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Latinoamérica

Entrevista a Marta Harnecker
En el laboratorio de una revolución

Ignacio Cirio
Siete sobre Siete

Uruguay, 22 agosto 2005.- Su obra Fidel: la estrategia política de la victoria conoció varias ediciones en todo el continente y constituyó uno de los textos de divulgación sobre el proceso revolucionario cubano más leídos en los últimos 20 años. En otro de sus trabajos, Haciendo posible lo imposible: la izquierda en el umbral del siglo XXI (1), editado inicialmente en Cuba y luego en Chile, Colombia México, Portugal y España, Marta Harnecker ofrece un panorama de los movimientos populares de Latinoamérica y, ya desde el título, aventura una definición del accionar político de cambio –hacer posible lo que a primera vista resulte imposible– que hoy repite, entre otros, el presidente venezolano Hugo Chávez para ejemplificar el sentido que tiene la Revolución Bolivariana. Más aún, desde hace ya tres años, la chilena que dejó su patria perseguida por la dictadura pinochetista se trasladó desde La Habana, Cuba, hacia Caracas, donde reside y trabaja como estrecha colaboradora ad hoc de Chávez en lo que ella misma define como el "laboratorio" revolucionario que es el país petrolero en la actualidad. Harnecker es, así, parte de un selecto grupo de intelectuales –militantes, orgánicos– que, con asiento dentro o fuera del territorio venezolano, "asesoran" al conductor del proceso que, desde inicios de año, tiene como meta declarada la construcción del "socialismo del siglo XXI". Como parte de ese think tank de izquierda debe contarse además, a teóricos, periodistas y divulgadores como Heinz Dieterich Steffan (alemán profesor de la Universidad Autónoma mexicana), el uruguayo director de TeleSur Aram Aharonián y Luis Bilbao (periodista argentino y director de la revista América XXI), entre otros. Harnecker tuvo a su cargo, por ejemplo, la edición e indexación de El nuevo mapa estratégico, un libro en el que se recogen intervenciones de Chávez efectuadas en noviembre de 2004 ante la plana mayor de su gobierno y donde está condensada la doctrina de la Revolución Bolivariana.
Desde esa perspectiva, Harnecker brinda en esta entrevista con Siete sobre Siete datos significativos y de primera mano acerca de los debates y las prácticas que pautan la actualidad de la Revolución Bolivanaria. Asegura que existió un quiebre de parte de los sectores burgueses venezolanos en su enfrentamiento al gobierno luego de derrotado con creces el paro general de fines de 2002 que motivó una aguda situación de escasez en productos básicos. Pero además explica por qué, mientras se propugna la necesidad de "construir el socialismo" se hacen de parte de la conducción bolivariana ingentes esfuerzos para que el empresariado privado entre al redil de los cambios sin renunciar a la posesión de los medios de producción o a una tasa de ganancia cuyo límite son las medidas que permitan abatir los lacerantes niveles de pobreza venezolanos.
—¿En qué momento político se encuentra la Revolución Bolivariana?
—En un momento de profundización de la revolución. En un esfuerzo por hacer más eficiente el aparato del Estado y por luchar contra la corrupción, purificando la policía y organismos de seguridad del Estado. Tratando de profundizar la democracia participativa y esforzándose por implantar otra lógica económica: una lógica humanista y solidaria.
—¿Cuáles han sido los pasos más importantes en el proceso político desde que Chávez definió el rumbo socialista de la Revolución Bolivariana?
—Te asombrará quizá que te diga que no ha habido ningún paso de relevancia dado después de dicha definición. Lo que ocurre es que la práctica fue demostrando a la dirigencia del proceso que la lógica humanista y solidaria que ellos iban implantando a todo nivel, especialmente en el terreno económico, chocaba a cada paso que daban con la lógica capitalista del lucro.
Por ejemplo, no se podía crear cooperativas agrarias ni de productos industriales básicos exitosos si el Estado no asumía gran parte de la compra y distribución de dichos productos. No se podía controlar el efecto de exceso de circulante producto de la enorme cantidad de becas que el gobierno está otorgando a todos los venezolanos que están estudiando en las distintas misiones si no se buscaba un mecanismo para controlar los precios de los productos de la dieta básica que los sectores más humildes consumen. ¿Cómo resolver esto dentro de la lógica capitalista donde el motor del sistema es la ganancia y no la satisfacción de las necesidades humanas? Una medida que fue adoptada como medida de emergencia para asegurar la alimentación de la población cuando la oposición quiso detener el proceso doblegando por hambre al pueblo venezolano durante el paro empresarial de fines del 2002: la compra estatal masiva de productos alimentarios en el exterior para nutrir improvisados mercados populares, mostró el camino. Hoy cientos de mercados populares distribuidos en todo el país, y que ya cubren el 40% del consumo de alimentos de la población, ofrecen productos a precios mucho más baratos que los centros comerciales privados y sus precios han sido mantenidos mediante subsidio estatal al mismo nivel que al inicio de la experiencia. Por otra parte, se está estimulando a los campesinos a producir internamente lo que hasta hace poco se importaba, asegurándoles la compra de sus productos y evitando los intermediarios.
Como ves, el "socialismo" no empieza en Venezuela cuando Chávez lo declara —a comienzos del 2005— sino bastante antes. Y hablo de socialismo entre comillas, porque en realidad lo que se había iniciado en Venezuela no era el socialismo sino un camino que podía conducir hacia una sociedad regida por una lógica humanista y solidaria, donde todos los seres humanos puedan alcanzar su pleno desarrollo.
Chávez no niega que en sus inicios él creyó que era posible resolver los profundos problemas económicos y sociales de Venezuela por una tercera vía; creyó que era posible humanizar el capitalismo, pero la historia le hizo ver que eso no era posible.
—La insistencia en el socialismo como el único camino, paradójicamente aparece al mismo tiempo que se hacen esfuerzos por incorporar al sector privado a los planes económicos del gobierno, ¿no es esto contradictorio?
—Es algo contradictorio para la visión clásica que se ha tenido del socialismo como una sociedad en que todos los medios de producción deben estar en manos del estado eliminándose de raíz la propiedad privada. En esta visión clásica se pone el acento en la propiedad y no en el control de los medios de producción. Cuando Chávez habla del socialismo que se intenta construir en Venezuela él siempre aclara que se trata del "socialismo del Siglo XXI" y no una copia de los modelos socialistas anteriores. Lo central hoy en Venezuela es salir de la pobreza. Hace poco oí a un joven izquierdista criticar al vicepresidente de la República de reformista porque hablaba de que el enemigo principal era la pobreza, y que había que eliminar la pobreza, en lugar de hablar de la necesidad de eliminar a la burguesía. ¡Qué ceguera! ¡Qué dogmatismo! ¿Cuál es la necesidad de atacar esas empresas privadas en este momento? Estas son meras consignas radicales que tienen poco que ver con un análisis de la situación real.¿Cómo no entiende ese joven que para salir de la pobreza entre otras cosas hay que crear empleo productivo y que la reactivación del sector privado ha sido la principal fuente de empleo en los últimos meses en el país? ¿Por qué no se pregunta cuál es la razón por la que la burguesía venezolana, que se jugó entera por derrocar a Chávez en el pasado, hoy está dispuesta a colaborar con el gobierno?
Ni el propio Lenin pensó que era necesario eliminar la propiedad privada para empezar a construir el socialismo. Pocos han leído uno de los decretos iniciales del recién estrenado gobierno soviético: el decreto sobre la publicidad privada que partía de la base de que los capitalistas privados dispuestos a colaborar con el gobierno debían tener un espacio para publicitar sus anuncios. No fueron los socialistas los que marginaron a los capitalistas en Rusia, fueron los capitalistas los que automarginaron al negarse a colaborar con el gobierno soviético y optar por la guerra civil.
Cuando se analiza este problema no hay que olvidar el tema de la correlación de fuerzas. Mientras la burguesía se sienta fuerte y crea poder dominar la situación por las urnas o por las armas es comprensible que no esté dispuesta a colaborar con un proyecto revolucionario que vaya contra la lógica del capital. Pero, ¿qué podía hacer la burguesía venezolana luego de ser triplemente derrotada: fracasó el golpe militar de abril del 2002, no logró sus objetivos el paro empresarial de fines de ese año y ni el referendo de agosto del año del 2004? No le quedaba otra alternativa que irse del país o colaborar con el gobierno si éste le daba facilidades crediticias y le aseguraba mercado.
—Pero ¿no implica un peligro esta coexistencia con la burguesía?
—Claro que implica un peligro. La lógica del capital buscará imponerse siempre. Se dará una lucha constante por ver quién vence a quién. Estamos en el inicio de un largo proceso. El control del poder político, el control cambiario, una correcta política de créditos en la que los capitalistas reciben el préstamo siempre que acepten determinadas condiciones que fija el gobierno —que produzcan para el mercado nacional creando fuentes de trabajo, que paguen impuestos, que colaboren con las comunidades aledañas, etcétera— son fórmulas que usa el gobierno bolivariano para hacer que los empresarios venezolanos medianos y pequeños se comprometan a colaborar con el programa del gobierno cuyo eje es eliminar la pobreza. Son precisamente estos sectores los que se vieron más afectados por la globalización neoliberal.
Pero, no hay que olvidar que se viene de una sociedad en que impera la lógica del capital, con una cultura que inclina tanto a los dueños de las empresas como a los trabajadores que en ellas laboran a la búsqueda de objetivos individualistas. Por eso el socialismo sólo logrará triunfar sobre el capitalismo si pone en marcha, junto a la transformación económica, la transformación cultural de la gente. En la medida en que las personas vayan percibiendo los efectos positivos del nuevo modelo económico que se está tratando de llevar adelante orientado por esta nueva lógica humanista y solidaria, en la medida en que vayan venciendo el individualismo, el consumismo, el afán de lucro en su propia práctica cotidiana, llegarán a las mismas conclusiones a las que Chávez llegó: que la única alternativa a las nefastas consecuencias del capitalismo neoliberal es el socialismo. Es sintomático que encuestas recientes indican que hoy un 40% de la población ya considera el socialismo como algo positivo. Este es un gran avance si se considera el bombardeo ideológico al que ésta ha sido sometida. Los efectos prácticos de las medidas humanistas y solidarias adoptadas por el gobierno son fusiles más poderosos que todos los misiles mediáticos lanzados por la oposición
Y, teniendo claro que se trata de dos modelos económicos antagónicos, es fundamental que una parte importante de los recursos del estado se destinen a afianzar y desarrollar el sector estatal de la economía, ya que el control de las industrias estratégicas es la mejor forma de asegurar que triunfe la nueva lógica humanista y solidaria y se cumplan a cabalidad el plan de desarrollo nacional orientado a eliminar la pobreza.
La búsqueda de colaboración con el capital privado sólo debe plantearse en la medida en que permita avanzar en ese sentido.
—Esa definición implica un cambio conceptual, en la medida que significa "inventar el socialismo", en el siglo XXI y en América latina bajo una hegemonía norteamericana severa. ¿Qué innovaciones teóricas aparecen como más urgentes?
—Más que innovaciones teóricas, creo que hay muchos elementos que ya se encontraban en los pensadores marxistas clásicos, pero que luego fueron desconocidos u olvidados. El Socialismo del Siglo XXI debería retomarlos al mismo tiempo que tendrá que inventar soluciones nuevas a los nuevos problemas planteados por los cambios sufridos por el mundo en estos últimos años. Uno de ellos: el socialismo como la sociedad más democrática. Ya Lenin decía: "capitalismo igual democracia para una élite; socialismo igual democracia para la gran mayoría de la gente". Otro, la importancia del tema del control de los trabajadores. Puede haber propiedad estatal, pero sin control obrero no es propiedad socialista; en cambio puede haber una propiedad privada pero con control obrero y quizá pueda acercarse más al socialismo que la anterior. Otro: cada país deberá buscar su propio camino de transición al socialismo. Lo que pueda o no hacerse dependerá en gran medida de la correlación de fuerzas que en ese país y a nivel mundial se de a favor del socialismo.
Si queremos ser consecuentemente radicales y no radicales sólo de palabra debemos empeñarnos en el trabajo diario de construir la fuerza social y política que nos permita llevar adelante los cambios que queremos. ¡Cuánto más fructífera sería la política si quienes tomaran la palabra fuesen aquellos que están comprometidos en esa militancia cotidiana y no aquellos que hacen de un escritorio su militancia!
—Después de largos años viviendo y trabajando en Cuba, ¿por qué te fuiste a vivir a Venezuela?
—Para acompañar de cerca ese laboratorio que es el proceso revolucionario bolivariano y darlo a conocer en el exterior. Para apoyar en lo que se pueda y especialmente en el tema de la participación protagónica de la gente, que es mi pasión.
—Aunque Chávez se proyecta cada vez con más fuerza en el escenario latinoamericano, algunas fuerzas de izquierda, populares y aún con responsabilidades de gobierno todavía parecen mirar con recelo su liderazgo. ¿Crees que la izquierda de la región valora adecuadamente el proceso venezolano?
—Creo que lo está valorando cada vez más. Los hechos se imponen con demasiada fuerza. Pero todavía hay quienes, tanto dentro como fuera del país, no entienden la importancia de poder contar con un gobierno popular para el avance de las luchas de su pueblo, por muy limitado que este sea.
—¿Qué implicancias tiene el hecho de que, a quince años de la caída de la Unión Soviética, hoy en América latina se haya instalado con tanta fuerza el debate sobre la construcción de un sistema contrapuesto al capitalismo?
—Que estamos en el comienzo de un nuevo ciclo de avance revolucionario y que hay que acelerar la construcción de los factores subjetivos que eviten nuevas frustraciones históricas. Por desgracia, son contados los países donde las fuerzas sociales y políticas de izquierda trabajan armónicamente potenciándose las unas a las otras. Suele predominar el personalismo, la ambición política entre sus dirigentes. No se ha entendido suficientemente que es en la unidad donde está la fuerza, pero que la unidad se construye respetando las diferencias. No se ha entendido suficientemente que el arte de la política es construir la fuerza política y social que permita hacer posible en el mañana cercano lo que hoy parece algo imposible; que para construir fuerza política hay que construir fuerza social.
NOTAS
1. MEPLA, La Habana, febrero de 1998. Algunos pasajes de este trabajo, junto a varios artículos de Harnecker pueden consultarse libremente en www.rebelion.org/harnecker. Nota del editor: Este libro fue publicado por primera vez por Siglo XXI Editores en España.
2. Los llamados MERCAL.