vida lo transformó en un hombre al que nadie quería creer. López adoptó el objetivo de no olvidar los detalles que marcaron su vida en el Pozo de Arana para que nadie puediera dudar sobre su historia. A escondidas de su familia, escribió un diario de su detención y calcó las escenas y algunos diálogos su memoria es casi exclusivamente visual- de lo vivido en cautiverio. Hoy, a dos semanas de su misteriosa desaparición, hasta la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, cuestiona esa historia y pide que ³investiguen la trayectoria² de uno de los testigos que puso tras las rejas a Miguel Etchecolatz.
 En varias oportunidades a López le ofrecieron tratamientos para curar las cicatrices del pecho, huella perpetua de la tortura con picana eléctrica, pero se negó. Algún día tendría la oportunidad de mostrarlas y dar su testimonio. También se encargó de guardar el pulóver amarillo con el que fue secuestrado. ³Lo quería aportar como prueba en los juicios², destacan en la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos.
 ³Cuando lo conocimos en 1998 y empezamos a prepararnos para los Juicios por la Verdad, Julio contaba situaciones que nos parecían fantasiosas admite Nilda Eloy, su compañera de querella- y de alguna forma, nos parecía sospechoso que recordara con tantos detalles. Entonces Julio sacó sus papeles y dibujos y nos demostró el porqué². Su amiga añade: ³Le dolió mucho tener que manejarse a escondidas. Cuando lo llamábamos por teléfono, teníamos que decir que era para pedirle el presupuesto de una obra².
 El estigma de que su historia involucionara en la fábula de un jubilado seguía persiguiéndolo: ³Una vez nos contó que en el Pozo de Arana donde tanto López como Eloy estuvieron detenidos- quedaba un muro de la época de Rosas. Nos miramos entre nosotros y dijimos: O¿Está delirando?¹. Cuando conocimos a la antigua dueña de la Estancia Armonía donde fue instalado el Pozo-, ella nos confirmó que lo de Rosas era cierto. El viejo nos tapó la boca². Nunca volvieron a dudar de él, agregó Eloy.
fuente: diario Perfil (Argentina)       

 Fuente: lafogata.org