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Latinoamérica

La OEA y Nicaragua, el modelo característico de la intervención moderna

Toni Solo
Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

 La 35 cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) tuvo lugar en Fort Lauderdale, Florida, en los primeros días de junio de este año. Marcó una derrota táctica más del Departamento de Estado de Bush bajo Condoleezza Rice y su hombre punta latinoamericano, Roger Noriega. Noriega y Rice actuaron a tono con la mezcla aleatoria de ilusiones, hipocresía e intimidación que tradicionalmente caracterizan la diplomacia de EE.UU. en Latinoamérica.
Mientras Noriega acusaba a Venezuela de organizar la insurrección popular en Bolivia (1), Rice trató de convencer a los dirigentes latinoamericanos de que ampliaran los poderes de intervención de la OEA creando nuevos mecanismos para controlar la democracia en cada uno de los países e interviniendo cuando fuera necesario. Esa proposición, considerada ampliamente como orientada contra Venezuela, fue rechazada por una mayoría de miembros de la OEA tan amplia que resultó embarazosa para EE.UU. El ministro de exteriores brasileño Celso Amorin, olvidando aparentemente el papel de su país en Haití, declaró que “la democracia no puede ser impuesta”. (2) En contraste con el fracaso estadounidense en la imposición de su agenda agresiva, fue aceptada una Carta Social de las Américas propuesta por Venezuela. (3)
Sorprendió que las agudas crisis en Bolivia y Haití hayan recibido una atención limitada en la cumbre, que trató, entre otras cosas, asuntos internos como la elección del surinamés Albert Ramdin como nuevo Secretario General Adjunto al chileno José Insulza. Entre las secuelas del anticlímax, un tema del que se informó poco puede anunciar una línea dura más decidida por parte de Estados Unidos y sus aliados regionales contra la creciente resistencia antiimperialista en Latinoamérica. La OEA decidió enviar al Secretario General Insulza a Nicaragua para ayudar al debilitado cliente de EE.UU. en ese país, el presidente Enrique Bolaños.
Mientras Noriega hierve en su impotente frustración ante el avance de Venezuela y Rice continúa dando trompicones al exceder su capacidad, John Maisto, representante de EE.UU. ante la OEA, sigue tratando de reparar los destrozos. Maisto tiene décadas de sólida experiencia como diplomático de carrera en Latinoamérica. Como su colega John Negroponte, es típico para los numerosos funcionarios, taimados y competentes, de los que dispone el régimen Bush para contrarrestar a ideólogos fútiles como Rice y Noriega. Como embajador de EE.UU. en Managua en los años ochenta, Maisto dirigió el frente interno de la contrarrevolución en Nicaragua. Durante el gobierno sandinista, Maisto manejó a Enrique Bolaños cuando el actual presidente nicaragüense dirigió la organización empresarial nicaragüense anti-sandinista COSEP.
De Quita a Managua evitando La Paz
Después del golpe en Ecuador a principios del año, la OEA envió una misión de observación a Quito a fines de abril para evaluar la expulsión de Lucio Gutiérrez. Su presencia no fue bienvenida, ni siquiera por la elite política ecuatoriana. El ministro de información de Ecuador, Carlos Cortés, criticó como injusto que la OEA no condenara las violaciones de la Constitución cometidas por Gutiérrez (4).
Subsiguientemente, Ecuador rechazó de plano el informe de los observadores de la OEA. El embajador ecuatoriano ante la OEA lo denunció como una interferencia flagrante en los asuntos internos de Ecuador. (5) Como la misión de observación no tenía poderes para presentar recomendaciones, la rencilla diplomática pareció no tener importancia en su momento. Pero avivó la vehemente resistencia de otros países a la proposición de EE.UU. en Florida para que la OEA recibiera poderes más directos de intervención.
La gente en Ecuador siguió el modelo boliviano de protesta popular para deponer a su presidente dictatorial. Tuvieron éxito porque Lucio Gutiérrez carecía virtualmente de todo apoyo popular. De la misma manera, la OEA mostró su inutilidad en sus esfuerzos por reforzar a Carlos Mesa en Bolivia contra el masivo rechazo de sus intentos de favorecer los deseos de las corporaciones multinacionales de energía y del FMI contra los intereses de la mayoría empobrecida.
En Nicaragua, la desaparición del apoyo político para el presidente Bolaños ha creado condiciones de crisis similares a las que condujeron a la caída de Gutiérrez en Ecuador y de Mesa en Bolivia. A fines de mayo de este año, la OEA envió una “misión técnica” para controlar la disputa institucional entre el presidente Bolaños y la Asamblea Nacional. El informe de la misión de la OEA se puso inevitablemente de parte de la asediada administración de Bolaños, el actual encargado imperial de EE.UU. en el poder en Managua.
En 2004, Bolaños escapó por poco a un procedimiento judicial por abuso de fondos electorales. Acciones similares contra Lucio Gutiérrez en Ecuador constituyeron el preludio de su caída. Del mismo modo, en Perú, el presidente Toledo es acusado de infracciones electorales y de abusos en el financiamiento de su campaña. (6) Todos estos presidentes representan intereses antipatrióticos serviles ante el régimen de Washington. Todos sus gobiernos se han caracterizado por la corrupción. Bolaños goza de poco apoyo político interior, como Toledo, Mesa y Gutiérrez, de ahí las crisis políticas que han derribado a esos presidentes o los han llevado al borde de la derrota.
Bolaños moderniza la jugada William Walker
En Florida, el ministro de exteriores de Bolaños, Norman Caldera, apeló directamente a Condoleezza Rice (7), como presidente de la cumbre, para que se tome acción preventiva a fin de defender al gobierno Bolaños. Bolaños quiere desmantelar la legislación aprobada por la Asamblea Nacional que arrebata algunos poderes ejecutivos de la Presidencia. El gobierno nicaragüense ha llegado a tal extremo de debilidad, que ya no goza de suficiente apoyo en el poder legislativo para impedir acciones en su contra. En lugar de reconocer ese fracaso político, el presidente Enrique Bolaños sigue la antigua tradición de la oligarquía nicaragüense de solicitar la intervención extranjera – en apariencia de la OEA, pero en realidad del régimen Bush en Washington.
Norman Caldera y Enrique Bolaños son especimenes típicos de la oligarquía nicaragüense. Vanos, codiciosos, mediocres, jamás han pedido perdón al pueblo nicaragüense por haber colaborado con la guerra terrorista homicida de EE.UU. contra Nicaragua en los años ochenta. Carecen en extremo de humildad y de madurez personal, y por ello siguen acusando a la revolución sandinista, de hace quince años, por los males actuales de Nicaragua.
El conflicto en Nicaragua es ahora, como siempre, un conflicto de clases. En su nostalgia por los días en los que su clase dominaba sin discusión, Enrique Bolaños y sus colegas están decididos a conservar los vestigios del poder para seguir vendiendo su país tal como acostumbran. En esto se parecen a sus antepasados en la oligarquía del Siglo XIX que invitó a Nicaragua a William Walker y sus filibusteros. Puesta al día, aplican ahora esa misma política de colaboración capitulacionista con la intervención extranjera a través de la OEA.
Actúan mientras les queda tiempo y la correlación de fuerzas no les es totalmente contraria. Como gobierno elegido de Nicaragua, Bolaños y su equipo tienen derecho a pedir el consejo y la evaluación de la OEA. Pero casi todos los legisladores y juristas dentro de Nicaragua rechazan abrumadoramente el intento de Bolaños de invalidar el auténtico diálogo con el intento de imponer una resolución obtenida recientemente de la Corte Centroamericana por sobre la propia constitución de Nicaragua.
La Constitución Política de la República de Nicaragua dice en su primer artículo: “La independencia, soberanía y la autodeterminación nacional son derechos irrenunciables del pueblo y fundamento de la nación nicaragüense. Toda injerencia extranjera en los asuntos internos de Nicaragua y cualquier intento de menoscabar nuestros derechos, atenta contra la vida del  
pueblo. Es deber de todos los nicaragüenses preservar y defender estos derechos”. (8) Haciendo aparentemente caso omiso de su juramento de defender la constitución de su país, Caldera y Bolaños realizan intentos poco convincentes de argumentar que la reciente decisión de la Corte Centroamericana anula la propia Carta Magna de Nicaragua.
En Bolivia, el presidente Mesa marchó inexorablemente hacia la derrota con cada intento que hizo por defender políticas anticonstitucionales que favorecían a las multinacionales energéticas extranjeras. Mientras más insiste el presidente Bolaños en negarse a reconocer su fracaso político y la fatal deficiencia de la sumisión de su gobierno al FMI, el Banco Mundial y el gobierno de EE.UU., más profunda se hará la crisis en Nicaragua. Como Mesa en Bolivia y Gutiérrez en Ecuador, Bolaños y sus colegas colocan los intereses extranjeros por sobre las necesidades de su pueblo.
El intento de la semana pasada de imponer un aumento de precios de un 11% en los precios de la electricidad por cuenta de la multinacional energética española Unión FENOSA es sólo la prueba más reciente. Superficialmente, el gobierno nicaragüense parece asediado por una riña con el poder legislativo del país. A un nivel más profundo, el gobierno trabaja por cuenta del FMI y de Estados Unidos para derrotar a la resistencia nacional contra el saqueo económico y ecológico corporativos y contra la subyugación política al imperialismo.
Managua y La Paz – los experimentos del imperio…
Lo más probable es que Condoleezza Rice, Roger Noriega, John Maisto y sus aliados regionales esperen que la visita programada del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza a Managua ayude a desarrollar un modelo de intervención diplomática que baste para contener la marea antiimperialista que barre Latinoamérica. Para ellos, Nicaragua es una presa simbólica que no pueden permitirse el lujo de perder. Por desgracia, el material humano disponible para mantener a Nicaragua en su actual camisa de fuerza imperialista es tan pobre como el que tienen a su disposición en Venezuela y Bolivia. Tontos de capirote gastados, inútiles, de la lumpen-oligarquía adoptan poses sin la menor idea de cómo confrontar los problemas sociales, económicos y medioambientales de sus países.
La visita de Insulza a Nicaragua debería ser evaluada en conjunto con lo que ocurre en Bolivia. Varios elementos de ambas situaciones serán tomados y aplicados por el equipo latinoamericano de Washington para utilizarlos contra el gobierno venezolano y en otros sitios cuando sea necesario. En Nicaragua, practican la mejor manera de utilizar los mecanismos de la OEA para socavar la soberanía constitucional.
En Bolivia, buscan cómo derrotar los intentos populares de controlar los recursos nacionales, instrumentalizando la autonomía o la secesión directa de provincias ricas en recursos como Santa Cruz. En lugar de Santa Cruz, puede colocarse a Zulia, Venezuela. No cabe duda de que el gobierno de EE.UU. desarrollará tanto las modalidades intervencionistas nicaragüense como boliviana para utilizarlas en Venezuela y en otros sitios donde lo permitan las condiciones.
toni solo es un activista basado en Centroamérica. Para contactos:.info@tonisolo.net
NOTAS
1. "US Outburst at OAS Meeting: Chavez & the Bolivian Crisis" Al Giordano, http://narcosphere.narconews.com/story/2005/6/8/91629/48549 , 8th June 2005  
2. "EE.UU. naufragó en su propia ola injerencista", Orlando Oramas León. Prensa Latina. 8 de junio de 2005.
3. "Latinoamérica triunfó en la reunión de la 35 Asamblea General de la OEA" www.argenpress.info 9/6/2005
4. "Ecuador, tareas pendientes", Osvaldo Cardosa Samón, Prensa Latina, 25 de abril 2005
5. "Ecuador: Nuevo freno para la OEA", Leovani García Prensa Latina, 14 de mayo de 2005
6. "El Parlamento de Perú pide destituir al presidente Toledo" Sergio L. Agurto
www.rebelion.org 05-05-2005  
7. "Canciller formaliza solicitud" El Nuevo Diario 7 de junio de 2005
8. Constitución Política de la República de Nicaragua, Bitecsa. 2002.