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        Argentina: La lucha continúa 
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Desobediencia política 
"Nada más parecido a la vieja política que la vieja política: parece como 
si lo hicieran a propósito para convencernos de que política es ese trapicheo, 
esos negocitos de almacén. Es un buen truco: así consiguen mantenernos en la 
convicción de que la política es una mierda, que no vale la pena ni enterarse -y 
entonces, por lógica reacción, nos desentendemos y se la dejamos a ellos, que 
aprovechan para mantenerse en los gobiernos. No sé si lo hacen para eso; el 
resultado, en cualquier caso, es ese mismo- y les sirve bastante" 
Martín Caparrós 
Hugo Alberto de Pedro
Elecciones políticas 
Cuando faltan seis meses para las elecciones legislativas nacionales, que se 
realizarán el 23 de octubre en toda la República Argentina, han salido a escena 
todos los animales políticos –parafraseando a Aristóteles– dispuestos a 
brindarnos sus conocidas actuaciones y con muy poco de racionalidad. 
El acto eleccionario significa que una vez más la democracia representativa dará 
pruebas que los argentinos nos agolpamos, cada dos años frente a las urnas, para 
cumplir con el único acto cívico que nos es permitido. En este caso es para 
colocar a nuevos diputados y senadores nacionales. 
Claro que pretender que sean "nuevos legisladores" es una licencia que uno se 
permite al escribir para referirse que a fines de año estrenarán un nuevo 
período de actividad legislativa. Muchas y muchos se quedarán en sus funciones, 
algunas y algunos deberán renunciar para asumir otros períodos más extensos, 
otras y otros volverán nuevamente al Congreso de la Nación y ellas y ellos 
dejarán cargos ejecutivos para tomar la categoría de legisladores. Muy pocas y 
muy pocos merecen quedarse. 
Se deberán elegir 127 diputados y 24 senadores nacionales y ya veremos cuántos 
de los elegidos recibirán por primera vez la calidad de honorables y cuantos ya 
lo fueron o bien ocuparon cargos ejecutivos. Porque de lo que se trata es 
justamente de la renovación parlamentaria y no la cooptación de ella. Veremos 
entonces como todos los gastos de campañas, publicidad, actos, afiches, 
alquileres, micros, pasajes, etc. que se realizan solamente persiguen el fin de 
seguir ejerciendo el poder y el usufructo de sus prerrogativas. Ahí estarán en 
las listas los procesados, los mentirosos, los ladrones y los vagos. 
Miserias políticas 
Las miserias de este sistema de representación las iremos viendo a medida que 
vayan avanzando en la carrera para la que se postulan, y de la que algunos otros 
apoyarán ferozmente con todo el poder en sus manos y que supimos entregar 
democráticamente. Así es esta democracia ininterrumpida desde hace 23 años y que 
ha dejado a la mayoría de los ciudadanos en la pobreza e indigencia, sin futuro 
ni expectativas de una vida digna. 
Desde la izquierda –tan bien partida como desarticulada y descerebrada como 
siempre– hasta la derecha –tan reaccionaria y antisocial como siempre– nos irán 
proponiendo a candidatos. Ellos convenientemente se preocuparán por ofrecer todo 
aquello que imaginan será lo que el ciudadano quiere y desea. Digo que se 
imaginan porque ninguno habrá llegado a ocupar un lugar en las listas sábanas 
como producto o consecuencia de haber sido elegidos por los afiliados y luego de 
tener la oportunidad de conocer sus propuestas. 
Podremos comprobar, una vez más, como los locales partidarios estarán vacíos 
hasta los días previos a las elecciones, a donde serán arriados los militantes 
por los punteros políticos para retirar las boletas y padrones que los 
convertirán en fiscales de la nada. Por suerte que los medios de comunicación se 
encargarán de mostrar sus rostros para que por lo menos se enteren para y por 
quienes trabajarán el día de las elecciones, aunque jamás se hayan preocupado 
por hacer conocer sus opiniones y pensamientos. 
El escenario previo al acto comicial será el de los medios de comunicación e 
información –televisión, radios, diarios, revistas, etcétera–, que posibilitarán 
de acuerdo a las pautas publicitarias y las corruptelas, nacidas en la mismísima 
política rentística, que los ciudadanos nos enteremos de quiénes serán los 
bendecidos por el representativo sistema. Sólo interesará quién estará al tope 
de las boletas para votar. Pero lo importante es llegar de cualquier forma a las 
elecciones que el Gobierno quiere convertir en un plebiscito sobre su gestión, 
cuando de lo que se trata es de elegir personas que legislen, controlen y 
supuestamente representen a los ciudadanos. 
Trampas políticas 
Las trampas ya están diseñadas porque en estas cuestiones no se puede improvisar 
como al momento de gobernar o legislar, sencillamente porque lo que está en 
juego es justamente el porvenir de la clase política y no el futuro de todos y 
del país. 
Buscarán aumentar la hegemonía del poder a cualquier costo, facilitando alianzas 
impresentables, compromisos con cualquiera, abandonando los criterios de 
transversalidad muertos antes de nacer, falseando un progresismo a todas luces 
inexistente, levantando las banderas que jamás alzaron y que se cansaron de 
pisotear como las de los Derechos Humanos, invocando la necesidad de obtener 
mayorías parlamentarias para que la gobernabilidad sea posible, etc. 
Encuestas políticas 
Las encuestas y tendencias preelectorales serán armadas, preparadas y 
presentadas de acuerdo a las necesidades de cada momento. Ellas serán 
construidas por los mismos encuestadotes –profesionales en la formación de 
opinión– que trabajan contratados y pagos por el poder. Ese poder que dispone de 
las rentas nacionales para mentirnos. De esto ya sabemos lo suficiente y ellos 
también saben como llevarnos a votar por el teórico triunfador. 
Los medios que se utilizarán los conocemos muy bien como a los análisis e 
informes del Gobierno de que todo va muy bien, que las condiciones han ido 
mejorando para todos, los rimbombantes anuncios de obra pública, construcción de 
viviendas y entrega de subsidios, como los aumentos nominales de salarios y 
jubilaciones. 
No habrá ninguna propuesta política nueva, ningún compromiso serio y cumplible, 
ningún aporte de una mirada diferente sobre la actualidad y menos de un 
pensamiento crítico para un futuro más justo para todos. 
Preguntas políticas 
O sea que... bueno ya sabemos lo que se viene y nos espera por delante. 
Sí echamos una consciente y detenida mirada sobre los gobiernos y las 
legislaturas de los pasados más de veinte años: ¿Han solucionado los problemas 
de las familias argentinas? ¿Han mejorado el nivel de vida de la población? ¿Han 
hecho un país que contenga a los jóvenes y los haga crecer en la felicidad y con 
esperanzas sobre el futuro? ¿Han asegurado a nuestros mayores una vejez segura? 
¿Han mejorado la educación, la salud y las condiciones de trabajo?. 
No nos engañemos entonces y no dejemos que con nuestro voto y en nuestro nombre 
sean ellos los que puedan seguir contestando afirmativamente a esas preguntas.
El voto es obligatorio y es la base fundamental para poner en el Congreso a 
nuestros representantes, aunque en realidad todos serán representantes de un 
puñado de dirigentes que se han arrogado la verdad política y con la cual se 
robaron, roban y robarán todo; hasta el límite hacerlo con nuestros sueños y 
esperanzas de vida. 
Desobediencias políticas 
Quizás por todo esto es que no votaría, ni ebrio ni dormido, por cualquiera de 
todos estos políticos que en definitiva son más de lo mismo. Prefiero dejar que 
se voten entre ellos y no ser cómplice de sus andanzas. Desobedecer la 
imposición de votarlos. Quizás algunos entenderán que el no querer ser cómplice 
y no votarlos es un hecho que no contribuye a la democracia o que la ataca. Pues 
bien, que así sea siempre y cuando se mantenga este sistema de representación 
democrática de los mismos de siempre, de los mismos que roban, de los mismos que 
mienten, de los mismos que se enriquecen y de los mismos que empobrecen al 
pueblo. 
La cuestión es entonces –como al decir de Joan Manuel Serrat y no referido al 
tamaño del pene– ver quién la tiene más grande a la mentira. Resistamos 
pacíficamente a los mandatos y exigencias del poder.