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Latinoamérica

 


El perfil de un homicida de la dictadura, cuyo crimen no está amparado por la Ley de Caducidad
Ricardo "Conejo" Medina Blanco, el asesino de la nuera de Gelman

-Mató a María Claudia García Irureta Goyena de Gelman en la Base Valparaíso y entregó a la hija de la víctima a una familia de policías. Fue Granadero, agente del SID, represor en Orletti, falso subversivo, empresario en seguridad, asesor político, conserje de un hotel, falsificador de dólares, jefe de chacras de la Jefatura de Policía de San José, dueño de locales nocturnos, extorsionista y hasta panadero. La justicia analiza hoy un pedido para reabrir el Caso Gelman en el que aparece como principal implicado de un crimen que no ha caducado.

Roger Rodríguez
rogerrodriguez@adinet.com.uy
La República

Está mucho más viejo y gordo de lo que sus víctimas y compañeros le recuerdan. A poco de cumplir 57 años de edad, Ricardo José Medina Blanco, alias el Conejo, muestra por primera vez su rostro ante la sociedad, cuando la Justicia puede implicarlo en un caso no amparado por la Ley de Caducidad.
Ricardo Medina, nacido el 1º de agosto de 1948, con cédula de identidad Nº 1.114.267-5, es el principal acusado del asesinato y desaparición de María Claudia García Irureta Goyena de Gelman, una joven argentina secuestrada en Buenos Aires en 1976 y traída ilegalmente a Uruguay, donde fue asesinada.
La nuera del poeta argentino Juan Gelman estaba embarazada cuando fue trasladada a Montevideo, donde la recluyeron en el Servicio de Información y Defensa (SID) de Bulevar Artigas y Palmar. Tuvo una hija en el Hospital Militar que fue entregada por el propio Medina a una familia de policías.
A fines de 1976 o principios de 1977 fue derivada a la clandestina "Base Valparaíso" --cuya ubicación fue revelada por una investigación periodística de LA REPUBLICA--, donde funcionaba una flota de taxímetros que espiaban a la población. Allí habría sido asesinada por Ricardo Medina Blanco.
La participación del Conejo Medina en el homicidio de María Claudia fue confesada por el ex presidente Jorge Batlle al senador Rafael Michelini y el caso, que según el presidente Tabaré Vázquez no está incluido en la Ley de Caducidad, sería reabierto si se atiende un pedido de la defensa de Gelman.
Luego de una investigación en la que se consultaron decenas de fuentes, testimonios y documentos, LA REPUBLICA revela hoy el perfil de este ex policía de la Guardia de Granaderos, que sirvió a Inteligencia militar, fue represor, espía, empresario, asesor político, falsificador y extorsionador.
Su último trabajo conocido fue en la Panadería París de la calle Carlos María Ramírez 1737, Montevideo. Hasta poco tiempo atrás vivía en el padrón 21.825 de la calle 50, manzana 274, solar 8 de Solymar, Canelones, departamento donde tiene inscripta su credencial cívica CMF 25.559. Votó en los últimos comicios.
Un "pichi más" en el SID
Ricardo José Medina Blanco fue cooptado por Inteligencia militar junto a su compañero de la Guardia de Granaderos José Felipe Sande Lima. Ambos ingresaron al Servicio de Información y Defensa, a la vez que allí reasignaban funciones a los mayores Pedro Mato, Luis Maurente y Gilberto Vázquez.
Todos ellos quedarían integrados a la OCOA (Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas). Medina tendría el alias de "306" y Sande utilizaría el nombre clave "310". Los dos habrían sido convocados por el mayor José Nino Gavazzo, formado bajo el mando del coronel Ramón Trabal.
Cuando llegó al SID a principios de 1976, Medina, a quien llamaban "Rambo", lucía algo delgado para su 1,75 metros de estatura, aunque evidenciaba ser una persona fuerte física e intelectualmente. Quizás porque su bigote y su pelo negro ondulado hacían más profundos sus ojos y penetrante su mirada.
Se le encomendó la subsecretaría de grabaciones y correspondencias. Es decir, pinchaba teléfonos para escuchas clandestinas y violaba el correo de cualquier ciudadano considerado sospechoso. Se profesionalizó, al punto de saber secretos de muchos, quienes serían anónimamente extorsionados.
Agentes del Ministerio de Defensa que trabajaron junto a él y aceptaron hablar, lo describen como una persona jovial, distendida, que evidenciaba en el trato su formación de policía y no de militar de carrera; pero que debajo de su aparente seguridad, escondía un evidente "complejo de inferioridad".
"Era un militar frustrado y por eso quería mostrarse más duro que los militares. Por lo bajo llegaba a comentar su bronca porque los "verdes" estaban ocupando las Jefatura de Policías en todo el país, pero delante de ellos era muy servicial, aunque entre militares lo consideraran un pichi más", explican.
Hombre dinámico, que permanentemente debía demostrar su capacidad para obtener algún tipo de reconocimiento, Ricardo Medina no inspiraba miedo o respeto entre sus compañeros ni entre los detenidos. "Su secreto era el trato: jugaba al bueno y podía hacerle bajar la guardia a cualquiera", le reconocen.
Aunque dentro de las unidades represivas regía la formalidad de "usted" en la relación cotidiana, Medina tuteaba a todos y le gustaba que lo llamaran "jefe". "Podía parecer un comisario de campaña metido dentro de un cuartel, pero en realidad él se consideraba más inteligente de lo que le reconocían", explican.
Hablaba perfectamente el inglés --una de sus ventajas comparativas--, aunque tampoco en ese idioma podía disimular un leve "seseo" provocado por un defecto en su fruncido labio superior que lo llevaba a descubrir sus dientes, por lo cual, desde su juventud, lo habían rotulado con el mote de "el Conejo"
Secuestrador en Orletti
La coordinación entre represores de Argentina y Uruguay llegó a su mayor nivel a mediados de aquel año 1976, cuando la OCOA y el SID se asociaron con una banda de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), que lideraba Aníbal Gordon y un grupo de tareas del Batallón 601 del Ejército argentino.
Fue entonces, un par de meses después del golpe de Estado en Argentina, que funcionó el centro de represión clandestino Automotores Orletti de Buenos Aires con el objetivo de "neutralizar" refugiados que habían huido de los regímenes dictatoriales de los vecinos Chile, Bolivia, Brasil y Uruguay.
Algunas fuentes colocan a Ricardo Medina en Buenos Aires en junio de 1976 en los primeros operativos contra de uruguayos radicado en Argentina, pero sólo hay pruebas que lo asocian a esa represión desde setiembre, cuando fue secuestrado otro grupo de opositores que hoy permanece desaparecido.
El veterano periodista Enrique Rodríguez Larreta, en una denuncia pública de 1984, mencionó a Medina como el oficial que quedaba al mando del centro de represión Automotores Orletti, cuando el mayor Gavazzo se ausentaba del local. Sin embargo, la descripción podría coincidir con la de Pedro Mato.
El principal testimonio de su presencia en Orletti lo aporta Sara Méndez, secuestrada el 13 de junio de 1976 en Argentina y trasladada luego a Uruguay, quien afirma que "el Conejo" le comentó sobre un defecto que tenía en un ojo el uruguayo Armando Arnone, desaparecido en Argentina aquel 1º de octubre.
Medina Blanco, también le mostró a Sara Méndez una fotografía de Domingo Queiro, otro uruguayo secuestrado en Buenos Aires el 4 de octubre de 1976, y le preguntó si no había un parecido entre ambos. Posiblemente para fingir ser Queiro en un falso operativo de detención que se estaba planificando.
En el montaje de esa falsa captura, en una casa de veraneo, se colocaron documentos y panfletos "subversivos" que habían sido obtenidos en la casa de Roger Julien y Victoria Grisonas, uruguayos detenidos ese 26 de setiembre en Argentina, cuyos hijos Anatole y Victoria serían recuperados en Chile.
Represor de la dictadura
El Conejo Medina sólo podía tener semejante conocimiento si efectivamente había participado de los operativos de setiembre en Buenos Aires, o si, en realidad, esos detenidos también fueron trasladados en un "segundo vuelo" masivo a Montevideo, pero luego fueron muertos y desaparecidos en Uruguay.
En octubre de 1976 dirige el falso operativo de detención de un grupo de militantes del PVP en el chalé Susy del balneario Shangrilá, del departamento de Canelones. En el montaje del procedimiento, Medina finge ser uno de los presuntos subversivos que pretendían invadir el país (ver nota adjunta).
Es también uno de los agentes del SID que traslada a María Claudia a la Base Valparaíso, en las cercanías del zoológico. Medina habría sido quien asesinó a la nuera del poeta Juan Gelman, según confió el ex presidente Jorge Batlle al senador Rafael Michelini. (ver nota adjunta).
Su presencia en el SID hasta 1977 también lo implica en la detención y desaparición del maestro Julio Castro Pérez el 1º de agosto de 1977. Castro fue llevado a La Casona, un centro de reclusión que se ubicaba en la calle Millán y Loreto, donde está la cooperativa de viviendas de obreros de Cutcsa.
Entre 1978 y 1980, cuando el OCOA deja de ser dirigido por el general Amaury Prantl y el coronel José Nino Gavazzo, Medina habría pasado a cumplir funciones en el Penal de Libertad, donde permanecían detenidos cientos de presos políticos uruguayos.
En 1980, junto al inspector general Víctor Castiglioni, forma el Grupo GAMA, organismo represivo de la Dirección Nacional de Inteligencia del Ministerio del Interior. Como segundo comandante del grupo, Medina crea la Base Marta, ubicada en la calle Amado Nervo, en el barrio Capurro (ver nota adjunta).
Vendedor de Seguridad
En el ámbito policial, el Conejo Medina no era bien visto por su estrecho relacionamiento con los militares y por otros contactos "del ambiente". Algunos informantes señalan que organizaba reuniones en una casa cercana al Palacio Legislativo, donde concurrían políticos y personajes "de la noche".
En 1982, sin misión en la Guardia de Granaderos, Medina fue trasladado al Ministerio del Interior para trabajar bajo las órdenes del mayor Sartorio en las oficinas de Contralor de las Agencias Privadas de Seguridad, que esos días comenzaban a surgir gracias a una creciente "mano de obra desocupada".
En poco tiempo comprendió la potencialidad del nuevo negocio y para 1983 se había asociado con Juan Carlos Morales Barreiro en una agencia de seguridad llamada "Evicor", que habría estado ubicada en la calle Convención, esquina Paysandú.
La actividad empresarial tuvo sus dificultades. Varios "pesados" de la dictadura militar también habían comenzado a operar en el ramo y la competencia llegó incluso a enfrentamientos para obtener las cuentas de clientes cuyos secretos Medina conocía por su pasaje en la Base Marta.
La sociedad empresarial no duró demasiado. Con el tiempo su socio, Morales Barreiro, terminaría obteniendo un cargo como jefe de Seguridad de la Intendencia Municipal de Canelones, donde el Partido Colorado reimpondría al intendente Tabaré Hackenbruch.
Medina habría instalado, a nombre de su mujer Mary Funes, una nueva agencia de seguridad que también ofrecía a sus clientes servicios de limpieza, otro de los nichos comerciales en los que comenzaron a operar ex represores, ante el regreso del régimen democrático.
Con la reinstauración democrática en el país y el comienzo de las denuncias judiciales por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, muchos policías y militares que participaron en la represión buscaron protección en los sectores de derecha de los partidos tradicionales. Medina Blanco no fue una excepción.
"Asesor" de Pablo Millor
Uno de los rincones de refugio fue el entorno del derechista ex consejero de Estado Pablo Millor, quien desde la pachequista Unión Colorada y Batllista (UCB) había logrado en 1985 un escaño como diputado, mientras su discípulo, Daniel García Pintos, era electo edil en el departamento de Montevideo.
Millor sostiene que Ricardo "el Conejo" Medina llegó a integrarse a su sector en aquel contexto histórico. No recuerda, argumenta, quién se lo presentó o lo trajo para que allí militara. Subraya que Medina no fue un "pase en comisión" ni tuvo estatus de secretario. "Me apoyaba en materia de seguridad", afirma.
El legislador colorado, hoy retirado del escenario político, acepta que entre sus verdaderos asesores se encontraba, debido a sus conocimiento en materia de pasividades, el policía Angel Touriño (a quien Medina bien conocía), y como consejero en temas militares, el oficial de la Fuerza Aérea Angel Doubrich.
El ex senador admite que en su entorno también actuaron otros militares y policías, entre los que acepta incluir al teniente coronel José Nino Gavazzo, con cuya familia se frecuentaba hasta 1995, cuando el militar fue procesado por extorsión en un caso vinculado a la falsificación de moneda.
Durante los años en que Ricardo Medina asesoró a Millor, se le solía ver en el despacho del legislador en el Palacio Legislativo y fue señalado como su chofer y custodia. "Era medio paranoico, siempre quería revisarle el coche por si habían puesto una bomba", cuenta una fuente del sector político.
"Conserje" en Río Grande
Medina también pretendió hacer política, quizás inspirado en la ambición del edil millorista José Manduré, quien se convirtió en su yerno y reclamó un cargo de diputado para los comicios de 1989. Ambos sufrieron similar desprecio cuando ese año Millor decidió las listas de su flamante Cruzada 94.
Allegados a Millor sostienen que Medina se alejó del grupo en 1993, cuando comunicó que le habían ofrecido un empleo de conserje de un hotel de la ciudad portuaria de Río Grande, donde ganaría un sueldo de cinco mil dólares. Pocos meses después era detenido en Brasil por falsificación de dólares.
El 30 de marzo de 1993, la tapa de LA REPUBLICA daba cuenta de que un comisario inspector uruguayo había sido acusado en Brasil por el tráfico de cinco millones de dólares falsos. El corresponsal en Rivera, Martín Correa, avanzaba sobre una noticia publicada por el diario brasileño Zero Hora.
El matutino de Porto Alegre indicaba que el Policía uruguayo Ricardo José Medina estaba implicado junto a otras siete personas en el ingreso de dos valijas repletas de dólares falsos que habían sido descubiertas en el Banco Meridional de la capital del estado de Río Grande del Sur.
Dos agentes del Departamento del Tesoro norteamericano, Edwin Lugo y Ramón López, habían seguido de cerca el caso que la policía federal brasileña había indagado durante un mes, desde la detención de los uruguayos Yamandú Michelín y Alberto Azevedo Bonaso, socios de Medina.
La causa judicial tuvo un largo y complejo proceso, ya que la única prueba que comprometía al trío era el testimonio de Indalecio Goncálvez Machado, quien declaró haber sido contratado por los uruguayos en la ciudad de Bagé para trasladar cinco millones de dólares. Sólo un millón y medio fue recuperado.
"Refugiado" en San José
De algún modo, Medina escapó a una larga condena en Brasil y un año después encontró refugio en el departamento de San José. Pese a encontrarse sin destino en la Policía, el entonces ministro del Interior, Juan Andrés Ramírez, envió al represor sospechoso de falsificación a la Jefatura maragata.
El gobierno blanco había designado como jefe de Policía en San José al también granadero Luis Lobatti, quien se encontraba en situación de retiro desde 1968 por encabezar una famosa asonada en la Guardia Republicana, dos años después de que Medina ingresara al Cuerpo de Granaderos.
Al asumir el gobierno, Luis Alberto Lacalle no habría querido que Lobatti fuera reintegrado a la actividad, pero, por influencias del entonces presidente de UTE, Alberto Volonté, se le recompuso la carrera, le dieron el grado de inspector principal y lo destinaron a la Dirección Nacional de Cárceles.
Lacalle también nombró como director nacional de Policía a Eduardo "Lobito" Molina, que era el padrino de Macarena, la "hija" del policía Angel Touriño con quien el Conejo Medina había sido asesor de Pablo Millor. Touriño sería jefe de Policía maragato al año, cuando Julio María Sanguinetti vuelve al gobierno.
Con el "Lobito" Molina como director nacional, Lobatti logró que le enviaran a su amigo Ricardo Medina como jefe de las 40 hectáreas de chacra de la Jefatura de Policía maragata, donde trabajan los presos del Comcar. Para el Conejo el trabajo sería una fachada de los planes que traía desde Brasil.
Apenas se instaló en una casa de la calle Colón entre Alsina y De Tomasi, cerca de la Panadería Las Palmas, el Conejo Medina abrió un Pub nocturno, en un local adjunto al viejo cine Artigas --donde hoy funcionan máquinas de casino-- y puso a su cargo a un par de testaferros.
Funcionarios policiales maragatos subrayan que entonces el Conejo Medina seguía teniendo relación con el grupo político de Pablo Millor, quien en varias oportunidades habría participado personalmente de comidas organizadas por Molina y otros miembros de una logia conocida como "La Garra".
Extorsionista con Gavazzo
El jueves 5 de enero de 1995, LA REPUBLICA daba cuenta en sus páginas policiales de un caso de superfalsificación de reales brasileños, por el que seis personas habían sido detenidas y, entre ellas, se destacaba un inspector de la Policía uruguaya.
Veinticuatro horas después, el caso cambiaba radicalmente, la prensa olvidaba la presencia de un jerarca policial y destacaba que en el hecho delictivo estaba implicado el teniente coronel (r) José Nino Gavazzo, uno de los más notorios violadores a los derechos humanos durante la dictadura.
El caso, en manos del juez penal de 3er. Turno, doctor Eduardo Borges, ocupó la atención de todos los medios de prensa que el sábado 7 de enero titulaban la noticia del procesamiento con prisión del militar por extorsión. "Gavazzo entre reja", rezaba en su primera página LA REPUBLICA.
El encarcelamiento de Gavazzo terminaría por desplazar, una vez más, el protagonismo que Ricardo Medina Blanco pudo tener en la historia. Habría sido el Conejo, quien trajo el negocio a Uruguay gracias a sus contactos con los mismos falsificadores por los que fue encausado en Brasil en 1993.
Esta vez se habían hecho placas de billetes de reales brasileños, pero restaba colocarles la numeración. Medina habría contactado entonces a su viejo amigo Gavazzo para presionar a los dueños de una imprenta en La Comercial, a quienes conocían, los que fueron amenazados y extorsionados.
La pareja de imprenteros, ante la imposibilidad de hacer el trabajo, radicó la denuncia en la Policía, donde el Comando de Investigaciones dirigido por los inspectores Roges Biscardi y Honey Da Rosa, tomó personalmente el caso consciente de que trataba con un policía y un militar corruptos.
Los medios de prensa apenas mencionaron la participación de Medina Blanco en el caso, pese a que en su domicilio de la calle Colón en la ciudad de San José fue que se encontraron las placas de los billetes falsos que habían sido colocadas dentro de una grasera del inmueble.
Medina Blanco vio entonces cómo el mejor "trabajo" de su vida, que sigilosamente preparaba desde su fachada de jefe de las chacras de la Jefatura de Policía de San José, caía por la borda y Gavazzo volvía a ganarle, esta vez, hasta el reconocimiento en su condición de delincuente.

Prontuario de un represor
NOMBRE: Medina Blanco, Ricardo José.
ALIAS: "Rambo", "Conejo","306", "Eduardo"
NACIDO: 1º de agosto de 1948.
CEDULA IDENTIDAD: 1.114.267-5
CREDENCIAL CIVICA: CMF 25.559 - Canelones.
ESTADO CIVIL: Casado, dos hijas.
UNIDAD: Policía Metropolitana del Cuerpo de Granaderos.
FECHA INGRESO: 30 de marzo de 1966.
OPERO EN: - Guardia de Granaderos, 1966/75
- Servicio Información y Defensa (SID), 1976/77.
- Automotores Orletti, Buenos Aires, 1976.
- Base 300 R, Punta Gorda, 1976
- Chalé Susy, Canelones, 1976
- Base Valparaíso, Montevideo, 1976
- Penal de Libertad, 1978
- Base Marta, Grupo GAMA, 1980/83
- Evicor, Agencia de Seguridad, 1983/84
- Agencia de Seguridad Kirll, Goes, 1985
- Ministerio del Interior, 1985
- Unión Colorada y Batllista (UCB-PC), 1985/89
- Cruzada 94, P. Colorado, 1989/93
- Hotel en ciudad de Río Grande, Brasil, 1993.
- Procesado por falsificación de moneda en Brasil, 1993
- Jefatura de Policía de San José, 1994/95
- Procesado por falsificación de moneda en Uruguay, 1995
- Panadería París, Montevideo, 2000
VICTIMAS: Asesino de María Claudia García Irureta Goyena de Gelman y entregó a Macarena, hija de la víctima, a la familia de un policía amigo.