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Nuestro Planeta

El negocio de la droga

Hedelberto López Blanch
Rebelión

El tráfico de drogas se ha establecido como uno de los mayores y prolíferos negocios del mundo por medio del cual los narcotraficantes se convierten, en poco tiempo, en millonarios a costa del peligroso vicio que introducen en las más disímiles ciudades.
La premisa fundamental que descuella en esas operaciones es la de no tener escrúpulos porque lo fundamental radica en obtener dinero sin importar que los estupefacientes sean distribuidos y consumidos por niños en las escuelas.
Un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) informó que el valor de las ventas al por menor del mercado mundial de los narcóticos se elevó en 2003 a 322 000 millones de dólares, mientras que otras agencias aseguran que la cifra pasa de los 500 000 millones de dólares.
Se hace sumamente difícil calcular las inmensas sumas de dinero que se mueven alrededor de la droga pues lo impiden sus operaciones ocultas y en la que participan en ocasiones hasta importantes hombres de la política de diversos países.
No obstante, cualquiera de las cantidades expuestas es superior al Producto Interno Bruto (PIB) de más del 90 % de los 184 países registrados en los datos del Banco Mundial.
Por definición las drogas son sustancias químicas vegetales o preparadas en el
laboratorios , todas ellas muy tóxicas y nocivas para el organismo humano, que se ingiere, fuman, inhalan o se inyectan, que producen una sensación placentera y de olvido momentáneo, pero seguida de una fuerte depresión, de la que solo es posible librarse al volver a consumirla.
De esa forma, se establece un circulo vicioso, un habito invencible a las drogas, adicción o dependencia de mayor o menor grado que en un plazo determinado provoca alteraciones de la
percepción, del estado de animo, del conocimiento y de la conducta que terminan en una enfermedad cerebral y orgánica.
El comercio de estupefacientes se ha convertido en un negocio global de dimensiones multimillonarias. Decenas de millones de personas consumen regularmente heroína, cocaína y drogas sintéticas. Otros millones de sujetos están vinculadas a la producción, tráfico, distribución y venta de los narcóticos.
Las enormes cantidades de dinero que generan estas ilícitas transacciones la convierten en una de las actividades criminales más lucrativas y peligrosas en el mundo de los negocios que ha proliferado con ayuda de la globalización, la desregulación bancaria y los acuerdos de libre comercio al permitir mayores libertades de comercialización incontrolable.
El poder de los cárteles de la droga llegan a obtener dimensiones de empresas multinacionales que en ocasiones afectan la estabilidad política, social y económica de los gobiernos.
La organización y férrea disciplina comprometida bajo amenazas de muerte prima entre los magnates del tráfico internacional de las drogas y estos pueden contratar a los mejores juristas, financieros, expertos en logística, químicos y hasta congresistas que se corrompen ante abultadas sumas monetarias.
Los magnates utilizan equipos y tecnologías ultramodernas para producir, transportar y distribuir la droga y blanquear sus beneficios. Asimismo, pueden gestionar y financiar las operaciones vía satélite, desde paraísos fiscales o zonas donde las leyes no les alcanzan al no entrar ellos directamente en contacto con los estupefacientes.
Se ha hecho normal que los peces gordos del narcotráfico, conocidos como los barones de la Droga, no sean alcanzados por la justicia, y en su lugar se detenga a pequeños distribuidores y transportadores de droga.
Un informe del Grupo de Acción Financiera del G7 asegura que la creciente contaminación del mundo financiero y de los negocios se debe a un flujo cada vez mayor de dinero sucio donde las ventas anuales de cocaína, heroína y cannabis representan 150 000 millones de dólares en Estados Unidos y Europa y 95 000 millones estarían disponibles para su blanqueo.
Ese dinero, asegura el documentos, ha encontrado la forma de llegar a muchas y muy variadas empresas legalmente constituidas con la proliferación de nuevos bancos, empresas de construcción, hoteles, casinos e inmuebles de oficinas a través de las cuales se blanquea el dinero.
Gran parte de esa culpa la tiene Estados Unidos pues en numerosas ocasiones sus militares o personeros del gobierno han estado envueltos en esas actividades como en Colombia, el famoso Irán-Contra o Afganistán.
En esa última nación, a tres años de la ocupación norteamericana para sacar a los talibanes del poder, la producción de opio se incrementó abruptamente y hoy ocupa 130 000 hectáreas de tierra y representa el 87 % de la producción mundial.
La ministra francesa de Defensa, Michele Alliot Marie ha sido una de las pocas personas que ha denunciado esa situación al declarar al diario The Washington Post que los soldados estadounidenses no se den cuenta que ese tráfico, destinado únicamente al mercado europeo, les concierne y que permitan que esto se desarrolle ante sus ojos.
La realidad es que sin mercados seguros, amplios y millonarios como el de Estados Unidos y los países de Europa, no existiría el polifacéticos comercio de los narcóticos pues las naciones pobres no podrían sufragar esos gastos.