|  
        
        Argentina: La lucha continúa 
     | 
  
Norberto Galasso y Alcira Argumedo
Del canje de la deuda a la democracia Artiguista
Carlos del Frade 
Argenpress
Norberto Galasso y Alcira Argumedo son dos de las voces más lúcidas del 
pensamiento político argentino contemporáneo. Sus posiciones personales siempre 
alejadas de cualquier forma de complicidad los hacen insoslayables a la hora de 
analizar el presente y el pasado próximo. Los temas en común fueron la 
renegociación de la deuda externa, la sociedad argentina después de 2001, el 
autismo de la clase política tradicional y los límites y horizontes de lo nuevo. 
En cada concepto hay algo para aprender, discutir, profundizar pero en ningún 
caso se puede argumentar indiferencia. En los dos hay una expresa esperanza en 
el destino latinoamericano. Pero también hay dudas en torno al protagonismo de 
las mayorías y el rol de las viejas dirigencias. Palabras para la vida 
cotidiana. Galasso y Argumedo, dos imprescindibles.
El canje de la deuda
'Los números fueron muy alegres', comenzó diciendo Norberto Galasso al analizar 
los resultados del canje de la deuda externa anunciados por el gobierno 
nacional.
'Nosotros siempre aspiramos a una solución de máxima porque se trata de una 
deuda ilegítima e ilegal. Queríamos lograr un acuerdo a escala latinoamericana y 
no pagarla porque, entre otras cosas, ya fue pagada varias veces. Pero para 
hacer eso no hace falta solamente tener razón, hay que tener fuerza política. La 
razón es un cincuenta por ciento, el resto es fuerza política', apuntó el 
historiador y autor de más de cuarenta libros en donde las crónicas del pasado 
sirven para entender el presente. 
'No me atrevo a pedirle semejante esfuerzo al gobierno', confiesa Galasso. Sería 
'injusto pedirle eso a un gobierno que tuvo un porcentaje de votos propios muy 
escaso. Por lo que se vio se puede decir que las negociaciones con los 
acreedores internacionales se hicieron
Norberto Galasso
con bastante dignidad, pero no hay que dejar de señalar que fijar que el 
Fondo Monetario Internacional debe ser tratado como acreedor privilegiado es un 
error grosero', sostuvo el militante del campo nacional y popular que vive con 
una jubilación que no supera los cuatrocientos pesos mensuales. 
Los sesenta años del peronismo
A la hora de pensar los sesenta años del peronismo, Galasso entiende que aquel 
primer movimiento de 1946 a 1955 constituyó algo 'muy importante por su política 
salarial, cambiaria, de nacionalizaciones diversas'. También destacó la etapa de 
la resistencia después del golpe de setiembre del '55. 'Pero las bases de 
sustentación han cambiado, desde aquella burguesía nacional que no tenía mucha 
conciencia de lo que hacía y era expresada en Miranda, primer ministro de 
economía del peronismo de los años cuarenta, se derivó en el peronismo de 
empresarios como Techint y Macri. Cuando el peronismo menemista destruyó casi 
todo de aquel primer peronismo. Surgen también los caudillos provinciales 
asentados especialmente en la distribución de planes sociales y subordinados a 
los intereses de las grandes empresas', siguió el diagnóstico de Galasso, hincha 
melancólico de San Lorenzo de Almagro.
Ya el peronismo 'no tiene una base nacional dentro del ejército como tampoco 
conserva grandes masas juveniles de clase media como ocurrió en los años 
setenta. Incluso en lugares como Capital Federal prácticamente no existe', 
subrayó el investigador.
De tal manera uno tiende a pensar que aquel viejo peronismo está agotado. 'Pero 
con los movimientos nacionales no pasa así y menos en América latina. Uno 
pensaba que el radicalismo estaba agotado desde la época de Alvear pero el 
radicalismo, sin embargo, ganas elecciones. Es que la memoria colectiva de las 
masas juega un papel importante. Recuerda épocas mejores y entonces surge la 
camiseta y no es un hecho menor porque esas camisetas tienen una historia por 
detrás. Y eso todavía sostiene a la UCR y también al PJ', apunta Galasso con 
agudeza.
A la hora de pensar en Kirchner, el ensayista anota que 'cuando el presidente 
carga contra Shell uno puede pensar que una cosa son las palabras y otras son 
los hechos, pero semejantes palabras son impensables en tipos como Martínez de 
Hoz o Alfonsín, por ejemplo'.
Es evidente que 'el peronismo sigue siendo un sentimiento, algo afectivo que 
todavía no fue superado por la sociedad y que, por lo tanto, sigue vigente'.
La sociedad no generó algo superador y que vaya más allá como decían Jauretche y 
el propio Perón. De allí que se cumpla algo que dijo el General, 'los malos que 
nos siguieron nos hicieron mejores'.
Los días de Kirchner
Galasso entiende que Kirchner 'tiene que negociar con Duhalde y con los 
gobernadores de las provincias que muchas veces no entienden ni están dispuestos 
a bancar hechos y gestos que tiene la administración en relación a los derechos 
humanos. Incluso eso se ve en el parlamento con leyes que son votadas por 
menemistas que hasta ayer hacían todo lo contrario y hoy votan de tal manera que 
ofrecen una vuelta pública en sus posiciones con total impudicia. Hecho que 
marca la decadencia de la dirigencia política y demuestra cómo se frustran las 
esperanzas de algo nuevo que surgieron en los días del 19 y 20 de diciembre de 
2001', remarcó el escritor.
'Kirchner puede terminar o en una total claudicación o crear algo propio a 
partir de un apoyo popular que hoy no tiene. Que pueda generar una política más 
popular y contestaria. Eso no es imposible, pero a mi me resulta más fácil 
hablar de historia que hacer futurología', dice Galasso con ironía y con una 
cuidada esperanza.
Partida doble
Para la socióloga rosarina Alcira Argumedo, a partir de diciembre de 2001 se 
abre un 'doble proceso'.
Por un lado, una crisis política luego de la debacle del radicalismo y del 
Frente Grande. 'El justicialismo es lo último que queda en pie pero muy 
debilitado. Por ejemplo Solá es elegido por la misma cantidad de votos que con 
los que perdió
Duhalde en 1999'. 
Por otra parte, hay un proceso subterráneo de 'reconstitución del tejido social. 
A mi siempre me gusta utilizar la imagen del desborde del río Nilo que cuando 
vuelve a su cauce deja el terreno con mucho humus para sembrar. Por ahora ese 
proceso no tiene una manifestación política clara pero es evidente un salto en 
la conciencia que
Alcira Argumedo
adhiere a valores tales como la solidaridad, la cooperación, totalmente 
contrarios a los del neoliberalismo conservador de los años noventa. No se sabe 
lo que se quiere pero se tiene claro que es lo que no se quiere. Aparecen las 
fábricas recuperadas, las cooperativas de cartoneros, los comedores barriales y 
esto se ve en algunas encuestas que refuerzan este cambio profundo', se 
entusiasma Argumedo.
En octubre de 2004, la consultora Analogía preguntó qué sectores de la sociedad 
son los más beneficiosos para el resto. Allí fueron consagrados los agricultores 
y ganaderos, los científicos e intelectuales, los maestros y los profesores 
universitarios.
Y los cuatro peores sectores sociales, según aquella encuesta, en orden 
descendente eran los bancos, las empresas privatizadas, el capital extranjero y 
los 'gordos' de la CGT.
'Es decir que se rompió la hegemonía del modelo neoconservador', apuntó la 
autora de 'Un horizonte sin certezas'.
Agregó que en otra encuesta realizada sobre la imagen de la administración Bush 
en el mundo, los primeros países que encabezaban el repudio al presidente 
norteamericano eran Turquía y la Argentina. Pero cuando se preguntaba sobre la 
resistencia a la política de Estados Unidos, la Argentina aparecía, entonces, en 
primer lugar a la hora de rechazar esas líneas imperiales.
'Este es un proceso subterráneo, muy profundo y que no tiene nada que ver con el 
autismo de la clase política que sigue en otra cosa y no da respuesta para 
expresar este curso nuevo de la historia argentina. Pero la clase política sigue 
con el modelo neoliberal claro que de manera menos grosera pero los beneficiados 
siguen siendo los mismos', sostuvo la investigadora del CONICET que gana menos 
de mil quinientos pesos mensuales.
El triángulo kirchnerista
'Fue una derrota el resultado de la renegociación de la deuda externa. Se perdió 
una oportunidad histórica de rechazar la deuda ya que quedó demostrado que el 
ochenta por ciento de lo que se le debe al Fondo Monetario fue por los giros de 
dinero que enviaron a la Argentina durante el megacanje de la época de De La Rúa 
y Cavallo. Y la propia carta orgánica del Fondo dice taxativamente que no se 
puede asistir a los países que están en un proceso de fugas de capitales al 
exterior como ocurría en la Argentina. Se financió esa fuga de dinero y eso está 
prohibido en la propia carta orgánica del Fondo', repitió Argumedo. Era la 
ocasión ideal para 'plantear el caso en la asamblea de las Naciones Unidas y en 
el Tribunal Internacional de La Haya y no se hizo. Fue una derrota', remarcó.
Criticó la idea de 'seguir pagando con una tasa que dependa del crecimiento. 
Esto es muy riesgoso para el país porque repite esquemas del pasado'.
El otro punto a tener en cuenta es el rol del gobierno frente a las empresas 
privatizadas. 'Ellas no cumplieron con los pliegos de las concesiones pero 
tuvieron ganancias fantásticas, como en el caso de las petroleras que en nueve 
meses recuperaron los invertido para quedarse por veinticinco años. Imagínese 
que el costo de extracción del petróleo es de 8 dólares y el barril hoy cuesta 
54 dólares. Es necesario que todo eso retorne al sector público. Sin embargo no 
se revisó nada. Al contrario, se renuevan concesiones', fustigó la apasionada 
intelectual rosarina.
El tercer punto es la cuestión de los bancos. 'La banca extranjera era solidaria 
al interior de los grupos económicos. Eso está demostrado luego de la causa 
Swift - Deltec, se ha sentado jurisprudencia al respecto. Y así funcionaban 
cuando daban ganancias hasta del cincuenta por ciento al año en materia, por 
ejemplo, de las tarjetas de créditos. Allí cuando las ganancias eran 
descomunales, las casas matrices de los bancos extranjeros reconocían a las 
filiales como hijas verdaderas, pero a la hora de hacer frente a los reclamos de 
los ahorristas, las filiales se convirtieron en hijas bastardas. No es serio. El 
gobierno, entonces, vuelve a favorecer a los mismos que fueron favorecidos 
durante las administraciones de De La Rúa y Duhalde', fundamentó Alcira.
'Es lamentable que continúe el modelo neoliberal y que se beneficien tipos como 
Eurnekián. Se está perdiendo una oportunidad fantástica', enfatizó la estudiosa.
El salto cualitativo
Para Alcira Argumedo hoy hay un mismo nivel de 'ascenso de conciencia' en los 
demás pueblos de América latina, 'más allá de lo que hagan gobiernos como los de 
Tabaré Vázquez o Lula, los pueblos de Uruguay y Brasil están marcando ese salto 
cualitativo en la conciencia. Ni hablar de lo que está pasando en Bolivia, 
Ecuador y Venezuela. Pero el gobierno argentino hoy no tiene una mirada 
histórica que le permita integrar sus políticas con lo que está haciendo, por 
ejemplo, Hugo Chávez', indicó.
'Cuando Kirchner le hace cha chás en la cola a la Shell no tiene nada que ver 
con lo que podría suceder si se juntaran las petroleras de Venezuela, Brasil, 
México o la Argentina verdaderamente recuperara sus energías a través de Enarsa. 
Esa integración representaría el surgimiento de la empresa petrolera más 
poderosa del planeta, mucho más que la propia Shell o la Standard Oil. Ayudada 
por el hecho de que no habría gastos de traslados porque el combustible está en 
el propio territorio', añadió la socióloga.
Para ella es indispensable la creación de líneas aéreas latinoamericanas, 
sistemas satelitales propios del subcontinente, telecomunicaciones en común y 
hasta un espacio audiovisual que genere noticias producidas por gente del sur 
sobre las cosas que ocurren en el sur.
'América latina tiene un potencial enorme y en materia de conocimientos la 
unidad de las principales universidades generaría polos en informática 
superiores a la IBM. Esta es la necesaria gran apuesta. No el privatismo bobo. O 
el subsidio estatal a empresas como Southern Winds en lugar de apostar a 
fábricas de aviones propios. Es necesario generar políticas a favor de empresas 
públicas latinoamericanas. Es el momento histórico para hacerlo', abundó la 
investigadora.
Esperanzas
Aquel proceso subterráneo que desde diciembre de 2001 generó una conciencia 
solidaria y opuesta al modelo neoconservador tiene expresiones muy concretas de 
eficacia productiva.
Las empresas recuperadas 'están orientadas desde la óptica de la autogestión, el 
pensamiento colectivo, la solidaridad y los llamados círculos de calidad que 
desde hace años se emplean en Japón. De tal manera que se deja de lado el costo 
empresario que está constituido por las ganancias del capital y el pago de la 
estructura ejecutiva. Eso representa en la Argentina un 25 por ciento. Cuando 
las empresas recuperadas logran la eliminación de ese costo empresario entonces 
se bajan los costos y se producen bienes de muy buena calidad. Por eso ganan 
dinero y son eficientes. Como el caso de Impsa, por ejemplo', destacó Argumedo.
Durante el año 2004, un grupo de tobas del Chaco se acercaron a la Secretaría de 
Desarrollo Social de la Nación. 'Los funcionarios quisieron darles un grupo de 
planes sociales. Los tobas dijeron que no. Que querían semillas de algodón. En 
cuatro meses produjeron una cosecha que dejó medio millón de dólares de 
ganancias. Este caso demuestra hasta dónde pueden llegar este tipo de 
experiencias', se entusiasmó Alcira.
Otra experiencia fue la de 4.700 minifundistas misioneros que desarrollaron una 
cooperativa para explotar el aceite de tung que es una especie de nuez. 'En 
algún momento la provincia de Misiones tenía una producción de 60 mil toneladas 
de aceite de tung y después se perdió por completo. Los minifundistas misioneros 
recuperaron una empresa y lograron una ganancia de cien mil pesos cada uno en un 
año. Esto remarca el gran potencial de estos emprendimientos'.
Para Alcira Argumedo las cuentas son muy claras: 'Estas empresa recuperadas dan 
trabajo a cien personas como promedio. Cada puesto de trabajo se obtiene con una 
inversión de mil dólares cada uno. Si se impulsaran 40 mil empresas sociales de 
estas características con el apoyo de las universidades, del INTA, del INTI y de 
otras entidades estatales nacionales, se necesitarán 4 mil millones de dólares 
de inversión pero se lograrían cuatro millones de puestos de trabajo y el inicio 
de un círculo virtuoso que, automáticamente, daría empleo a otro millón de 
personas más. O sea que en dos años se terminaría con la desocupación, la 
pobreza y la miseria en la Argentina. Claro que esto no sería un capitalismo 
serio sino una democracia participativa del estilo artiguista, sanmartiniana o 
bolivariana. Lamentablemente nuestra clase política apuesta al boom de la 
construcción o los planes sociales. Claro que son necesarios, pero son una 
transición hasta que aparezcan otros escenarios sociales y laborales que, por 
otra parte, ya están presentes en las empresas sociales. Y esto se podría 
implementar desde La Quiaca a Tierra del Fuego. Si se cerraron 70 mil 
establecimientos en una década, su recuperación, bajo esta lógica, sería algo 
sencillo. La Argentina tiene un potencial humano maravilloso', terminó diciendo.