Latinoamérica
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Neoliberalismo y analfabetismo
Angel Guerra Cabrera
En los ochenta del siglo pasado en la ONU se acordaron una serie de metas en
la educación a cumplirse en 2015 por los países miembros. Entre ellas estaba la
universalización de la educación primaria, preprimaria y la alfabetización y
alcanzar una cobertura en secundaria del 75 por ciento. El jueves pasado La
Jornada publicó que según un informe de la Comisión Económica para América
Latina(CEPAL) y la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura(UNESCO por sus siglas en inglés) existen actualmente en América
Latina y el Caribe 39 millones de analfabetos y que la región necesita invertir
150 mil millones de dólares hasta el 2015 para superar todas sus deficiencias
educacionales. Otro documento de la UNESCO detalla esta situación por países y
expone de qué depende la inversión que debe hacerse para cumplir los propósitos
proclamados. El documento manifiesta que sólo ocho naciones de América Latina
estarían en condiciones de lograrlo sin recurrir a fondos extrapresuestales:
Argentina, Brasil, Cuba, Jamaica, México, Trinidad y Tobago y Uruguay. Pero sólo
"si logran un crecimiento económico constante de 2.6 por ciento anual de su
Producto Interno Bruto y aumentan la inversión pública en educación en menos de
dos puntos porcentuales por año". Es decir, salvo Cuba que ya cumple las metas
del 2015, es dudoso que estos países puedan alcanzarlas si no cambian sus
políticas, ya que ni su crecimiento económico ni el aumento de su inversión
pública en educación se corresponde con los que la UNESCO considera
indispensables. No debe pasarse por alto que incluso cuando se produce
crecimiento económico una buena parte del ejercicio presupuestario se dedica al
pago de la deuda externa y a otros gastos que en nada contribuyen a abatir el
rezago educacional.
De acuerdo con estos informes la causa del analfabetismo radica en una
insuficiente cobertura de los sistemas de educación pública y en la considerable
deserción que ocurre en la primaria. En realidad, el problema es más grave que
lo que arrojan las cifras porque estas no suelen reflejar un dato clave que es
el número de analfabetos funcionales. Este dato no lo conocemos pero no sería
aventurado afirmar que contando a los analfabetos funcionales el número de
iletrados podría doblar el que entregan los informes. De ser así, tendríamos en
la región cerca de ochenta millones de analfabetos. Y es que la educación no
puede disociase de la realidad social, económica y política en que opera. Así
que las causas de esta alarmante situación hay que buscarlas en las precarias
condiciones de vida material y espiritual en que han vivido los países de
América Latina y el Caribe, particularmente en las últimas décadas del
neoliberalismo triunfante, con todas sus implicaciones. La deserción de las
aulas, por ejemplo, es ocasionada en muchos casos por la incorporación de los
escolares al trabajo porque o bien los padres han sido arrojados al desempleo o
no les alcanza con lo que ganan para mantener decorosamente a la familia, un
flagelo cada vez más frecuente. La institución escolar también ha sufrido un
abandono considerable, que se refleja en la penosa situación laboral y salarial
de los maestros. Esto se ha visto muy claro desde la década de los noventas en
que se ha producido un auge en la región de los movimientos magisteriales en
contra de la privatización de la educación, por la defensa del humanismo en los
programas de estudio y, obviamente, por mejores salarios.
Este cuadro forma parte de la injusta y desigual distribución de los recursos en
el mundo actual donde de seis mil millones de habitantes del planeta, mil de
ellos –ubicados en los países desarrollados- se reparten el ochenta por ciento
de la riqueza creada. El presupuesto militar de esto países alcanza la suma de
seiscientos mil millones de dólares anuales y su gasto en subsidios a sus
agricultores llega a la mitad de la cifra anterior. América Latina ha pagado
siete veces su deuda externa de 1982 y hoy debe tanto como entonces. De modo que
no debe sorprender que uno de cada dos latinoamericanos sea pobre, aunque en
Centroamérica la situación es peor.
En este panorama desolador, desde Venezuela viene un rayo de esperanza con su
eficaz campaña de alfabetización –Misión Robinson- y su aumento sucesivo del
presupuesto educacional que ha permitido la creación de miles de nuevas aulas
desde el nivel de primaria hasta el nivel superior.
aguerra12@prodigy.net.mx