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Argentina: La lucha contin�a
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Tras su papado conservador puede venir
otro similar
Emilio Mar�n
La Arena
Esta nota fue escrita antes de conocerse la noticia del deceso de Karol Wojtyla.
A media tarde de ayer las informaciones eran contradictorias pues Reuters daba al Papa por muerto mientras el Vaticano lo desment�a. Por las veces que el vocero papal falt� a la verdad sobre la salud de su jefe, parecer�a que Reuters estaba en lo cierto. La agon�a, tantas veces negada por Joaqu�n Navarro-Valls, es un hecho. Y en estas condiciones extremas, cada hora es una prolongaci�n del sufrimiento. �Qui�n se sentar� en el sill�n de Pedro? El nombre no se sabe pero es probable que su orientaci�n sea tan conservadora o m�s que la de Karol Wojtyla.
Dos cr�ticas
Generalmente se elogia del Vaticano su diplomacia a prueba de apuros, sus tiempos de paciencia asi�ticos para tomar decisiones en otra dimensi�n que las del mundo pol�tico o de los asuntos terrenales. Dicen que en Roma se manejan con la prudencia del almanaque y no con el tic-tac del reloj. Puede que as� sea. Pero el proceso terminal de la enfermedad de Juan Pablo II, tomando como fecha el 1 de febrero de este a�o, sac� a luz dos conductas muy err�neas del Estado de la bandera amarilla y blanca.
La primera cr�tica es que Navarro-Valls, su vocero de prensa, y otros obispos que abrieron la boca en estos dos meses, desinformaron al mundo sobre la gravedad de las enfermedades que padec�a el polaco. Los funcionarios quisieron tapar el cielo con una mano, difundiendo la versi�n de que el Papa estaba bien y hasta conduc�a los asuntos de estado.
Incluso el 1 de abril se mal inform� que aqu�l hab�a salido de un colapso card�aco y a las pocas horas hab�a pedido los diarios del d�a. Ning�n paciente de 84 a�os, con avanzado mal de Parkinson, gripe, infecciones urinarias, fiebre de 40 grados, traqueotom�a, sondas, infarto, etc, puede salir de ese pico de enfermedad y ponerse a preparar su discurso para el encuentro juvenil de agosto en Colonia, Alemania.
Eso fue como m�nimo un caso de publicidad enga�osa y quiz�s un pecado. Se tom� como est�pidos a los millones de cat�licos del mundo y a quienes no lo son pero de igual modo merec�an la verdad.
La segunda cr�tica al c�rculo �ntimo que rode� a Wojtyla en estos d�as es que lo exprimi� hasta el final, como un lim�n. �Qu� sentido tuvo exponerlo a situaciones tan dolorosas como no poder hablar ante una multitud en la plaza de San Pedro? �No sab�an que as� aceleraban su deceso? �No hab�a una forma m�s cristiana de tratar a quien, tras 26 a�os de papado, merec�a haberse jubilado hace un tiempo, descansar e incluso tener una muerte m�s digna?
S� hab�a otro proceder. Pero el n�cleo de poder vaticano quiso que el Sumo Pont�fice se consumiera en vivo y en directo para que las acciones devaluadas de la Iglesia subieran de cotizaci�n en la bolsa de comercio.
Duelo y reconocimiento
Cuando la maquinaria pol�tica de Roma se decida a comunicar la noticia del fallecimiento, habr� nueve d�as de duelo. La grey cat�lica ya est� conmovida por los sucesos y en cuanto se confirme ese deceso l�gicamente expresar� todo su dolor. Es que desde su designaci�n al frente de la Iglesia a mediados de octubre de 1978, el ex obispo de Cracovia se gan� el aprecio de millones de fieles.
En relaci�n con los argentinos, el balance de la actuaci�n papal es contradictorio por razones que vamos a puntualizar. Pero de todos modos no se puede desconocer que fue positiva su gesti�n conciliadora en el conflicto con Chile por las tres islas del canal de Beagle. El cardenal Antonio Samor� medi� y evit� el derramamiento de sangre.
En ese entonces Augusto Pinochet de un lado de la Cordillera y Jorge R. Videla del otro, no eran precisamente garant�as de democracia ni soberan�a sino dos dictadores sangrientos. Y por eso agitaban un seudo nacionalismo para preparar el clima de una guerra 'patri�tica'. Uno hac�a dep�sitos millonarios ilegales en el Banco Riggs de Estados Unidos y en el otro ung�a como superministro a Jos� A. Mart�nez de Hoz (descendiente del fundador de la Sociedad Rural). El Papa ayud� a apagar ese incendio.
Los latinoamericanos y caribe�os tambi�n tienen que rescatar del nacido en Radowice su viaje a Cuba, en enero de 1998. Eso ayud� a disipar los vientos de bloqueo y agresi�n que Washington soplaba hacia la isla. 'Que el mundo se abra a Cuba y Cuba se abra al mundo', fue su equidistante f�rmula para rechazar ese bloqueo y a la vez cuestionar el socialismo de la fortaleza sitiada. Su anfitri�n Fidel Castro tuvo la misma delicadeza para darle la bienvenida y decirle: 'en el mundo hay millones de ni�os que esta noche duermen en la calle; ninguno de ellos es cubano'.
En el debe
La agon�a de Juan Pablo II no puede dar lugar a idealizaciones como la del cardenal de Roma, Camilo Ruini, quien afirm� que el moribundo 'ya v� y toca al Se�or'. �Acaso tiene poderes para ver y transmitir lo que le suced�a al enfermo? �Por qu� no lo cur� entonces?
La idealizaci�n pol�tica es la menos indicada. Se trata de ponderar objetivamente el legado de este polaco que a lo largo de 26 a�os forj� el tercer papado m�s prolongado de la historia. Respecto a Argentina, cometi� errores y omisiones que no pueden omitirse, a�n en este momento de dolor y recogimiento. As� lo amerita su actitud respecto a la dictadura de Videla y las v�ctimas del terrorismo de Estado.
�Acaso levant� su voz para condenar esos cr�menes y excomulgar a los comandantes que los ordenaban en 340 centros de exterminio? No. Su nuncio apost�lico de entonces, P�o Laghi, jugaba al tenis con el almirante Emilio E. Massera y acompa�aba al general Antonio D. Bussi a hablar con secuestrados por el Ej�rcito en Tucum�n.
A ra�z de ello Laghi figur� en la lista de 1.351 ex represores confeccionada por la Conadep pero fue promovido a cardenal y conduce la Congregaci�n para la Educaci�n Cat�lica. Sigue faltando a la verdad pues hace ocho d�as declar�: 'no creo que la situaci�n del Papa sea alarmante'.
�Qu� actitud tuvo Juan Pablo II con los familiares de las v�ctimas de la dictadura? Las Abuelas de Plaza de Mayo le pidieron por escrito en octubre de 1979 que intercediera ante las autoridades para reclamar por los 400 ni�os nacidos en cautiverio y robados por las fuerzas de tareas. Tuvieron que transcurrir dieciocho a�os para que, en noviembre de 1997, el Sumo Pont�fice recibiera durante unos minutos a Estela de Carlotto y Rosa de Roisinblit, quienes suplicaron pero no tuvieron suerte. Los 79 nietos encontrados hasta ahora fueron fruto de la lucha incansable de las Abuelas y dem�s organismos de derechos humanos.
Malvinas es otro motivo para el balance cr�tico. Juan Pablo II nos visit� por primera vez en junio de 1982, pocos d�as antes de la capitulaci�n. M�s all� de las figuras del general Leopoldo F. Galtieri y sus colegas de la Junta Militar, la causa de Malvinas era justa. La 'vieja raposa' Inglaterra estaba recuperando su vieja presa colonial en base al apoyo pol�tico y militar de la OTAN. Nuestro pa�s merec�a el aliento papal, que no lleg�. Peor a�n, se sospecha que el pope vino a ablandar a los procesistas que no necesitaban m�s que un empujoncito para rendir la plaza.
Mientras el visitante urg�a por la 'paz' en Buenos Aires, los ingleses y los gurkas nepaleses se lanzaban a la ofensiva sobre Puerto Argentino. La desmalvinizaci�n no fue obra exclusiva de los 'mariscales de la derrota' y los gobiernos constitucionales de Alfons�n, Carlos Menem y Fernando de la R�a, especialmente Menem. Hubo m�s desmalvinizadores.
Ni condones contra el SIDA
Aunque no alcanzan la gravedad de esos t�picos (dictadura, derechos humanos y Malvinas), no habr�a que obviar otros. La segunda visita papal sirvi� para fogonear la oposici�n a la ley de divorcio promovida por Alfons�n y el sentido com�n. Por suerte esa vez ni el Esp�ritu Santo pudo salvar al bando retr�grado de una derrota avalada por la realidad. Es que no hubo la avalancha de divorcios pronosticados por estos especialistas en familia que por obra y gracia del celibato no pueden constituir una propia y criar sus hijos.
Tambi�n fue desdichada la condecoraci�n a Menem en diciembre de 1993, justo en v�speras del estallido social en Santiago del Estero, o haber aceptado como representante argentino en el Vaticano a Francisco Trusso. Este banquero y sus dos hijos vaciaron el Banco de Cr�dico Provincial, y el arzobispo platense H�ctor Aguer sali� de garant�a para que uno de estos delincuentes de guante blanco recuperara la libertad. No menos desafortunada fue la designaci�n en 2002 de Antonio Baseotto como obispo castrense. El apologista de los 'vuelos de la muerte' debi� haberse quedado en A�atuya y no ser premiado con un ascenso al 'generalato'.
En el plano internacional los defensores del Papa agitan el recuerdo de cr�ticas al llamado 'capitalismo salvaje', cuando en rigor todo capitalismo lleva esa impronta. O su tard�o reconocimiento de que algo de raz�n ten�a Galileo Galilei, l�stima que el este hombre de ciencias sufri� el primer proceso inquisitorial en 1615 y el pedido de disculpas lleg� en 1992.
Pero esos aspectos positivos, sumados al mencionado viaje a La Habana, no alcanzaron a empardar los negativos. Su papado hostig� a los te�logos de la liberaci�n, incluso conden�ndolos al silencio forzado. A los curas progresistas como Ernesto Cardenal, Fernando Cardenal y Miguel D�Escoto, que eran ministros en la Nicaragua sandinista, los amenaz� con sanciones justo cuando atacaban los 'contras' de Ronald Reagan.
El libro de Carl Berstein y Marco Politi 'Su Santidad, Juan Pablo II y la historia oculta de nuestro tiempo' saca a luz la colaboraci�n pol�tica y financiera del pont�fice con Reagan y la CIA de William Casey-Vernon Walters. El objetivo era tirar abajo el socialismo del este europeo.
El legado de quien se opuso al uso de preservativos pese a la epidemia de SIDA, redefini� la existencia del infierno y sostuvo que el aborto es un mal absoluto peor que el nazismo, puede dar lugar a un sucesor a�n m�s conservador. Am�n.