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Medio Oriente - Asia - Africa


Militares chinos compartes conocimientos con sus pares latinoamericanos

El Comando Sur y China Popular
¿Son los emergentes contactos militares de China una amenaza a los intereses vitales de EEUU en América Latina y Panamá, en particular? Por supuesto que no.

Julio Yao

EN LA INAUGURACIÓn de la conferencia sobre "Oportunidades Estratégicas: Trazando Nuevos Enfoques para los Retos a la Defensa y Seguridad en el Hemisferio Occidental", en Florida (EU) del 9 al 11 de marzo pasado -a la cual asistí por la Universidad de Panamá-, el general Bantz J. Craddock, Comandante en Jefe del Comando Sur de Estados Unidos, declaró que "se están produciendo contactos crecientes entre militares chinos y latinoamericanos"..
Estos últimos "se entrenan y familiarizan" en la República Popular China (RPCH), país "que brinda ayuda militar no mortífera", pero que "era motivo de preocupación".
Sin embargo, la RPCH no tiene soldados fuera de sus fronteras y, como manifestó el teniente-general Julio Hang (Argentina) en dicha conferencia, la única excepción son 100 policías (no militares) chinos en el marco de la misión de las Naciones Unidas en Haití.
El general Craddock explicó que, debido al cese de asistencia militar a aquellos países que no suscribieron tratados bilaterales que impidiesen llevar a funcionarios de EU ante el Tribunal Penal Internacional, la RPCH ha estado llenando el "vacío" en Latinoamérica y el Caribe, y que los militares de esos países están realizando contactos con China. Según Craddock, ello significa que dichos militares "no recibirán entrenamiento en instalaciones de EU".
Un total de 22 países se negaron a firmar el tratado con EU, que ha sido percibido como una imposición arrogante, once de los cuales corresponden a nuestra región: Barbados, Bolivia, Perú, Venezuela, Ecuador, Saint Vincent, Uruguay, Costa Rica, Brazil, Trinidad y Paraguay. Cuba quedó, por supuesto, excluida del requerimiento.
Sin embargo, Panamá suscribió el vergonzoso Tratado Arias-Watt la última semana de junio de 2003, justo antes del ultimátum del 30 de junio dado por George Bush a los países indecisos, confiriendo así inmunidad a funcionarios estadounidenses acusados de crímenes de guerra o genocidio. En particular, Panamá se obligó a no juzgarlos en sus propios tribunales; a no enviarlos al Tribunal Penal Internacional ni a terceros países con el fin de que éstos, a su vez, los remitan a dicho Tribunal.
El tratado, no obstante, está viciado de nulidad como lo explicamos en carta a la presidenta Mireya Moscoso en septiembre de ese año y en advertencias de inconstitucionalidad a los legisladores de Panamá.
En una crítica implícita al corte de ayuda militar, el día anterior a la Conferencia de Coral Gables, el general Craddock había comparecido ante un panel de la Comisión de Servicios Armados del Senado, ante el cual el jefe del Comando Sur manifestó, según The Miami Herald (10 marzo 2005), que "la preocupación es que habrá consecuencias no intencionales; que perdemos contacto, compromiso, la oportunidad de aprender de ellos y de enseñarles acerca de los valores e ideales y creencias en las instituciones democráticas", añadiendo que, "otros llenarán el vacío".
Craddock manifestó que los militares chinos estaban contactando a sus contrapartes en Latinoamérica, especialmente en la costa del Pacífico y en la región andina. Funcionarios de defensa de China hicieron 20 visitas a Latinoamérica y el Caribe el año pasado, en tanto que nueve delegaciones de alto nivel de Latinoamérica visitaron China.
¿Significan los emergentes contactos militares de China una amenaza a los intereses vitales de EU en América Latina y Panamá, en particular? Por supuesto que no. Con flotas formidables capaces de cubrir todos los océanos y con una presencia global casi instantánea, EU no considera que Panamá ni el Canal juegue un rol clave en una guerra moderna, por lo cual la vía ya no tiene el valor geopolítico de antaño. La China, por su parte, no tiene la intención ni la capacidad de impedir el paso por el Canal a barcos de EU; no tiene la intención de traer fuerzas militares a Panamá, país con el cual China no tiene relaciones diplomáticas todavía, debido a una concepción anacrónica de la política exterior y a ciertos fantasmas que aún perduran de la Guerra Fría.
El general Barry McCaffrey, antiguo jefe del Comando Sur cuando tenía su asiento en Panamá y ex zar antidrogas, manifestó que: "Nosotros no tenemos intereses vitales de seguridad nacional en Panamá". Un informe escrito en 1997 por la oficina de Jesse Helms, de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, también descartó amenazas al Canal, y sus conclusiones fueron que: "Todos los que fueron entrevistados para este informe declaran que el desarrollo de dos puertos por parte de Hutchinson Port Holdings no se traduce en una amenaza directa de seguridad nacional al Canal de Panamá".
Lo que ocurre es que, como lo expresó Ivan Eland, director de Estudios de Políticas de Defensa del Instituto Cato: "Los viejos guerreros de la Guerra Fría nunca mueren, solamente se vuelven más paranoicos".