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Internacional

Entrevista a Roberto Montoya, autor de "La impunidad imperial. Cómo EEUU legalizó la tortura y blindó ante la justicia a sus militares, agentes y mercenarios"

"La CIA está secuestrando a personas en cualquier parte del mundo"


Ima Sanchís
La Vanguardia


Roberto Montoya tiene 58 años. Nació en Buenos Aires y vive en Europa desde los 29 años: primero en París, luego en Londres –donde trabajó para la cadena de televisión norteamericana Sin-Univision–, y ahora vive en Madrid. Es especialista en política internacional. Publica ‘La impunidad imperial’, (La esfera de los libros), sobre cómo EE.UU. legalizó la tortura y blindó ante la justicia a sus militares, agentes y mercenarios

- Hablamos literalmente de secuestros?
–Sí. La CIA está realizando secuestros de individuos sospechosos de terrorismo, en cualquier parte del mundo, con o sin complicidad de los gobiernos locales, para transferirlos a países donde puedan ser interrogados y torturados.

–¿Por ejemplo?
–Egipto, Uzbekistán, Jordania... Lejos de las leyes federales, del Tribunal Penal Internacional (TPI) y de cualquier observador de la Cruz Roja Internacional. Esos secuestrados están en una situación totalmente vulnerable, en un limbo legal.

–¿Los secuestros son denunciados por países democráticos?

–A partir de que estos secuestros implican a ciudadanos europeos y suceden en territorio europeo se abren investigaciones en varios países. En el caso italiano fue un secuestro en pleno día en el centro de Milán en el 2003.

–¿A quién secuestraron?
–Al imán de una mezquita. El fiscal que investiga el caso ha llegado a identificar a los 13 agentes de la CIA que participaron en los hechos. La justicia italiana acaba de pedir, este mismo mes, la entrega de los agentes, a lo que EE.UU. se niega. El imán ha aparecido recientemente en un centro de detención en Egipto. Ha sido torturado.

–¿Hay más investigaciones abiertas?
–En Alemania fue detenido por error un ciudadano alemán de origen árabe cuyo apellido es similar al de un miembro de Al Qaeda. Las autoridades serbias lo detuvieron y entregaron a la CIA. El hombre desapareció durante meses, estaba en una prisión en Afganistán. Fue precisamente investigando este caso como se descubrió que España sirve de escala a algunas cárceles flotantes.

–¿Aviones?
–Sí, aviones civiles pertenecientes a empresas tapadera de la CIA que hacen las funciones de cárcel. Esos aviones han pasado en lo que va de año 16 noches en el aeropuerto de Palma de Mallorca y otras tantas en el aeropuerto Reina Sofía, en Canarias.

–¿Y eso qué significa?

–El significado exacto es que tu estás embarcando en un avión para ir de vacaciones a la playa y al lado hay un avión aparentemente civil que está llevando a un secuestrado a un centro de tortura.

–¿Tan difícil es detenerlos con la ley en la mano?
–Son operaciones ilegales, la CIA no tiene facultades para ir a ningún país europeo a detener a una persona. Estados Unidos debería presentar una denuncia a sus homólogos en dicho país y una causa formal, llevar al sospechoso a un centro de detención normal y darle todos sus derechos.

–¿De cuántos detenidos estamos hablando?
–En el informe que Amnistía Internacional presentó hace dos meses se calcula que hay entre 100 y 150 personas secuestradas por la CIA. Se parece mucho a la figura del desaparecido en América Latina; y creo que no se le está dando la importancia que tiene.

–Parece que van a desmontar Guantánamo.
–Hay una presión dentro de Estados Unidos, tímida por ahora, por parte de los demócratas y algunos republicanos para cerrar Guantánamo, una situación absolutamente irregular desde el punto de vista internacional. Los detenidos están despojados de cualquier derecho. A muchos se los llevaron de Afganistán en el año 2002 y no tienen derecho ni a abogado ni a visitas. En algunos casos, cuando han revisado la situación, han tenido que liberar a un montón de gente sin cargos: entre ellos ancianos y chavales de 13 y 14 años.

–¿Sospechosos?
–Han realizado cantidad de detenciones en zonas rurales, bastiones de los talibanes. Subían a medio pueblo al avión y los bajaban en Guantánamo, prisión en la que no rigen las leyes norteamericanas y donde la tortura está consentida. –Y la ONU, ¿está de vacaciones? –En un primer momento, la comunidad internacional se conmovió por aquellas imágenes terribles de la prisión de Guantánamo. Pero ni la ONU ni la comisión de Derechos Humanos ni ningún otro organismo ha hecho nada para frenar eso. Parece que no hay resortes internacionales que puedan frenar la impunidad.

–El TPI, ¿tampoco hace nada?
–De los casi cien países que han ratificado los acuerdos del TPI, la mitad han suscrito acuerdos bilaterales con Estados Unidos comprometiéndose a que en ningún caso van a denunciar a soldados norteamericanos, mercenarios o agentes de la CIA que estén en su territorio y cometan delitos. A cambio, EE.UU. les da ayuda económica, lanza planes contra la droga o ayuda contra el terrorismo. Es un chantaje constante y público. En el libro doy la lista de países a los cuales ha represaliado por negarse a firmar esos acuerdos.

La cruzada del terror

Montoya, que sufrió cárcel y tortura en su país durante la dictadura de Onganía-Levinsgton-Lanusse (1966-1973) y bajo el gobierno democrático de Isabel Perón y el imperio del terror de su paramilitar Triple A, se exilió a París en 1976. Ha investigado sobre la impunidad en América Latina y ahora, con ‘La impunidad Imperial’, analiza cómo las torturas y asesinatos en Afganistán o la situación de limbo legal en el que permanecen cientos de prisioneros en Guantánamo son parte de un mismo plan diseñado desde la Casa Blanca y el Pentágono. Analiza también en detalle los secuestros de sospechosos realizados por la CIA en países como Alemania, Suiza e Italia.

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23-06-2005
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