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Argentina: La lucha continúa


 

Informe sobre la prensa en argentina

La SIP y el discurso único del establishment

Emilio marín

Este lunes concluyó en Panamá la reunión de medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa, que aglutina a los medios de prensa del establishment. La entidad ratificó el durísimo informe sobre la libertad de prensa en Argentina, dado a conocer durante la visita de sus miembros a Buenos Aires. En síntesis, allí se afirma que los tres principales obstáculos a la libertad de prensa en Latinoamérica son los gobiernos de Fidel Castro, Hugo Chávez y Néstor Kirchner.
EL ORÁCULO
La SIP debe creerse que en materia de periodismo es el oráculo de Miami, donde funcionan su consejo directivo. A propósito, al revisar la composición de ese consejo se aprecia que el diario de la comunidad cubano-americana (The Miami Herald) no tiene allí un directivo sino dos: Liza Gross y Alberto Ibargüen. ¿Voto doble para el medio que mejor interpreta la función proestadounidense de la entidad?
Imbuída de ese pensamiento mesiánico, la organización presidida por Alejo Miró Cardona (El Comercio de Lima), utilizó su asamblea anual en Panamá para disparar contra gobiernos que no le caen nada simpáticos.
Algunos de esos cañonazos estaban perfectamente anunciados como los que apuntaron contra el presidente cubano. Una resolución sobre Cuba –que nunca faltan en estas reuniones- volvió a tildar de "dictadura" al gobierno de Fidel Castro. A la vez debió reconocer la novedad de "la excarcelación de Raúl Rivero, vicepresidente regional de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP y Premio UNESCO 2004". De ese modo, los lectores que no lo sabían, pudieron enterarse que Rivero, detenido en 2003 en Cuba por ser agente a sueldo de la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA), era directivo de la SIP.
También era obvio que Hugo Chávez iba a recibir una andanada de críticas provenientes del itsmo. Ya en noviembre y diciembre del año pasado, luego que en Caracas se aprobara una ley de responsabilidad social de los medios de comunicación, la entidad dirigida por Miró Cardona la descalificó como "ley mordaza". En esto coincidió con la derecha más reaccionaria que en Venezuela había tratado de deponer al presidente constitucional mediante el golpe de Estado, el lock out en PVDSA y el referéndum revocatorio.
El párrafo respectivo de la SIP reza: "Venezuela sigue siendo motivo de gran preocupación, ya que Chávez ha consolidado su dominio sobre la mayoría de los medios de comunicación a través de las llamadas leyes "mordaza", al igual que Cuba".
Lo que no era tan previsible es que la declaración de Panamá sentara al gobierno argentino en el banquillo de esos acusados. Pero lo puso como blanco en la declaración general y además le dedicó un informe especial.
CUATRO CRÍTICAS
El ataque de la SIP sostuvo que "este punto de inflexión ha sido aprovechado arteramente por una gestión de gobierno que utiliza mecanismos sutiles y fiscales, pero contundentes, para complicar la solvencia económica y financiera de las empresas. Todas estas dificultades podrían afrontarse con mayor optimismo si no se advirtiera en las esferas oficiales una actitud de recelo y desconfianza hacia los medios".
Luego de esa primera andanada, el informe sobre Argentina cuestionó lo que considera una sesgada distribución de la pauta oficial de publicidad. Se reprocha que el gobierno no tendría en cuenta criterios técnicos ni objetivos en esas asignaciones.
El capítulo argentino estima que la libertad de prensa está amenazada por el oficialismo; si esa libertad aún sobrevive, afirma, sería gracias a la pluralidad de medios que imposibilita una censura total.
El cuarto punto, adosado a último momento tras el viaje de su comitiva a Argentina entre el 28/2 y el 4/3, acusa a Kirchner de haber agraviado al subdirector de La Nación, José Claudio Escribano, y al actual directivo y ex presidente de la SIP, Danilo Arbilla.
Los redactores del documento obviaron dar detalles, algo imperdonable en un periodista novato: el titular del PEN hizo declaraciones luego de sentirse atacado por el informe de la SIP. No tomó la iniciativa de polemizar con la entidad sino que contestó a sus afirmaciones.
Otros detalles que se esfumaron en el texto de Panamá fueron sobre quiénes son los periodistas cuestionados por Kirchner. Escribano es el subdirector de La Nación, que apañó los crímenes de la dictadura militar en Argentina. Arbilla está al frente del semanario Búsqueda de Uruguay y fue el secretario de prensa de la dictadura cívico-militar en ese país.
De Escribano se pueden decir varias cosas, a pesar de que Mariano Grondona haya jurado por su honorabilidad en su columna de la Gaceta Ganadera del 6 de marzo. Por ejemplo, en mayo de 2003 habría sido el enviado del Departamento de Estado y la Sociedad de las Américas para presionar al recién asumido Kirchner. ¿Quién jurará por el honor del propio Grondona, además de Escribano? ¿Acaso Bartolomé Mitre, director de la tribuna de doctrina de los cabañeros y la Bolsa?
Esos respaldos no tienen valor periodístico ni moral. Quienes se apoyan mutuamente son parte del mismo proyecto político- mediático. Un ejemplo de esa redundancia lo dio Mitre, quien habló en Panamá y agradeció en nombre de los miembros argentinos "por la oportunidad de la visita de la misión de la SIP a la Argentina y por su preciso, contundente y movilizador informe sobre las amenazas que afronta el periodismo en el país".
BAJADA DE LÍNEA
Por supuesto que los medios de comunicación en Argentina atraviesan muchos problemas y los trabajadores de prensa tienen los suyos propios. Los medios pequeños y medianos, sobre todo del interior, reciben en cuentagotas la publicidad oficial. Los trabajadores de prensa sufren despidos o reciben bajos salarios, se desempeñan en negro, como factureros o monotributistas. Como botón de muestra están los 27 despidos en la agencia Infosic, en la Capital Federal.
Seamos claros. El informe de la Sociedad de Miami no puso en foco esos dramas y menos aún buscó soluciones. La delegación vino en apoyo de La Nación, cuyo vicedirector tuvo problemas políticos con el PEN desde la presunta gestión de 2003 y los inconvenientes judiciales derivados del allanamiento dispuesto por la jueza María R. Servini de Cubría por presunta evasión impositiva. A lo sumo, de costado, Miró Cardona y Arbilla se interesaron por los reclamos de Noticias y el diario Río Negro.
Las críticas ventiladas en Buenos Aires el 2 de marzo y en Panamá entre el 11 y el 14 del mismo mes contra "el autoritarismo enquistado en la acción de gobierno y varias administraciones provinciales" estuvieron hechas desde la óptica del Departamento de Estado. Esas observaciones no provienen de los intereses de los medios de comunicación no trasnacionalizados de nuestro país, menos aún de los trabajadores de la comunicación.
Esa orientación de la SIP se desprende no sólo de su historia (ver LA ARENA 8/3) sino también de los medios que lo integran. ¿Qué se puede esperar de El Tiempo de Bogotá, propiedad del vicepresidente del gobierno Francisco Santos Calderón; El Mercurio de Chile, ex tribuna pinochetista de la familia Edwards; El Nacional y El Universal de Caracas, auspiciantes del golpismo que quiso matar a Chávez en 2002; The Miami Herald que en la SIP considera la representante de Cuba, etc?
Por más que varios de estos medios intenten camuflarse como independientes y pluralistas, un vistazo a sus editoriales detecta el discurso único neoliberal. Aún con maquillaje, representan la línea de la revista Visión –tan anticomunista como la Readers Digest- dirigida en su momento por Mariano Grondona y financiada por gobiernos tan poco democráticos como los de Anastacio Somoza y Alfredo Stroessner.
En América Latina están soplando vientos de cambio en lo político y social, lo que desespera a la administración Bush y los medios afines. Esa alarma hace brotar notas casi idénticas en La Nación de Buenos Aires y The Miami Herald de Miami. Por ejemplo, sobre que en la región hay una ola progresista de gobiernos y lo importante es que prevalezcan presidentes "racionales" y "responsables" como Ricardo Lagos, Tabaré Vázquez y Lula Da Silva.
Las columnas que firman Grondona y Andrés Oppenheimer se parecen como gotas de agua. La clave para estos comunicadores es aislar a Fidel Castro y Hugo Chávez del resto del continente. Puestos a elegir, presionan y cuestionan a Kirchner para que no se parezca a aquéllos sino a Lagos, Vázquez y, en último caso, a Lula.
Oppenheimer publicó el 6 de marzo en The Miami Herald su artículo "La ola izquierdista en América Latina". Allí consideró que la centroizquierda podía llegar a gobernar el 75 por ciento de la población de Latinoamérica. Y valoró como positivo tal vuelco en la medida que se impongan los moderados.
Grondona había tenido una postura muy similar ("La izquierda tiene la llave del progreso", La Nación, 11/11/2004) y ahora siguió tras los pasos de Oppenheimer ("Hay en América latina dos izquierdas", 13/3).
Ambos columnistas mantienen cierta cuota de duda sobre el rumbo final que tomará Kirchner, si será parte de la izquierda "irracional" o de la otra. El informe de la SIP quiere forzar a que esa duda se aclare: el periodismo empresarial presume de independencia pero baja línea única.