VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Europa

Miedo y desinformación

Soledad Galiana

El pánico y la falta de información volvieron a adueñarse de Londres. Los reporteros se quejan de que las fuentes oficiales se niegan a facilitarles información y los ciudadanos, que recurren a la televisión, internet o radio para descubrir que está pasando, no encuentran más que especulación. Quincedías después del 7 dejulio, la incertidumbrefue la protagonista dela jornada de terror de los londinenses.
            A las 12:35 del mediodía saltó la noticia. El desalojo de varios trenes de metro. Se hablaba de varias explosiones en Shepherd's Bush, Oval y Warren Street. Los cristales de un autobús en Hackney habían reventado a consecuencia de otra explosión.
            Reina la confusión informativa. Se asegura que no hay heridos, pero todos recuerdan que hace quince días las cifras oficiales de víctimas se mantuvieron en dos hasta bien entrada la tarde, y ahora se ha sobrepasado la cincuentena. El público quiere saber; los periodistas quieren saber, pero ningún policía parece querer hablar.
            Todo lo contrario que los ciudadanos, que volvieron a saturar las líneas telefónicas. Y fueron las redes de telefonía móvil las que cargaron con la mayoría de las llamadas, aunque sin alcanzar los niveles de congestión de hace dos semanas.
            La tecnología móvil se ha transformado en un arma de investigación y la Policía les ha pedido a los testigos de los incidentes que les faciliten cualquier imagen que hubieran logrado captar con sus teléfonos. En la tarde de ayer la compañía Three, la red de vídeo teléfono en Gran Bretaña, investigaba si se había producido algún cambio notable en el número de transmisiones de imágenes de vídeos. Esta vez, ninguna de las compañías de móviles recibió instrucciones de cerrar sus transmisiones, tal y como ocurrió hace dos semanas. Con esta medida, el Gobierno británico intenta prevenir el uso de teléfonos móviles como temporizadores para explosivos, tal y como ocurrió en Madrid durante el 11-M.
            Entre llamada y llamada, los ciudadanos se agolpaban de nuevo en los bares, hoteles o ante las tiendas de electrodomésticos, intentado conseguir información que escaseaba. Muchos, que se encontraban de camino a sus puestos de trabajo, decidieron volver a casa.
            A las dos y media de la tarde finalmente se confirmaba que se había producido un nuevo ataque contra el transporte público de Londres. El ministro de Interior ya había advertido de la posibilidad de nuevos ataques.
Estos no se han hecho esperar a pesar de que las fuerzas de seguridad británicas se encuentran en estado de máxima alerta, demostrando la vulnerabilidad de la capital británica. En la tarde de ayer, la Policía registraba uno a uno a los usuarios de los transportes públicos. Las colas eran tan interminables como los retrasos. Esta estrategia policial es claramente insostenible.
            A la certidumbre de que independientemente de las actuaciones policiales, incidentes como el del 7 de julio y los de ayer podrían volver a producirse, se suma la preocupación del impacto que este nuevo ataque tendrá en la comunidad musulmana ante los crecientes ataques de la prensa sensacionalista británica, que ya exige deportaciones y el cierre de la fronteras a todo aquel que sea musulmán y crítico al apoyo incondicional británico a la política exterior de la administración Bush en Oriente Medio.
            «No en nuestro nombre»             Precisamente, el día de ayer había sido elegido por un conglomerado de organizaciones musulmanas para la presentación de una campaña de anuncios en la prensa británica y cuyo lema es "No en nuestro nombre". Esta iniciativa pide la unidad de la sociedad: «Necesitamos seguir siendo amigos, vecinos y colegas para el progreso de Gran Bretaña». Lo ocurrido ayer hace aún más significativa esta llamada.
            En su página de internet, el Consejo Musulmán Británico expresaba su preocupación por este nuevo ataque en Londres. «Los criminales no consiguieron causar males mayores, pero pedimos a todas las comunidades que se muestren incluso más vigilantes y trabajen unidas en el mantenimiento de la paz y la seguridad de la nación. Tenemos que atrapar y vencer a estos criminales». -