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Argentina: La lucha continúa

Intimidación, lucha y capitalismo social

Hugo Alberto de Pedro y Jorge Fernando Daffra

Intimidación social

El 26 de agosto de 2005 el Gobierno Nacional a cargo de Néstor Carlos Kirchner dispuso un operativo de saturación en el que participaron alrededor de 2.000 gendarmes, prefectos y policías federales y bonaerenses para impedir la marcha de los movimientos de trabajadores desocupados que provenían de la zona sur del Gran Buenos Aires. Esta clara demostración de acotar el reclamo y la lucha social fue complementada con carros de asalto e hidrantes, helicópteros, patrulleros, motos y el consabido armamento, que según dicen no incluían armas de fuego. Esas que nunca existen pero que a la hora de reprimir siempre aparecen. Lo vivido fue algo muy similar a un estado de sitio en los hechos.

La marcha se realizaba por cumplirse 38 meses de la masacre del puente Pueyrredón que dejó sin vida a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán y que fuera ordenada por el ex presidente Eduardo Alberto Duhalde y el gobernador bonaerense Felipe Solá. Los manifestantes reclamaban un aumento en los planes sociales, trabajo genuino y el esclarecimiento de los crímenes antes mencionados.

Un fuerte operativo de intimidación integrado por cientos de efectivos de la Policía Federal, de
Gendarmería y de la Prefectura fue desplegado en el Puente Pueyrredón, en las inmediaciones de la
estación Avellaneda y sobre la avenida Hipólito Yrigoyen, ante la protesta anunciada por grupos
piqueteros, al cumplirse un nuevo mes de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán
.
(Foto: Raúl Ferrari/TELAM - INDYMEDIA)


Después de haber prohibido el acto en el puente los 3.000 manifestantes se dirigieron hacia la histórica Plaza de Mayo a la cual también se les prohibió el ingreso mediante un operativo de intimidación como pocas veces tengamos memoria de haber visto. Tampoco el Gobierno Nacional permitió que una delegación de piqueteros tenga una reunión con alguna autoridad nacional como tampoco se avinieron a recibir un petitorio. Todo esto transcurrió en un plazo de siete horas entre el comienzo de la movilización y la desconcentración que en todo momento fue pacífica y donde no se verificó ningún hecho de violencia por parte de los movimientos sociales participantes (Frente Darío Santillán, MTD Aníbal Verón y la Corriente Clasista y Combativa), sólo quedo demostrada la violencia de la intimidación.

El día anterior la represión se daba contra desocupados en las puertas de la Sociedad Rural y nuevamente en la provincia de Santa Cruz con más heridos y detenidos, cada vez más fichados, más procesados y más señalados con el dedo acusador de quienes hacen del autoritarismo una cuestión de estado.

Hasta aquí los hechos acontecidos.

Lucha social

Ahora corresponde hacer la consideración de los motivos que han llevado al Gobierno Nacional para actuar de la forma en que lo hizo, la que cuenta con el beneplácito de los mismos sectores sindicados por él como los que tienen un plan o pacto para desestabilizarlo. Una paradoja que explica muchas cosas.

El presidente Kirchner determina las políticas necesarias para desactivar al conflicto social existente con un ojo puesto en las encuestas de la intención de voto para las próximas elecciones legislativas y el otro puesto en las otras encuestas sobre la opinión de unos cuantos cientos de consultados sobre el tema de los cortes de puentes, rutas y calles. Se comprenderá la predilección gubernamental hacia estás formas tan democráticas y tan participativas en la cuestión política.

El tema principal y fundamental de discusión está fuera de la agenda del Gobierno que desconoce una realidad laboral, social y económica que está muy lejos de las soluciones que puede aportar este capitalismo social siempre mencionado. Unicamente está presente en el discurso oficial la agresión hacia los sectores de la sociedad que tienen una mirada, junto a una ideología clara, precisa y combativa hacia el modelo de exclusión y hambre, que no se condice con los planes economicistas de la acumulación de riquezas y de dinero que se quieren perpetuar en la Argentina. Aunque le pese y le moleste estarán, como necesariamente deben estar, las miradas de las izquierdas socialistas, comunistas y anarquistas siempre atentas, vigentes y saludables a la hora de señalar que otro mundo es posible.

Después de más de dos años de gestión el presidente Kirchner ha delimitado muy bien quienes pueden representar a los sectores populares que están desocupados, de ahí que algunos de ellos sean funcionarios y hagan subir a su clientela de desocupados a los micros que los llevan a los actos donde las, y los, que quieren seguir perpetuados en la democracia representativa llegan en helicópteros o automóviles fuertemente custodiados para hablar de lo que solamente ellos quieren imponer como realidad.

Algunos ciudadanos -únicamente reconocidos como tales a efectos de las necesidades políticas- son instigados desde los medios de comunicación reaccionarios, desde el Gobierno y también desde la propia comprobación de la realidad para que rechacen sin mayor análisis y comprensión a los otros ciudadanos que han perdido su trabajo y también la oportunidad de tenerlo, esos que conforman la mitad de la Argentina hambreada y excluida. Claro está que muchos no comprenden que ese puente o esa ruta a veces cortada los conduce a ellos mismos hacia las mismas fosas del trabajo mal remunerado, del quebrantamiento de los derechos laborales, de la segura inequidad en las oportunidades y para ser los posibilitadores que las distribuciones del ingreso y la riqueza nacional nunca se produzcan. O sea, que todos los ciudadanos son prisioneros del mismo sistema que no los considera al momento de establecer las políticas activas que imposibilitan el bienestar general e igualitario, por cualquier bien nacido deseado y esperado.

Si el pueblo cae por imposición en estas contradicciones será señal que el proyecto de los políticos seguirá presente y perdurará en los tiempos futuros, una cuestión que no es menor para que se pueda diseñar un país diferente y mejor. Es el mismo pueblo que hace 44 meses, a fines de diciembre del año 2001, reclamaba 'que se vayan todos' los políticos culpables de la destrucción económica, social, educativa y sanitaria. El abandono del reclamo y la movilización, más la frágil esperanza en confiar que algo cambiaría al fijar nuevas reglas de juego institucionales dio como resultado que esos muertos vivos se hayan quedado. Además, claro está, que se hayan perfeccionado en sus formas de mentir y traicionar para que sea posible el 'que se queden todos'.

Que la construcción de un movimiento social y popular para enfrentar a las políticas de siempre no haya podido concretarse es un dato de la realidad, que nadie puede desconocer y que desgraciadamente permitió que se aumenten las prácticas prebendarias, mafiosas y mentirosas de la política vernácula. Lo cual no significa que no está pendiente la lucha del pueblo, que no existen las condiciones objetivas para que se desarrollen las luchas sociales necesarias para lograr poner las cosas en su lugar.

En muchos sectores éstas luchas se evidencian con mayor o menor fuerza, con mayor o menor compromiso de clase, con mayor o menor resultado. Pero existen más allá que se las quiera tapar desde la mirada autoritaria del poder. Docentes, sanitaristas, estatales, campesinos, estudiantes, trabajadores con o sin trabajo dan a diario ejemplos que únicamente desde la unidad y la perseverancia en la lucha por las reivindicaciones está el éxito y cambios buscados.

Porque miente el Gobierno, tan adicto y afecto a los pactos electoralistas con los mismos impresentables que representan al pasado político, cuando pretende instalar la idea que es la 'ultraizquierda' o los 'revolucionarios' la que los quiere desestabilizar. Claro está que ese discurso mendaz llega de una forma u otra a muchos sectores de la sociedad, porque si se mintió, si se miente y se vuelve a mentir mañana algo quedará en el inconsciente colectivo. Ellos lo saben, por eso lo hacen.

Capitalismo social

Mientras éstas cuestiones suceden, mientras que el modelo de exclusión se agudiza, mientras que los más ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, mientras que el Estado acumula riquezas y fondos que no pone al servicio de la producción y el bienestar general, mientras que se sigue atendiendo a los pagos de la deuda externa odiosa e ilegal, y mientras muchas cosas más; las esperanzas de millones de argentinos se van dinamitando y se van perdiendo los más elementales principios de solidaridad.

Eso es sencillamente el producto que busca un sistema económico-social-político que desprecia poner en el centro de sus acciones a las mujeres y los hombres, jóvenes o ancianos, trabajadores o desocupados. Eso es así desde el mismo nacimiento del capitalismo moderno en el siglo XIX -sabemos que sus prácticas y bases ya tenían varios siglos de preparación- que tomó diferentes nombres en su camino hasta llegar a nuestros días a su mundialización dentro de la globalización económica, política y guerrerista, o sea el neoliberalismo.

La Argentina no es ajena a ello, sus gobernantes sin excepciones han ido estableciendo los métodos necesarios para llegar al actual estado de situación.

Quizás podamos comprender que cuando el Gobierno Nacional pierde la calma, intimida a los desposeídos, miente sobre la realidad que todos comprobamos como expulsiva de las mayorías lo que está haciendo es exactamente lo mismo que las anteriores gestiones presidenciales: Perfeccionamiento del capitalismo neoliberal, ahora llamado capitalismo social y quizás mañana capitalismo progresista.

Terminar con esto es el desafío de los argentinos para que las próximas generaciones no sean excluidas, vilipendiadas y olvidadas.