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Confiesa ex agente de la dictadura Pinochet
Contreras ordenaba y cuerpos eran arrojados al mar con rieles
Mercedes Castro
Ex agente Nibaldo Jiménez le entregó al juez Guzmán un atroz relato donde
narra las brutalidades de funestos personajes como el "Guatón Romo" o Marcelo
Moren Brito y su lazo con la delatora Luz Arce. Acusa a Miguel Krassnoff y
Maximiliano Ferrer de resolver qué cuerpos desaparecerían con el visto bueno del
jefe del ente represivo.
"El general Contreras era quien revisaba las listas y, en definitiva, quien
decidía la suerte de los detenidos" confiesa el ex agente de la disuelta DINA,
Nibaldo Jiménez Santibañez, en un descarnado relato que entregó al ministro de
fuero, Juan Guzmán Tapia, donde reseña el modo de operar de la DINA en 1974 y
detalla las torturas que realizaban el coronel (r) Marcelo Moren Brito y Osvaldo
Romo Mena. Pero esta confesión pasa a ser insignificante cuando asegura que en
Londres 38 había rieles en los que se depositaba el cuerpo sin vida de los
detenidos para lanzarlos al mar.
En el expediente conocido como Villa Grimaldi, en el que se investiga la
participación de la DINA en torturas, secuestros y detención ilegal de personas,
el ex agente indica que en 1974 fue designado al organismo y destinado al
cuartel de José Domingo Cañas.
En ese recinto conoció a Marcelo Moren Brito, quien "aparecía de repente y
primero era jefe, se perdía por tiempo y luego aparecía otra vez como jefe. Era
de Villa Grimaldi y de José Domingo Cañas y aparecía muy de vez en cuando. No lo
vi en Londres 38, luego fue reemplazado por Pedro Espinoza".
Sobre Moren añade en una declaración efectuada ante el Undécimo Juzgado del
Crimen de Santiago, y anexado al proceso que tramita el ministro Guzmán, que "al
parecer viajaba por todo Chile. Tenía un cargo muy importante. Él detenía a la
gente de importancia, pero no interrogaba, sino que hacía una minuta y se la
entregaba a un grupo de interrogadores".
Jiménez explica que sus primeros contactos con otros agentes fueron con Osvaldo
Romo Mena, el Guatón Romo, y con una detenida ex integrante del Partido
Socialista, Luz Arce, quien bajo las torturas delató a varios de sus compañeros:
"esa niña era bien inteligente y los funcionarios decían que cualquier cosa que
quisiera saber pregúntaselo a la súper-genio, porque era bien habilosa. Yo acudí
a ella porque no conocía mucho y ella me explicaba la militancia de la gente,
los partidos, como había empezado esto y me ayudó bastante bien".
Londres 38
Aunque el agente reitera que sólo conoció Villa Grimaldi, José Domingo Cañas y
Cuatro Alamos, confiesa que en una oportunidad llegó a Londres 38 y "había más
de 40 detenidos sentados en algo parecido a una iglesia".
Sin mostrar una mínima señal de angustia, Jiménez sostiene que preguntó dónde
estaba el baño y le dijeron que subiera. "Subo al baño y al lado de éste había
varios pedazos de rieles cortados, se notaban que estaban cortados hacía poco,
ya que estaban brillantes por el lado cortado. Y a mí me extrañó... por qué
tantos rieles, y me explicaron que ‘esos son para los paquetes’. Yo pregunté qué
paquetes, y me respondieron: para los que se van cortados todos los días de
aquí, un lote grande va al mar, los envuelven en un saco bien amarrados con
alambre, echan el cuerpo y el riel y con el peso del riel se van para el fondo".
Inmutable, el ex agente agrega: "quien mandaba los individuos al mar era una
reunión que se hacía con los jefes del grupo en esa época, que en ese tiempo
eran los capitanes Miguel Krassnoff Martchenko, Maximiliano Ferrer Lima, otro de
apellido Barrieta, que representaban a los diferentes cuarteles. Los que se
reunían, en algo así como un juzgado, decidían quién se salvaba y quién se iba
al mar, lo que significaba que serían desaparecidos. Para esto, en Villa
Grimaldi se manejaban códigos que consistían en anotar en un libro al lado del
nombre del detenido algo relacionado con el mar como por ejemplo PM (Puerto
Montt)".
Añadió que "estos libros se llenaban en la tarde para luego ser enviados con
dirección al General Contreras, jefe máximo de la DINA. Contreras era quien
revisaba las listas y, en definitiva, era quien decidía la suerte de los
detenidos", añade.
Las actuaciones de Moren Brito y el Guatón Romo
Jiménez recuerda también en su declaración que "en una oportunidad, cuando
llegué a José Domingo Cañas, fui llamado por el señor Moren y me dijo que me iba
a enseñar lo que le pasa los traidores, sobre todo a los de Investigaciones.
'Aquí tienen que andar derechitos'. Me dijo que fuera a ver un cuarto que estaba
abarrotado de detenidos, y entonces él llamó al detenido Teobaldo Tello, y él
abre su boca y vi que estaba completamente ensangrentada'. Explica que le costó
darse cuenta lo que había pasado, pero que luego se fijó con más atención y se
dio cuenta 'que sus dientes habían sido removidos con un alicate por parte del
señor Moren".
Agregó que no supo más de él, 'pero dudo que haya sobrevivido, ya que era
torturado constantemente y de una manera intolerable". Y Jiménez no se equivoca:
el Informe Rettig establece que el detenido al que hace alusión era el ex
fotógrafo y ex funcionario de Investigaciones Teobaldo Antonio Tello Garrido (MIR),
aprehendido el 22 de agosto de 1974 por civiles que lo condujeron al recinto
secreto de detención de la DINA, ubicado en calle José Domingo Cañas con
República de Israel, comuna de Ñuñoa, para después ser trasladado a Cuatro
Alamos, desde donde desapareció.
El ex policía fue visto en diversos centros de reclusión por numerosos testigos,
todos los cuales hicieron notar las duras torturas a las que fue sometido y las
condiciones físicas en que lo vieron. Destaca en estos testimonios que tenía su
boca manchada con sangre y prácticamente no emitía sonidos.
De Osvaldo Romo no tiene mejores recuerdos. Él, afirma era "muy malo", "no tenía
sentimientos humanos. Había sido dirigente de la Unión Popular y luego se
presentó a Investigaciones a decir que podía entregar a mucha gente. Claro, él
los conocía a todos, como era de la Junta de Vecinos, y comenzó a tomarlos
detenidos a todos. Y cuando los detenía era muy sádico con ellos, porque cuando
llegaba allá (José Domingo Cañas) los agarraba a patadas en el suelo". "Yo quedé
enfermo de los nervios. Aún me repercuten las secuelas por las brutalidades de
Moren y Romo", precisa.