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Latinoamérica

La Náusea   

Sobre las palabras y los silencios del comandante bertolotti

Contralmirante (r) Oscar Lebel
Voces del Frente

Pareciera que el general Bertollotti o no se sabe expresar o no es comprendido cuando le hace. Hay una tercera, respuesta: el general Bertollotti sí sabe como decir pero no quiere hacerlo. Se refugia en el silencio, que es la manera militar de ocultar la verdad, (ministro Mujica, dixit). De otra manera no se comprende que el comandante diga crípticamente: "El ejército se compromete a que no hayan quiebres institucionales".
La ciudad escucha con asombro a este general, criado en el entorno de la familia del general Seregni, colega y amigo de Bertollotti padre (fallecido tempranamente), y no termina por entender si lo que dijo el comandante es un mensaje subliminal a dos puntas. Una, a la ciudadanía para darle tranquilidad. Otra al estrato castrense de mentalidad brontosauria, para qué sigan en el delirio de creer que el país les pertenece.
Porque el comandante Bertollotti sabe (y lo sabe bien) que es en el pueblo donde reside la soberanía (Art. 4 de la Constitución), Por tanto es el soberano quien asume el compromiso de no permitir el desborde institucional y no a la inversa. Al Ejercito le compete atenerse a lo dictado por el Art.
43 del código Penal: "Cometen el delito de rebelión, los militares que promuevan cualquier movimiento armado para cambiar el régimen constitucional. También, los que en presencia de una rebelión, no pusieran en juego los elementos para contrarrestarla".
Vuelve a despertarse el asombro, cuando el comandante -en un arranque que parece amnésico- dice en el encabezado del informe a la Presidencia que "No pide para el ejército más que el reconocimiento por el deber cumplido. (¿por Gavazzo, Silveira, Cordero?), haciendo lo que las circunstancias imponen (¿raptar a María Claudia, asesinarla y apropiarse de Macarena?) cuando, nos lleva a los Auschwitz uruguayos y nos cuenta de un anónimo compatriota que "Se procedió a su exhumanización, posterior cremación en hornos artesanales, completándose por trituración, lo que no fue posible cremar".
En el discurso a los recientemente retirados, Bertollotti se sumerge en el surrealismo: "Sufrimos lo que otros no sufrieron, y cuando éramos jóvenes, vimos inmersos en una guerra, que no buscamos y que no deseamos" SUPIMOS DE DESVIACIONES Y HECHOS QUE NUNCA DEBIERON OCURRIR. (¿El comandante se estará refiriendo a los 200 desaparecidos, a los 6.000 que pasaron por las cárceles o a los 10.000 que perdieron sus puestos de trabajo, por ser clasificados como ciudadanos Clase C, o sea de tercera clase, o a los 100.000 emigrados, a los vejados, a los torturados? De modo que: "guerra" es la ocupación ilegal del aparato del Estado y la persecución de sus ciudadanos durante una docena de años. Debe ser por el botín saqueado, porque aquí guerra no hubo. Sí cacería, despojo y corrupción. Los uruguayos no olvidan el Operativo Conserva, o al "Capitán Viajero" que llevaba y traía dinero negro del banco Riggs (el mismo de Pinochet) por cuenta del almirante Márquez, o la estafa al Banco Hipotecario, o el uso de dineros del Estado por parte de jerarcas para hacerlo bicicletear por medio de un cierto señor Soca, que terminó desaparecido, porque se jugó esos pesos.
Como remate al discurso a los retirados el comandante hace una suerte de tibia disculpa como para complacer a tirios y troyanos: "Pagamos durante años, culpas nuestras y culpas ajenas, MANTENIENDO EL SILENCIO al que nuestra condición de militares nos obliga". Después de esta apología a la "omertá", el general ensaya una aceptación de su responsabilidad y su postura de asumirla. No mueve a la convicción. Más bien a lo del título...
NÁUSEAS...