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Argentina: La lucha contin�a
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Agenda Argentina de la Etica
Osvaldo Bayer
Siempre visit� a los presos pol�ticos. Alguna vez pens� en una �poca en que esas visitas se iban a hacer innecesarias porque imperar�a un sistema de libertades, derechos y convivencias. Hace dos d�as fui otra vez a la c�rcel de Devoto. Cuando entro en ella me da tristeza, melancol�a y rabia. La entrada por donde arriban los parientes de los presos, toda llena de basura y tristeza. Me imagino los versos apenados que hubiera escrito Ra�l Gonz�lez Tu��n. Mujeres y chicos mal vestidos y con arrugas u ojos con desdicha. �Documentos! Cacheos, y las miradas menospreciativas de los que tienen �al parecer� la ventaja de poseer uniforme. Y las mujeres con paquetes de alimentos. Son las verdaderas v�ctimas de la sociedad, de esa sociedad que no deja nunca de ser autoritaria. Recuerdo cuando fui, en tiempos de Alfons�n, a visitar a los eternos presos pol�ticos, con distintos rostros. Nunca se dice, pero el gobierno radical mantuvo presos a quienes hab�an sido condenados por la justicia de los desaparecedores uniformados. Una vez los fui a visitar a esa c�rcel con la actriz noruega Liv Ullmann. Cuando trajeron a los presos, la bella Liv les dio a cada uno un beso en la mejilla. Varios a�os despu�s encontr� en la calle a uno de esos presos pol�ticos, quien desde lejos me se�alaba su mejilla con el dedo �ndice a medida que se acercaba. Cuando ya estuvo frente a m� le pregunt�: �por qu� esa se�a? Y �l, radiante, me contest�: el beso de Liv Ullmann.
El sue�o del preso.
Como digo, hace dos d�as fui a la c�rcel de Villa Devoto. A visitar a los presos pol�ticos de la Legislatura. Es hasta morrocotudo decir que son presos por el C�digo de Convivencia. �Presos por convivencia? S�. Son vendedores ambulantes, travestis y meretrices. Est�n presos desde julio, acusados de cargos que los pueden llevar a sufrir catorce a�os de prisi�n. Nada menos que de "coacci�n agravada, privaci�n de la libertad, da�os calificados, resistencia a la autoridad". S�, catorce a�os. Todos los acusados son de pobreza extrema. Por supuesto.
Son presos pol�ticos para cualquier conocedor de la sociedad argentina. Una sociedad que no hizo nada por ellos. Al contrario: les encaj� de pronto el nuevo c�digo de convivencia y ahora el c�digo contravencional. A vendedores de garrapi�adas, panchos, pochoclo, helados. Esos son "los verdaderos culpables de que ande mal el pa�s". Por eso palos, c�rcel, que desaparezcan de las calles porte�as. Uno de ellos, un muchacho santiague�o, me relata: "Ten�a un peque�o stand cerca de la Plaza de Mayo, vend�a juguetitos y cositas para los turistas; semanalmente ven�a la polic�a que me exig�a veinte pesos, y despu�s vino la orden de radiarnos; fui a protestar a la Legislatura. Nos cagaron a palos, nos llevaron a la comisar�a y de ah� a Devoto. Mi mujer se tuvo que volver a Santiago con mis dos hijitos, a vivir all� con la madre. Estoy preso desde julio aqu�, peor que un perro de alba�al, y desde hace nueve meses no veo ni a mis hijos ni a mi mujer". Convivencia. Rechaza �l que hubiera tirado piedras. O roto puertas. Fueron los polic�as de civil que provocaron todo. Entre ellos estaba el gordo Laneri, que tambi�n fue el provocador de los l�os de la f�brica Brukman.
Los testigos de la acusaci�n son todos polic�as. El juicio lo inici� el titular de la Legislatura, Santiago de Estrada, que como antecedente democr�tico tiene haber sido embajador de la dictadura de Videla en el Vaticano. Engendros argentinos. Pero eso s�, a los vendedores ambulantes hay que meterlos catorce a�os en la c�rcel de la ignominia. El gran encuentro policial contra la pobreza porte�a termin� con la pobreza para siempre. No hay m�s pobres en nuestras calles. Gracias al subinspector Ariel Alberto Romano de la comisar�a 49, quien dirigi� el operativo, ya se acab� la lepra en la ciudad. Esos son los m�todos. Uno de los presos, que era "transformista", me dice con tristeza: "Yo quisiera tramitar asilo pol�tico en otro pa�s siempre que sobreviva a la violencia, a las cucarachas, a las ratas y al basural aqu� en la planta 1 de la U2, la c�rcel de Devoto".
Los detenidos a los cuales no se les tiene en cuenta que salieron ese d�a a defender desesperadamente su "fuente de trabajo" en una sociedad ego�sta y p�rfida, me dejan ver con sus relatos directos y desesperados que si tenemos todav�a algo de los principios cristianos ense�ados por Jes�s y un resto de Etica, debemos defenderlos. Todos los organismos de Derechos Humanos deben asistirlos. No abandonarlos. Hacer la contrainvestigaci�n. Los pol�ticos responsables no nos pueden contestar "est� en manos de la justicia". �Cu�l justicia, esa que deja libres a todos los grandes torturadores y aprovechados y mete presos a los m�s humildes, a los sin trabajo? Un tema para Dostoievski. Salgo y camino por esas calles de Dios, de detr�s de los muros de la c�rcel sale un alarido. Alguien que ha perdido la compostura.
Pero si pudiera tambi�n ir�a a visitar a los presos de Caleta Olivia. Presos pol�ticos. Los detuvieron por pedir trabajo. Est�n presos desde el 3 de septiembre, es decir hace nada menos que siete meses. Una ignominia. Una verg�enza argentina. Son seis, tres hombres y tres mujeres. Son padres de 23 hijos menores. Est�n presos por reclamar puestos de trabajo a las petroleras que act�an en Santa Cruz. Lo repetimos: en Santa Cruz. �O acaso, se�or juez, hay otra acusaci�n contra ellos? No. Esa es la �nica, claro, adornada con otras palabras. Fueron los voceros de los trabajadores que acamparon frente a la municipalidad y luego ocuparon la planta de Termap. El poder reconoci� la raz�n obrera y as� se consiguieron 400 puestos de trabajo y el acta-acuerdo fue firmada por los empresarios, el intendente de Caleta Olivia y cuatro obreros de los seis que est�n presos. Una vez terminado el conflicto, las empresas se vengaron. Los hicieron meter presos con las palabras de siempre: "privaci�n ileg�tima de la libertad, usurpaci�n, da�o, entorpecimiento de la actividad econ�mica, impedimento de funciones p�blicas", que llevan a la pena de 16 a�os de c�rcel, repetimos. Yo le preguntar�a al se�or juez y al se�or gobernador si no saben que el movimiento obrero argentino, a principios del siglo pasado, logr� las sagradas ocho horas de trabajo saliendo a la calle y luchando a cara descubierta. Los obreros de Caleta Olivia lucharon tambi�n por algo sagrado: poder trabajar.
Uno de los presos se llama Mauricio Perancho. Tiene 32 a�os y siete hijos. Habla poco, pero cuando dice, dice: "Ac� mandan las petroleras. La culpa es del gobierno porque nosotros firmamos un acta donde ellos se compromet�an a dar puestos de trabajo y no cumplieron". La iglesia le pregunt� si sus hijos necesitaban algo, y �l respondi�: "Lo �nico que necesitan es a su padre en libertad".
Una frase para los que nos gobiernan. Todo esto s�lo puede tener futuro si se comienza con una ley de amnist�a para los presos pol�ticos. Recomenzar y dar de nuevo. Un verdadero c�digo de convivencia. Y no lo que acaba de ocurrir en Salta, donde el gobernador Romero atac� a palos y balazos de goma nada menos que a los docentes, que salieron a reclamar por sus derechos. Ganan un sueldo de hambre. La injusticia recorre el suelo argentino. A los docentes se los persigue a palos, como si ellos no fueran los que abren el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos. Negamos el porvenir argentino. Espero que los intelectuales peronistas reprueben con toda energ�a este proceder del peronista Romero.
Yo he visto las l�grimas desesperadas de los docentes salte�os.
En la Agenda Argentina de la Etica est�n como citas indiscutibles la libertad a los presos pol�ticos y el respeto que merecen nuestros docentes.
Fuente: Diario "P�gina/12", Buenos Aires, Argentina, 09/04/05
Exceso
Par�lisis a partir de la mirada,
antesala de un desequilibrio
Otra vez indigencia, exceso
Ella es la m�s bella
falsificaci�n de la pureza,
muerte ef�mera,
plenitud del instante.
�Seguir� muriendo en el siguiente?
la huella borrada permanece, ni�a,
en una enorme estaci�n abandonada de los trenes,
trepada al recuerdo
un boleto a todos los posibles.
Demasiado sentido. Exceso.
Desde la reja de una ventana
enclava a ras del piso
ritmo, cadencias, el tr�fico introduce
un universo est�ticamente definido imposible de representar
y s�lo tienen materia las palabras
consumo, consumo, consumo,
todo es signo, s�mbolo, met�fora
y s�lo tienen materia las palabras.
Mi cuerpo yace viejo en una telara�a
s�tanos de edades superpuestas,
ella me clava con dardos a su piel.
Ella sabe el horror. �Todo es horror?