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Argentina: La lucha contin�a

Parias Globales: de Haedo a la Banlieue

Colectivo Nuevo Proyecto Hist�rico

PROKLA 8
PROblema de la Lucha de KLAses
Diciembre, 2005

"�Que te pensabas? �Esto es Bagdad!"
(Di�logo en el film "Banlieue 13", 2004)

"�Polic�a por todas partes, justicia por ning�n lado!"
MIB (Mouvement des Inmigrants et des Banlieues)

"Si no te ocupas de la pol�tica, la pol�tica se ocupa de ti"
Rockin' Squat. MC de Assassin

"El dinero es nada, el respeto es todo.
Mejor morir que vivir de rodillas"
(Skyblog del Banlieue 93, capital del rap franc�s)

"Es parecido a lo que suced�a en el XIX
cuando el partido liberal y el conservador
dirim�an frivolidades en el Parlamento
mientras el curso de la historia
se decid�a en sindicatos y f�bricas"
(A. Touraine, soci�logo, 2005)

"�Esta noche ser� Bagdad!"
(Joven "banlieusard" a un reportero, 2005)

Erase una vez una pel�cula: En franc�s, "Banlieue" es un t�rmino neutro que se utiliza para designar cualquier suburbio de cualquier ciudad. Es sin�nimo de extrarradio, periferia, arrabal, suburbio o "afueras". La palabra se compone de "Ban", el bando que emit�a el burgomaestre, y "lieue", que es legua, es decir: en el inicio de la burgues�a significaba una legua alrededor de la ciudad en la que era efectivo el bando del ayuntamiento. A los trenes suburbanos o de cercan�as se los llama "Train de banlieue". A las "banlieues" tradicionales, llamados "cinturones rojos" por su composici�n social y pol�tica homog�nea, las de la posguerra con un PCF hegem�nico (los treinta gloriosos en la mitolog�a pol�tica de la V� Rep�blica), les dedic� un �lbum de fotos exquisito Robert Doisneau y un poema-canci�n el inclasificable Boris Vian. Este antiguamente llamado "cintur�n rojo", era el basti�n inexpugnable del Partido Comunista, municipios mod�licos de viviendas p�blicas (gobernados por l
 a izquierda participativa) que constitu�an las ciudades obreras arraigadas en el fordismo gracias al empleo industrial masculino, fuerte cultura obrerista, conciencia de clase corporativa y sindical y la incorporaci�n ciudadana a trav�s de una densa red burocr�tica de organizaciones semiestatales que generaba una identidad inclusiva entre trabajo-hogar-voto reformista. Su crisis y descomposici�n, impensable hace tan solo 20 a�os, fue r�pida e inesperada. Sin embargo, a partir de los a�os '80 ha ido adquiriendo nuevas connotaciones sociales y pol�ticas. El posfordismo las ha transformado en "�reas urbanas sensibles" (ZUS), sensibles a la revuelta y al "emeut�", sensible a la exclusi�n permanente y a la precariedad, sensibles a la segmentaci�n y a la "palestinizaci�n", sensibles a la "tolerancia cero" del capital. Se las llama con iron�a "Harlem", "Bronx" o "Chicago", como aqu�. Cuando se habla de banlieue es bastante probable que se est� haciendo referencia a la realidad coti
 diana de los habitantes pobres -en su mayor�a descendiente o inmigrantes, pero tambi�n galos puros- de los extrarradios de las grandes ciudades francesas (sobre todo del norte de Par�s, Marsella y Lyon). La construcci�n en los a�os 60 de las grandes torres de pisos que conforman el paisaje de estos barrios, las "Cit�s", (similares a Lugano I y II en Buenos Aires) fue vista como s�mbolo de un capitalismo "welfare" decoroso, republicano e integrador, que hab�a pactado con la clase obrera para dotar a los trabajadores metropolitanos de unas condiciones de vida dignas. La irrupci�n del paro masivo en los a�os 70, el inicio del postfordismo, golpe� especialmente a los inmigrantes que hab�an llegado a Francia para satisfacer la demanda de trabajadores "no cualificados" y que, a�os despu�s, se hab�an convertido en el nuevo proletariado perdedor del modelo. El ocaso de la figura del trabajador inmigrante se inicia a partir de la desaceleraci�n y luego la interrupci�n de la inmigraci�n laboral de 1973 y 1974. Hasta entonces, la inmigraci�n laboral poscolonial hab�a provisto a la patronal de una mano de obra barata, manejable y sumisa para los trabajos menos preciados de una econom�a con pleno empleo (como casi en toda Europa). Puede hablarse de una alteridad providencial posterior a las representaciones de la guerra colonial, donde el inmigrante-tipo oscilaba entre el ind�gena y el fellagha, es decir, una alteridad de guerra, y anterior a la que hoy nos ocupa. La econom�a de desempleo masivo y la decadencia del Estado social (posfordismo) desestabilizaron las referencias simb�licas, la mirada sobre el Otro, la percepci�n de la amenaza, y obligaron a los discursos dominantes a reformularse para no resultar totalmente desacreditados.  Y el Otro empez� a superponerse a las banlieues. Barriadas muy degradadas, en las que unos cinco millones de habitantes (la mayor�a no va a votar) -de los 61 que tiene Francia- sobreviven en edificios de m�s de 9 plantas, calificados de ejemplo letal de barraquismo vertical. El nuevo gobierno de la excedencia se vio reflejado en la expansi�n sin control de los "quartiers-ghettos" en una sola generaci�n: en 1984 eran 148, ahora son 751 las zonas urbanas calientes en toda Francia, y en Paris, la llamada sarc�sticamente "Petite Couronne", cuenta con nada menos que 78 ZUS (Val-de-Marne, Paris, Seine-Saint-Denis y Hauts-de-Seine). �Hasta los territorios de ultramar tienen sus propias y peligrosas ZUS! Los indicadores son propios del Tercer Mundo: desempleo del 21% (40% si son j�venes entre 18 y 30 a�os, en Argentina es del 26%, aunque un 53% de los j�venes no participa del mercado de trabajo);la renta anual familiar no llega a los 19000 euros (en Francia es de 30000 euros). La realidad de las "cit�s" se reflej� en un film de culto del a�o 1995, "La Haine" (El Odio) de Mathieu Kassovitz, que relataba un d�a tr�gico en la vida de tres j�venes "banlieusards" (un africano, un argelino y un jud�o) y su existencia sin sentido, encerrados en el espacio muerto de la urbanizaci�n, permanentemente vigilados, sin futuro y sin otra esperanza que matar a un polic�a. En el film ya se observaba la tendencia posfordista en las ciudades globales: pronunciado ascenso de la desigualdad urbana y la cristalizaci�n de nuevas formas de pobreza capitalista y marginalidad socioecon�mica, que se alimentaba de procesos de segregaci�n espacial. En la situaci�n francesa adem�s irrump�a, tambi�n en la pel�cula, la diseminaci�n postcolonial y tensi�n etnorracial o xen�fobas como consecuencia del aumento simult�neo de la segmentaci�n entre el trabajador nativo y el inmigrante, la desocupaci�n persistente, la precariedad laboral y el asentamiento de poblaciones inmigrantes de trabajadores con residencia temporaria. Por supuesto, el pasaje global al posfordismo exhibe notorios factores comunes y recurrentes (ya que es una f�rmula exitosa de aumento de ganancias para el capital) que superan las fronteras nacionales: desempleo de larga data, actividad ocupacional precaria o falsamente aut�noma, flexibilidad, trabajo en negro o infantil, recortes del salario indirecto, achicamiento de las redes sociales, acumulaci�n de privaciones en barrios obreros, desaparici�n de las agencias del estado o desmantelamiento de la infraestructura de asistencia p�blica, etc. Todas estas tendencias pueden observarse en el Gran Buenos Aires. El cocktail explosivo del posfordismo es una f�rmula que puede sintetizarse as�: desempleo estructural, discriminaci�n �tnica social, decadencia barrial. Por supuesto: m�s de un trabajador pobre argentino desear�a vivir como "banlieusard" sin dudarlo: en Francia s�lo hay dos millones de pobres contra el 47% de la poblaci�n argentina.

El posfordismo: una l�gica institucional de segregaci�n y excedencia: el control de la multitud excedente se da en varias v�as: una, la m�s sofisticada, es la segmentaci�n creciente del mercado laboral, la creciente brecha salarial y de derechos sociales entre un n�cleo privilegiado de trabajadores formales, luego entre los del sector privado y el p�blico, entre estos y los trabajadores informales, y finalmente entre estos en conjunto con los precarios y semiocupados, y luego entre estos y los trabajadores negados o excluidos por el capital (los mal llamados desempleados). Tal es la laboriosa divisi�n interna del movimiento obrero, una complejidad pol�tica, un jerogl�fico para la recomposici�n. Pero a esto se le suma una degradaci�n territorial: seg�n la escala de exclusi�n aparecen "vaciaderos" masivos para pobres, para trabajadores pobres, "underclass", hogares de trabajadores con movilidad descendiente o en decadencia, grupos juveniles marginales, despose�dos simb�licamente de todo, verdaderos parias sociales, "outcasts" posmodernos, iguales o muy parecidos a los que viajan todos los d�as en los trenes suburbanos. Es la nueva pobreza urbana que recluye a los pobres (y ya pobre no significa carecer de empleo) en espacios restringidos, segregados, verdaderos "barrios de exilio", nuevas "franja de Gaza" del capital, en las que se ven condenadas las poblaciones superfluas y condenadas a la inutilidad social por la reorganizaci�n posfordista del proceso de trabajo y la nueva forma "Capital-parlamentaria" del estado. Es justamente este estigmatizaci�n en su vida cotidiana lo que contribuye a explicar y entender la l�gica de acci�n colectiva, la estrategia de enfrentamiento y escape, con que la multitud responde a esta guerra civil encubierta, a un colonialismo interno de baja intensidad, ya sea en la estaci�n de Haedo como en el barrio de Clichy-sous-Bois. Y es que el sujeto posfordista internacional sufre la misma condena del capital globalizado.
 El posfordismo este nuevo r�gimen de pobreza y exclusi�n, produce los mismos efectos: para una persona de bajos ingresos vivir en los "banlieues" o en los suburbios populares del Gran Buenos Aires, es estar confinado a un espacio degradado que se vive como trampa o un encarcelamiento abierto, o incluso una reserva o parking de lo excluido por el poder dominante. Porque m�s all� de las causas que producen y reproducen desigualdad y pobreza el nuevo complejo de producci�n y la estructura social de acumulaci�n que se ha consolidado desde los a�os '90 ha emergido un gobierno de la excedencia que debe controlar la creciente inseguridad econ�mica general y las nuevas formas de pobreza centradas en el empleo y en el trabajo negado (desempleo). Los procesos posfordistas, que impactan en Haedo y Paris, pueden ser vistos como tres procesos, excluyendo la desocupaci�n permanente: 1) creciente desigualdad en las capacidades de producci�n de ganancias de diferentes sectores econ�micos y en las capacidades de obtenci�n de ingresos de los distintos tipos de trabajadores (los ganadores de la devaluaci�n en 2001 y sus superganancias); 2) las tendencias a la polarizaci�n incorporadas en la organizaci�n de las industrias de servicios (la creadora de mano de obra bajo Kirchner y que tiene un salario un 40% debajo del promedio general; el sector servicios genera el 68% del empleo asalariado privado formal, construcci�n explica un 5% del empleo registrado, actividades primarias un 7% y apenas un 18% es industrial; es m�s: la tendencia muestra que en los �ltimos 10 a�os, el empleo asalariado privado registrado en servicios crece al 5% por a�o mientras que el empleo industrial crece a menos del 1%!) y en la precarizaci�n de la relaci�n salarial del empleo (segmentaci�n del mercado laboral, "outsourcing", subcontratas y trabajo en negro: el 72% de los nuevos puestos se origin� en sectores cuya remuneraci�n bruta ponderada promedio es 20% inferior a la media del segmento formal); 3) producci�n de una marginalidad urbana nueva, particularmente como resultado de nuevos procesos estructurales de crecimiento econ�mico m�s que de aquellos motivos cl�sicos que produc�an marginalidad en el fordismo (se cae la vieja imagen del "pauper" y el pobre del populismo). En todas las urbes capitalistas son estos tres procesos los que operan con la cobertura y legitimidad del poder pol�tico. El posfordismo est� produciendo un nuevo tipo de econom�a urbana, por lo que el desarrollo de las ciudades no puede ser entendido aislado del pasaje al posfordismo, as� como tampoco las rebeliones, los "riots", las revueltas y la guerrilla urbana espont�nea de los parias globales. La pregunta es: �existe una violencia colectiva posfordista?

Violencia posfordista, revuelta y desorganizaci�n social: �Cu�l es el origen de estas explosiones, estas seminsurrecciones espont�neas, estas revueltas de odio contra lo establecido, este furor contra los s�mbolos del poder? El "Capital-Parlamentarismo" mantiene como ideolog�a la idea republicana de representaci�n democr�tica, la igualdad formal y la ciudadan�a, por lo que la idea misma de relegaci�n a un espacio separado de inferioridad e inmovilidad social institucionalizada por el estado (no lo olvidemos) representa una violaci�n moral flagrante de la "Gemeinschaft" burguesa, una ideolog�a en la cual creen y abrazan tanto los j�venes de las "cit�s" como los pasajeros proletarios de Haedo. Existe en los acad�micos y en la cultura de izquierda en general la idea de que las formas de protesta violentas y espont�neas son una desviaci�n temporal e ineficaz de la l�nea principal de cambio social, sin percibir que las explosiones de violencia urbana tienen relaci�n, como en el pasado del capitalismo, con grandes estructuraciones sociales, pasajes internos de un r�gimen a otro (basta aqu� se�alar la inmigraci�n del campo a la ciudad, la desaparici�n del artesanado, etc.). Es decir: la violencia colectiva aparece siempre y cuando nuevos grupos o clases sociales conquistan una posici�n en la comunidad pol�tica y viejos grupos o clases la pierden: es decir con lucha por el control de posiciones existentes en la estructura del poder. La forma hist�rica de la violencia colectiva ha cambiado acompa�ando las metamorfosis del capital, pudiendo clasificarlas en tres formas b�sicas: la violencia primitiva, la violencia reaccionaria y la violencia fordista. La forma primitiva prevalece cuando los estados centralizados comenzaron a introducir a los individuos en la vida pol�tica estatal, sobre una escala m�s amplia que la local, alrededor del 1600, aunque declino lentamente s�lo se manifiesta raramente y en los m�rgenes de la vida pol�tica burguesa, Sus caracter
 �sticas son su dimensi�n reducida, la implicancia local, la participaci�n de miembros de comunidades, objetivos no expl�citos y no-pol�ticos. Algunas de sus formas son la "faire" (venganza colectiva medieval), grescas, trifulcas armadas entre miembros de corporaciones o de rivales, combates de grupos religiosos, incluso ciertas formas de bandidismo social. La caracter�stica de esta violencia es la movilizaci�n de grupos sociales comunitarios con base localista, en cuanto tales, que normalmente se oponen a otros grupos. La reaccionaria (y el t�rmino usado aqu� significa que es una "reacci�n a.") son de dimensi�n limitada, y oponen a miembros de clases d�bilmente organizada con los representantes pol�ticos que detentan el poder, por lo que se incluye una cr�tica al modo en que el poder es ejercido. La ocupaci�n por la fuerza de campos y bosques comunales por los campesinos sin tierra, revueltas contra los impuestos o los recaudadores, levantamientos contra las levas militareso la conscripci�n, tumultos por el precio del pan, ataques contra las m�quinas (luddismo), cortes de ruta de farmers por el precio del gas-oil o subsidios agr�colas, etc. son las formas m�s conocidas de violencia reaccionaria. Se entiende aqu� el sentido reaccionario: los participantes se niegan a cualquier modificaci�n que les prive de los derechos que gozaban en el pasado. Y no es una fuga de la realidad, tiene una conexi�n estrecha con el dominio pol�tico normal. El "tumulto del pan", t�pico en Europa hasta 1848, es una forma cl�sica de violencia reaccionaria: los hombres y mujeres sent�an que estaban siendo privados de un derecho y que a trav�s de la sublevaci�n pod�an restaurar una apariencia de ese derecho, aunque sea en forma temporal. Tales explosiones recurrentes, espont�neas y sin organizaci�n sofisticada, se realimentaban de la estructura pol�tica burguesa local, y lejos de ser una an�cdota, los "motines del pan" han signado la centralizaci�n del estado-naci�n as�  como la urbanizaci�n capitalista. La violencia reaccionaria muestran a un segmento significativo de las clases populares que se rebela contra la �lite local pol�tico-administrativa y los representantes del poder central; su organizaci�n es rudimentaria: son esencialmente agrupados en una "organizaci�n espont�nea de la vida cotidiana": usuarios del mercado, artesanos, peque�os comerciantes, j�venes en edad de leva, madres, ni�os, ancianos, curiosos, etc. El denominador com�n de estas rebeliones eran acciones directas contra la integraci�n forzosa y violenta de clases populares en la nueva estructura social de acumulaci�n y en el estado-naci�n. Se defend�a, de alguna manera, una identidad econ�mico-pol�tica que se estaba disolviendo o en curso de hacerlo. El pasaje de este tipo de violencia a la fordista, que convive entre nosotros con la primitiva, se caracteriza porque las revueltas se dan en un contexto organizacional m�s complejo y durable, objetivos cada vez m�s expl�citos y de largo t�rmino, y prospectivas de acci�n directa en progreso, as� como medios de negociaci�n m�s sofisticados. La violencia colectiva fordista ya asume esas caracter�sticas: asociaciones especializadas con objetivos definidos, configuradas para la acci�n pol�tica o econ�mica: la mutaci�n de la forma-estado, la incorporaci�n y legalizaci�n de la clase obrera en sindicatos nacionales reconocidos, impone la "demostraci�n de fuerza", que ya no son intr�nsecamente violentas. Movilizaciones y huelgas, son dos ejemplos claros (la violencia fordista tienen como paradigma los m�todos del movimiento obrero hist�rico), y la modernidad es que los participantes tienen conciencia de luchar por derechos que quieren ampliar o que no han podido ser ejercidos: por eso eran revueltas hacia el futuro. Los datos hist�ricos indican que los procesos de urbanizaci�n y de re-estructuraci�n de la producci�n (acumulaci�n), en s� mismos, transforman el car�cter y la forma de la acci�n colectiva
 de las masas (como lo reconoci� el viejo Engels). Un primer estadio caracterizado por la respuesta ca�tica y espont�nea a la acumulaci�n primitiva: un segundo estadio de desarrollo de una clase obrera militante predispuesta a la acci�n directa; un tercer estadio "maduro" y terminal caracterizado por la cooptaci�n-integraci�n fordista de la clase en el sistema pol�tico y econ�mico. Los fen�menos m�s importantes del pasaje de la violencia reaccionaria a la fordista fueron: 1) la victoria del estado-naci�n sobre todos los poderes rivales, la pol�tica burguesa fue nacionalizada y centralizada; 2) la instalaci�n de formas de "welfarismo", de estado ampliado, que integr� al estado  asociaciones complejas como partidos pol�ticos, empresas, sindicatos, clubs, c�maras, organizaciones criminales. La violencia colectiva fordista realiza un pasaje de una base material comunitaria-grupal a una eminentemente asociativa. Estamos ahora en el pasaje del fordismo al posfordismo y vemos formas  perversas y mixtas de violencia colectiva que no acaban de madurar o estabilizarse. La violencia colectiva posfordista es por ahora una acci�n directa de transici�n, que mezcla viejas y nuevas formas de la lucha de clases, pero que como atributo de una nueva subjetividad se asemeja de un lado al tumulto primitivo, de otro a la insurrecci�n. Es decir: tumulto, en el sentido de violencia de grupos relativamente espont�nea y contraria a las normas tradicionales; insurrecci�n, en el sentido t�ctico, ya que se emplean principios del arte, como la gran superioridad num�rica absoluta en tiempo y lugar, la b�squeda del primer �xito, consignas adecuadas y la necesidad de la ofensiva (en el caso franc�s incluso formas nuevas de lucha callejera que los especialistas han bautizado como "guerrilla de tumulto").

"J�venes posfordistas": �una categor�a materialista?: es franc�s pero se siente "extranjero" como sus padres y abuelos (�rabes, magreb�es o africanos), apenas termin� los estudios primarios, tiene entre 14 y 30 a�os, si tiene mayor�a de edad ser� un desocupado o semiocupado en trabajos miserables, o de una changa ocasional, o viven de la econom�a informal del delito, no pasan hambre como sus pares argentinos, tienen sus subsidios de reinserci�n (RMI) y representan casi el 50% de los 8 millones de personas de la corona de Paris. Es el protagonista de la rebeli�n de casi doce d�as, son la "Racaille", la chusma, la escoria del postfordismo, y no est�n solos: tienen en sus "cit�s" miles de compatriotas aut�nticamente galos con el mismo estigma de pobreza y "no future". Si un antagonismo dominante recorre hoy los trasmundos del capitalismo posfordista (en Argentina y Francia) no se trata ni de exclusivamente los trabajadores negados (desocupados), ni tan siquiera los precarios e informales, mucho menos la clase fordista (la nueva aristocracia obrera) ni tampoco con la simplificaci�n de los medios (que simplemente "copy & paste" el discurso oficial de la derecha pol�tica francesa como si fuera una descripci�n cient�fica de la realidad) que opone a los inmigrantes de segunda y tercera generaci�n con los franceses nativos (montando la grilla del ghetto negro del West Side sobre las banlieues al estilo "Gangs o New York"), sino un nuevo clivaje discriminatorio que divide a todos los j�venes juntos, nativos y extranjeros pero pobres que s�lo pueden vender su fuerza de trabajo, de todas las dem�s categor�as de clases sociales. As� como la fuerza de choque en la revuelta de Haedo (y en el 2001) fueron los j�venes "conurbanos", los "banlieusards" son a la vez causa y v�ctimas del nuevo gobierno de la excedencia y su violencia cotidiana, y aunque tiene una existencia m�s digna que sus contrapartes nacionales, encuentran una salida en la furia permanente del condenado en vida. Actualmente, 1 de cada 3 j�venes entre 20 y 25 a�os de edad tiene bajo nivel de educaci�n de los cuales el 90% ya dej� de estudiar en Argentina, mientras casi un 30% de los j�venes est� desempleado: �para qu� estudiar si de toda manera no tendr� trabajo o tendr� uno miserable y precario? Son las mismas conclusiones de los "banlieusards": cinismo pol�tico, nihilismo ret�rico, fatalismo existencial, que se condensa en la glorificaci�n de la depredaci�n "per se" y la violencia como m�todos de acceso a la esfera del consumo (paradigma posfordista de ciudadan�a) y que, al no poder modificar o atenuar los mecanismos del gobierno de la excedencia, se centra en la figura m�s odiada: la polic�a, la "cana". Para los j�venes de las "cit�s" las caracter�sticas personales est�n por encima de la pertenencia �tnica: sus redes solidarias horizontales (como se ve en la pel�cula "La Haine") atraviesan sistem�ticamente las fronteras de color y los agrupamientos por nacionalidad, es m�s: no existe clima de intolerancia racial o desprecio xen�fobo, como si hay en Chicago o en las barriadas inglesas de inmigrantes. La Banlieue es sin�nimo de convivencia multicultural, no existen las jerarqu�as �tnicas, la dicotom�a "inmigrante/nativo" existen en la ideolog�a de los mass-media: ning�n "quartier" es territorio exclusivo de un grupo o nacionalidad espec�fica, no existe en Francia el control social segmentado de espacio urbano, como en EE.UU.. Las "cit�s" se componen de una mayor�a de familias nativas francesas y un estimado 25% de agrupamiento de hogares mixtos de quince o m�s nacionalidades diferentes (lo extranjeros son el 11% de la poblaci�n total), pero esta situaci�n no es por una segmentaci�n etnorracial planificada desde el estado, sino resultante de su composici�n de clase desequilibrada (Wacquant), es decir: es en esencia una funci�n de la posici�n social, de clase, de las poblaciones, esto es: un subproducto de la ubicaci�n mucho m�s baja de
  las familias inmigrantes en la estructura posfordista de clases. Los barrios m�s ruinosos y miserables de los suburbios tampoco se superponen sim�tricamente con los barrios con m�s extranjeros. La experiencia vital, la estrategia de supervivencia y la identidad simb�lica de los j�venes posfordistas de antecedentes franceses o argelinos es semejante (Bordieu), como es semejante la de un argentino de tres generaciones o el criollo hijo de un tano o gallego que malvive en Merlo. Las bandas juveniles no se forman de acuerdo a divisi�n de inmigrantes versus nativos (como los Cobra Kings hispanos de Chicago o los Skinhead de Londres), sus lazos locales y de clase son m�s fuertes que las ra�ces nacionales, �tnicas y religiosas. Las bandas de rap franc�s, en contraparte con las norteamericanas, son multi�tnicas, "black-blanc-bleur" (negro-blanco-�rabe) y sus letras son m�s clasistas. Como en los EE.UU. estamos viendo desarrollarse la tercera generaci�n de bandas juveniles, mucho m�s aut�nomas, politizadas, con sofisticaci�n media, liderazgos polic�ntricos y en el umbral de la guerra en la Red. El panico medi�tico por la "integraci�n" o la falta de ella, es un s�ntoma del nuevo gobierno capitalista de la multitud y la desaparici�n del trabajo asalariado fordista como centro de equilibrio de la dominaci�n. Y tanto en Paris como en el Gran Buenos Aires, con las diferencias nacionales del caso, el posfordismo genera una tipo nuevo de agitaci�n urbana que se nutre de las mezclas de categor�as etnonacionales (vivienda y escuela) y el acercamiento de la brecha econ�mica, social y cultural entre los inmigrantes y las fracciones estancadas, excluidas e in�tiles de la clase obrera francesa. Y tanto en los dos casos es la punta del iceberg de una crisis social provocada por el "Capital-Parlamentarismo", por las modificaciones en la estructura social de acumulaci�n, que necesita desocupaci�n, subocupaci�n, precarizaci�n, flexibilidad persistente, sistem�tica y planificada, adem�s de la conjunci�n espacial de la exclusi�n educativa, la miseria habitacional, la indigencia en los transportes, la amenaza del "Gulag" penal.en el contexto del derrumbe de los mecanismos fordistas de representaci�n que traduc�an y dilu�an esos conflictos en demandas y votos en el sistema pol�tico. Las nuevas subjetividades posfordistas aparecen profundamente atomizadas y segmentadas, exteriores a los procesos de ciudadan�a fordistas, irrepresentables en el estado de partidos del "Capital-Parlamentarismo", con un instinto de resistencia al nueva ciclo de explotaci�n del capital que asemeja sus revueltas a los tumultos primitivos, con presencia de creencias generalizadas y acci�n instrumental, son una mezcla de revuelta "hacia atr�s" (derechos perdidos) con rebeli�n "hacia delante" (lucha por crear derecho), son aut�nomos y el desaf�o m�s grande con que se enfrenta hoy el "Capital-Parlamentarismo", de Haedo a  Clichy-sous-Bois, y adem�s la encrucijada de �poca para la vieja izquierda y su paradigma de construcci�n de clase.

Nicol�s Varelian (NGV)
Colectivo Nuevo Proyecto Hist�rico
www.colectivonph.com.ar 

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