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Argentina: La lucha continúa

Inimitable

Pbro. José Guillermo Mariani

Hay quienes piensan que una mirada de fe, implica una ceguera ante la realidad o, por lo menos, un disfraz. Hay una sentencia muy drástica de Jesús que, frente a la constante muestra de ambición de poder de sus discípulos, vislumbra hacia el futuro de su Iglesia el peligro de este mismo vicio. La consignan de diversos modos los tres evangelios sinópticos. El texto de Mateo dice "Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiranía a sus súbditos como si fueran sus dueños y los grandes hacen sentir su yugo. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario el que quiera ser grande debe servir y el que quiera ser primero debe someterse"(Mt. 20,25 a 27) Otro pasaje se refiere al mismo tema: "Tampoco deben decirle Padre a nadie sobre la tierra porque tienen un solo Padre, el que está en el Cielo" Sin necesidad de exagerar este mandato hasta convertirlo en disputa de lenguaje, lo que se significa es lo que inicia el párrafo: Ni maestro y discípulo, ni padre e hijo, ni doctor e ignorante sino que todos ustedes son hermanos. Se trata de un nuevo modo de relación que deberá vivirse en su comunidad.
Así pareciera consagrarse para la Iglesia un estilo de estructura democrática absolutamente distinta de las monarquías por derecho divino, o de las tiranías por usurpaciones humanas.
Ahora resulta que la Iglesia ha imitado tanto en su estructura a la que Jesús señalaba como de "los paganos", que se ha convertido prácticamente en la monarquía más absoluta y casi la única que persiste en los tiempos modernos. Habría entonces que trastocar la sentencia de Jesús advirtiendo a todos los gobiernos de la tierra "Ustedes saben cómo se ejerce el dominio en la Iglesia católica como si las autoridades fueran dueñas de los súbditos y por derecho divino pudieran hacerles sentir su rigor ¡Que no sea así entre uds. sino que los que de alguna manera son considerados grandes o poderosos, hagan consistir su grandeza en servir a la comunidad y respetar los derechos de todos!"
Todo esto sale a relucir muy fuertemente con la declinación de la salud de Juan Pablo II, tolerada "heroicamente", no hay dudas, pero que revela un absolutismo tan marcado que, además de toda imposibilidad de reconocer reclamos por parte de los funcionarios más altos y mucho menos del pueblo, de acuerdo a las disposiciones de Derecho Canónico, en esta oportunidad, ha llegado hasta preparar su sucesión al más puro estilo monárquico, y designado a quienes se hagan cargo del Gobierno de la Iglesia en caso de renuncia, estableciendo al mismo tiempo para después de su muerte, una cantidad de reglamentaciones en todo lo referente a las circunstancias de personas, hechos y hasta juicios que puedan producirse. Todo esto sin que nadie pueda oponerse sin peligro de censura y sanción.
"Hagan lo que dicen pero no se les ocurra imitar lo que hacen" (Mt.23,3) Y esto es una advertencia que habría que añadir a lo que antes decíamos. Porque sería un desastre que algún Estado se organizará al estilo del Vaticano y un Gobernante imitara al Papa en su concepción o ejercicio del poder.
Ya estoy escuchando la objeción de ciertos sectores. "Es que todo esto es cuestión de fe". ¿No será cuestión de fe creerle a Jesús y practicar sus enseñanzas, frente a cualquier propuesta humana, sobre todo, cuando son tan claras y precisas?