VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Medio Oriente - Asia - Africa

Corea del Norte, la hambruna que viene


Pablo M. Díez
IAR Noticias

M ientras el régimen estalinista de la República Democrática del Pueblo de Corea, uno de los países más pobres -su renta per cápita apenas supera los 920 dólares- y herméticos del planeta, hace alarde de sus conquistas en materia nuclear, su famélica población corre el riesgo de padecer una hambruna de proporciones bíblicas, como la que ya se cobró entre uno y dos millones de vidas mediada la década de los 90.

La situación es ahora incluso peor que entonces. Según acaba de alertar el director para Asia del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, Tony Banbury, en los últimos meses se han reducido las donaciones de ayuda humanitaria, que aliviaban las necesidades de 6,5 de los casi 24 millones de habitantes del país. Por este motivo, la ONU necesita urgentemente 504.000 toneladas de comida para alimentar a los grupos que corren más peligro: ancianos, niños, mujeres embarazadas y madres jóvenes.

En caso de que la cooperación mundial en ayuda alimentaria no llegue pronto, las reservas de comida, que presentan un déficit actualmente estimado en al menos 274.000 toneladas, se agotarán en agosto y 5 millones de personas, literalmente, no tendrán nada que llevarse a la boca.

«No quiero ser excesivamente alarmista, pero me temo que la actual situación puede desembocar en una crisis muy seria que empeora cada día», advirtió Banbury en Seúl, la capital de la vecina Corea del Sur.

En su desesperado llamamiento de emergencia, Banbury instó a los Estados Unidos a no aplazar más su decisión sobre la ayuda humanitaria, ya que Washington anunció recientemente que la posponía hasta finales de año, todo el mundo sabe que con intención de presionar al dictador norcoreano, Kim Jong Il, para que retome las suspendidas negociaciones sobre su desarme nuclear.

Raciones diarias de 250 gramos

«No podemos esperar y, lo que es más importante, 6,5 millones de personas no pueden aguardar para recibir ayuda adicional», manifestó Banbury, quien cifró en un 70 por ciento los habitantes que dependen del sistema público de distribución de comida. Apoyado por la ONU, este organismo estatal norcoreano ya redujo el año pasado de 300 a 250 gramos las raciones de alimentos que reparte diariamente.

Acuciado el régimen estalinista por la necesidad, dichas entregas podrían disminuir en los próximos meses hasta los 200 gramos diarios por persona, lo que supone apenas el 40 por ciento de las calorías que necesita un ser humano para sobrevivir.

Como consecuencia de esta escasez, el 35 por ciento de los norcoreanos está expuesto a graves riesgos para su salud y el 57 por ciento no tiene suficiente para comer, ya que los sueldos medios, estimados entre 2.000 y 2.500 won, sólo alcanzan para comprar un litro de aceite vegetal o un kilo de maíz.

Paradójicamente, el Banco de Corea del Sur calculó que la economía de su vecino del norte había crecido un 2,2 por ciento el año pasado con respecto a 2003, cuando su Producto Interior Bruto se equiparó a los de la República Dominicana y el Líbano, al rondar los 15.000 millones de euros.

Éxodo al campo

En su lucha contra la hambruna que se avecina, el Gobierno ha movilizado en masa a millones de habitantes de las ciudades, donde malvive el 60 por ciento de la población, para que se trasladen a las zonas rurales y ayuden a los campesinos a plantar arroz.

En este sentido, varios periódicos de China, la única aliada que le queda a Pyongyang tras la debacle de los países comunistas, han publicado en los últimos días idílicas imágenes de soldados norcoreanos colaborando con los granjeros.

Mientras el régimen de Kim Jong Il se empeña en gastar en su desarrollo nuclear los recursos que no tiene, cientos de miles de norcoreanos se van a morir de hambre.