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Argentina: La lucha continúa

Por la carestía de alimentos recrudece la pobreza

 Eduardo Rodríguez-Baz
PL  

     La fuerte subida de los precios de los alimentos encendió hoy luces de alerta, donde los sectores más sumergidos de la sociedad acentuaron su condición de excluidos del modelo económico.
      El gobierno del presidente Néstor Kirchner no pudo festejar la desaceleración de la inflación registrada en agosto pasado, que se ubicó en 0,4 por ciento, según los datos difundidos la víspera por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
      La mala nueva sobre el encarecimiento en 1,5 por ciento de los productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), que establece el umbral de la indigencia, impidió a la Casa Rosada, sede ejecutiva, descorchar botellas en el octavo mes del año.
      En base al informe del organismo estatal, una familia común (matrimonio con dos hijos) necesitó en agosto 363,13 pesos (unos 126 dólares) para su subsistencia mensual y no clasificar como indigente.
      El propio grupo de cuatro personas requirió de unos 795 pesos (276 dólares) para no caer por debajo de los niveles de pobreza que fija la Canasta Básica Total, la cual, además de alimentos, incluye el pago de vitales servicios como educación, salud y transporte.
      Aunque el Indice de Precios al Consumidor (IPC, costo de vida) fue de apenas 0,4, el más bajo en 10 meses, por el desmesurado incremento de precios en los artículos de mayor consumo popular los más perjudicados volvieron a ser quienes menos ganan.
      Eso se debe a que la población de escasos recursos destina una proporción mayor o casi todo su magro ingreso a la compra de alimentos, explicaron entendidos en la materia.
      Lo ocurrido en el período analizado se repite para los primeros ocho meses del corriente año: mientras el costo de la vida promedio fue de 7,7 por ciento, el rubro alimentos y bebidas trepó 9,4 por ciento.
      Esa tendencia, además, se refrenda si la comparación se remite a diciembre de 2001, antes de la devaluación del peso argentino iniciada en 2002.
      Desde entonces, el IPC acumula un 66,9 por ciento, mientras que los importes de los alimentos básicos ascendieron 94,4 por ciento.
      Pese a la voluntad del gobierno de revertir la desigualdad instaurada por el neoliberalismo de la década de 1990, las cifras señalan que tanto la pobreza como la indigencia se mantienen en niveles muy altos tras dos años de la administración Kirchner.
      Los números más recientes del INDEC (segundo semestre de 2004) sostienen que el 40,2 por ciento de la población argentina, unas 15 millones de personas, vive en la miseria, y de ese total seis millones (15 por ciento) son indigentes.
      Un reciente estudio oficial indicó que las familias pobres, estimadas en más de 3,5 millones, disminuyeron en la segunda mitad de 2004, pero su situación hoy es peor porque ganan menos y les resulta más difícil revertir esa realidad.
      El análisis subrayó que el crecimiento de la brecha de pobreza e indigencia obedece a que, mientras el valor de las canastas básicas siguió en aumento, el ingreso medio se redujo tanto en los hogares pobres como en el de los indigentes.
      De esa manera, los sectores más sumergidos de la sociedad en este país sudamericano apenas pueden acceder al 58 por ciento de los alimentos básicos para su supervivencia.