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Argentina: La lucha contin�a


29 razones para el presente

Carlos del Frade
Argenpress

A casi treinta a�os del inicio del terrorismo de estado, los argentinos en general y los santafesinos en particular, no saben cu�l fue el destino de los desaparecidos ni de los chicos apropiados por los integrantes de las llamadas fuerzas conjuntas. A pesar de eso es necesario destacar que el golpe no tuvo una finalidad militar sino econ�mica y pol�tica: quebrar la conciencia de la clase trabajadora para afianzar un modelo de concentraci�n de riquezas que sigue vigente en 2005. El diez por ciento m�s rico de la poblaci�n argentina gana 33 veces m�s que los que sobreviven en los subsuelos de la sociedad que, hasta 1975, era una de las m�s justas de Am�rica. En estas postales del pasado aparecen las l�neas argumentales del presente. Cuesta creer que luego del juicio a las juntas militares en diciembre de 1985, los distintos juzgados federales del pa�s reinicien las causas por delitos de lesa humanidad como si nada hubiera sido probado. La sociedad civil tampoco ha exigido, todav�a, una informaci�n seria sobre el reciclaje de los principales c�mplices del genocidio en organismos claves como los ministerios de educaci�n y salud provinciales o las grandes obras sociales de cada estado argentino. Los colegios profesionales tampoco se han expedido sobre las funciones c�mplices de varios de sus asociados ni se han recuperado los archivos fotogr�ficos de las fuerzas de seguridad. A veintinueve a�os del golpe de 1976, todav�a falta la condena social sobre los que paralizaron los presupuestos de obras de infraestructura vitales como los bajos submeridionales y las canalizaciones de los r�os interiores de Santa Fe y los que acumularon casas, departamentos y otros bienes de las familias desaparecidas. Los due�os de los grandes medios de comunicaci�n y algunos periodistas que fueron referentes de opini�n en los a�os de la noche carn�vora siguen teniendo grandes cuotas de poder durante los tiempos democr�ticos. Por eso estas veintinueve postales del presente, hijas directa del pasado impune.

Cosa juzgada (1)

'Disponiendo, en cumplimiento del deber legal de denunciar, se ponga en conocimiento del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas el contenido de esta sentencia y cuantas piezas de la causa sean pertinentes, a los efectos del enjuiciamiento de los oficiales superiores que ocuparon los comandos de zona y subzona de Defensa, durante la lucha contra la subversi�n y de todos aquellos que tuvieron responsabilidad operativa en las acciones', dec�a el punto 30 de la sentencia de la C�mara Federal de Apelaciones de Capital Federal le�da por Le�n Arslani�n el 9 de diciembre de 1985.

El concepto de 'responsabilidad operativa' parece haber sido ignorado por completo por los actuales juzgados federales que repiten los testimonios de las v�ctimas y entienden que deben volver a probar lo ya convertido en cosa juzgada.

Semejante omisi�n del punto 30 de la sentencia de la C�mara Federal de Apelaciones es directamente proporcional a la construcci�n de impunidad.

Lo ya probado (2)

Aquella sentencia que determin� como cosa juzgada que en la Argentina se impuso un proceso de terrorismo de estado a trav�s de la metodolog�a de la desaparici�n, tortura y muerte de personas, tambi�n abund� sobre las 'privaciones ileg�timas de la libertad, denunciadas y comprobadas' en cada provincia.

Desde el 24 de marzo de 1976 al 18 de agosto de 1982, se comprobaron 2.404 en el distrito Federal; 3.633 en la provincia de Buenos Aires; 668 en Santa Fe; 246 en C�rdoba; 338 en Tucum�n; 52 en Santiago del Estero; 209 en Mendoza; 32 en La Rioja; 42 en San Juan; 20 en R�o Negro; 8 en Santa Cruz; 16 en Chubut; 36 en Entre R�os; 19 en Corrientes; 26 en Misiones; 47 en Salta; 49 en Jujuy; 13 en Chaco; 3 en Formosa; 8 en Neuqu�n; 10 en Catamarca; 9 en San Luis; 14 en La Pampa y 4 en Tierra del Fuego.

�Est�n las 668 denuncias comprobadas de la provincia de Santa Fe en conocimiento de los jueces y camaristas federales que act�an en el territorio?.

Y si est�n, �por qu� es necesario volver a repetir el calvario de los sobrevivientes?.

Si no est�n, entonces, la responsabilidad de los integrantes de los fueros federales santafesinos deber�a ser materia de acusaci�n de parte del Consejo de la Magistratura.

El por qu� del golpe (3)

'El empresariado argentino ha crecido y est� decidido a aceptar el desaf�o que significa la reconstrucci�n de la rep�blica. Por ello estamos aqu� reunidos, para conocer el pensamiento de las fuerzas armadas y poder as� reflexionar sobre la naturaleza de sus designios, determinando la dimensi�n exacta de nuestra responsabilidad empresarial', dijo un exultante representante de la Federaci�n Gremial de la Industria y Comercio de Rosario, Jos� Luis Pinasco, en octubre de 1977 al recibir a D�az Bessone.

El militar no se qued� atr�s: 'Los empresarios forman uno de los primeros sectores que constituyen la naci�n d�a a d�a. Acaso por eso fueron uno de los blancos predilectos de la agresi�n criminal de las hordas marxistas. Por eso la responsabilidad moral es la otra gran vertiente de esta eminente funci�n social, y comienza dentro de la misma empresa. All� los derechos ceden su lugar a los deberes. Defender la empresa y la propiedad privada contra agresores de toda �ndole es el primer deber', sostuvo en una clara conciencia del rol de los militares como celadores del gran capital.

La clase obrera fue el blanco preferido (4)

'Con esta pol�tica buscamos debilitar el enorme poder sindical, que era uno de los grandes problemas del pa�s. La Argentina ten�a un poder sindical demasiado fuerte...hemos debilitado el poder sindical y �sta es la base para cualquier salida pol�tica en la Argentina', dijo Juan Alemann, secretario de Hacienda de Jorge Videla.

Esa frase sintetiz� la l�gica de la represi�n contra el movimiento obrero opositor a las burocracias vinculadas a las grandes patronales.

La sociedad entre gerentes de plantas y represores fue una constante en la zona del Gran Rosario.

Uno de los torturadores e integrantes del Servicio de Inteligencia del Comando del II Cuerpo de Ej�rcito con asiento en la ciudad de Rosario fue Francisco Bueno o Banegas. Su declaraci�n ante los organismos de derechos humanos en Europa durante los primeros tiempos de la democracia sirvieron para descubrir los mecanismos del terrorismo de estado en la zona sur de la provincia de Santa Fe.

'Las oficinas a las cuales yo deb�a concurrir estaban ubicadas en la galer�a La Favorita, en el s�ptimo piso, oficina 701, bajo el nombre de la empresa INROS, Informaciones Rosario. En ese lugar exist�a la oficina donde se distribu�a el trabajo de informaci�n...', sostuvo el ex integrante del ej�rcito.

'De las siete personas, una de ellas se dedicaba a recabar informaci�n en las f�bricas Massey Ferguson, John Deere y Anomackura, que est�n ubicadas en el cord�n industrial del Gran Rosario...Las informaciones eran directamente entregadas por el personal de nivel jer�rquico de esas empresas y operarios especializados....El nombre del que estaba en el �rgano adelantado para la zona del cord�n industrial era Cacho Marengo, ese era el seud�nimo. El nombre real es Montenegro...El se dedicaba estrictamente a la parte de recolectar los papeles que preparaba el personal de gerencia de esas f�bricas', sostuvo el desaparecedor.

Hab�a otra persona que 'se encargaba de la zona un poco m�s alejada de San Lorenzo que era el enlace con el servicio de informaciones de la polic�a de San Lorenzo. La polic�a de San Lorenzo manejaba la zona de Puerto San Mart�n y Petroqu�mica Argentina; el que estaba a cargo de informaciones entregaba los papeles semanales de la informaci�n recabada a un hombre llamado Tito Ortiz, aunque el nombre real era Orefice'.

Continuidades (5)

'...estas organizaciones trabajan sin tener en cuenta el tiempo, el tiempo para ellos es secundario, no nos extra�emos que empiecen, no ahora, sino en una fecha relativamente corta, larga, pero van a volver porque les queda todav�a... por empezar que ha sido hist�rico, una etapa de venganza personal, una venganza personal, como ocurri� con ese teniente coronel que fue a reprimir all� en el sur en la Patagonia tr�gica y despu�s lo mataron ac� en el centro de Buenos Aires...Varela y lo mat� un terrorista extranjero...', declar� Agust�n Feced el 11 de setiembre de 1984 ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Feced se sent�a la continuidad de Varela, el represor de los huelguistas del a�o '21 en la Patagonia. Una clara definici�n del objetivo del terrorismo de estado.

El principio del genocidio (6)

El informe Saichuck, del 30 de abril de 1973, prologaba el asesinato de Constantino Razzetti, las matanzas de la Triple A, la invasi�n a Villa Constituci�n y el golpe de estado de marzo de 1976.

'Los fines perseguidos empleando parte de estas siglas fueron determinados por la infiltraci�n, captaci�n y distorsi�n ideol�gica de elementos juveniles peronistas, quienes ante la carencia de dirigentes consustanciados con los lineamientos justicialistas fueron absorbidos por los que pregonaban la 'patria socialista o izquierda nacional', un comentario digno de cualquier dirigente de la derecha peronista y que luego se utilizar�a como supuesta justificaci�n para el enfrentamiento que se concret� despu�s de Ezeiza.

Luego, en el documento hay una referencia al '�xodo de militantes' que sufr�a, por aquellos d�as, el FEN, dirigido 'por lo que determinados c�rculos de la juventud consideran como 'el marxismo israel�' representado por Grabois y ac�litos'.

Pero lo que viene es una clara advertencia de lo que efectivamente ocurri�: 'Las nuevas pautas a darse en el consenso juvenil pueden determinar, dentro de la disciplina y verticalidad que imponga Per�n, una 'purificaci�n' doctrinaria de la juventud, precedido de una depuraci�n, considerando que a�n el l�der m�ximo del peronismo se halla en condiciones de controlar a la juventud por el giro dado al espectro que creara a trav�s de los dirigentes defenestrados'.

Los t�rminos 'purificaci�n' y 'depuraci�n' ser�an utilizados no solamente por los sectores ortodoxos del peronismo, sino que despu�s formar�an parte de las homil�as de vicarios y obispos que exigir�an una purga de sangre a las fuerzas armadas. El documento Saichuck, entonces, obliga a preguntar �cu�l fue el origen de la represi�n pol�tica en la Argentina en los a�os setenta?

Hay otro dato interesante: el surgimiento de las llamadas Legiones Nacionalistas.

'La planificaci�n y organizaci�n de las mismas estar�a en manos de S�nchez Sorondo y del doctor Vicente Solano Lima. Dicho impasse se habr�a suscitado debido a diferencias entre C�mpora y Solano Lima, no obstante el aval de Per�n al vicepresidente electo para la conformaci�n de las citadas legiones que deber�an estar encuadradas dentro de los lineamientos de la doctrina nacional del Justicialista', sostiene el informe.

'La concreci�n de estas LEGIONES (as� con may�sculas est� en el escrito) estaba prevista para todo el �mbito nacional, especialmente j�venes identificados con el peronismo no oficial y del nacionalismo ortodoxo. Para tales efectos estaba previsto el viaje de dichos elementos j�venes para ser interesados en el cometido a cumplir o desarrollar', se afirma en la tercera hoja del informe del 30 de abril de 1973.

S�nchez Sorondo fue el candidato a senador nacional por la Capital Federal en las elecciones del 11 de marzo. Fue derrotado por el entonces joven abogado radical Fernando De La R�a. Esa situaci�n hizo que Solano Lima no viajara a Madrid junto a C�mpora para entrevistarse con el viejo General.

Saichuck termin� de leer el informe y por alguna extra�a raz�n se lo llev� a su casa.

Al Gato Saichuck lo envenenaron a fines de 1976, pero sus trabajos de inteligencia marcaron la tendencia no solamente de las patotas que acompa�aron a Agust�n Feced, sino tambi�n los procedimientos y la ideolog�a de aquella federaci�n de bandas de delincuentes y de ideolog�a fascista que se denomin� Triple A.

La Juventud Peronista ya estaba infiltrada aun antes de la asunci�n de H�ctor C�mpora y la idea de la depuraci�n del justicialismo era un claro objetivo que compart�an los servicios de las distintas fuerzas de seguridad y armadas con dirigentes sindicales, grandes empresarios y tambi�n pol�ticos.

Pasa (7)

Jos� Rub�n Lo Fiego, alias el Ciego o doctor Mortensen, fue imputado por 68 delitos de lesa humanidad cuando se desempe�aba como el principal torturador del Servicio de Informaciones de la polic�a rosarina en los tiempos de Agust�n Feced.

En su legajo personal consta que el 26 de julio de 1979 fue 'felicitado por la superioridad por el procedimiento realizado en la Empresa fabril Petroqu�mica Argentina Sociedad An�nima'.

A rengl�n seguido fue felicitado el 18 de agosto de 1977 por el comandante del II Cuerpo de Ej�rcito, Leopoldo Fortunato Galtieri, 'por el resultado de las investigaciones realizadas que permitieron los �xitos obtenidos por las fuerzas legales en los �ltimos d�as'.

Acindar (8)

Para el ministro del Interior, Alberto Rocamora, se trat� de un operativo para desarticular al 'complot rojo contra la industria pesada del pa�s'. Para el dirigente radical, Ricardo Balb�n, 'los sucesos de Villa Constituci�n fueron necesarios para erradicar la subversi�n industrial'.

Walter Klein, socio de Mart�nez de Hoz, a�os despu�s, fue mucho m�s contundente frente a la embajada de los Estados Unidos: 'Qu�dense tranquilos, todos los activistas gremiales de Villa Constituci�n ya est�n bajo tierra'.

Rodolfo Peregrino Fern�ndez, ex comisario de la Polic�a Federal, relat� ante la Comisi�n Argentina de Derechos Humanos, en 1983, que 'otra represi�n notoria de la Triple A fue la ejercida contra los activistas sindicales de Villa Constituci�n. Esa operaci�n fue dirigida por el comisario Antonio Fiscchietti, alias El Padrino o Don Chicho. Fiscchietti fue reclutado para integrarse en la AAA siendo delegado de la Polic�a Federal Argentina en la provincia de Tucum�n'.

Sostuvo que 'las patronales de las industrias metal�rgicas instaladas all�, en forma destacada el presidente del directorio de Acindar, ingeniero Arturo Acevedo, establecieron una estrecha vinculaci�n con las fuerzas policiales mediante pagos extraordinarios en dinero'.

Remarc� que 'el presidente de Metcon, por ejemplo, retribu�a con una paga extra de 150 d�lares diarios al oficial de polic�a que dirig�a su custodia personal, por un servicio de vigilancia no superior a las seis horas de duraci�n'.

Acindar 'pagaba a todo el personal policial, jefes, suboficiales y tropa, un plus extra en dinero, suplementario al propio plus que percib�an ya del estado esos efectivos. El pago estaba a cargo del jefe del personal, Pedro Aznarez, y del jefe de relaciones laborales, Roberto Pellegrini'.

Agreg� que 'Acindar se convirti� en una especie de fortaleza militar con cercos de alambres de p�as. Los oficiales policiales que custodiaban la f�brica se alojaban en las casas reservadas para los ejecutivos de la empresa...'.

El dinero de la sangre (9)

La primera menci�n sobre la actuaci�n del 'Tucu' apareci� en el libro 'Recuerdo de la muerte' de Miguel Bonasso.

Su identidad fue revelada por las declaraciones que desde el exterior hizo el ex servicio de inteligencia del Ej�rcito, con actuaci�n en el Comando del II Cuerpo de Ej�rcito, Gustavo Francisco Bueno alias Germ�n Bueno o Banegas, ante el Centro de Estudios Legales y Sociales, en 1987.

All� informa sobre el personal que revistaba en la Quinta de Funes.

En la lista de represores confeccionada por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Rosario, en 1987, Eduardo Constanzo aparece como miembro de Inteligencia militar: 'IN 14'.

Al tiempo, sin imputaci�n alguna en la causa federal 47.913, la denominada causa Feced, Constanzo se present� al diario 'Rosario/12' para hablar sobre su actuaci�n en Funes, diciendo que envolv�a los cuerpos de los muertos, entre ellos algunos chicos y que despu�s los trasladaba a las barrancas del r�o Paran� o por avi�n hasta la Bah�a de Samboromb�n. Los datos fueron revelados por una entrevista que le hizo el periodista Reynaldo Sietecasse.

Su relato tambi�n apareci� en la revista 'Gente' a trav�s del corresponsal rosarino de la misma, Ra�l Acosta.

Al saberse su participaci�n los familiares de desaparecidos pidieron que se investigue lo relacionado con el supuesto fondeadero en las barrancas del Paran�, tarea que desarroll� el entonces juez provincial de instrucci�n de la 10� nominaci�n, Mart�nez Fermoselle, sin encontrarse ning�n rastro positivo.

Aparece nombrado en el cuerpo 28 de la causa Feced al incluirselo como 'Tucu' entre los torturadores y represores de la Quinta de Funes. Era finales de 1986.

En el cuerpo 43 de la causa, se anexan fotocopias del cap�tulo II al XI de la 'Segunda Temporada', del libro 'Recuerdo de la Muerte', de Miguel Bonasso. El 'Tucu' aparece en el apartado X 'La Onda expansiva', se�alado por Dri como 'con la cachaza tucumana. Viejo. Experimentado. Ojo, es observador'. Se repite el pedido de h�beas corpus presentado por Mar�a Adela Panelo de Forestello por el destino de su hija Mar�a Marta Forestello. Su nieta fue encontrada enla polic�a de menores de Rosario el 2 de diciembre de 1977. Estas actuaciones ya correspond�an a febrero de 1987.

Hasta que lleg� el lunes 15 de diciembre de 1997.

El Tucu Constanzo me recibe en el living que invent� en el viejo garaje de su casa de Pueyrred�n 2931, a dos cuadras de la casita robada, aquella de Santiago 2815 donde viv�a una pareja de ciegos, secuestrados, torturados y desaparecidos por las huestes de Galtieri y Feced el 17 de setiembre de 1977.

Impecable traje marr�n y corbata con dibujos de Mickey y Tribil�n. No le queda nada bien a quien supo torturar y envolver cuerpos para luego, seg�n dijo, tirarlos al r�o.

'Usted escr�balo y despu�s vea c�mo podemos repartir lo que surja. Cre� que me ven�a a ofrecer hacer una pel�cula. Hay que hacer negocios', dice mientras apostrofa contra los militares.

'Yo pele� por la patria, la bandera, esas cosas, pero ellos se quedaron con la plata', sostiene mientras confiesa que estuvo nueve a�os junto a Luis Rubeo.

Tiene un autom�vil casi nuevo, dos camiones con los que trabaja en el Mercado de Productores de Fisherton trayendo fruta desde Tucum�n. Su madre de noventa a�os tiene buena salud pero se est� muriendo de vieja.

'Le di a cada uno de mis hijos casa y auto. Yo vine con mucho dinero de Tucum�n. Despu�s comet� el error de mi vida cuando trabaj� con los militares', cuenta mientras toma un caf�.

Quiere dinero a cambio de su memoria.

'Tengo todo ac� adentro', se�alando su cabeza.

Toma pastillas de Tetrargill, 'recuerdo de los montoneros', relata y se�ala unas ventanas que le quedaron de una casa en Tucum�n cuando le metieron algunas granadas.

Dice que el coronel Fari�a hizo mucho dinero, que trabaja frente al diario La Capital y le fue muy bien. 'Hijo de una gran puta, le digo cuando lo veo y no me saluda. Ninguno de nosotros lo quer�amos. Era muy prepotente. Ellos hicieron muy buen dinero', recuerda. Dice que Fari�a fue el jefe de operaciones especiales del comando del II Cuerpo.

Feced de vacaciones (10)

El principal responsable del genocidio cometido en la provincia de Santa Fe, Agust�n Feced, gozaba de libertad cuando supuestamente sufr�a de prisi�n preventiva rigurosa, seg�n se desprende de una carta enviada por su concubina que solicitaba la pensi�n como tal luego de la fraguada muerte de junio de 1986.

El relato de la se�ora exhibe c�mo el ex comandante de Gendarmer�a iba y ven�a por el pa�s y ya estaba radicado en Paraguay como luego lo atestiguaron distintos familiares de desaparecidos sin que ning�n integrante de la C�mara Federal de Apelaciones rosarina lo tuviera en cuenta.

Era octubre de 1984. Feced deb�a estar encerrado.

Cuando se produjo el robo de los tribunales provinciales, el ex gendarme volv�a de pasar unas vacaciones junto a su concubina por el noreste argentino.

�Qu� tipo de responsabilidad tuvieron los gobiernos de la provincia de Santa Fe y de la Naci�n en aquella absoluta libertad que gozaba el mayor asesino de la historia del interior del pa�s?.

Hasta hoy no solamente es un misterio, sino una brutal muestra sobre c�mo se construy� impunidad en democracia.

Berhnardt (11)

Luis Galanzino fue desplazado de la polic�a provincial durante la primera administraci�n del ingeniero Obeid.

Desde entonces denuncia a su entonces subsecretario de Seguridad P�blica y hoy titular de Defensa Civil, el ex teniente coronel Jos� Bernhardt, como el oficial que trasladaba a los detenidos ilegales de Santa Fe, durante el terrorismo de estado, hasta el centro clandestino que funcionaba en Granadero Baigorria, La Calamita.

Galanzino lleg� a efectuar esa denuncia ante la Comisi�n Interamericana de Derechos Humanos con sede en Washington.

Actuales funcionarios del gobierno provincial desprecian la denuncia porque creen que Galanzino miente para ocultar sus propias acciones contrarias a los m�s elementales derechos humanos.

E incluso llegaron a decir -los funcionarios actuales de la administraci�n Obeid- que 'Bernhardt le ofreci� conducir la Unidad Regional II con asiento en Rosario y entonces Galanzino se despach� dici�ndole que para poner la delincuencia en caja hab�a que tirar unos diez cuerpos de cualquiera para que sientan miedo. Semejante barbaridad lo dej� afuera', confi� una alta fuente del gobierno actual santafesino.

El ex comisario desmiente todo con su voz agravada por el cigarrillo y las distintas enfermedades que tuvo que soportar desde que fue retirado de la fuerza.

Y ratifica su denuncia: 'Es de p�blico conocimiento que Bernhardt trabaj� para el Servicio de Inteligencia del Ej�rcito. El particip� en los traslados de los detenidos de Santa Fe hasta La Calamita. Eso es real', afirma.

Rechaza cualquier tipo de discusi�n que se le endilga con Bernhardt. 'Nunca tuve ninguna puja personal con �l. Salvo cuando hicieron el relevo de todo el personal de tr�nsito y nosotros hicimos un procedimiento contra dos tipos uniformados con ropa policial que extorsionaban a la gente a la altura de Ricardone con radares para controlar la velocidad. Discutimos por tel�fono y nunca m�s. Se sinti� ofuscado y me dijo que no me ten�a que meter con el personal que atend�a los radares', enfatiz� Galanzino.

'Nadie me ofreci� la jefatura de polic�a de Rosario. Eso es mentira. Lo que ratifico es que Bernhardt hac�a los traslados y tambi�n creo haber demostrado la relaci�n existente entre �l, el entonces ministro de Gobierno, Roberto Ros�a y la jueza Alejandra Rodenas. �O no se sabe que Osvaldo 'Tito' Rodenas, hist�rico dirigente de Rosario Central, era quien ten�a La Calamita. El tema este nace entre el coronel Juvenal Pozzi y el dirigente empresario Natalio Wainstein. Este �ltimo le presenta Rodenas a Pozzi para que el estadio de Central sea confirmado como la sede del Mundial `78. Y una de las condiciones fue que Rodenas le alquilara a Pablo Benzad�n, La Calamita y luego se la pasara a los militares. Y ah� se hicieron las torturas', termin� diciendo.

Perazzo (12)

La actual Jefa de la Polic�a de Santa Fe, la doctora Leyla Perazzo estuvo a cargo de la polic�a de menores de Rosario durante los tiempos de Feced.

Ella conoci�, entre otras celadoras que figuran como las encargadas de cuidar algunos hijos de desaparecidos, a Norma Ramos, celadora y custodia de Josefina y Catalina Aguirre.

Seg�n la actual funcionaria del Ministerio de Gobierno, Ramos 'mostr� tener una generosidad m�s all� de lo com�n, como por ejemplo, cuando cri� a Josefina que se estaba muriendo, porque la estuvo cuidando desde el Hospital'.

Sostuvo que nunca se va a olvidar 'de la cara de Cati. Conviv�amos con las ni�as. La vi sufrir por esa ni�a, cuidarla. El juez la autoriz� a llevarla a su casa. Si no, se hubiera muerto', remarc� Perazzo en di�logo con este cronista. 'Es un episodio muy dif�cil de borrar. La he visto llorar cuando el juez le orden� entregar esa nenita a la familia', agreg�.

Perazzo defendi� a las celadoras de la polic�a de menores durante la dictadura porque 'hicieron un trabajo como seres humanos m�s all� del oficial, asumieron roles...'.

'Yo estuve en la peor �poca...dos o tres a�os. En general las chicas (por las celadoras) sal�an a pedir ropa para los pibes. Los llevaban al m�dico. Hasta una persona como Feced, en una cuesti�n como la de los chicos, no se meti�, dej� que los resolviera la justicia', indic�.

La polic�a 'recib�a un chico del comando y lo anotaba. Ese era un aspecto. Despu�s estaban los grupos de tareas', diferenci� la abogada.

'Llegamos a tener como sesenta, me acuerdo', confes� la funcionaria.

�Qui�nes eran esos sesenta chicos que ingresaron en la polic�a de menores de Rosario durante la dictadura?.

Para Abuelas de Plaza de Mayo solamente hay tres ni�os desaparecidos en la ciudad.

Y de acuerdo a los documentos que constan en el cuerpo 21 de la Causa Feced, hubo 98 menores NN entre 1976 y 1983 denunciados en el juzgado provincial correspondiente.

Once durante 1976; 27 en 1977; 11 en el a�o del Mundial; 9 en 1979; 17 durante 1980; 17 m�s en 1982 y 6 en 1983. Muchos de ellos explicables, pero, como se demuestra en estas l�neas, hay alrededor de una veintena de expedientes que presentan dudas muy grandes.

Si solamente se tuvieran en cuenta los casos de los 'menores derivados de procedimientos antisubversivos', hay 18 chicos, hoy j�venes de m�s de veinte a�os, que bien pueden demandar a los entonces comandantes del II Cuerpo de Ej�rcito por responsables de sus propios secuestros. Ram�n Genaro D�as Bessone tambi�n deber� responder por estos delitos cometidos en Rosario.

Los negocios del Tigre Acosta en Rosario (13)

El jefe de Inteligencia de la Escuela de Mec�nica de la Armada era uno de los m�s conspicuos pasajeros que se alojaban en el hotel Riviera de Rosario entre 1991 y 1994. Jorge 'El Tigre' Acosta desarroll� actividades comerciales en la regi�n a trav�s de su astillero R�o Bravo, con sede en General Rivas 175, en la zona del Dock Sud, en Avellaneda. Su principal contacto era un ex integrante de aquel centro clandestino de detenci�n, Adolfo Romero, y sus intereses estaban vinculados a la zona franca paraguaya que opera en el puerto del sur provincial desde los tiempos de Videla y Stroessner. Ellos dec�an ser los representantes de la firma Serviport SRL, la misma que gener� una millonaria demanda judicial a fines de los a�os noventa. Eran los tiempos de la fiesta menemista y los primeros intentos por privatizar el puerto rosarino; mientras que en Paraguay gobernaba el luego depuesto Juan Carlos Wasmosy. Junto a los verdugos de la ESMA -Acosta y R�dice- tambi�n se movieron, por aquellos d�as, hombres como Alberto Kohan y Carlos Corach. La fotograf�a que posee este cronista muestra una reuni�n mantenida en una casa familiar de la zona del Gran Rosario en la que se revela una de las tantas visitas de uno de los principales represores de la historia reciente argentina cuando se perge�aba un negocio cuya dimensi�n, seg�n la propia Justicia federal, ascendi� a 150 millones de d�lares. �Por qu� El Tigre Acosta tuvo tanta impunidad para moverse en c�rculos pol�ticos y empresariales rosarinos?, parece ser la pregunta que, por ahora, no tiene respuesta.

'La Capital' y Alberto Goll�n (14)

En el D�a de los Santos Inocentes de 1976, Leopoldo Galtieri recibi� a los periodistas en el casino de oficiales del Comando, por entonces ubicado en C�rdoba y Moreno. Felicitaba a los cronistas porque su labor 'ha marcado rumbos en la historia. A trav�s de la prensa, en un cauce ordenado, llegando a los esp�ritus y a las mentes de los ciudadanos y a la formaci�n cristiana, occidental, de nuestra tierra', dijo.

'Vamos a convencer al pueblo rosarino, en este caso, que llegaremos m�s f�cil a los objetivos del gobierno militar. Estamos convencidos de que cometemos errores pero tambi�n sabemos que hay aciertos. Brindo por el pa�s, por nuestra gran comunidad rosarina y por nuestra patria por un venturoso porvenir', sostuvo Galtieri.

En nombre de los trabajadores de prensa hablaron Alberto Goll�n y Carlos Ovidio Lagos. 'Estamos orgullosos de poder acompa�ar a usted y a la fuerza que representa en esta tarea en que est�n empe�ados. Nosotros los periodistas apoyaremos siempre esta labor', dijo el ex intendente de la dictadura del 71, Alberto Goll�n.

'Nos sentimos honrados de esta prueba de afecto y solidaridad', dijo a su turno el representante del diario 'La Capital'. Es oportuno recordar que 'uno de los ingredientes fundamentales del periodismo es su derecho a discrepar, pero creo que las palabras del comandante no merecen ninguna oposici�n. Nunca el hombre se siente m�s satisfecho como cuando ha recobrado su libertad, y la Argentina la ha recobrado para dignidad del pueblo y de la naci�n. El comandante ha se�alado que los diarios rosarinos han jugado un papel protag�nico en estos instantes en que se est�n debatiendo fundamentales principios de perdurabilidad de la naci�n. Yo agregar�a que el ejemplo rosarino es imitado por todos los diarios del pa�s', dijo el descendiente del fundador del primer diario argentino.

Galtieri calific� de 'positivo' el balance de 1976. 'En el orden militar los resultados de la lucha antisubversiva est�n a la vista. Se normaliz� la educaci�n, hay recuperaci�n econ�mica y se ha logrado el reencauzamiento en el nivel social. Lo m�s positivo fue la reacci�n del pueblo argentino ante un hecho hist�rico. Este pueblo, llamado por su conciencia y liderado por las Fuerzas Armadas, tom� el comando de nuestra patria que ca�a en una vertiginosa picada', se entusiasm� el general.

El 29 de diciembre Galtieri fue ascendido a general de divisi�n y recibi� una copia del sable corvo de San Mart�n.

Para los editorialistas de 'La Capital', el resumen del primer a�o de la dictadura era que 'la ciudad, cuyas paredes ostentaban leyendas variadas, amaneci� un d�a con la cara lavada. En realidad se la lav� en varios d�as, pero se la lav�. Luego, la poda, controvertida, discutida, pero apoyada masivamente por los vecinos, que aportaron su esfuerzo, fue otro signo m�s que en 1976 se estaba produciendo un cambio, a primera vista aparente, pero llegando a profundizar, algo m�s serio. La vida estudiantil se fue ordenando, la universidad fue reestructur�ndose y algo cambi�. Claro que en la poda a alguno se le fue la mano y mutil� alg�n ejemplar'.

Una editorial de 'La Capital', a principios de 1977, sumaba su grano de arena para incentivar la delaci�n: 'Poco a poco va cerr�ndose el cerco sobre quienes pretendieron conducir al pa�s al caos precursor de la toma del poder marxista y va logr�ndose un clima de mayor seguridad p�blica. Para alcanzar la victoria que indudablemente obtendr� la rep�blica es necesario operar en todos los campos. Es necesario no caer en confusi�n y mantener una vigilia que no es obligaci�n exclusiva de las fuerzas del orden, sino de la ciudadan�a toda'.

En una de sus habituales recorridas por Corrientes y Chaco, el general Galtieri, una vez m�s, habl� de la confluencia entre medios de comunicaci�n y la dictadura. 'Destaco la identificaci�n de las fuerzas armadas con el periodismo en la tarea de llevar adelante el Proceso de Reorganizaci�n Nacional, que tiene objetivos y no plazos', dijo.

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