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Latinoamérica

En medio del escándalo de los sobornos y la crisis política
Fuerte respaldo a Lula del gobierno de Estados Unidos


Eleonora Gosman
Clarín

El secretario del Tesoro dijo que los inversores le dan un voto de confianza

Los inversores están dando un voto de confianza en Brasil". La frase adquirió ayer relevancia para el presidente Lula da Silva por venir nada menos que del secretario del Tesoro norteamericano, John Snow. Esta es la primera expresión pública de un funcionario estadounidense de altísimo rango acerca de la crisis brasileña y eligió expresar de esta manera que el gobierno de George W.Bush está muy lejos de pensar que le debe quitar la alfombra a su colega.

Snow inició el domingo por la noche una gira por Brasil y permanecerá aquí hasta el miércoles. Ayer se reunió con el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, y fue recibido por la tarde por Lula en el Palacio del Planalto. Cuando se le preguntó si el gobierno norteamericano está preocupado con las denuncias de corrupción en Brasilia, respondió claramente: "Lo importante es que Brasil continúe empeñado en las buenas políticas económicas. Lo demás es asunto interno".

Para Snow, las turbulencias creadas por las sospechas de sobornos a legisladores y uso de fondos ilegales para financiar campañas electorales, no tienen impacto real. "No afectan los fundamentos de la economía", subrayó enfático en entrevista con la prensa brasileña y extranjera. Fue muy claro en ese punto: el mercado financiero "le saca argumentos" a la crisis política. Y una prueba es lo bien que reaccionaron los mercados de acciones, de cambio y de tasas de interés ante las turbulencias que acechan al gobierno de Lula da Silva desde hace dos meses. Esta calma, dijo, refleja la "confianza pública y de la comunidad internacional en las instituciones del país".

De acuerdo con la opinión del funcionario, que revista en la primera línea del gobierno de Bush, en Brasil "hay una democracia que funciona muy bien". Condenó, claro está, la corrupción, un fenómeno que según admitió corroe las democracias.

En este viaje, Snow aterrizará en Río de Janeiro, donde hoy presidirá la comisión bilateral norteamericano-brasileña, y el miércoles viajará a Vitoria, capital del estado de Espíritu Santo, donde será recibido por el gobernador Paulo Hartung. Pero no estará en San Pablo, donde se concentra el foco de reacción contra el presidente Lula da Silva y el PT.

Para el secretario norteamericano, las relaciones entre Brasil y Estados Unidos son de la mayor importancia. Mencionó: "400 de las 500 mayores empresas norteamericanas tienen inversiones en Brasil". Y es por eso que presidirá hoy la cuarta reunión del "grupo Brasil-Estados Unidos para el crecimiento", una iniciativa creada por Bush y Lula. En ese foro se discutirá una propuesta para que el Banco Interamericano de Desarrollo cree un mecanismo capaz de ayudar a los inversores a evaluar proyectos de infraestructura. Vendría a ser una especie de sello de garantía otorgado por el BID que volverá más atractivos los programas de inversión pública.

La presencia de Snow en Brasil se convirtió, así, en un respaldo inestimable para Lula da Silva. Hoy debe declarar en el Congreso brasileño su ex ministro José Dirceu. Va a contar todo lo que sabe sobre la financiación clandestina para las campañas electorales del PT y de las demás agrupaciones brasileñas, tan comprometidas como el oficialismo.

Hasta poco después del mediodía, cuando Snow decidió salir al ruedo con un apoyo explícito al gobierno, el cielo parecía derrumbarse sobre Lula y su equipo. La oposición, cuyo epicentro está en San Pablo —donde gobierna el socialdemócrata Geraldo Alkmin y tiene su sede oficial el ex presidente tucano Fernando Henrique Cardoso—, parecía empeñada en dar una estocada definitiva contra Lula. Pero el gobierno de EE.UU. optó por quedar al margen de una aventura donde tiene poco para ganar y bastante para perder.

Correspondencia de Prensa