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Latinoamérica

Puerto Rico: FBI asesina a líder independentista  

Red Betances
Correos para la Emancipación

El Gobernador de Puerto Rico y legisladores y líderes de todos lo partidos políticos,  han condenado públicamente la acción que llevó a cabo el FBI para capturar y asesinar al líder del Ejército Popular Boricua (Macheteros) desde ayer a las 3 de la tarde. "Como Gobernador de todos los puertorriqueños, le hago un reclamo enérgico a las autoridades federales de que terminen el silencio que han mantenido desde la tarde de ayer en relación a estos hechos e informen al pueblo de Puerto Rico sobre lo ocurrido", dijo en un comunicado el gobernador Acevedo Vilá.
Añadió que el superintendente de la Policía, Pedro Toledo; el secretario de Justicia, Roberto Sánchez Ramos, y el director del Instituto de Ciencias Forenses, Pío Rechany, tienen instrucciones claras y precisas de proceder con la investigación de la escena tan pronto se confirme que hubo una muerte violenta y actuar con todo el rigor que exige la ley en una situación como ésta. "Es imperativo que el FBI informe cuánto antes lo que ocurrió", dijo Acevedo Vilá.
El exsenador independentista Rubén Berríos Martínez calificó la acción del FBI como una de "terrorismo de estado" y advirtió que denunciaría la misma en el seno de la Internacional Socialista, organismo del cual es vicepresidente honorario. Berríos también denunció la complicidad del gobierno de Aníbal Acevedo Vilá al que describió como "asistente y facilitador" de las tropas del FBI.
Por su parte el Secretario General del Partido Nuevo Progresista, organización que propulsa que Puerto Rico se convierta en estado de Estados Unidos dijo que los hechos que rodean el diligenciamiento del arresto de Filiberto Ojeda Ríos "constituyen un espectáculo bochornoso e inaceptable para los agentes del FBI en Puerto Rico. "La tardanza en explicarle al pueblo qué ocurrió levanta serias dudas y sospechas sobre el desempeño del FBI en Puerto Rico y retrata nuestra condición colonial", agregó.
"No pueden imponer la pena de muerte so color de que alguien resistió un arresto. Nadie tiene más recursos que el gobierno americano para lograr un arresto, sin heridos ni muertos. Nadie va a creer que un hombre de la edad y circunstancias de Ojeda Ríos supere en armas y recursos al FBI durante un operativo", añadió.
El superintendente de la Policía Pedro Toledo, también ha manifestado que el hermetismo con que el FBI ha trabajado el operativo abre un espacio a inferencias de que "manipularon las escena o que lo dejaron morir luego de herirlo". Keneth McClintock, de ideología estadista también opinó que "cabe preguntarse si una situación similar hubiese ocurrido en algún lugar de Estados Unidos, si hubiesen esperado 17 horas para hacer un pronunciamiento.
FILIBERTO OJEDA: UNA VIDA DE PIE CON SUS ARMAS EN LA MANO Mari Mari Narváez (Correos para la Emancipación) Siempre con esa suavidad inundando su llegada, apacible, siempre sonriente y como enamorado de sus hermanos y hermanas patriotas, el dirigente revolucionario puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos parecía conservar y lanzar toda su bravura, toda su ira y toda su violencia contra un solo adversario: El enemigo centenario del pueblo puertorriqueño.
La trayectoria revolucionaria de Filiberto Ojeda Ríos comenzó temprano en la década del sesenta, cuando se cree que recibió adiestramiento y sirvió a los cuerpos de inteligencia y espionaje de la revolución cubana. Por esto, al dirigente independentista se le conocía como el G-2 cubano en referencia al Departamento de la Seguridad del Estado en ese país. A finales de esa década y tras destacarse como músico trompetista en la legendaria Sonora Ponceña, fundó el Movimiento Independentista Revolucionario Armado (MIRA), al que se le atribuyen decenas de misiones exitosas tales como explosiones de bombas en instalaciones militares, federales, comerciales y del gobierno colonial tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos.
En la década del setenta, se registraron otras decenas de bombazos, y, sobre todo, varios robos a instituciones financieras y camiones blindados como parte de un plan de recuperación económica dirigido a cubrir los gastos de la lucha revolucionaria armada. En 1976, los grupos armados bajo el mando de Ojeda Ríos asumieron el nombre de Ejército Popular Boricua, mejor conocido como los Macheteros. Muchos de sus integrantes eran patriotas que habían participado de los comandos armados de los años sesenta tales como el Comando Armado de Liberación (CAL) y el propio Movimiento Independentista Revolucionario Armado, (MIRA).
De las más de cien acciones que se le atribuyeron a Ojeda Ríos a lo largo de los años bajo sus diversos ejércitos, las más notorias por su magnitud y por la impecable rigurosidad militar fueron: El ajusticiamiento de dos infantes de Marina en una base militar de Sabana Seca en 1979, la destrucción en 1981 de once aeronaves de la Guardia Nacional Áerea y el robo a mano armada de 7.2 millones de dólares a un camión blindado de la compañía de transporte de dinero Wells Fargo en el año 1983. Dos años después de la operación Wells Fargo, el líder de los Macheteros fue arrestado en un apartamento en Luquillo después de haberse batido a tiros con los agentes federales. En 1988 fue liberado bajo fianza y con un grillete amarrado a una de sus piernas luego de tres años de prisión a la espera de juicio.
Durante dos años compartió con el pueblo patriota, que lo reconocía como un héroe nacional y constantemente le manifestaba su orgullo y mayor admiración. En 1989, Ojeda Ríos ejerció su propia defensa en un juicio en la Corte Federal en Puerto Rico por alegada agresión a un agente federal durante su arresto en Luquillo. La juez Carmen Consuelo Vargas presidió el juicio y un jurado absolvió al acusado en agosto de 1989 probando así su teoría de que él sólo defendía su vida de un asesinato inminente.
Filiberto Ojeda era desde hacía mucho tiempo una figura estelar y hasta legendaria del movimiento independentista puertorriqueño. Sin embargo, cuando el 23 de septiembre de 1990, el entonces director del periódico Claridad, Manolo Coss, encontró en la puerta de las oficinas del semanario un sobre con el grillete de Ojeda Ríos adentro y un mensaje desde su nueva clandestinidad, la figura del revolucionario se elevó aún más, dejando atónitos a todos los puertorriqueños y a las poderosas autoridades estadounidenses.
Desde entonces, Ojeda Ríos -paciente cardíaco, portador de un marcapasos, lentes recetados y levemente cojo- permaneció en el clandestinaje sin que ello significara su retiro de la vida pública puertorriqueña. Se sabe que el dirigente pasó gran parte de esos quince años de clandestinaje dentro de su patria y periódicamente otorgaba entrevistas a la prensa y hacía planteamientos públicos, mayormente exhortando a los líderes del movimiento a trabajar unidos en contra del enemigo en común y a favor de la independencia de Puerto Rico.
En su último día de vida, mientras cientos de personas escuchaban su mensaje de unidad patriótica en la tribuna de la Plaza de la Revolución en conmemoración del 137 aniversario del Grito de Lares, el enemigo de todos los puertorriqueños lo rodeaba a distancia y lo masacraba. Nadie, tal vez ni siquiera él, hubiese imaginado que esa difícil unidad a la que aspiraba, tomaría vida tan solo horas después, ante el derramamiento de su propia sangre. A las cinco de la tarde del 23 de septiembre de 2005, miles de hombres y mujeres lloraban, odiaban y se enorgullecían en la intimidad de sus carros, hogares y oficinas. Pero, aún sin tener información sobre el operativo que acabaría con la vida del hombre, desde los primeros avisos de que le rodeaban, sus compatriotas y amigos sabían, absolutamente sin lugar a dudas, que Filiberto Ojeda moriría de pie con sus armas en la mano.