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Argentina: La lucha continúa

 

Educación superior y discapacidad: hacia otra mirada

Prof. Juan Carlos Sánchez

De vez en tanto, las cartas de lectores de los principales matutinos de la Argentina suelen depararnos la ingrata noticia acerca de la discriminación sufrida por personas con discapacidad en diversas instituciones educativas de nivel superior y por otro lado, salvo los e-grupos dedicados a la discapacidad, no se tiene una real dimensión acerca del nivel de inserción posible, teniendo en cuenta la infraestructura edilicia como también del modelo pedagógico implementado.

Sin dudas, el acceso a estudios superiores por parte de jóvenes y adultos con discapacidad se encuentra obstaculizado por la mirada obtusa de los directivos de las universidades; en particular, del sector privado o bien, aquella que soslaya a los estudiantes de ese colectivo en las universidades del sector público, salvo excepciones, lo cual se debe a la falta de una infraestructura destinada a allanar las dificultades de orden físico, tan a la orden del día como las existentes en materia comunicacional.

En el Año Iberoamericano de la Educación, es sorprendente como no se ha pensado en la elaboración de una mirada hacia la paulatina integración en la Educación Superior. Salvo honrosas excepciones, todavía los estudiantes con discapacidad deben atravesar un calvario para intentar (sí, leyó bien... intentar...) acceder a estudios superiores, sean terciarios o universitarios.

Desde la negativa a su aceptación como estudiantes regulares a la ausencia de rampas y de intérpretes en lengua de señas, sin contar con las consabidas cuestiones curriculares, encontramos una enorme gama de dificultades que impide el cursado y por ende, cercena el derecho a estudiar de los jóvenes y adultos que integran este colectivo.

Sucede que, muchas veces, no llegan a ingresar y cuando esa oportunidad se presenta, ocurre que no se arbitran los medios para que puedan seguir cursando debido a obstáculos administrativos o de los mismos docentes o directivos. Esto provoca que muchos sigan transitando por el sendero de la efímera capacitación que no lleva al trabajo, sino a los pingües negocios de los capacitadores o por la búsqueda de un empleo informal que, en general, es escaso: recordemos el caso de los integrantes del Seleccionado Nacional de Fútbol para No Videntes que vendían en la vía pública...

Ahora bien, ¿ existen alternativas posibles ?. Aunque algo se ha hecho para remover algunos obstáculos existentes, todavía queda mucho por hacer y me permito resaltar tres cuestiones para repensar: lo accesible con respecto al medio físico, a lo curricular como también acerca de la formación para la integración, destinada a formar profesionales con amplios conocimientos sobre las verdaderas dimensiones de la discapacidad y sus sujetos comprendidos.

En primer lugar, al igual que el resto del sistema educativo, el medio físico debe ser pensado e implementado para que sea accesible desde lo edilicio, mediante la construcción de rampas y de ascensores que permitan la circulación de aquellos con discapacidad motriz como desde lo comunicacional, mediante la implementación de sistemas audiovisuales, tanto para la gestión administrativa como para el dictado de las asignaturas del nivel, que faciliten las relaciones de aquellos con discapacidad sensorial. Y debemos tener en cuenta que la accesibilidad también debe incluír a las personas mayores y a las mujeres embarazadas.

En segundo lugar, debe pensarse en una Educación para Todos; es decir, con un criterio integrador que permita la participación de estudiantes con y sin discapacidad en cada una de las cursadas, lo cual implica que deben repensarse los contenidos y las formas de evaluación con el fin de asegurar una verdadera igualdad de oportunidades. Desde luego, esto requiere pensar en una Universidad o Instituto Terciario para todos y sin exclusiones...

Por último, resulta conveniente echar una mirada hacia la actual formación de los profesionales universitarios y terciarios para darnos cuenta de la necesidad de incorporar contenidos que permitan el pleno conocimiento de las problemáticas de la discapacidad en cada una de las carreras, con el previsible fin de comprometerlos en la construcción de una sociedad y de un Estado con un verdadero sentido social e integrador.

Estos repensares deben llevarnos hacia otra mirada que deje la actual, la que excluye en forma arbitraria o impide la prosecución de estudios superiores a quienes tienen dificultades físicas. Esto constituye un verdadero imperativo categórico en un siglo caracterizado por el veloz avance de la ciencia y de la tecnología, pero también por la pertinaz deshumanización que se impone desde el Imperio con la colaboración de los gobiernos y de las élites nacionales.

Vayamos hacia otra mirada que contemple una Educación, por y para las personas con discapacidad, con el fin de construir una verdadera comunidad educativa integrada. Y el nivel superior no es una excepción; tal vez, debiera constituirse en el ejemplo para el resto del sistema educativo, salvo en aquellas instituciones que siguen pensando en una Educación para Pocos y por supuesto, para una Argentina de 3.000.000 de habitantes...

* Juan Carlos Sánchez es Profesor de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales en I.S.P.'Dr. Joaquín V. González'.