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Uruguay: a pocas horas del cambio el camino a una democracia distributiva
Carlos Santiago
Las conflagraciones espectaculares, la cohetería y los fuegos de artificio ya
se han comenzado a lanzar tratando de establecer que los apetitos de cargos del
nuevo gobierno son desmedidos, que no cumple con los acuerdos previos y que, por
ese camino, los desacuerdos con la oposición serán moneda corriente desde el
primer día.
Nada más que cohetería y fuegos de artificio, de partidos, como el colorado y el
blanco, que coparon durante el período de gobierno que fenece, todos los cargos
de dirección sin dejar ningún resquicio al Encuentro Progresista que, como todos
sabemos, fue la mayoría relativa en el anterior comicio, superado en el balotaje
por el 'contubernio' histórico armado por los partidos tradicionales para
mantener las mayorías.
En los lugares en donde se mantuvieron representantes de la izquierda, fueron
aquellos en los cuales es la Constitución de la República la que ordena su
integración, que está relacionada con la cantidad de votos obtenida, o sea el
Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral, organismos que estuvieron 'congelados'
por cinco años pese a los pedidos, reclamos, planteos políticos, exigencias,
promesas y muestras de 'buena voluntad' para que se cumpliera con el mandato
legal. Por cinco años la integración de los dos organismos, fundamentales para
el desenvolvimiento institucional del país, estuvo incambiada.
Por supuesto que todo lo anterior no es un argumento válido que sirva para
contrarrestar las protestas de Larrañaga por la integración de los órganos de
dirección en la enseñanza, en los que el gobierno electo designó a cuatro
integrantes, dejando solo un cargo para la cuota política que reclaman los
blancos y, en menor medida, los representantes colorados. Aquí no se trata de
pagar con la misma moneda, porque además - en general - las designaciones que ha
realizado el gobierno electo tienen un innegable perfil técnico. En ningún caso
se trata de darle una función a algún político frustrado, no electo en el
comicio. Más bien se buscó - más allá de las valoraciones de los perfiles de los
candidatos - designar a personas idóneas e intachables en lo ético, de capacidad
probada, sin tener en cuenta cuantificaciones electorales o pesos políticos que,
evidentemente, no han sido valorados por el presidente electo.
Nos parece - más allá que sabemos que los 'pingos' hay que verlos en la cancha-
que se ha dado un paso importante con esta modalidad de nombramientos, que nada
tienen que ver con le mecánica clientelística que era la habitual en el país,
que durante años fue una rémora de la administración.
Los directorios de las empresas públicas, generalmente integrados por personajes
de segunda línea de esos grupos políticos, aprendían sobre la marcha y además de
cumplir relativamente mal una función burocrática, esperaban para las grandes
decisiones -obras, nivel de tarifas, cambios estructurales o políticas
comerciales concretas - las minutas decididas en la Oficina de Planeamiento y
Presupuesto que, como perrito faldero y fiel, trataba de cumplir todos los
acuerdos realizados con los organismos multinacionales de crédito.
Podríamos citas ejemplos, de todo tipo y tamaño, de cómo ello es así. La suba
del gas oil es uno de ellos, la que no es producto de intentar lograr un mejor
perfil comercial para ANCAP, sino un 'consejo' del Banco Mundial que impulsó esa
política en todos los países que responden fielmente a sus dictados.
¿A que se debió la creación, por ejemplo, de las AFAP, de la implementación de
reformas de todo tipo - del Estado, provisional, de la función pública, etc. -
que le llevaron tantas horas de palabras y gasto de secreciones glandulares, al
ex presidente Julio María Sanguinetti, todas ellas un esquema de funcionamiento
impulsado desde fuera para amoldar a los países a un esquema determinado?
Ahora, con el avenimiento del nuevo gobierno, el panorama se ha modificado de
manera rotunda. Ahora hay que pensar con cabeza propia, aprendiendo de las malas
experiencias y, asimilando - por supuesto - los caminos correctos que han
recorrido otros para que todo el conjunto sirva para que los uruguayos vivamos
mejor, seamos más educados, cultos y preparados, comenzando a lograr la
superación de una problemática social que de otra manera no tendrá solución.
Por primera vez en la historia nos comenzará a gobernar un elenco de hombres que
han hecho de la lucha por la igualdad y la justicia distributiva, su objetivo de
vida. Esperamos que ninguna de las personas que tengan en adelante puestos de
responsabilidad, llegue a ellos para usufructuar las menudencias de esa porción
de poder, para la ridícula utilización de autos oficiales y otras mediocridades,
cuya erradicación inmediata sería un buen mensaje para el resto de los uruguayos
que, esperanzados, esperamos las realizaciones concretas que mejoren la
situación del país.
¡Qué mejore la situación del país!, decimos, entendiendo que ello significa en
primer lugar erradicar la dramática enormidad de que haya casi un millón de
uruguayos viviendo por debajo de la línea de la pobreza, que sean más accesibles
para todos los elementos de la vida cotidiana, que nuestros viejos no sigan
esperando la muerte con jubilaciones y pensiones que no le alcanzan para lo más
mínimo, que los niños puedan concurrir, sin excepciones, a la escuela pública y
comience a florecer el trabajo para abatir los índices de desocupación y, por
supuesto, mejorar las condiciones sociales de miles y miles de uruguayos.
Claro, para nosotros, que se nos acusa de esquemáticos, el camino es mejorar el
mercado interno, a lo que contribuirá con 100 millones de dólares anuales, el
llamado Plan de Emergencia. Esa suma llegará a los bolsillos de los más
necesitados, por la vía de vales o bonos, pero determinará una circulación mayor
de productos, impulsando sin duda a la actividad.
Las políticas salariales que se impulsen, con acuerdos entre empresarios y
trabajadores, a través de los consejos de salario, será otro aditamento. Allí
habrá nuevos equilibrios que permitirán, sin duda, quebrar algunas rigideces de
nuestra economía, aumentando el circulante, por el momento insuficiente para las
necesidades de la economía. La destrucción de riqueza que se produjo desde la
devaluación brasileña y que tuvo su momento de mayor profundidad durante la
crisis del 2002, tiene que comenzar a revertirse, pese a lo que - reconocemos -
que el crecimiento por la venta de materias primas al hemisferio norte mejoró
los índices, pero le ha servido poco a quienes quedaron marginados en la
pobreza.
Cuando las encuestas muestren que mejora la venta de alimentos en las almacenes
de barrio y en las ferias vecinales, estaremos ante un síntoma positivo. Hoy
están contentos solo los propietarios de comercios en los shopping más
exclusivos y quienes importan automóviles cero kilómetro.
Ello muestra una distorsión aguda en nuestra economía y las dificultades que se
tienen para que la riqueza se distribuya mejor.
* Carlos Santiago es periodista, secretario del diario LA REPUBLICA y del
suplemento Bitácora. Uruguay.