Latinoamérica
|
Guatemala-EEUU: La cofradía del narcotráfico
Frank Smyth
IPS
Carteles que inundan de droga Estados Unidos reciben asistencia y entrenamiento
militar de miembros de los antiguos escuadrones de la muerte de Guatemala, que
en los años 80 gozaron del aval de Washington y masacraron a unas 200.000
personas.
La Patrulla Fronteriza estadounidense estuvo alerta desde julio. Sospechaba que
soldados de elite guatemaltecos, tanto retirados como activos, entrenaban a
narcotraficantes en territorio mexicano, frente a la ciudad de McAllen, en el
meridional estado de Texas.
La unidad guatemalteca, cuyos 30 miembros se hacen llamar Los Kaibiles en honor
al príncipe maya Kaibil Balam, es una de las fuerzas militares más temidas de
América Latina. Se les atribuyen muchas de las masacres que sufrió el país
centroamericano en 36 años de guerra civil.
En septiembre, las autoridades mexicanas anunciaron el arresto de siete kaibiles
guatemaltecos. Entre ellos figuraban cuatro miembros aún activos del ejército.
Las autoridades mexicanas dijeron que los Kaibiles planeaban integrarse a Las
Zetas, banda de soldados expulsados de las fuerzas especiales mexicanas
convertidos en narcotraficantes.
Además de ser vecina de México, "Guatemala es el punto de tránsito
centroamericano preferido para el embarque de cocaína a Estados Unidos", ha
informado desde 1999 en sus informes anuales el Departamento de Estado
(cancillería) al Congreso legislativo en Washington.
A principios de este mes, representantes de las autoridades antidrogas
estadounidenses en la embajada en Guatemala dijeron a Associated Press que 75
por ciento de la cocaína que llega a territorio del país norteamericano lo hace
a través de aquella nación.
Pero, lo que es más importante, tal vez, es que la institución dominante en
Guatemala --el ejército-- está vinculada con este comercio ilícito.
En los últimas dos decenios, la agencia antidrogas de Washington (DEA, por sus
siglas en inglés) acusó a militares guatemaltecos de todos los rangos y de todas
las armas de introducir droga en Estados Unidos, según documentos del gobierno
obtenidos por el periódico The Texas Observer.
El gobierno de George W. Bush revocó hace poco la visa de dos ex comandantes de
la inteligencia militar de Guatemala, los generales retirados Manuel Antonio
Callejas y Callejas y Francisco Ortega Menaldo, tras acusarlos de narcotráfico.
Callejas y Callejas y Ortega Menaldo figuran también entre los fundadores de un
oscuro club dentro del comando de inteligencia de Guatemala denominado La
Cofradía, según informes secretos de la inteligencia estadounidense
recientemente "desclasificados".
La Cofradía estuvo a cargo de planificar parte de la represión de las guerrillas
marxistas de Guatemala.
La Comisión de la Verdad, creada después de la guerra civil por la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) en el marco de los acuerdos de paz, constató que
las tácticas de ese grupo y de los tristemente célebres escuadrones de la muerte
incluían "actos de genocidio", como la masacre o desplazamiento de la población
de al menos 440 aldeas mayas.
Desde entonces, los mismos comandos de inteligencia convirtieron sus estructuras
clandestinas en bandas organizadas de criminales, según la DEA y de otros
organismos de inteligencia de Estados Unidos.
Sus actividades incluían, entre otras, la importación de apariencia legal en
Guatemala de automóviles robados en Estados Unidos y la introducción de drogas
en ese país. Hasta ahora, ni un solo funcionario fue procesado en ninguno de los
dos países por delito internacional alguno.
Altos funcionarios de inteligencia y legisladores de muchos países
latinoamericanos son sospechosos de operar clandestinamente con el crimen
organizado. Pero lo que distingue a Guatemala del resto es que los militares son
acusados no sólo de proteger a grandes mafias, sino de liderarlas.
La impunidad en que los militares guatemaltecos acusados esquivan la justicia
comenzó durante la guerra fría.
"Hay una larga historia de impunidad en Guatemala", señaló el legislador
estadounidense William Delahunt, del opositor Partido Demócrata e integrante el
Subcomité del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes.
"Estados Unidos contribuyó con eso de un modo muy desagradable en 1954 y también
en los años 80", agregó.
Delahunt se refería al respaldo de la Agencia Central de Inteligencia
estadounidense (CIA) al golpe de Estado de 1954 contra el presidente
democráticamente electo Jacobo Arbenz, y también al apoyo encubierto brindado al
ejército por el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), en el peor momento de la
represión.
Funcionarios guatemaltecos consideraron que Estados Unidos promovió durante la
guerra civil la estrategia de "drenar el mar para matar al pez", pues asistía a
militares y paramilitares que atacaban a civiles sospechosos de apoyar a las
guerrillas de izquierda y no a los propios guerrilleros.
Desde entonces, equipos forenses exhumaron numerosas tumbas masivas, incluso con
cadáveres de mujeres y niños. Más de 200.000 personas fueron asesinadas en la
guerra civil de Guatemala, el conflicto más sangriento de América Central
durante la guerra fría.
La violencia dejó al ejército firmemente al mando de Guatemala, y no pasó mucho
tiempo hasta que ese dominio llamó la atención de las mafias colombianas del
narcotráfico.
"Eligieron Guatemala porque está cerca de México, que es un obvio punto de
entrada a Estados Unidos, y porque los mexicanos tienen una mafia de larga
data", explicó un experto legal andino.
"También es mejor para el tránsito y almacenamiento de drogas que El Salvador,
porque ofrece más estabilidad y era más fácil de controlar", añadió.
Los agentes especiales de la DEA comenzaron detectando militares guatemaltecos
que traficaban drogas ya en 1986, según documentos secretos de esa agencia
"desclasificados" de acuerdo con la Ley de Libertad de Información de Estados
Unidos.
Fue entonces que Ortega Menaldo ocupó el lugar de Callejas y Callejas como jefe
de la inteligencia militar de Guatemala. En los nueve años siguientes, según los
documentos estadounidenses, agentes especiales de la DEA detectaron a no menos
de 31 funcionarios involucrados en actividades de narcotráfico.
"Todos los caminos conducen a Ortega Menaldo", explicó un experto estadounidense
en narcotráfico. "Los funcionarios hoy activos tienen vínculos con los retirados
que son sus mentores."
En 2002, el gobierno de Bush fue presionado para tomar medidas contra altos
militares guatemaltecos involucrados en el narcotráfico, incluida la revocación
de la visa de Ortega Menaldo.
Para entonces, el general había rechazado la acusación estadounidense, y
recordaba a periodistas que lo entrevistaron en Guatemala que en los años 80
había colaborado tanto con la CIA como con la DEA.
La CIA, a través de su portavoz Mark Mansfield, se negó a hacer comentarios para
el presente informe.
Ocho meses después de revocar la visa de Ortega Menaldo, el gobierno de Bush
volvió a esgrimir sospechas de tráfico de drogas para revocar la visa de
Callejas y Callejas.
Sin embargo, más que hacer frente a la impunidad de que gozan los militares
guatemaltecos para traficar drogas, muchos funcionarios del país parecen ir en
la dirección opuesta en tiempos de democracia.
No mucho después que el gobierno de Bush marcara a Ortega Menaldo y a Callejas y
Callejas, legisladores del hoy opositor Frente Republicano Guatemalteco (FRG),
partido de derecha fundado por el también general retirado Efraín Ríos Montt,
propusieron proyectos de ley para eliminar el control civil sobre los militares
acusados ante la justicia penal.
"Esto sería un nuevo mecanismo de impunidad", señaló José Zeitune, de la
Comisión Internacional de Juristas, organización con sede en Ginebra, autor de
un informe realizado sobre la justicia guatemalteca.
Ríos Montt fue el líder del golpe de Estado con el que se encaramó en la
presidencia en 1982, precisamente cuando comenzaban a amasar su poder los
miembros de La Cofradía.
El actual vicepresidente del Subcomité del Hemisferio Occidental de la Cámara de
Representantes estadounidense es el republicano Jerry Weller III, casado con una
hija de Ríos Montt y legisladora guatemalteca, Zury Ríos Sosa.
A diferencia de otros miembros del Subcomité, Weller, a través de su portavoz,
Telly Lovelace, se negó a formular comentarios para el presente informe.
Además, Ríos Montt es el mentor del ex presidente guatemalteco Alfonso Portillo
(2000-2004), hoy prófugo en México tras huir apenas dejó el cargo para evitar su
arresto por malversación de fondos y otros cargos de corrupción.
Hoy, las oscuras estructuras de los comandos de inteligencia de Guatemala están
tan insertas en el crimen organizado que el gobierno de Bush requirió la
intervención de la ONU.
Dejando de lado sus habituales críticas al organismo internacional, Washington
apoya la creación en Guatemala de la denominada Comisión para la Investigación
de Organizaciones Armadas Ilegales y del Aparato de Seguridad Clandestino.
Hasta ahora, la única nación en ceder su soberanía para permitir a la ONU una
función investigadora tan amplia es Líbano, donde miembros del foro mundial
investigan el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri.
El plan propuesto por la ONU para Guatemala también cuenta con el apoyo del
presidente, Oscar Berger, un rico hacendado y abogado respetado por el gobierno
de Estados Unidos.
Pero la idea es resistida por políticos del FRG como Zury Ríos Sosa, la esposa
del congresista oficialista estadounidense Weller.
(*) El periodista independiente Frank Smyth investiga el narcotráfico
guatemalteco desde 1991. Es colaborador del proyecto Crímenes de guerra (http://www.crimesofwar.org/),
junto con otros destacados periodistas, abogados y académicos. Suele publicar
sus artículos en el sitio http://www.franksmyth.com.
Una versión más extensa de este informe fue publicado este mes por el diario The
Texas Observer. (FIN/2005)