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        Argentina: La lucha continúa 
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El tiempo perdido
Hugo Presman
Roberto Lavagna ha cumplido tres años en su cargo de Ministro de Economía. El 
presidente Néstor Kirchner está por soplar las velitas de su segundo año en la 
presidencia. El primero asumió cuando su antecesor Jorge Remes Lenikov había 
cabalgado sobre la devaluación como un carnicero en un quirófano. Pero sería 
injusto cargarle toda la culpa al primer ministro de economía de Eduardo Duhalde. 
La sociedad y sus representantes se habían negado a encarar una salida temprana 
y controlada del Titanic que se precipitaba desde hacia más de un lustro sobre 
el iceberg de la convertibilidad. El resultado fue una transferencia gigantesca 
de ingresos, en muchos casos a los ganadores de la década del noventa. El 
estallido de la convertibilidad arrojó a la sociedad argentina a la peor crisis 
de su historia.
Roberto Lavagna piloteó la economía argentina en medio de una tempestad 
desenfrenada. Eduardo Duhalde concluyó su transitoria presidencia con un 
reconocimiento superior al menguado prestigio con el que había arribado y el 
cual no tardó nuevamente de despilfarrar. Los partidos políticos habían 
estallado y la fragmentación social epilogó con la elección de un Presidente con 
una patética debilidad de origen.
Néstor Kirchner sintonizó un discurso implícito en las jornadas del 19 y 20 de 
diciembre. El mismo se alejaba considerablemente de la teoría y praxis de su 
gobernación de Santa Cruz. Algún escritor menemista, de pluma filosa y lengua 
ofídica lo definió con ironía: 'General Franco en Santa Cruz, subcomandante 
Marcos en Buenos Aires'.
Lo cierto es que los discursos recuperaban una melodía enterrada y algunos 
hechos concretados alentaban un moderado optimismo. Era tan poco lo que se 
esperaba que un discurso nacional despertó nostalgias sepultadas bajo la 
barbarie neoliberal.
A eso se sumaba un ejercicio efectivo del Poder Ejecutivo, muy diferenciado con 
relación al presidente aliancista. Con estas recetas triplicó en la 
consideración pública su magro punto de partida.
Las posiciones más duras fueron sostenidas por el santacruceño y las más 
negociadoras por el Ministro. En los hechos concretos las diferencias, en la 
mayoría de los casos, se diluían.
La sensación fue que a pesar de la enorme debilidad económica y política del 
país, se decidía sostener posiciones, en muchos casos, de defensa de los 
intereses nacionales, práctica abandonada fundamentalmente en los noventa.
La propuesta es el desarrollo de un capitalismo nacional, alternativa entroncada 
con los orígenes históricos del justicialismo.
La negociación exitosa en términos relativos de la deuda, insumió las mayores 
energías del gobierno y arroja un resultado contradictorio. Enterró toda 
revisión, obtuvo una quita sin precedentes, privilegio el pago íntegro de la 
deuda con los organismos internacionales, mejoró el cronograma de pagos, pero a 
pesar de la disminución, el saldo pendiente reconocido es equivalente al monto 
adeudado al momento de producirse el défault y continúa siendo impagable. Más 
aún: es una soga puesta sobre el cuello del futuro del país, al comprometerse a 
superávit fiscales que no alcanzan muchos de los países desarrollados.
La reactivación económica, lejos de ser consecuencia de políticas concretas del 
gobierno, es el resultado de la devaluación y de condiciones económicas 
excepcionales de los principales productos exportables: petróleo y soja.
La matriz distributiva regresiva heredada de los noventa continúa inmodificable.
Se ha disminuido la desocupación pero en la Argentina post crisis, el empleo 
ofertado, mayormente en negro, está lejos de superar la línea de pobreza.
Es paradojal que un gobierno que reivindica el papel del estado, deje librado 
mayormente a las fuerzas del mercado el sostenimiento de la reactivación y la 
recuperación de la participación del ingreso de los sectores asalariados.
¿Existe la burguesía nacional?
Todo proceso de capitalismo nacional lleva implícito la existencia de una 
burguesía. En los países dependientes, su escaso desarrollo impidió el 
cumplimiento de un papel protagónico.
En la Argentina, en el siglo XIX, la batalla de Pavón significó el triunfo de 
las clases sociales vinculadas a la Pampa Húmeda. Mientras aquí ganaba 'el Sur', 
en los EE.UU, cuatro años más tarde, se imponía el Norte industrial en la Guerra 
de Secesión. En nuestro país, los sectores triunfantes incorporaron la Pampa 
Húmeda al mercado mundial. La naciente oligarquía construyó su prosperidad 
basada en el mercado europeo y la renta diferencial de la pampa húmeda.
Fue rentista y ausente. Tenía un proyecto de país concentrado y reducido.
Cuando estallaron las crisis planetarias (guerras mundiales, crisis de 1929), la 
oligarquía inteligentemente prescindió del librecambio y adoptó regulaciones y 
controles. Creo el Banco Central, las Juntas Reguladoras. Al mismo tiempo era 
capaz de vender la parte del país de la que no era propietaria con el objeto de 
conservar el mercado inglés.
Las limitaciones de abastecimiento dieron origen a la industria de sustitución 
de importaciones.
La 'burguesía nacional' fue un hijo no deseado de la oligarquía y de su 
influencia ideológica nunca se liberó.
El peronismo concretó la política industrial en sustitución de esa burguesía 
débil e incipiente.
Lo realizó con la transferencia de ingresos del campo a la industria y con el 
fortalecimiento del mercado interno a través de la distribución del ingreso a 
favor de los sectores asalariados.
Muchos integrantes de la burguesía nacional se aliaron a la oligarquía, en 
contra de sus intereses concretos, por las limitaciones que los sindicatos le 
imponían a su derecho de propiedad y por su alienación ideológica de adherir a 
un librecambio que la desfavorecía.
Usaron las protecciones con miopía y denostándola.
El frondicismo renunció a la transferencia de recursos del campo a la industria 
intentando sustituirla por la inversión extranjera.
El último intento de un gobierno con presencia de la burguesía nacional, 
enancada en la base popular del justicialismo, fueron los 18 meses del tercer 
peronismo que se extingue con la muerte de Perón y la expulsión de Gelbard.
Desde 1976, la burguesía nacional apoyó durante buena parte de los gobiernos que 
la conducían alegremente al cementerio.
Muchos fueron cómplices del terrorismo de estado y otros delataron sin 
escrúpulos a obreros que le 'molestaban'
Durante la convertibilidad buena parte quebró o vendió sus empresas a capitales 
extranjeros.
Vivieron criticando al Estado que los favorecía o succionándolo como garrapatas. 
Luego participaron de su desguace.
Figuras emblemáticas son: Amalia Fortabat que concertó prácticas oligopólicas, 
Macri y Eurnekian que se quedaron con concesiones estatales y ni siquiera 
pagaron los cánones que le correspondían erogar.
Algunos hoy lloran por la ausencia de un estado que se llevaron a sus casas.
Son los que fugaron la mayor parte de los multimillonarios fondos radicados en 
el exterior.
Otros se esconden detrás de empresas off - shore que son aquellas que se tapan 
la cara.
¿Como se hace capitalismo nacional?
Con una burguesía de mentalidad bolichera, el Estado debe en buena parte 
sustituirla delineando políticas industriales y controlando lo que queda librado 
al mercado.
Pero para eso se necesita otro estado. Ni el anterior a las privatizaciones, 
obeso por fuera y raquítico por dentro, ni mucho menos el que quedo 
descuartizado. Sin reconstrucción total del estado, no hay la menor posibilidad 
de un desarrollo y mucho menos con equidad.
El Banco Central debe ser reconvertido después de treinta años de infección 
neoliberal, para poner los bancos al servicio de la producción.
Un nuevo sistema impositivo progresivo basado en los impuestos directos. La 
decisión política de cobrar los impuestos.
Informatización y control férreo de la aduana.
Un plan ambicioso y serio de obras públicas, con seguimiento a cargo de los 
futuros beneficiarios.
Una progresiva reconstitución del salario. Sin recreación amplia del mercado 
interno no hay sociedad integrada posible. Mientras se alcancen estas metas, es 
imprescindible el seguro de desempleo digno y capacitación para los desocupados.
La fijación de políticas sociales con la movilización de las Universidades para 
concretar campañas y concluir con la desnutrición y el analfabetismo. Apoyo 
amplio a los emprendimientos autogestionarios.
Poner los medios al servicio de emprendimientos colectivos y voluntarios que 
cree un clima imprescindible de que posible y vital cambiar el estado de 
situación.
Políticas estatales tendientes a la diversificación de los cultivos.
Recuperación de recursos básicos como el petróleo y el gas. Es incompatible la 
indigencia con el petróleo y el gas en manos de Repsol.
El hambre no puede esperar ningún derrame que por otra parte nunca se produce.
Poner a los jueces federales en comisión o apartarlo mediante el juicio 
político.
¿Que hace el gobierno de Néstor Kirchner de todo esto? ¿Como intenta aplicar su 
receta de capitalismo nacional?
Lo define con precisión el Secretario de Industrias Miguel Peirano en 
conversación con los empresarios, según Clarín del 7 de mayo: 'La verdadera 
política macroeconómica que defiende el gobierno es mantener el tipo de cambio'. 
Esto es lo que realmente se hace el gobierno. No lo que el mismo Secretario 
afirma al día siguiente: 'Pensamos en un modelo de industrias con alto valor 
agregado, diversificada y en la que coexistan tanto pequeñas y medianas como 
grandes unidades' Esta declaración es el discurso del 'debe ser'. Lo que 
efectivamente se hace es lo que le declaró a los empresarios de la UIA.
El tiempo perdido
Se partió de una situación de extrema gravedad. Se contó con situaciones 
comerciales internacionales inmejorables. El default era un aislamiento 
protector. Algunos de los números macroeconómicos se revirtieron. La deuda 
social se mantiene en forma inversamente proporcional a aquellos. La 
respetabilidad generalizada que hoy goza Lavagna, la popularidad del Presidente 
se revertirá seguramente en el futuro por todas las facturas que no se animan a 
afrontar. Por lo que no hacen, dentro de la lógica del modelo que proponen, pero 
no impulsan. Por las oportunidades que se desaprovechan siempre al borde del 
abismo. Por la enorme debilidad de un modelo enclenque sujeto a nuevos 
estallidos demoledores. Más grave que no haber aplicado medidas elementales es 
ni siquiera haberlas empezado a diseñar. No realizar lo que se tiene que hacer 
puede ser tan gravoso a futuro como el mantenimiento de la convertibilidad en el 
pasado.
Posiblemente en las elecciones de octubre el gobierno gane con comodidad si se 
mantienen las condiciones actuales. Como cuando Carlos Menem se consideró Gardel 
en octubre de 1993, ganando incluso en la Capital Federal con un candidato como 
Erman González.
Roberto Lavagna está enamorado de una economía primarizada que por efecto rebote 
del ciclo económico le ha dado un halo de seriedad. A pesar de sus convicciones 
industrialistas, su moderación lo lleva a dejar las cosas en el freezer, aunque 
finalmente se pudran por vencimiento del plazo para consumirlas. Si pudiera 
congelar la actual situación con sus millones de desocupados, pobres e 
indigentes pero con crecimiento del PBI, lo haría gustoso hasta su retiro del 
Ministerio. Eso le permitiría saborear algunas gratificaciones políticas y 
constituirse en un candidato de reserva. Lo mismo sucedía con Domingo Cavallo en 
1993/1994.
Problemas fundamentales irresueltos estallarían en otras manos. Eso hubiera 
sucedido con el mediterráneo, pero fue seducido por su omnipotencia y egolatría 
lo que lo llevó a formar parte de otro gobierno del cual sería expulsado por la 
bomba neutrónica que había pergeñado durante el 'inolvidable' gobierno del 
riojano
Como dice el economista Carlos Leyva: 'La historia de 30 años nos enseña que los 
prólogos alegres no garantizan los epílogos felices'.