VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Europa

Blair ya lo ha conseguido


David Segarra
LAvanc

Tras participar en el exterminio de 100.000 iraquíes, como denunciaron los propios médicos británicos, el presidente Blair ha conseguido sumarse con todos los horrores al Club de las Azores. Tras los éxitos de Bush y Aznar, Tony Blair también ha conseguido traer el infierno cotidiano de los iraquíes al centro de Londres. La operación de imagen que pretendía catapultar a Blair como nuevo líder mundial y de la Unión Europea se desmorona y ni la falsa condonación de la deuda externa de los países colonizados ni la falsa defensa del medio ambiente con los negadores de Kyoto puede ya salvar al que solo es la sombra de George Bush.

Esta última semana los conciertos del star system musical anglosajón orquestados por Bob Geldof culminaban con la presencia de Bill Gates y Tony Blair como dirigentes responsables que sabían escuchar el clamor de una ciudadanía global. El presidente británico, progresista y laborista, había entendido el mensaje: hacía falta pasar a la acción y hacer de la globalización un fenómeno positivo por todo el mundo. Él, con su poder de convicción, haría que su amigo George Bush aceptara reducir las emisiones contaminantes por salvar la naturaleza y además, por si fuera poco lo primero, condonarían la deuda externa de un montón de países. Siempre buscando la concordia y el diálogo mundial. Por eso a la reunión del G8 también había invitado a los presidentes chino, indio, sudafricano, brasileño y mexicano.

Sólo un puñado de jóvenes radicales se había atrevido a distorsionar esta realidad irreal. A golpe de manifestaciones y piedras, la reunión de los más poderosos había tenido que ser, como sucedía antes del 11-S, amurallada para evitar el asalto de las hordas anti-sistema. Pero bien, sólo estaban robando unos pocos minutos del telediario. Bono y Madonna y su pasión por África seguían siendo más atractivos.

Por si fuera poco, el nuevo líder emergente, el hombre de moda, también había abatido al traidor y cobarde ZP y al insoportable y prepotente Chirac. La diplomacia anglo-americana había conseguido también las Olimpiadas del 2012. Todo era perfecto, un auténtico mundo feliz para Tony. Pero por la mañana del 7 de julio los trabajadores que se dirigían hacia sus empresas estallaban por los aires en medio de la oscuridad de los túneles del metro londinense. Incluso el emblemático autobus rojo de dos pisos era también destrozado por las bombas. Bagdad, Faluya y Ramadi se hacían carne, hierro, fuego y terror en el centro financiero de Londres. Las madres y los jóvenes británicos vivían y morían por unas horas tal y como lo hacen los iraquíes cada día desde que los tanques y los helicópteros anglo-americanos iniciaran la destrucción, ocupación y espolio de su país. Los fundamentalismos chocaban de nuevo. Bin Laden contra Blair. Blair contra Blair. Como el 11 de marzo en Madrid, la gente común pagaba la locura militar de sus dirigentes. La megalomania neo-colonial de Bush, Aznar y Blair la pagaban sus ciudadanos.

Aun así el show tenía que continuar, tal y como el británico George Orwell predijo, los minutos de odio contra el enemigo invisible, contra el fantasma terrorista, seguían. Tony Blair, armado de su mejor coraje, encabezaba a la totalidad de los líderes mundiales reunidos en la convención del G8 por lanzar un mensaje contra la red terrorista omnipresente e intangible. Todas las potencias mundiales se unían incondicionalmente a la Guerra contra el Terrorismo. Blair ya podía liderar la presidencia de la Unión Europea y convertirse en el nuevo líder mundial y así mejorar la deteriorada imagen de la alianza anglo-americana.

El terrorismo es el problema más grande del planeta tierra, de la humanidad entera, de la historia de la civilización. Este es el mensaje que Blair, Bush y Aznar quisieron hacer tragar a la sociedad mundial. Los miles de muertes diarios por el hambre, la destrucción de la naturaleza o los millones de infectados por el SIDA son cuestiones secundarias. Los 100.000 asesinatos (90% civiles) en Irak por las tropas de Blair y Bush son cuestiones inevitables. Inexistentes. Invisibles. Bin Laden es el enemigo de la humanidad. El principal problema de la humanidad. El ex-agente saudí de la CIA amenaza a la humanidad entera. Y también por supuesto el otro fantasma: Al Zarqawi, su mano derecha en Irak, el mismo a quien la resistencia iraquí que lucha contra la ocupación ha prometido ejecutar. Quizás a alguien desconfiado, paranoico se podría decir, todo esto le recuerde demasiada a los mitos de 1984, al de las brujas de la inquisición o a el que Goebbels inventaba sobre los judíos o Mc Carthy sobre los comunistas. Vigilemos a tos los musulmanes del mundo (900 millones). Todos pueden ser células dormidas. Tras Palestina, Afganistán y Irak o Bosnia, Chechenia y Cachemira, cuando pedirán los neoconservadores la construcción de campos de concentración? Esta vez sólo para musulmanes. Quizás son ya Guantánamo y Abu Ghraib.

Pero mientras el mundo virtual se despliega masivamente en los medios de comunicación, la realidad es muy diferente. Mientras Bush y Blair hacen ver a través de la televisión que todos los líderes y todas las potencias los apoyan en su Guerra contra el Terrorismo la realidad es otra. De hecho, casi la contraria. Desde que los ejércitos anglo-americanos le arrebataron el petróleo iraquí a Total (Francia), Lukoil (Rusia) y China National Petroleum, la guerra global entre las potencias por los recursos naturales fue declarada abiertamente. Inmediatamente tras la caída del muro de Berlín, la red anglo-americana Echelon se redirigió hacia el espionaje industrial para impedir que las multinacionales europeas pudieran competir en igualdad de condiciones. La batalla secreta entre Boeing y Airbus o entre el Apache y el Eurocopter es la realidad escondida. Gran Bretaña no participa en el Euro y la burguesía europeísta comprende perfectamente su carácter de caballo de Troya de los Estad
os Unidos. Ni siquiera del norteamericano GPS (Global Position System) se fía Europa y ya se está desarrollando una guía por satélites independiente: el sistema Galileo, en alianza con China. De aquí pocos años el transporte, civil y militar ya no estará bajo control de las autoridades de Estados Unidos, sino que en el espacio rivalizaran redes paralelas de satélites.

Por debajo de la diplomacia, las batallas geopolíticas están al orden del día. Sólo hay que ver a Zapatero, Chirac y Schroeder negociar y aliarse con Cuba, Venezuela, Síria, Libia e Irán, por poner unos ejemplos claros y contundentes. En Rusia pasa tres cuartos de lo mismo, pero el combate, eso sí, es más evidente. La desestabilización por parte de agentes norte-americanos en todas las repúblicas ex-soviéticas, como Bielorrusia, Ucrania o Tayiquistan es transparente. La mujer del actual presidente ucraniano, el famoso revolucionario naranja, Yushenko, era miembro del gobierno Reagan. El apoyo de las autoridades británicas y de los neocons norteamericanos a los chechenos es otro frente contra Rusia. Putin lo tiene claro y negocia y vende armas a los enemigos de América: Síria, Irán y Venezuela. Por último, China, el gigante que despierta, ya está estableciendo alianzas con Rusia e India y hasta dónde puede con la Unión Europea. El monstruo asiático es el verdadero objetivo fin
al, tras batir a la UE, de los neoconservadores y de su Project for a New American Century. Sigilosamente, China, establece alianzas globales y aumenta su presupuesto militar. A través de una ofensiva económica sin precedentes China se está introduciendo masivamente en la política de África, el mundo árabe y América Latina. Por último Cuba y Venezuela, víctimas del terrorismo y el golpismo, lideran un grupo panamericano (Brasil, Argentina, Uruguay y los movimientos indígenas e insurgentes) cada vez más alejado de los Estados Unidos.

La realidad es esta, el subterfugio de Guerra contra el Terrorismo puede engañar a algunos inocentes desinformados, pero los líderes de todas las potencias mundiales, y los movimientos sociales, saben que es sólo una burda excusa para una cada vez más decadente hegemonía anglo-americana. Y es que el Imperio no ha sabido establecer alianzas y se ha enfrentado al mismo tiempo a todas las potencias mundiales, abriendo tantos frentes que no es posible cubrirlos. Roma, el III Reich y la Unión Soviética cometieron errores similares.

Desgraciadamente, lo que sí es real es el dolor de millones de ciudadanos del mundo que, en medio de los combates, sufren la guerra y el terrorismo. Y con las víctimas no puede haber distinciones. Todos los seres humanos somos hermanos.