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Latinoamérica

Venezuela y Chávez

Joan Ribó Canut
Portavoz de Ezquerra Unida en las Cortes Valencianas)

He tenido la oportunidad de asistir a las recientes elecciones legislativas de Venezuela en calidad de observador electoral y me siento en la obligación de salir al paso de muchas informaciones tendenciosas y malintencionadas alrededor del proceso. Hay que afirmar en primer lugar y con rotundidad, cómo lo han hecho todos los observadores internacionales de la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea, los Tribunales Electorales Latinoamericanos, etcétera, que el resultado de las elecciones ha reflejado exactamente la voluntad de los electores venezolanos. Ahora ya no existe la práctica habitual antes de la llegada de Chávez llamada «acta mata voto» donde los resultados de las urnas se «negociaban» y «retocaban» entre los grandes partidos en función de sus intereses. Ahora se vota electrónicamente y los resultados son dados a las pocas horas de cerrar los centros electorales. Se auditaron casi la mitad de las mesas electorales demostrando su total fiabilidad. Si esto es así y así lo reconoce cualquier observador imparcial, ¿cómo es posible que los partidarios de Chávez hayan obtenido los 167 escaños de la Asamblea legislativa, el 100%? La respuesta es sencilla: los partidos de la oposición, al ver que en las encuestas sacaban un máximo de 35 escaños sobre 167, decidieron retirarse a una semana de las mismas en una especie de suicidio político logrando, eso sí, una mala imagen electoral y reduciendo su política a la búsqueda de que el «primo de Zumosol», o sea, los marines de los USA, impongan su «democracia» como está haciendo en Irak en estos momentos o ha hecho tantas veces en Latinoamérica. Los problemas políticos de Venezuela tienen una causa fundamental: la situación de profunda desigualdad social y la voluntad decidida de Chávez de hacer frente a la misma. Caracas es una ciudad atravesada por autopistas con rascacielos impresionantes, centros comerciales lujosos y barrios que en nada pueden envidiar a las mejores ciudades españolas y europeas. Pero si miras un poco hacia arriba, verás el otro Caracas con millares de «ranchitos», verdaderas chabolas, sin ningún servicio básico. Venezuela es famosa por la belleza de sus mujeres ya sea natural, ya sea mejorada por el uso habitual de la cirugía estética en las capas altas de población. Entretanto en los ranchitos hay mucha gente que está ciega por no haberse podido operar de cataratas. El acuerdo sanitario de Chávez con Cuba está solucionando el problema y permite al gobierno hablar bíblicamente y con razón de que «los ciegos ven».

Es cierto que Chávez tiene una estética y una forma de actuar poco comprensible para nosotros. Pero lo que es seguro es que Chávez se ha convertido en la persona que se ha ganado la confianza de los dos tercios de población venezolana que estaba prácticamente expulsada del sistema social y económico de aquel país y que supone la inmensa mayoría del mismo. Y se ha ganado su confianza por actuaciones concretas en la dirección de favorecer a la mayoría de la población. Pongamos otro ejemplo reciente: el 28 de octubre, Venezuela fue declarada por la UNESCO «territorio libre de analfabetismo», verdadero símbolo de los buenos resultados del esfuerzo por la educación a toda la población sin distinciones. ¿Cuántos países de Latinoamérica, exceptuando en Cuba, pueden decir lo mismo?

Venezuela es un país peculiar a nivel informativo. Si en Caracas pones el televisor, compras un periódico o conectas la radio lo más seguro es que veas, oigas o leas un medio antichavista. Lo son la mayoría de ellos. En Venezuela, siete años después de la llegada de Chávez al poder, la mayoría de los medios de comunicación son antichavistas, muchos de ellos, ferozmente antichavistas. En ningún país del mundo he visto, ni leído, una cosa parecida.

Chávez sin duda tiene muchos problemas. Seguramente el peor es el excesivo peso de su persona en todo el proceso de cambio que algunos califican de populismo y otros en  Miami, sin vergüenza alguna, ya hablan sin pudor «de arreglarlo» con un fusil con mira telescópica. Lo que está fuera de duda es que en la República Bolivariana de Venezuela se está produciendo una de las transformaciones sociales más esperanzadoras de todo el mundo. En el camino del socialismo y desde el respeto estricto a las normas democráticas.