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Medio Oriente - Asia - Africa

Putin, en el avispero de Oriente Próximo

Adrián Mac Liman*

El "zar" Putin desconcierta. Su reciente gira por las capitales de Oriente Medio, que los medios de comunicación israelíes no dudaron en calificar de "visita histórica", llamó el interés de las cancillerías occidentales por el simple hecho de haber provocado un profundo malestar en el seno del establishment de Tel Aviv y, por extensión, de Washington.

Conviene señalar que el viaje relámpago de Vladimir Putin a El Cairo, Tel Aviv y Ramallah, fue interpretado como un intento de reanudar la tradicional política de gran potencia de Rusia en la región. Si la última visita de un dignatario ruso-soviético a Egipto se remonta a de 40 años, para los israelíes se trata de una auténtica primicia. Putin es el primer dignatario del Kremlin que pisa el suelo del Estado judío desde su creación, en 1948. Y ello pese al apoyo prestado por la antigua URSS al establecimiento de Israel. Finalmente, para la cúpula de la ANP se trata de un extraño reencuentro. El reencuentro de Mahmud Abbas (Abu Mazen), ex estudiante de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, con los referentes de su pasado; el reencuentro de los "tunecinos", compañeros de exilio de Yasser Arafat, con los emisarios moscovitas, más propensos a defender su causa que algunos políticos occidentales. En efecto, la propuesta de Putin de celebrar una conferencia sobre el proceso de paz en Oriente Medio hacia finales del 2005 en la capital rusa fue acogida con entusiasmo por los palestinos. Sin embargo, tanto Washington como Tel Aviv se apresuraron en rechazarla, recordando que dicha opción debe coincidir forzosamente con la segunda etapa de la aún no estrenada "hoja de ruta", que fija como prerrequisitos el final de la violencia y el abandono por parte de Israel de la colonización sistemática de los territorios ocupados: Gaza y Cisjordania. El Primer Ministro Sharon, estima que aún no se dan las condiciones para la convocatoria de una cumbre patrocinada por Rusia (¿y Francia?). Su aliado transatlántico, George W. Bush, avala la postura de Tel Aviv.

Para contrarrestar la ofensiva diplomática de Putin, el Gabinete israelí esgrime sus quejas contra la política de Moscú en la zona. Entre los reproches de Ariel Sharon figura la reciente venta de misiles antiaéreos Streletz de fabricación rusa a Siria, que los israelíes temen que "caigan en las manos de Hezbollah" o la participación de científicos rusos en el desarrollo del programa nuclear iraní, otra pesadilla del Gobierno de Tel Aviv, que no escatima esfuerzos en convencer a Washington sobre la necesidad de una… intervención armada contra las instalaciones atómicas del país de los ayatolas. En este contexto, la "visita histórica" de Putin a Oriente Medio se convierte en una auténtica fuente de discordia entre rusos, norteamericanos e israelíes, recordando curiosamente los múltiples roces y la habitual tirantez de los años 80.

Pero huelga decir que en la apretada agenda de Ariel Sharon figuran otros problemas, más urgentes y complicados que una simple pugna con los poderes fácticos de Moscú. En efecto, la evacuación de los asentamientos de la Franja de Gaza plantea un sinfín de incógnitas. Apenas tres meses antes del inicio de este operativo, las autoridades hebreas confiesan la "ausencia" de planes de reasentamiento de los colonos, algo totalmente inimaginable en la época de la retirada del Sinai, minuciosamente preparada por el Gobierno conservador de Menajem Begin. También en aquel entonces se rumoreó que los colonos podrían sublevarse contra las autoridades del Estado judío; también en aquel entonces hubo que lidiar con grupúsculos radicales, dispuestos a neutralizar las decisiones de la Knesset (Parlamento israelí).

En 1994, escasos meses después de la firma de los Acuerdos de Oslo, el Gobierno Rabín contaba con una serie de urbanizaciones capaces de acoger, en el Norte de Galilea, a los pobladores de las colonias de los Altos del Golán. Curiosamente, no es este el caso de la retirada de Gaza, donde los planes de reasentamiento brillan por su ausencia. Al menos que se haya planeado el traslado "provisional" de los colonos a Cisjordania, haciendo caso omiso de las exigencias de la "hoja de ruta" al tratar de reforzar la política de hechos consumados. Decididamente, el "zar" Sharon tiene muchos ases en la manga…

*Escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios

Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París)

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