VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Internacional

Injerencia y destrucci�n de los sindicatos. Primera parte

�AFL-CIO o AFL-CIA?


Paul Labarique
www.redvoltaire.net

Desde el inicio de la Guerra Fr�a los Estados Unidos se dedicaron a tratar de neutralizar la influencia sovi�tica en el movimiento sindical europeo. Apoy�ndose en la AFL-CIO, una organizaci�n que tiene m�s de corporaci�n ramal que de sindicato de clase, la CIA hizo dividir el CGT, gran sindicato franc�s y financi� la disidencia de un nuevo movimiento sindical, la Fuerza Obrera. Por otra parte la CIA ha reagrupado a las centrales atlantistas europeas en el seno de una Confederaci�n de Sindicatos Libres, sistema que ha sido posteriormente extendido a �frica y Asia. La operaci�n ha sido dirigida por Irving Brown, responsable de la red stay-behind en Europa.

Luego de haberse aliado para luchar contra las fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1945 los Estados Unidos y la URSS entran en una lucha de influencia mundial calificada, a partir de 1948, como �Guerra Fr�a�. Ambas superpotencias evitan cuidadosamente el enfrentamiento militar directo, pero desarrollan un combate ideol�gico en sus zonas de influencia, as� como guerras perif�ricas.


Desde el desmoronamiento de la URSS, las redes pro sovi�ticas pertenecen a la historia y son cada vez m�s conocidas gracias especialmente a la desclasificaci�n de los archivos. Por el contrario, las redes atlantistas no desaparecieron con la Guerra Fr�a. Permanecieron dormidas durante la administraci�n Bush padre, para ser reactivadas por la administraci�n Bush hijo.

Hemos tratado de describirlas en estas columnas no como cosa del pasado, sino como elementos explicativos de la crisis pol�tica mundial actual. As�, hemos reportado la instauraci�n de redes de injerencia, la de los stay-behind [1] y la del soft-power, de la Fundaci�n Nacional para la Democracia (NED/CIA) [2], y hemos analizado grandes operaciones sectoriales como el financiamiento a los intelectuales europeos por parte de la CIA [3]. En esta ocasi�n nos referiremos a la manipulaci�n de los sindicatos.

Los Estados Unidos, convencidos de que las democracias occidentales est�n amenazadas por el �peligro comunista�, uno de cuyos pilares ser�a naturalmente el sindicalismo, implementan, en el marco del Plan Marshall, una red de confederaciones sindicales internacionales encargadas de detener la influencia comunista en el mundo laboral.

En febrero de 1945 se celebra en Londres, con la participaci�n de 53 organizaciones, una conferencia mundial tendente a la unificaci�n del sindicalismo internacional por iniciativa del Trades Union Congress (TUC) brit�nico. La American Federation of Labor (AFL), primer sindicato estadounidense, boicotea la reuni�n para protestar contra la presencia de representantes sovi�ticos.

El Congress of Industrial Organizations (CIO), su gran rival en el escenario sindical de los Estados Unidos, trata por su parte de desempe�ar un papel de mediador entre los miembros de la Internacional Sindical Roja (ISR), cercana a Mosc�, y la Federaci�n Sindical Internacional (FSI), creada en �msterdam en 1919 y que rechaza a los sindicalistas sovi�ticos. Ambas corrientes deber�an reunirse en una Federaci�n Sindical Mundial (FSM), que nace efectivamente en Par�s en 1945. Sin embargo el acercamiento fracasa.

La Confederaci�n Internacional de Sindicatos Cristianos (CISR) rechaza unirse a la nueva estructura, al igual que la AFL, que en octubre de 1946 decide reunir a todos los sindicatos �libres� e instalar una oficina en Bruselas al frente de la cual se encuentra Irving Brown.

Foto izquierda: Los dirigentes internacionales de la AFL-CIO. Foro derecha: George Meany, Presidente de la AFL-CIO de 1955 a 1979. - 9.5 KB
Foto izquierda: Los dirigentes internacionales de la AFL-CIO.
Foto derecha: George Meany, Presidente de la AFL-CIO de 1955 a 1979.

El Plan Marshall termina de dividir a la naciente FSM: el secretariado de la Federaci�n denuncia un plan �que atenta contra la independencia de los Estados europeos�, mientras que los sindicatos brit�nicos organizan una conferencia que re�ne a partidarios del proyecto. R�pidamente la FSM se encuentra ampliamente dominada por las centrales sindicales de los pa�ses socialistas: la CGT francesa y la CGIL italiana ser�n las dos �nicas organizaciones occidentales que forman parte de la misma.

Washington hace mayores esfuerzos por dividir a los sindicatos comunistas y ayudar a los que rechazan el anticapitalismo y la dominaci�n de Mosc�. Tres hombres van a supervisar el dispositivo: el primero es Jay Lovestone, entonces director de la secci�n internacional de la American Federation of Labor. Ex dirigente del Partido Comunista Estadounidense antes de la Segunda Guerra Mundial, Lovestone rompe con la URSS en 1929 tras un encuentro con Stalin, quien le sugiere que los Estados Unidos ten�an una configuraci�n pol�tica y social especial por lo que necesitaban una estrategia comunista adaptada.

Sinti�ndose amenazado, abandona Mosc� a toda prisa y, de regreso a Nueva York, se convierte en un anticomunista militante. Se al�a entonces a la International Ladies Garment Workers Union, un importante sindicato estructurado por inmigrantes jud�os e italianos que trata igualmente de limitar la influencia de sus militantes comunistas. Estos �ltimos son finalmente alejados gracias a los esfuerzos de los �moderados�, dirigidos por David Dubinsky.

En la misma �poca Jay Lovestone establece una relaci�n de amistad con el dirigente de la AFL, George Meany, igualmente anticomunista convencido. Durante la Segunda Guerra Mundial, Lovestone trabaja en estrecha colaboraci�n con el Bur� de Trabajadores del Office of Strategic Services (OSS, ancestro de la CIA), dirigido por Arthur Goldberg, futuro secretario del Trabajo de Kennedy y miembro de la Suprema Corte. Es especialmente encargado de organizar la resistencia de los obreros en la Alemania nazi, Europa y �frica del Norte. Al concluir la guerra prosigue sus actividades en Europa.

Es secundado en ello por Irving Brown, miembro de la AFL y adjunto para Europa de Lovestone a partir de 1944. Nacido en 1911, Irving Brown se convierte en un miembro importante de la AFL en la d�cada de 1930, �poca en que su esposa es secretaria de Jay Lovestone [4].

Su primera acci�n importante est� relacionada con Francia, pa�s aliado estrat�gico de Washington por su poder�o econ�mico y demogr�fico, pero tambi�n por su situaci�n geogr�fica (su frontera con Alemania, una parte de la cual est� ocupada por las tropas sovi�ticas, hace de Francia un aliado privilegiado en caso de ofensiva de la URSS).

En Francia se producen importantes turbulencias sociales una vez desaparecido el estado de gracia de la liberaci�n. Las huelgas de Renault de abril-mayo de 1947 hacen estallar el acuerdo de gobierno entre el Partido Comunista Franc�s, la SFIO y el MRP. Paul Ramadier revoca los ministros comunistas y hunde la vida pol�tica en una inestabilidad amenazadora. Por otra parte se acumulan las dificultades econ�micas: la penuria de carb�n y de renglones alimenticios, y el alza de los precios provocan importantes movimientos sociales en todo el pa�s. La CGT, primer sindicato del pa�s, es sacudida por disensiones internas entre los que aceptan �el papel dirigente del PCF en el movimiento obrero y los que se oponen al mismo� [5].

Washington se aprovecha de la situaci�n: en ocasi�n de su viaje a la ONU, la CIA aborda al secretario general de la CGT, L�on Jouhaux, quien acepta provocar la escisi�n que har� surgir Fuerza Obrera en 1948 y debilitar� el sindicalismo en Francia por largo tiempo. Una vez terminada la operaci�n, George Meany declara al Press Club de Washington: �Estoy orgulloso de decirles, porque podemos permitirnos el revelarlo ahora, que fue con el dinero de los obreros de Detroit y de otros lugares que nos fue posible la escisi�n, muy importante para nosotros en la CGT, que dio lugar al sindicato amigo Fuerza Obrera� [6].

Sin embargo, en 1967, Thomas W. Braden, ex director de la divisi�n internacional de la CIA, revela sin ambages [7] que en realidad los fondos fueron suministrados por la International Ladies Garnment Union de David Dubinsky y luego, �cuando les falt� el dinero, se dirigieron a la CIA. As� comenzaron las transferencias de fondos a los sindicatos libres que, muy pronto, se extendieron a Italia. Sin estas transferencias la historia de la posguerra hubiera sido diferente� [8].

Un grupo de militantes antisovi�ticos desempe�a un papel fundamental en la escisi�n: se trata de trotskistas recuperados por el stay-behind. Durante la Segunda Guerra Mundial, tras la ruptura del pacto Germano-Sovi�tico, escogieron luchar contra Stalin, alrededor de Henri Molinier, al incorporarse al ultracolaborador Movimiento Social Revolucionario (MASR), de Eug�ne Deloncle y Eug�ne Schueller [9].

Impulsados por Irwing Brown, crean en 1953 un nuevo partido, el le MPPT, alrededor de Pierre Boussel-Lambert. R�pidamente estos militantes obtienen empleo en las Cajas del Seguro por Enfermedad y se dedican a la estructuraci�n de FO.

En la misma �poca �la SFIO marsellesa se aprovech� tambi�n de los d�lares de la CIA que, por ejemplo, sacan a flote al diario socialista Le Populaire, de alcance nacional� [10]. Las actividades de Irving Brown son particularmente visibles en la regi�n de Marsella, entonces el coraz�n de la French connection que por aquella �poca manejaba lo esencial del tr�fico mundial de hero�na. En general su financiamiento procede directamente de la CIA, ya sea por medio del agregado de la embajada de los Estados Unidos en Par�s para las cuestiones sindicales, John Phillipsborn, o mediante una cuenta bancaria en Zurich a nombre del presidente del Comit� Mediterr�neo, Pierre Ferri-Pisani [11].

Paralelamente a estas operaciones puntuales, Irving Brown lanza a finales de 1949 la Confederaci�n Internacional de los Sindicatos Libres (CISL / FTUC), que rechaza todo contacto con la Federaci�n Sindical Mundial, considerada demasiado cercana a Mosc�. La CISL reagrupa a unas sesenta centrales de 53 pa�ses representantes de 50 millones de trabajadores.

Por otra parte reconstituye una estructura en el seno de la AFL, la Confederaci�n de los Sindicatos Libres, financiada con 35 000 d�lares por la casa matriz. El presidente de esta organizaci�n es Matthew Woll, mientras que David Dubinsky hace las veces de tesorero y George Meany, secretario de tesorer�a de la AFL, se encarga de la coordinaci�n entre la joven estructura y la casa matriz [12].

La iniciativa dirigida a los sindicatos europeos no comunistas har� que la organizaci�n adquiera una nueva dimensi�n. Se producen nuevos aportes: a partir de 1950 la CIA financia la CISL con 170 000 d�lares anuales. Con semejante presupuesto, la central sindical puede financiar ampliamente el Centro Internacional de Sindicalistas Libres en el Exilio (CISLE / ICFTUE), que celebra su primer congreso en Par�s en octubre de 1948 en los locales de Fuerza Obrera, apenas restablecida de su escisi�n de la CGT.

La organizaci�n, presidida por F. Bialas et A. Skorodzki, se encarga oficialmente de recibir a los trabajadores emigrados y de las organizaciones socialistas de Europa Oriental. En realidad, permite sobre todo apoyar a los grupos disidentes establecidos del oto lado de la cortina de hierro. Algunos de ellos, no alemanes, se hab�an unido a las fuerzas armadas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, incluso a las Waffen SS, y no pod�an regresar a sus pa�ses de origen una vez terminado el conflicto. Por lo tanto constituyen un s�lido baluarte anticomunista en los pa�ses en que se encuentran refugiados.

Que hayan logrado o no cruzar a tiempo la cortina de hierro, de todas formas son acogidos con los brazos abiertos en el Centro Internacional de los Sindicalistas Libres en el Exilio [13]. La organizaci�n edita la revista Le Syndicaliste Exil� [14] y tiene acceso a las ondas de Radio Free Europe y Radio Liberty, ambas abiertamente financiadas por la CIA. En la misma �poca, la CISL ayuda a la organizaci�n y al financiamiento de la reuni�n fundadora del Congreso para la Libertad de la Cultura, en Berl�n, en 1950.

La CIA acaba por considerar demasiado costosas las actividades de Lovestone y Brown. De 1950 a 1955 reduce su financiamiento y los presiona a ambos para que reorganicen sus actividades de forma m�s eficaz. Esto ocurrir� en 1955 cuando los dos principales sindicatos estadounidenses activos en Europa, la AFL (representada por Irving Brown) y el CIO (representado por Victor Reuther) se fusionan para dar lugar a la AFL-CIO con la bendici�n de Averell Harriman, nuevo administrador del Plan Marshall y de su emisario en Europa, Milton Katz.

George Meany ocupa la presidencia de la nueva organizaci�n. Cesan las actividades de la Confederaci�n de los Sindicatos Libres para ser sustituidas por operaciones de mayor envergadura por parte de la nueva central sindical unificada. Esta aprovecha para multiplicar sus esfuerzos de �injerencia sindical� a escala planetaria. Irving Brown se dedica al Africa poscolonial, mientras que otros militantes como Richard Deverall y Harry Goldberg hacen de Asia su terreno predilecto. Serafino Romualdi, un socialista de origen italiano, act�a en Am�rica Latina [15].

Las actividades de injerencia se detienen entonces en Europa. Todo el departamento es reorganizado en 1962 cuando el presidente Kennedy crea la US Agency for International Development (USAID), que casi exclusivamente financia esta rama de actividad de la AFL-CIO.

Se trata de una estrategia defendida ante el presidente Kennedy por Cord Myer, Arthur Goldberg, George Meany y Jay Lovestone, entre otros. La central sindical estadounidense crea entonces tres subestructuras semiindependientes. La principal es la American Institute for Free Labor Development [16], cuyo objetivo es retomar el control de los movimientos sindicales en Am�rica Latina. Se trata de una iniciativa lanzada desde finales de la d�cada de 1950 por Cord Meyer y que garantiz� la formaci�n de m�s de 200 000 sindicalistas procedentes de Am�rica Latina en el centro de Front Royal, en Virginia [17].

Los otros dos organismos son el African Labor College, dirigido por Irving Brown, y el Asian-American-Free Labor Institute, surgido en 1968 durante la guerra de Vietnam. La reorganizaci�n aleja por lo tanto de Europa la actividad de la AFL-CIO y por el contrario permite la aparici�n de un nuevo instrumento de injerencia en los pa�ses del Tercer Mundo que veremos actuar r�pidamente con el derrocamiento de Sukarno en Indonesia, de Joao Goulart en Brasil y de Salvador Allende en Chile.



������