VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

Venezuela se incorporó como miembro del MERCOSUR

Otro fracaso del aislacionismo promovido por Bush

Emilio Marín
La Arena

La fecha tenía contenido histórico pues se conmemoraban 181 años de la batalla de Ayacucho, donde se cerró victoriosamente la lucha por la independencia americana. No es que todos los presidentes del Mercosur reunidos el 9 de diciembre fueran émulos de Sucre, Bolívar o San Martín. Pero la sumatoria de Venezuela tuvo un significado latinoamericanista.

Después de mar del plata

El presidente venezolano había pedido su ingreso al Mercado Común del Sur en 2004 durante una cumbre de mandatarios en Puerto Iguazú. La solicitud había tenido su curso, aunque sometida a los vaivenes de las consideraciones políticas de sus colegas de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, fundadores, y de Chile, asociado.
Las demoras en materializar tal ingreso pueden haber tenido que ver con complicaciones burocráticas y en las estipulaciones comerciales, complejas, según la explicación del Palacio San Martín e Itamaraty. A esos factores hay que sumar lo timorato de las políticas exteriores de ese momento de Néstor Kirchner y Lula da Silva, orientadas a la negociación con la administración Bush en aras de un Alca "light" o "inteligente", como lo denominó el ahora ex canciller Rafael Bielsa.
En esa coyuntura, para no irritar a Washington era preferible darle largas al trámite de Hugo Chávez, visto en el Norte como la encarnación de todos los demonios y peor que Osama Bin laden (al venezolano no pueden acusarlo de terrorista ni de que no haya sido elegido por los votantes).
Pero esa historia tuvo un quiebre en la IV Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata en noviembre. El fracaso de la reunión, en medio de reproches del mandatario argentino a Bush por negarse a facilitarle la negociación con el FMI y por las diferencias insuperables respecto al Alca, abrieron una nueva situación política.
El Mercosur pareció fortalecerse como una opción ante el libreto hegemonista. Y Venezuela surgió nítida como socia ideal para ese revivido bloque del sur, en lo comercial y lo político.
El grave tropiezo del Alca ("está sepultado", exageró Chávez en el estadio Olímpico de La Feliz) tuvo entre otras consecuencias beneficiosas una reactivación del Mercosur y el pronto despacho al ingreso de Caracas. La 29º reunión de presidentes de ese espacio, realizada ayer en Uruguay, aprobó esa incorporación aunque quedan pendientes algunas cuestiones de aranceles y de pertenencia, pues Venezuela es socio simultáneo de la Confederación Andina de Naciones (CAN). El Grupo Mercado Común, con funcionarios de las cancillerías, ultimará esos detalles a lo largo de 2006 pero la gran noticia fue dada: el gobierno chavista está adentro del Mercosur.

Casa blanca de odio

Ese ingreso fue una derrota de los planes aislacionistas que la Casa Blanca alimenta contra Venezuela desde que en 2001 el bolivariano cuestionó "que no se puede combatir el terror con el terror", en referencia a la "guerra antiterrorista" de EE.UU. tras el 11 de setiembre.
Para desgracia del texano, la decisión de Montevideo se produce en la semana posterior a las legislativas del país sudamericano donde el oficialismo ganó en medio del boicot de los partidos opositores más renombrados. Estos cuestionaron el sistema electrónico de votación y la composición del Consejo Nacional Electoral.
El domingo 4 hubo un alto porcentaje de abstenciones en un país donde el sufragio no es obligatorio. Alegando eso, Thomas Shannon, subsecretario para Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado, afirmó que la victoria chavista era ilegítima y "un paso hacia el totalitarismo".
El profesor y pensador de izquierda, James Petras, replicó: "el argumento de que ese nivel de participación permite poner en entredicho la legitimidad de las elecciones no se sostiene, porque si se aplicase a cualquiera de las elecciones al congreso, municipales y a gobernador que tienen lugar en los EE.UU. ´fuera de año electoral´, muchas de ellas perderían la legitimidad".
La administración Bush había influenciado en los partidos venezolanos para que se bajaran del comicio. Esa "sugerencia" fue aceptada por los socialdemócratas de Acción Democrática, los socialcristianos de Copei, la derecha de Proyecto Venezuela y Primero Justicia, entre otros.
La ONG "Súmate", alimentada por millonarios subsidios de la National Endowment for Democracy, se sumó al boicot y llamó a la población a orar en las iglesias el día del voto. La entidad, que promovió el derribo de Chávez mediante el referendo revocatorio de agosto de 2004, ganado por el presidente con el 59 por ciento de los votos, está dirigida por Corina Machado, una ingeniera industrial que en julio pasado fue recibida por Bush en la Casa Blanca. El gesto no habría sido casual sino la bendición de su candidatura para diciembre de 2006, cuando esté en juego quién se aposenta por seis años en el Palacio de Miraflores.
Una participación del 25 por ciento para elegir los 167 diputados a la Asamblea Nacional no pueden haber satisfecho al gobierno. Pero de allí a que el ausentismo se haya producido por acatamiento a la táctica opositora de no competir, media una gran distancia. Normalmente hay altos índices de ausentismo en elecciones de este tipo, más cuando los defensores del presidente estaban relajados por la falta de competencia. Los votantes contrarios a Chávez no tuvieron ánimo de sufragio, después de diez derrotas consecutivas desde 1998 y habiéndose retirado los partidos tradicionales como AD y Copei.

Muy peligroso

Shannon reemplazó en el cargo a Roger Noriega, quien a su vez había sustituído a Otto Reich. Con matices, ellos coincidieron en sacar del poder a Chávez, aunque hasta ahora sólo lo lograron por 47 horas a partir del 11 de abril de 2002, cuando tuvo lugar el fracasado "putsch".
Las alternancias también se produjeron en la embajada en Caracas, por donde pasaron John Maisto, Charles Schapiro, Donna Hrinak hasta llegar a William Brownfield, persiguiendo idéntico objetivo. Para el Departamento de Estado ya era muy duro lidiar con Fidel Castro y encima desde hace seis años debe vérselas con Chávez. Pero, pequeña diferencia, Cuba no produce casi 3 millones de barriles diarios de petróleo ni es la quinta potencia productora, como Venezuela.
Para la superpotencia, ese político es peligroso en lo doméstico y la arena internacional.
En el primer caso, porque está aplicando parte de la renta petrolera de PDVSA para financiar 12 programas sociales o "misiones", como la "Robinson" que permitió erradicar el analfabetismo, "Barrio Adentro" que atiende la salud de los más desposeídos, "Mercal" que vende productos subsidiados en 14.000 ferias (Kirchner debería estudiar esta experiencia ante la cartelización de hipermercados y frigoríficos).
En la política externa, porque como se vio en Mar del Plata, Venezuela promueve el tercermundismo no sólo en Latinoamérica: son conocidas sus relaciones con China, Irán, Rusia, etc. También luce determinado a defender su proceso político, para lo cual ha formado milicias populares, adquirido fusiles rusos AK-47 y armamento a España por 1.700 millones de euros.
El colmo de la incomodidad imperial fue que Caracas entregara combustible barato para cientos de escuelas, hospitales, refugios para desamparados, guarderías infantiles, etc, de Massachusetts.
A un gobernante indócil como Chávez, la Casa Blanca quería aislarlo políticamente para poder derribarlo. Al menos esta vez los mandatarios del Mercosur se portaron bien, al darle la bienvenida en Montevideo.