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Latinoamérica


 

Libertad condicional para Luz Perly Córdoba y Juan Luis Gutiérrez

"Nunca estuve sola"

César Jerez
Agencia Prensa Rural

Le abrieron la puertas de la cárcel de mujeres "El Buen Pastor" de Bogotá el día miércoles 16. Salió hacia las 6 de la tarde, alcanzó a ver en libertad lo que quedaba de luz del día, la esperaban sus abogados y sus seres más queridos, estaba muy contenta, pero también muy triste por dentro. Fueron 13 meses de vigilar y castigar de este Estado panóptico sobre una mujer soltera madre de dos hijos.

Hoy vino a la sede de Prensa Rural a almorzar. Un momento especial. La Asociación Campesina de Arauca (ACA) es cofundadora de este modesto proyecto de prensa no oficial.

Comimos bocachico con patacones, un pez manjar colombiano, recién traído del río Atrato, de Quibdó, en el Chocó, donde fuimos a exponer lo que pensamos de la barbarie de las fumigaciones, una de las "razones construidas" por las que encarcelaron a Luz Perly. "Concierto para delinquir con fines de narcotráfico", así se llama en Colombia el delito de oponerse a que el imperio envenene a nuestros campesinos y nuestra naturaleza con glifosato, como lo hicieron en Vietnam con el Agente Naranja, un herbicida producido por la misma multinacional Monsanto.

¿Cómo se llegó a la libertad condicional?

Durante todo el proceso se había alegado violaciones al debido proceso y al derecho a la defensa, hechos flagrantes que el Estado colombiano en cabeza de la Fiscalía no reconoció nunca, pese a la enorme presión nacional e internacional.

Al llegar a la etapa de juzgamiento, la juez, antes de realizar cualquier audiencia, se da cuenta de las obvias irregularidades. Por ejemplo frente a las absurdas acusaciones por narcotráfico, decreta entonces la nulidad de este delito. Con esta nulidad procesal se logró pasar de la justicia especializada a la ordinaria. Esta nueva situación me daba el derecho a la libertad, pues frente al supuesto delito de rebelión ya se habían vencido todos los términos de la
detención.

¿Se tuvo que pagar fianza?

Sí, 24 millones de pesos por los dos (unos ocho mil euros). El Estado colombiano colocó una fianza demasiado alta para dos campesinos sin ingresos. Se trataba de que no lográramos reunir esta suma. Este dinero se pudo recaudar gracias a la solidaridad de organizaciones sociales y de personas como Humanidad Vigente, Fensuagro, Fenacoa, Corpeis, Sintradín y, claro, de la ACA.

¿Qué representó para ti estar ilegalmente detenida todo este tiempo?

Es la situación más difícil que he atravesado en mi vida. Fueron 13 meses de encierro. Se afectó mi núcleo familiar, se afectó gravemente a nuestra organización campesina. Lograron cortar temporalmente el normal flujo de afectos con todos nuestros compañeros y amigos.

Una de las cosas más duras es el sentimiento de inseguridad jurídica cuando estás encarcelada. Sabes cuándo te detienen, pero no puedes pronosticar cuándo saldrás, pues se trata de montajes judiciales. El papel del sistema de justicia es totalmente manipulador e instrumentalizador de las políticas represivas del Estado. Mi caso es un castigo político premeditado y planificado desde el comienzo y durante el proceso. Lo importante para ellos es mantenerte detenida el mayor tiempo posible.

¿Cómo sentiste la solidaridad?

En algunos momentos me sentía apenada por tanta solidaridad, pues en mi situación se encuentran miles de hombres y mujeres detenidas arbitrariamente en nuestro país. Afortunadamente a través de mi caso se logró visibilizar la situación de estos miles de colombianos anónimos. En algunos casos son tres años de reclusión ilegal la que sufren los presos políticos.

Cada vez que llegaba un mensaje, una llamada, una carta, una nota, una visita, me sentía acompañada por todos, sabiendo que nuestra labor de defensores del campesinado es justa y que no estamos solos. La solidaridad es el alimento de la vida en la reclusión. Nunca estuve sola. Siempre sentí el acompañamiento de todo el mundo.

¿En qué queda tu situación jurídica?

Seguimos vinculados al proceso por el cargo de rebelión. El proceso será trasladado a Arauca, allí no hay garantías para adelantar la defensa, un departamento totalmente militarizado y paramilitarizado, desde cuyas instituciones se orquestó la criminalización y la persecución contra nosotros.

¿Los dirigentes de ACA serán absueltos?

Claro, la defensa continúa, confirmaremos nuestra inocencia y quedará claro ante el mundo que se trata de judicializarnos por ser luchadores sociales, que nuestro caso, como el de miles de presos colombianos, es un caso político.

¿Cómo fue la despedida con las mujeres que se quedaron en la cárcel?

Fue una mezcla de alegría y tristeza. Recuperar la libertad es una gran alegría, pero también una profunda tristeza por las que se quedan recluidas. En su mayoría son gente de regiones marginadas del país, sin abogado, sin familiares que las visiten, con el futuro totalmente incierto, sin saber qué va a pasar con sus vidas. Los procesos de estas mujeres son difíciles, el 70% son sindicadas, muchas de ellas llevan dos años y medio en promedio sin que se resuelva su situación jurídica, en la mayoría de los casos su delito fue vivir en zonas rurales donde se desarrolla la guerra en Colombia o darle un vaso de agua a un guerrillero que pasó por sus casas. Viven hacinadas en una incertidumbre total, sufriendo un castigo político que no merecen, sin saber cuándo se abrirá la puerta para ellas también.

¿Qué sigue de aquí en adelante?

Seguiremos con nuestra labor, con los mismos objetivos, luchando por nuestra tierra, por nuestro campesinado.

¿Quieres decirle algo a los que te ayudaron a superar el encierro desde fuera del país?

Por supuesto, un agradecimiento realmente muy especial por absolutamente todos los gestos que tuvieron hacía mí y hacia la ACA en estos duros meses. Estas expresiones de solidaridad internacionalista son nuestras mayores fortalezas.