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Latinoamérica


 

Carta del guitarrista uruguayo Gonzalo Solari a su amigo Daniel Viglietti


Al buzón del cantor

Ginebra, febrero de 2005

Daniel:
No vi tu nombre entre quienes firmamos contra la instalación de las plantas de celulosa.
Muchos no lo sabrán, pero la tuya es una ausencia significativa.
Hay algo que para mí la hace mucho màs visible: Lyda, tu mamá, nació en Fray Bentos.
¿Te acordás de aquella tarde de hace ya demasiados años?
Si sos de memoria frágil, puedo darte una mano.
Eso sí, siempre la izquierda diapasonera.
Tú sabes que la política, cuando se trata de saludar a la cultura se hace siempre la distraída.
Te estoy hablando del fruto. La cáscara es otra cosa.
Por algo será que mientras uno se come, la otra se tira.
Nadie en Fray Bentos había pensado en saldar con esa espléndida pianista que es tu vieja, una impostergable deuda de gratitud.
Tal vez estaban esperando mi llegada desde Europa para recuperar a través de aquel homenaje, la memoria perdida.
Asi fue que, como tu Gurisito, viniste en primavera a Fray Bentos acompanado de Lyda, Annie, Trilce y - si mal no recuerdo - una tía que se estaba recuperando de un infortunio parisino.
Ya en mi casa, me pediste para dormir una siestita que a la postre resultó ser bastante màs larga de lo previsto. Andabas con la carrocería cascoteada y se te notaba.
De aquella noche lejana en el tiempo, me quedó el recuerdo indeleble del concierto de Lyda, junto al disco que como muestra de afecto me regaló.
En él estampó la siguiente dedicatoria:" A Gonzalo Solari, distinguido artista fraybentino y amabilísima persona, mi recuerdo bien afectuoso, con los mejores augurios para el ya celebrado guitarrista clásico en nuestro paìs y el extranjero, Lyda Indart".
Las cosas nunca suceden porque sí y las sensibilidades se entrelazan a través de los años.
En aquella oportunidad, una de las personas que más trabajó a mi lado en la organización del homenaje, fue la Prof. Delia Villalba.
Delia, que es edila del MPP, el sector liderado por José Mujica, es también el símbolo de la resistencia a la instalación de las plantas.
Como podés ver, nosotros seguimos en la misma: repechando con la gente y lejos del poder.
Yo ya no vivo allì. Mi guitarra soltò amarras y - como decía Agustín Barrios - fuimos a parar a lejanos puertos.
"No necesito vivir en mi tierra porque mi tierra vive en mì", diría ese desconocido hasta el paréntesis, llamado Héctor Roberto Chavero (Atahualpa Yupanqui).
Al otro día, fuimos hasta el campo del Fray Bentos Fútbol Club - el decano - fundado el 12 de setiembre de 1905.
Allá, a ese rectángulo de césped lo conocen como Parque "Alberto P. Indart". Don Alberto no era sólo el papá de Lyda.Era también tu abuelo.
Tú sabes tan bien como yo, que los gobiernos burgueses siempre necesitan ponerle un velo a la novia.
Es así que algunos representantes de nuestra cultura entre los que estarás, el 1° de marzo decorarán su sedosa cabellera; lo harán junto a las flamantes autoridades.
En nombre de miles y miles de compatriotas y - sobre todo - de los fraybentinos bien nacidos, te pido que aproveches la ocasión para entregarle este artículo al nuevo presidente de los uruguayos.
Si estas plantas de celulosa se aquerencian en Fray Bentos, sus olores nauseabundos y sus catastróficos efectos sanitarios se abatirán sin piedad sobre nuestro suelo.
Él guarda con celo el patrimonio de nuestros afectos. En él quedó anidada para siempre nuestra niñez, esa que don José Ingenieros llamaba con sentida elocuencia, "la patria del corazón".
En esos campos verdes e interminables que viste aquella tarde, late también la memoria de tu abuelo Alberto Indart.
No dejes que la sepulten en el huevo podrido. No se trata solamente de un problema ecológico o sanitario. Es también una cuestiòn de dignidad.
Si la instalación de estas plantas no fuera portadora de muerte y devastación, las metrópolis del capital preferirían que el perro levantara la patita en sus jardines, en lugar de mandarlo a orinar en los nuestros.
Difícilmente podremos construir una patria más justa persiguiendo a cualquier precio, turbios proyectos que prometen cambios milagrosos.
No basta acumular riquezas para crear una patria: Cartago no lo fue. Era una empresa.
Creo que por una vez, tus dotes de cartero pueden ser màs útiles que las de cantor.
En el fondo, este era el tipo de reivindicaciones que - hasta ahora - tú acostumbrabas musicalizar.
No te preocupes si Tabaré Vázquez se enoja. No es culpa nuestra.
Ocurre que se le encoge la memoria y se olvida que prometió lo contrario de lo que ahora preconiza.
Nosotros no.
Tocale timbre dos veces.
Ultimamente se le tapa el oído izquierdo.
Cuando veas a tu madre, dale un afectuoso abrazo de parte mía.
Y para vos, Daniel, el deseo de que ésta te encuentre bien, y un fuerte apretòn de manos de
Gonzalo
PD: No te olvides de firmar (contra las plantas).