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Europa

Londres se estremece, la tragedia nos golpea a todos

Miguel Ángel Llana
Rebelión

"Nunca, nadie podría justificar esta masacre aunque hubieran muerto todos los terroristas, no estamos en Oriente Medio"

El Mundo está asustado con este atentado, cuatro artefactos de varios kilogramos de explosivos siembran el horror y el desastre con decenas de muertos y cientos de heridos, algunos muy graves, están siendo atendidos en hospitales. Londres colapsado, la cotización en la bolsa de las grandes Citys cae varios puntos, los medios de comunicación en vigilia permanente, los más destacados políticos reiteran su determinación de continuar luchando contra Bin Laden, Al Qaeda, aunque hasta el momento no se sabe muy quiénes son, a quiénes representan y a quién favorecen estos asesinatos y, lo más importante es saber dónde se esconden y quién los financia. Se sabe con exactitud que Bin Laden y su banda Al Qaeda, creado por los Estados Unidos allá por los años setenta, en Afganistán con quién trabajaban estrechamente, se separaron y, desde entonces, todo indica que actúan descontroladamente, aunque bien es cierto que no se tienen pruebas de su existencia e identidad, solamente que los métodos son similares a los utilizados en la primera etapa, la indicada más arriba, de los años setenta.

Los pioneros en la lucha contra el mal allí donde se encuentre, han reiterado en sus declaraciones su actual política, tanto en el modo como en los medios y métodos empleados, sobre todo a partir del 11-S y principalmente en Oriente Medio donde se encuentra la mayor parte del mundo árabe y una buena parte de los fieles musulmanes adeptos al Islam.
Alguna victoria ya se ha conseguido, Libia con Gadafi al frente, se ha doblegado y ha tenido que pagar su obstinación con unos cuantos miles de millones de euros y, algunos otros países díscolos parece que dudan en suavizar su rebeldía, como Venezuela, Cuba, Corea, Siria, Palestina (que no es Estado, pero continúa obcecado en serlo) y sobre todo Irán, empeñado en su programa nuclear y relegando al olvido su petróleo y gas, las segundas reservas mundiales de ambas energías, cuando los grandes consumidores sienten ya la amenaza de la escasez de esta energía.

No es razonable, en absoluto y bajo ningún concepto, que nadie pretenda justificar los asesinatos en Londres con la excusa de que se sospechaba que peligrosos terroristas se mezclaban con la población, sospechas que se han confirmado, pues las bombas sí han sido colocadas con el trágico resultado ya conocido, pero hasta el momento, no tenemos constancia alguna de que entre los muertos –asesinados- haya ningún terrorista y aunque lo hubiera, el más elemental derecho nacional o internacional, hubiera condenado semejante política y método de crimen y barbarie.

Solo cabe ahora, expresar las mayores condolencias ante tales métodos y crímenes, sean quiénes sean los asesinos. Y en este rosario de tragedias, comenzar por la más reciente y atroz, la de Faluya y por la que nadie ha guardado ni un segundo de silencio, una ciudad de cerca de medio millón de habitantes, que ha sido arrasada literalmente, y sobre la que se han lanzado miles de bombas y misiles de varias toneladas cada uno, con el resultado de decenas de miles de muertos, sin ninguna atención hospitalaria y con la huída de la población civil que despavorida abandonó la ciudad, cosa que aquí, afortunadamente no ha sucedido. Lo mismo cabría decir de los cientos de pueblos y ciudades de Iraq que han sido y están siendo bombardeadas sin piedad, con la justificación de la existencia de terroristas en medio de la población civil hambrienta y depauperada, confundiendo además, la resistencia a la ocupación, amparada por las Convenciones de Ginebra de 1949. En estos últimos casos no parece haya duda de quiénes arrojan las bombas.

La paz no parece sea posible conseguirla en pequeñas dosis, como un perfume, sino que o hay paz para todos, o no hay paz para nadie y viviremos con la inquietud y la angustia que nos amenaza. Si alguien cree que tiene el derecho, y lo utiliza, del ataque preventivo, ha de estar dispuesto a lo recíproco. La ley de los pistoleros funciona así, sólo se salva quién dispara primero, pero con que una sola vez seas el segundo, esta ley y este juego se acabó.