El "boleto social", la garrafa "económica", y ahora, la 
   "canasta básica de alimentos"  
   
   Las estafas del Gobierno de Kirchner a las 
   esperanzas de los pobres  
    
   Prensa de Frente 
   
   Un acto en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Medio gabinete presidencial, 
   empresarios del transporte, dirigentes sociales y decenas de periodistas. El 
   presidente Kirchner anuncia el abono social para desocupados "que permitirá a 
   unas 800 mil personas viajar en subte y en tren por 20 y 30 centavos". Es 
   aplaudido por los oficialistas Luis D`Elía (CTA) y Jorge Ceballos (Barrios de 
   Pie), y también por Juan Carlos Alderete (Corriente Clasista y Combativa). 
   "Estos anuncios marcan que estamos viviendo una Argentina diferente", agrega 
   el primer mandatario, y todos vuelven a aplaudir. La situación se vivió el 
   martes 3 de febrero de 2004. Un año y medio después, todavía ningún 
   desocupado pudo viajar en los medios de transporte por esa tarifa. El anuncio 
   aplaudido y ampliamente difundido finalmente no se concretó.  
    
   En estos primeros dos años de gobierno, el presidente Kirchner hizo un uso 
   inteligente de este tipo de anuncios que mostraron a su gobierno sensible a 
   la problemática social: en gran medida, y apelando a medios de comunicación 
   que se prestaron a difundir tales noticias sin ningún tipo de reparo crítico 
   ni contraste con la realidad, a golpes de efecto este presidente fue 
   construyendo una legitimidad que no le habían dado los votos. Claro que, 
   repetido en el tiempo este mecanismo engañoso, debería despertar sospechas, 
   como mínimo. No sólo ningún desocupado pudo viajar con una tarifa reducida en 
   los medios de transporte; tampoco la población más empobrecida del país pudo 
   finalmente acceder a la "garrafa económica" que se anunció desde la Casa 
   Rosada, ni la bancarización del cobro de los planes sociales implicó 
   beneficio alguno más que para los bancos. Ahora, el nuevo anuncio de la 
   "Canasta Básica de Alimentos" no logra otra cosa que hacer creer, a quienes 
   están lejos de necesitarla, que el gobierno se preocupa por los pobres. Pero 
   ninguna familia humilde se ve beneficiada por esos anuncios, que en las 
   barriadas populares no se concretan. 
    
   Meses después de anunciar el boleto social, el gobierno explicó que el cobro 
   del plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados por medio de una tarjeta bancaria 
   evitaría el "manejo político", logrando así que la ayuda llegara a quien 
   realmente la necesitara. Un discurso que hacía bandera de la transparencia, y 
   que tuvo amplia difusión en medios de comunicación. Concretada la 
   bancarización del cobro, la realidad es que el manejo discrecional y en 
   función de intereses políticos se profundizó, y el principal responsable fue 
   el propio gobierno: bajas de beneficiarios por un lado, achicando mes a mes 
   el padrón del Plan Jefes (que se redujo de casi dos millones cuando asumió a 
   algo menos de un millón y medio en la actualidad, a pesar de que los números 
   del desempleo no ceden), para redistribuir esa ayuda ofreciéndole los cupos 
   sólo a las organizaciones oficialistas, a través del Plan de Empleo 
   Comunitario (PEC, igual que el Jefes y Jefas pero con otro nombre). Resultado 
   de la operación "transparencia": beneficio para el gobierno a través de 
   anuncios que lo muestran sensible y transparente; beneficio a las 
   organizaciones oficialistas por medio de la reorientación arbitraria de la 
   ayuda social; beneficio a los bancos con los que se hizo el acuerdo del cobro 
   con tarjeta de débito. Ningún beneficio para la población excluída. 
    
   La misma lógica se repite con la garrafa "social" o "económica". Lo que se 
   anunció como una forma de amortizar los aumentos para los sectores más 
   postergados, terminó siendo un negocio para distribuidores y comerciantes 
   amigos de los intendentes en cada distrito. Con pocas bocas de entrega y 
   distanciadas de los barrios humildes, las garrafas "sociales" (que reducían 
   el precio sólo un 15 %, cuando en realidad el costo para las empresas 
   productoras permitiría vender la garrafa a menos de la mitad de ese precio) 
   terminaron en los negocios al precio de venta común. 
    
   Ahora, otro nuevo anuncio, otro golpe de efecto que en los barrios finalmente 
   "no existe": la Canasta Básica de Alimentos. Los precios de los quince 
   productos alimenticios y de limpieza anunciados, no mejoran la oferta de lo 
   que se consigue en los barrios populares, por lo que ningún almacén de barrio 
   adhirió al plan.  
    
   En un año electoral en el que el presidente propone plebiscitar su gestión y 
   cierra acuerdos para ello con lo más conservador de la estructura política 
   del Partido Justicialista, resulta imprescindible echar luz sobre estas 
   estrategias de construcción de consensos en base a anuncios que no 
   constituyen más que una estafa a las esperanzas de los sectores más 
   postergados. Son pocos los medios de expresión, las voces que pueden alzarse 
   desde los barrios más humildes para denunciar esta situación. Con este 
   artículo nos proponemos aportar nuestro granito de arena a que esa realidad 
   postergada sea conocida.  
    
   
    
   
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