Argentina: La lucha contin�a
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29 razones para el presente
Carlos del Frade
Argenpress
A casi treinta a�os del inicio del terrorismo de estado, los argentinos en
general y los santafesinos en particular, no saben cu�l fue el destino de los
desaparecidos ni de los chicos apropiados por los integrantes de las llamadas
fuerzas conjuntas. A pesar de eso es necesario destacar que el golpe no tuvo una
finalidad militar sino econ�mica y pol�tica: quebrar la conciencia de la clase
trabajadora para afianzar un modelo de concentraci�n de riquezas que sigue
vigente en 2005. El diez por ciento m�s rico de la poblaci�n argentina gana 33
veces m�s que los que sobreviven en los subsuelos de la sociedad que, hasta
1975, era una de las m�s justas de Am�rica. En estas postales del pasado
aparecen las l�neas argumentales del presente. Cuesta creer que luego del juicio
a las juntas militares en diciembre de 1985, los distintos juzgados federales
del pa�s reinicien las causas por delitos de lesa humanidad como si nada hubiera
sido probado. La sociedad civil tampoco ha exigido, todav�a, una informaci�n
seria sobre el reciclaje de los principales c�mplices del genocidio en
organismos claves como los ministerios de educaci�n y salud provinciales o las
grandes obras sociales de cada estado argentino. Los colegios profesionales
tampoco se han expedido sobre las funciones c�mplices de varios de sus asociados
ni se han recuperado los archivos fotogr�ficos de las fuerzas de seguridad. A
veintinueve a�os del golpe de 1976, todav�a falta la condena social sobre los
que paralizaron los presupuestos de obras de infraestructura vitales como los
bajos submeridionales y las canalizaciones de los r�os interiores de Santa Fe y
los que acumularon casas, departamentos y otros bienes de las familias
desaparecidas. Los due�os de los grandes medios de comunicaci�n y algunos
periodistas que fueron referentes de opini�n en los a�os de la noche carn�vora
siguen teniendo grandes cuotas de poder durante los tiempos democr�ticos. Por
eso estas veintinueve postales del presente, hijas directa del pasado impune.
Cosa juzgada (1)
'Disponiendo, en cumplimiento del deber legal de denunciar, se ponga en
conocimiento del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas el contenido de esta
sentencia y cuantas piezas de la causa sean pertinentes, a los efectos del
enjuiciamiento de los oficiales superiores que ocuparon los comandos de zona y
subzona de Defensa, durante la lucha contra la subversi�n y de todos aquellos
que tuvieron responsabilidad operativa en las acciones', dec�a el punto 30 de la
sentencia de la C�mara Federal de Apelaciones de Capital Federal le�da por Le�n
Arslani�n el 9 de diciembre de 1985.
El concepto de 'responsabilidad operativa' parece haber sido ignorado por
completo por los actuales juzgados federales que repiten los testimonios de las
v�ctimas y entienden que deben volver a probar lo ya convertido en cosa juzgada.
Semejante omisi�n del punto 30 de la sentencia de la C�mara Federal de
Apelaciones es directamente proporcional a la construcci�n de impunidad.
Lo ya probado (2)
Aquella sentencia que determin� como cosa juzgada que en la Argentina se impuso
un proceso de terrorismo de estado a trav�s de la metodolog�a de la
desaparici�n, tortura y muerte de personas, tambi�n abund� sobre las
'privaciones ileg�timas de la libertad, denunciadas y comprobadas' en cada
provincia.
Desde el 24 de marzo de 1976 al 18 de agosto de 1982, se comprobaron 2.404 en el
distrito Federal; 3.633 en la provincia de Buenos Aires; 668 en Santa Fe; 246 en
C�rdoba; 338 en Tucum�n; 52 en Santiago del Estero; 209 en Mendoza; 32 en La
Rioja; 42 en San Juan; 20 en R�o Negro; 8 en Santa Cruz; 16 en Chubut; 36 en
Entre R�os; 19 en Corrientes; 26 en Misiones; 47 en Salta; 49 en Jujuy; 13 en
Chaco; 3 en Formosa; 8 en Neuqu�n; 10 en Catamarca; 9 en San Luis; 14 en La
Pampa y 4 en Tierra del Fuego.
�Est�n las 668 denuncias comprobadas de la provincia de Santa Fe en conocimiento
de los jueces y camaristas federales que act�an en el territorio?.
Y si est�n, �por qu� es necesario volver a repetir el calvario de los
sobrevivientes?.
Si no est�n, entonces, la responsabilidad de los integrantes de los fueros
federales santafesinos deber�a ser materia de acusaci�n de parte del Consejo de
la Magistratura.
El por qu� del golpe (3)
'El empresariado argentino ha crecido y est� decidido a aceptar el desaf�o que
significa la reconstrucci�n de la rep�blica. Por ello estamos aqu� reunidos,
para conocer el pensamiento de las fuerzas armadas y poder as� reflexionar sobre
la naturaleza de sus designios, determinando la dimensi�n exacta de nuestra
responsabilidad empresarial', dijo un exultante representante de la Federaci�n
Gremial de la Industria y Comercio de Rosario, Jos� Luis Pinasco, en octubre de
1977 al recibir a D�az Bessone.
El militar no se qued� atr�s: 'Los empresarios forman uno de los primeros
sectores que constituyen la naci�n d�a a d�a. Acaso por eso fueron uno de los
blancos predilectos de la agresi�n criminal de las hordas marxistas. Por eso la
responsabilidad moral es la otra gran vertiente de esta eminente funci�n social,
y comienza dentro de la misma empresa. All� los derechos ceden su lugar a los
deberes. Defender la empresa y la propiedad privada contra agresores de toda
�ndole es el primer deber', sostuvo en una clara conciencia del rol de los
militares como celadores del gran capital.
La clase obrera fue el blanco preferido (4)
'Con esta pol�tica buscamos debilitar el enorme poder sindical, que era uno de
los grandes problemas del pa�s. La Argentina ten�a un poder sindical demasiado
fuerte...hemos debilitado el poder sindical y �sta es la base para cualquier
salida pol�tica en la Argentina', dijo Juan Alemann, secretario de Hacienda de
Jorge Videla.
Esa frase sintetiz� la l�gica de la represi�n contra el movimiento obrero
opositor a las burocracias vinculadas a las grandes patronales.
La sociedad entre gerentes de plantas y represores fue una constante en la zona
del Gran Rosario.
Uno de los torturadores e integrantes del Servicio de Inteligencia del Comando
del II Cuerpo de Ej�rcito con asiento en la ciudad de Rosario fue Francisco
Bueno o Banegas. Su declaraci�n ante los organismos de derechos humanos en
Europa durante los primeros tiempos de la democracia sirvieron para descubrir
los mecanismos del terrorismo de estado en la zona sur de la provincia de Santa
Fe.
'Las oficinas a las cuales yo deb�a concurrir estaban ubicadas en la galer�a La
Favorita, en el s�ptimo piso, oficina 701, bajo el nombre de la empresa INROS,
Informaciones Rosario. En ese lugar exist�a la oficina donde se distribu�a el
trabajo de informaci�n...', sostuvo el ex integrante del ej�rcito.
'De las siete personas, una de ellas se dedicaba a recabar informaci�n en las
f�bricas Massey Ferguson, John Deere y Anomackura, que est�n ubicadas en el
cord�n industrial del Gran Rosario...Las informaciones eran directamente
entregadas por el personal de nivel jer�rquico de esas empresas y operarios
especializados....El nombre del que estaba en el �rgano adelantado para la zona
del cord�n industrial era Cacho Marengo, ese era el seud�nimo. El nombre real es
Montenegro...El se dedicaba estrictamente a la parte de recolectar los papeles
que preparaba el personal de gerencia de esas f�bricas', sostuvo el
desaparecedor.
Hab�a otra persona que 'se encargaba de la zona un poco m�s alejada de San
Lorenzo que era el enlace con el servicio de informaciones de la polic�a de San
Lorenzo. La polic�a de San Lorenzo manejaba la zona de Puerto San Mart�n y
Petroqu�mica Argentina; el que estaba a cargo de informaciones entregaba los
papeles semanales de la informaci�n recabada a un hombre llamado Tito Ortiz,
aunque el nombre real era Orefice'.
Continuidades (5)
'...estas organizaciones trabajan sin tener en cuenta el tiempo, el tiempo para
ellos es secundario, no nos extra�emos que empiecen, no ahora, sino en una fecha
relativamente corta, larga, pero van a volver porque les queda todav�a... por
empezar que ha sido hist�rico, una etapa de venganza personal, una venganza
personal, como ocurri� con ese teniente coronel que fue a reprimir all� en el
sur en la Patagonia tr�gica y despu�s lo mataron ac� en el centro de Buenos
Aires...Varela y lo mat� un terrorista extranjero...', declar� Agust�n Feced el
11 de setiembre de 1984 ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Feced se sent�a la continuidad de Varela, el represor de los huelguistas del a�o
'21 en la Patagonia. Una clara definici�n del objetivo del terrorismo de estado.
El principio del genocidio (6)
El informe Saichuck, del 30 de abril de 1973, prologaba el asesinato de
Constantino Razzetti, las matanzas de la Triple A, la invasi�n a Villa
Constituci�n y el golpe de estado de marzo de 1976.
'Los fines perseguidos empleando parte de estas siglas fueron determinados por
la infiltraci�n, captaci�n y distorsi�n ideol�gica de elementos juveniles
peronistas, quienes ante la carencia de dirigentes consustanciados con los
lineamientos justicialistas fueron absorbidos por los que pregonaban la 'patria
socialista o izquierda nacional', un comentario digno de cualquier dirigente de
la derecha peronista y que luego se utilizar�a como supuesta justificaci�n para
el enfrentamiento que se concret� despu�s de Ezeiza.
Luego, en el documento hay una referencia al '�xodo de militantes' que sufr�a,
por aquellos d�as, el FEN, dirigido 'por lo que determinados c�rculos de la
juventud consideran como 'el marxismo israel�' representado por Grabois y
ac�litos'.
Pero lo que viene es una clara advertencia de lo que efectivamente ocurri�: 'Las
nuevas pautas a darse en el consenso juvenil pueden determinar, dentro de la
disciplina y verticalidad que imponga Per�n, una 'purificaci�n' doctrinaria de
la juventud, precedido de una depuraci�n, considerando que a�n el l�der m�ximo
del peronismo se halla en condiciones de controlar a la juventud por el giro
dado al espectro que creara a trav�s de los dirigentes defenestrados'.
Los t�rminos 'purificaci�n' y 'depuraci�n' ser�an utilizados no solamente por
los sectores ortodoxos del peronismo, sino que despu�s formar�an parte de las
homil�as de vicarios y obispos que exigir�an una purga de sangre a las fuerzas
armadas. El documento Saichuck, entonces, obliga a preguntar �cu�l fue el origen
de la represi�n pol�tica en la Argentina en los a�os setenta?
Hay otro dato interesante: el surgimiento de las llamadas Legiones
Nacionalistas.
'La planificaci�n y organizaci�n de las mismas estar�a en manos de S�nchez
Sorondo y del doctor Vicente Solano Lima. Dicho impasse se habr�a suscitado
debido a diferencias entre C�mpora y Solano Lima, no obstante el aval de Per�n
al vicepresidente electo para la conformaci�n de las citadas legiones que
deber�an estar encuadradas dentro de los lineamientos de la doctrina nacional
del Justicialista', sostiene el informe.
'La concreci�n de estas LEGIONES (as� con may�sculas est� en el escrito) estaba
prevista para todo el �mbito nacional, especialmente j�venes identificados con
el peronismo no oficial y del nacionalismo ortodoxo. Para tales efectos estaba
previsto el viaje de dichos elementos j�venes para ser interesados en el
cometido a cumplir o desarrollar', se afirma en la tercera hoja del informe del
30 de abril de 1973.
S�nchez Sorondo fue el candidato a senador nacional por la Capital Federal en
las elecciones del 11 de marzo. Fue derrotado por el entonces joven abogado
radical Fernando De La R�a. Esa situaci�n hizo que Solano Lima no viajara a
Madrid junto a C�mpora para entrevistarse con el viejo General.
Saichuck termin� de leer el informe y por alguna extra�a raz�n se lo llev� a su
casa.
Al Gato Saichuck lo envenenaron a fines de 1976, pero sus trabajos de
inteligencia marcaron la tendencia no solamente de las patotas que acompa�aron a
Agust�n Feced, sino tambi�n los procedimientos y la ideolog�a de aquella
federaci�n de bandas de delincuentes y de ideolog�a fascista que se denomin�
Triple A.
La Juventud Peronista ya estaba infiltrada aun antes de la asunci�n de H�ctor
C�mpora y la idea de la depuraci�n del justicialismo era un claro objetivo que
compart�an los servicios de las distintas fuerzas de seguridad y armadas con
dirigentes sindicales, grandes empresarios y tambi�n pol�ticos.
Pasa (7)
Jos� Rub�n Lo Fiego, alias el Ciego o doctor Mortensen, fue imputado por 68
delitos de lesa humanidad cuando se desempe�aba como el principal torturador del
Servicio de Informaciones de la polic�a rosarina en los tiempos de Agust�n Feced.
En su legajo personal consta que el 26 de julio de 1979 fue 'felicitado por la
superioridad por el procedimiento realizado en la Empresa fabril Petroqu�mica
Argentina Sociedad An�nima'.
A rengl�n seguido fue felicitado el 18 de agosto de 1977 por el comandante del
II Cuerpo de Ej�rcito, Leopoldo Fortunato Galtieri, 'por el resultado de las
investigaciones realizadas que permitieron los �xitos obtenidos por las fuerzas
legales en los �ltimos d�as'.
Acindar (8)
Para el ministro del Interior, Alberto Rocamora, se trat� de un operativo para
desarticular al 'complot rojo contra la industria pesada del pa�s'. Para el
dirigente radical, Ricardo Balb�n, 'los sucesos de Villa Constituci�n fueron
necesarios para erradicar la subversi�n industrial'.
Walter Klein, socio de Mart�nez de Hoz, a�os despu�s, fue mucho m�s contundente
frente a la embajada de los Estados Unidos: 'Qu�dense tranquilos, todos los
activistas gremiales de Villa Constituci�n ya est�n bajo tierra'.
Rodolfo Peregrino Fern�ndez, ex comisario de la Polic�a Federal, relat� ante la
Comisi�n Argentina de Derechos Humanos, en 1983, que 'otra represi�n notoria de
la Triple A fue la ejercida contra los activistas sindicales de Villa
Constituci�n. Esa operaci�n fue dirigida por el comisario Antonio Fiscchietti,
alias El Padrino o Don Chicho. Fiscchietti fue reclutado para integrarse en la
AAA siendo delegado de la Polic�a Federal Argentina en la provincia de Tucum�n'.
Sostuvo que 'las patronales de las industrias metal�rgicas instaladas all�, en
forma destacada el presidente del directorio de Acindar, ingeniero Arturo
Acevedo, establecieron una estrecha vinculaci�n con las fuerzas policiales
mediante pagos extraordinarios en dinero'.
Remarc� que 'el presidente de Metcon, por ejemplo, retribu�a con una paga extra
de 150 d�lares diarios al oficial de polic�a que dirig�a su custodia personal,
por un servicio de vigilancia no superior a las seis horas de duraci�n'.
Acindar 'pagaba a todo el personal policial, jefes, suboficiales y tropa, un
plus extra en dinero, suplementario al propio plus que percib�an ya del estado
esos efectivos. El pago estaba a cargo del jefe del personal, Pedro Aznarez, y
del jefe de relaciones laborales, Roberto Pellegrini'.
Agreg� que 'Acindar se convirti� en una especie de fortaleza militar con cercos
de alambres de p�as. Los oficiales policiales que custodiaban la f�brica se
alojaban en las casas reservadas para los ejecutivos de la empresa...'.
El dinero de la sangre (9)
La primera menci�n sobre la actuaci�n del 'Tucu'
apareci� en el libro 'Recuerdo de la muerte' de Miguel Bonasso.
Su identidad fue revelada por las declaraciones que desde el exterior hizo el ex
servicio de inteligencia del Ej�rcito, con actuaci�n en el Comando del II Cuerpo
de Ej�rcito, Gustavo Francisco Bueno alias Germ�n Bueno o Banegas, ante el
Centro de Estudios Legales y Sociales, en 1987.
All� informa sobre el personal que revistaba en la Quinta de Funes.
En la lista de represores confeccionada por la Asamblea Permanente de Derechos
Humanos de Rosario, en 1987, Eduardo Constanzo aparece como miembro de
Inteligencia militar: 'IN 14'.
Al tiempo, sin imputaci�n alguna en la causa federal 47.913, la denominada causa
Feced, Constanzo se present� al diario 'Rosario/12' para hablar sobre su
actuaci�n en Funes, diciendo que envolv�a los cuerpos de los muertos, entre
ellos algunos chicos y que despu�s los trasladaba a las barrancas del r�o Paran�
o por avi�n hasta la Bah�a de Samboromb�n. Los datos fueron revelados por una
entrevista que le hizo el periodista Reynaldo Sietecasse.
Su relato tambi�n apareci� en la revista 'Gente' a trav�s del corresponsal
rosarino de la misma, Ra�l Acosta.
Al saberse su participaci�n los familiares de desaparecidos pidieron que se
investigue lo relacionado con el supuesto fondeadero en las barrancas del
Paran�, tarea que desarroll� el entonces juez provincial de instrucci�n de la
10� nominaci�n, Mart�nez Fermoselle, sin encontrarse ning�n rastro positivo.
Aparece nombrado en el cuerpo 28 de la causa Feced al incluirselo como 'Tucu'
entre los torturadores y represores de la Quinta de Funes. Era finales de 1986.
En el cuerpo 43 de la causa, se anexan fotocopias del cap�tulo II al XI de la
'Segunda Temporada', del libro 'Recuerdo de la Muerte', de Miguel Bonasso. El 'Tucu'
aparece en el apartado X 'La Onda expansiva', se�alado por Dri como 'con la
cachaza tucumana. Viejo. Experimentado. Ojo, es observador'. Se repite el pedido
de h�beas corpus presentado por Mar�a Adela Panelo de Forestello por el destino
de su hija Mar�a Marta Forestello. Su nieta fue encontrada enla polic�a de
menores de Rosario el 2 de diciembre de 1977. Estas actuaciones ya correspond�an
a febrero de 1987.
Hasta que lleg� el lunes 15 de diciembre de 1997.
El Tucu Constanzo me recibe en el living que invent� en el viejo garaje de su
casa de Pueyrred�n 2931, a dos cuadras de la casita robada, aquella de Santiago
2815 donde viv�a una pareja de ciegos, secuestrados, torturados y desaparecidos
por las huestes de Galtieri y Feced el 17 de setiembre de 1977.
Impecable traje marr�n y corbata con dibujos de Mickey y Tribil�n. No le queda
nada bien a quien supo torturar y envolver cuerpos para luego, seg�n dijo,
tirarlos al r�o.
'Usted escr�balo y despu�s vea c�mo podemos repartir lo que surja. Cre� que me
ven�a a ofrecer hacer una pel�cula. Hay que hacer negocios', dice mientras
apostrofa contra los militares.
'Yo pele� por la patria, la bandera, esas cosas, pero ellos se quedaron con la
plata', sostiene mientras confiesa que estuvo nueve a�os junto a Luis Rubeo.
Tiene un autom�vil casi nuevo, dos camiones con los que trabaja en el Mercado de
Productores de Fisherton trayendo fruta desde Tucum�n. Su madre de noventa a�os
tiene buena salud pero se est� muriendo de vieja.
'Le di a cada uno de mis hijos casa y auto. Yo vine con mucho dinero de Tucum�n.
Despu�s comet� el error de mi vida cuando trabaj� con los militares', cuenta
mientras toma un caf�.
Quiere dinero a cambio de su memoria.
'Tengo todo ac� adentro', se�alando su cabeza.
Toma pastillas de Tetrargill, 'recuerdo de los montoneros', relata y se�ala unas
ventanas que le quedaron de una casa en Tucum�n cuando le metieron algunas
granadas.
Dice que el coronel Fari�a hizo mucho dinero, que trabaja frente al diario La
Capital y le fue muy bien. 'Hijo de una gran puta, le digo cuando lo veo y no me
saluda. Ninguno de nosotros lo quer�amos. Era muy prepotente. Ellos hicieron muy
buen dinero', recuerda. Dice que Fari�a fue el jefe de operaciones especiales
del comando del II Cuerpo.
Feced de vacaciones (10)
El principal responsable del genocidio cometido en la provincia de Santa Fe,
Agust�n Feced, gozaba de libertad cuando supuestamente sufr�a de prisi�n
preventiva rigurosa, seg�n se desprende de una carta enviada por su concubina
que solicitaba la pensi�n como tal luego de la fraguada muerte de junio de 1986.
El relato de la se�ora exhibe c�mo el ex comandante de Gendarmer�a iba y ven�a
por el pa�s y ya estaba radicado en Paraguay como luego lo atestiguaron
distintos familiares de desaparecidos sin que ning�n integrante de la C�mara
Federal de Apelaciones rosarina lo tuviera en cuenta.
Era octubre de 1984. Feced deb�a estar encerrado.
Cuando se produjo el robo de los tribunales provinciales, el ex gendarme volv�a
de pasar unas vacaciones junto a su concubina por el noreste argentino.
�Qu� tipo de responsabilidad tuvieron los gobiernos de la provincia de Santa Fe
y de la Naci�n en aquella absoluta libertad que gozaba el mayor asesino de la
historia del interior del pa�s?.
Hasta hoy no solamente es un misterio, sino una brutal muestra sobre c�mo se
construy� impunidad en democracia.
Berhnardt (11)
Luis Galanzino fue desplazado de la polic�a provincial durante la primera
administraci�n del ingeniero Obeid.
Desde entonces denuncia a su entonces subsecretario de Seguridad P�blica y hoy
titular de Defensa Civil, el ex teniente coronel Jos� Bernhardt, como el oficial
que trasladaba a los detenidos ilegales de Santa Fe, durante el terrorismo de
estado, hasta el centro clandestino que funcionaba en Granadero Baigorria, La
Calamita.
Galanzino lleg� a efectuar esa denuncia ante la Comisi�n Interamericana de
Derechos Humanos con sede en Washington.
Actuales funcionarios del gobierno provincial desprecian la denuncia porque
creen que Galanzino miente para ocultar sus propias acciones contrarias a los
m�s elementales derechos humanos.
E incluso llegaron a decir -los funcionarios actuales de la administraci�n Obeid-
que 'Bernhardt le ofreci� conducir la Unidad Regional II con asiento en Rosario
y entonces Galanzino se despach� dici�ndole que para poner la delincuencia en
caja hab�a que tirar unos diez cuerpos de cualquiera para que sientan miedo.
Semejante barbaridad lo dej� afuera', confi� una alta fuente del gobierno actual
santafesino.
El ex comisario desmiente todo con su voz agravada por el cigarrillo y las
distintas enfermedades que tuvo que soportar desde que fue retirado de la
fuerza.
Y ratifica su denuncia: 'Es de p�blico conocimiento que Bernhardt trabaj� para
el Servicio de Inteligencia del Ej�rcito. El particip� en los traslados de los
detenidos de Santa Fe hasta La Calamita. Eso es real', afirma.
Rechaza cualquier tipo de discusi�n que se le endilga con Bernhardt. 'Nunca tuve
ninguna puja personal con �l. Salvo cuando hicieron el relevo de todo el
personal de tr�nsito y nosotros hicimos un procedimiento contra dos tipos
uniformados con ropa policial que extorsionaban a la gente a la altura de
Ricardone con radares para controlar la velocidad. Discutimos por tel�fono y
nunca m�s. Se sinti� ofuscado y me dijo que no me ten�a que meter con el
personal que atend�a los radares', enfatiz� Galanzino.
'Nadie me ofreci� la jefatura de polic�a de Rosario. Eso es mentira. Lo que
ratifico es que Bernhardt hac�a los traslados y tambi�n creo haber demostrado la
relaci�n existente entre �l, el entonces ministro de Gobierno, Roberto Ros�a y
la jueza Alejandra Rodenas. �O no se sabe que Osvaldo 'Tito' Rodenas, hist�rico
dirigente de Rosario Central, era quien ten�a La Calamita. El tema este nace
entre el coronel Juvenal Pozzi y el dirigente empresario Natalio Wainstein. Este
�ltimo le presenta Rodenas a Pozzi para que el estadio de Central sea confirmado
como la sede del Mundial `78. Y una de las condiciones fue que Rodenas le
alquilara a Pablo Benzad�n, La Calamita y luego se la pasara a los militares. Y
ah� se hicieron las torturas', termin� diciendo.
Perazzo (12)
La actual Jefa de la Polic�a de Santa Fe, la doctora Leyla Perazzo estuvo a
cargo de la polic�a de menores de Rosario durante los tiempos de Feced.
Ella conoci�, entre otras celadoras que figuran como las encargadas de cuidar
algunos hijos de desaparecidos, a Norma Ramos, celadora y custodia de Josefina y
Catalina Aguirre.
Seg�n la actual funcionaria del Ministerio de Gobierno, Ramos 'mostr� tener una
generosidad m�s all� de lo com�n, como por ejemplo, cuando cri� a Josefina que
se estaba muriendo, porque la estuvo cuidando desde el Hospital'.
Sostuvo que nunca se va a olvidar 'de la cara de Cati. Conviv�amos con las
ni�as. La vi sufrir por esa ni�a, cuidarla. El juez la autoriz� a llevarla a su
casa. Si no, se hubiera muerto', remarc� Perazzo en di�logo con este cronista.
'Es un episodio muy dif�cil de borrar. La he visto llorar cuando el juez le
orden� entregar esa nenita a la familia', agreg�.
Perazzo defendi� a las celadoras de la polic�a de menores durante la dictadura
porque 'hicieron un trabajo como seres humanos m�s all� del oficial, asumieron
roles...'.
'Yo estuve en la peor �poca...dos o tres a�os. En general las chicas (por las
celadoras) sal�an a pedir ropa para los pibes. Los llevaban al m�dico. Hasta una
persona como Feced, en una cuesti�n como la de los chicos, no se meti�, dej� que
los resolviera la justicia', indic�.
La polic�a 'recib�a un chico del comando y lo anotaba. Ese era un aspecto.
Despu�s estaban los grupos de tareas', diferenci� la abogada.
'Llegamos a tener como sesenta, me acuerdo', confes� la funcionaria.
�Qui�nes eran esos sesenta chicos que ingresaron en la polic�a de menores de
Rosario durante la dictadura?.
Para Abuelas de Plaza de Mayo solamente hay tres ni�os desaparecidos en la
ciudad.
Y de acuerdo a los documentos que constan en el cuerpo 21 de la Causa Feced,
hubo 98 menores NN entre 1976 y 1983 denunciados en el juzgado provincial
correspondiente.
Once durante 1976; 27 en 1977; 11 en el a�o del Mundial; 9 en 1979; 17 durante
1980; 17 m�s en 1982 y 6 en 1983. Muchos de ellos explicables, pero, como se
demuestra en estas l�neas, hay alrededor de una veintena de expedientes que
presentan dudas muy grandes.
Si solamente se tuvieran en cuenta los casos de los 'menores derivados de
procedimientos antisubversivos', hay 18 chicos, hoy j�venes de m�s de veinte
a�os, que bien pueden demandar a los entonces comandantes del II Cuerpo de
Ej�rcito por responsables de sus propios secuestros. Ram�n Genaro D�as Bessone
tambi�n deber� responder por estos delitos cometidos en Rosario.
Los negocios del Tigre Acosta en Rosario (13)
El jefe de Inteligencia de la Escuela de Mec�nica de la Armada era uno de los
m�s conspicuos pasajeros que se alojaban en el hotel Riviera de Rosario entre
1991 y 1994. Jorge 'El Tigre' Acosta desarroll� actividades comerciales en la
regi�n a trav�s de su astillero R�o Bravo, con sede en General Rivas 175, en la
zona del Dock Sud, en Avellaneda. Su principal contacto era un ex integrante de
aquel centro clandestino de detenci�n, Adolfo Romero, y sus intereses estaban
vinculados a la zona franca paraguaya que opera en el puerto del sur provincial
desde los tiempos de Videla y Stroessner. Ellos dec�an ser los representantes de
la firma Serviport SRL, la misma que gener� una millonaria demanda judicial a
fines de los a�os noventa. Eran los tiempos de la fiesta menemista y los
primeros intentos por privatizar el puerto rosarino; mientras que en Paraguay
gobernaba el luego depuesto Juan Carlos Wasmosy. Junto a los verdugos de la ESMA
-Acosta y R�dice- tambi�n se movieron, por aquellos d�as, hombres como Alberto
Kohan y Carlos Corach. La fotograf�a que posee este cronista muestra una reuni�n
mantenida en una casa familiar de la zona del Gran Rosario en la que se revela
una de las tantas visitas de uno de los principales represores de la historia
reciente argentina cuando se perge�aba un negocio cuya dimensi�n, seg�n la
propia Justicia federal, ascendi� a 150 millones de d�lares. �Por qu� El Tigre
Acosta tuvo tanta impunidad para moverse en c�rculos pol�ticos y empresariales
rosarinos?, parece ser la pregunta que, por ahora, no tiene respuesta.
'La Capital' y Alberto Goll�n (14)
En el D�a de los Santos Inocentes de 1976, Leopoldo Galtieri recibi� a los
periodistas en el casino de oficiales del Comando, por entonces ubicado en
C�rdoba y Moreno. Felicitaba a los cronistas porque su labor 'ha marcado rumbos
en la historia. A trav�s de la prensa, en un cauce ordenado, llegando a los
esp�ritus y a las mentes de los ciudadanos y a la formaci�n cristiana,
occidental, de nuestra tierra', dijo.
'Vamos a convencer al pueblo rosarino, en este caso, que llegaremos m�s f�cil a
los objetivos del gobierno militar. Estamos convencidos de que cometemos errores
pero tambi�n sabemos que hay aciertos. Brindo por el pa�s, por nuestra gran
comunidad rosarina y por nuestra patria por un venturoso porvenir', sostuvo
Galtieri.
En nombre de los trabajadores de prensa hablaron Alberto Goll�n y Carlos Ovidio
Lagos. 'Estamos orgullosos de poder acompa�ar a usted y a la fuerza que
representa en esta tarea en que est�n empe�ados. Nosotros los periodistas
apoyaremos siempre esta labor', dijo el ex intendente de la dictadura del 71,
Alberto Goll�n.
'Nos sentimos honrados de esta prueba de afecto y solidaridad', dijo a su turno
el representante del diario 'La Capital'. Es oportuno recordar que 'uno de los
ingredientes fundamentales del periodismo es su derecho a discrepar, pero creo
que las palabras del comandante no merecen ninguna oposici�n. Nunca el hombre se
siente m�s satisfecho como cuando ha recobrado su libertad, y la Argentina la ha
recobrado para dignidad del pueblo y de la naci�n. El comandante ha se�alado que
los diarios rosarinos han jugado un papel protag�nico en estos instantes en que
se est�n debatiendo fundamentales principios de perdurabilidad de la naci�n. Yo
agregar�a que el ejemplo rosarino es imitado por todos los diarios del pa�s',
dijo el descendiente del fundador del primer diario argentino.
Galtieri calific� de 'positivo' el balance de 1976. 'En el orden militar los
resultados de la lucha antisubversiva est�n a la vista. Se normaliz� la
educaci�n, hay recuperaci�n econ�mica y se ha logrado el reencauzamiento en el
nivel social. Lo m�s positivo fue la reacci�n del pueblo argentino ante un hecho
hist�rico. Este pueblo, llamado por su conciencia y liderado por las Fuerzas
Armadas, tom� el comando de nuestra patria que ca�a en una vertiginosa picada',
se entusiasm� el general.
El 29 de diciembre Galtieri fue ascendido a general de divisi�n y recibi� una
copia del sable corvo de San Mart�n.
Para los editorialistas de 'La Capital', el resumen del primer a�o de la
dictadura era que 'la ciudad, cuyas paredes ostentaban leyendas variadas,
amaneci� un d�a con la cara lavada. En realidad se la lav� en varios d�as, pero
se la lav�. Luego, la poda, controvertida, discutida, pero apoyada masivamente
por los vecinos, que aportaron su esfuerzo, fue otro signo m�s que en 1976 se
estaba produciendo un cambio, a primera vista aparente, pero llegando a
profundizar, algo m�s serio. La vida estudiantil se fue ordenando, la
universidad fue reestructur�ndose y algo cambi�. Claro que en la poda a alguno
se le fue la mano y mutil� alg�n ejemplar'.
Una editorial de 'La Capital', a principios de 1977, sumaba su grano de arena
para incentivar la delaci�n: 'Poco a poco va cerr�ndose el cerco sobre quienes
pretendieron conducir al pa�s al caos precursor de la toma del poder marxista y
va logr�ndose un clima de mayor seguridad p�blica. Para alcanzar la victoria que
indudablemente obtendr� la rep�blica es necesario operar en todos los campos. Es
necesario no caer en confusi�n y mantener una vigilia que no es obligaci�n
exclusiva de las fuerzas del orden, sino de la ciudadan�a toda'.
En una de sus habituales recorridas por Corrientes y Chaco, el general Galtieri,
una vez m�s, habl� de la confluencia entre medios de comunicaci�n y la
dictadura. 'Destaco la identificaci�n de las fuerzas armadas con el periodismo
en la tarea de llevar adelante el Proceso de Reorganizaci�n Nacional, que tiene
objetivos y no plazos', dijo.