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Medio Oriente - Asia - Africa

Crónica desde Irán (I)

Txente Rekondo
Gara

Las imágenes de los soldados muertos en la guerra con Irak salpican las calles y casas de todos los pueblos y ciudades iraníes. La gente, lejos de desconfiar del extranjero, se le acerca y le ofrece su hospitalidad. Jóvenes y mayores abren las puertas de sus casas para que tomes un té o comas con ellos. El mayor peligro que puedes correr, sobre todo en las grandes ciudades, es el del tráfico, porque el coche tiene siempre preferencia.
Es evidente que el sistema fundado por Khomeini, el velayat-e faqih, rige la vida política del Estado iraní, y que la influencia de los clérigos y del bazar es bastante fuerte, sobre todo la de los primeros. De ahí que las reglas sobre la vestimenta femenina sean una de las primeras impresiones negativas que perciben los ojos occidentales, marcados por las informaciones y distorsiones recibidas en Occidente.
La mayoría de los iraníes de ambos sexos que se acercan al extranjero dejan clara una cosa: nos piden que proclamemos en nuestros países que ellos no son terroristas, que el pueblo iraní quiere vivir en paz con el resto del mundo, que aprecia la visita de personas de otros países y culturas, y casi llegan a suplicar que no dejemos caer a nuestros conciudadanos en el error que desde Washington se pretende imponer a la opinión pública mundial. Junto a esa demanda se puede percibir nítidamente la determinación de un pueblo a no aceptar imposiciones extranjeras: le corresponde al pueblo iraní resolver sus asuntos y sus demandas, sin ninguna injerencia exterior.
En el ámbito económico, Teherán acaba de alcanzar un acuerdo muy importante con China en materia petrolera, lo que puede convertir a Irán en una potencia económica en pocos años. Ello, unido a un proyecto de formar una especia de bolsa del petróleo local el próximo año (en la actualidad sólo se puede comerciar en Londres y Nueva York, donde los países extractores pierden importantes sumas por tasas en las transacciones), pone en peligro la primacía del dólar frente al euro, lo que podría impulsar todavía más a Irán en el escenario del nuevo orden mundial.
Estados Unidos ha recibido estas noticias como una bomba, más importante tal vez que las supuestas desavenencias en torno a la energía nuclear. Por ello, no ha de extrañar que la administración Bush esté empeñada en promover un cambio de régimen en el país. En esa política intenta utilizar diferentes técnicas, desde la presión internacional y diplomática, hasta la promoción de organizaciones que puedan desestabilizar el país desde dentro.
La situación política de Irán no es sencilla. Tras las últimas elecciones, el nuevo presidente, Mahmud Ahmadineyad, tiene que hacer frente a un número importante de retos. Desde las llamadas filas reformistas, muy debilitadas y divididas, se le acusa de practicar una política conservadora, mientras que desde el bando conservador se le marca férreamente para que no se desvíe del camino que le han marcado al presidente.
En este contexto destacan dos hechos recientes: la aparición pública del anterior presidente, Mohammad Khatami, acusando a su sucesor de ser pieza clave en la política de los clérigos más conservadores, y poniendo en duda que pueda desarrollar su política sin injerencias.
Por otra parte, algún medio local se ha hecho eco de la reaparición de una organización llamada Hojjatieh, una especie de sociedad islámica creada hace más de doscientos años, que reapareció tras la revolución islámica de 1979, pero que en la década de los 80 fue prohibida. Según esas mismas fuentes, de los 21 ministros actuales, tres de ellos pertenecerían a ese grupo y estarían configurándose como un poder fáctico dentro de la escena política iraní. A ello contribuirían también las fuerzas conservadoras del bazar, que están buscando recuperar el poder de otros tiempos.
Todavía es pronto para adelantar el futuro de este país, pero lo que no deja lugar a la duda es que su potencial le puede permitir alcanzar objetivos muy importantes. Pero su porvenir no estará exento de obstáculos y dificultades.
Txente Rekondo: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).