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Argentina: La lucha continúa

"Coronda. Ciudad Interna", la revista hecha por presos
Pensar y escribir en medio del encierro

Un grupo de internos de la cárcel más grande de la provincia lanzó una publicación con notas hechas por ellos mismos, tras participar de talleres de periodismo. El licenciado Matías Ayastuy, uno de los coordinadores del proyecto, explica: "Los que salen de acá se presentan como ‘ex presos’. Con esta iniciativa, quizás los internos puedan reconocerse como periodistas, trabajadores. Es un cambio en su identidad".

Rodrigo Miró.
enREDando.org.ar

Dicen que las frutillas de esta zona son las más ricas del país. Tanto que se han convertido con el tiempo en una especie de marca registrada. "Llévelas que son buenas. Son de Coronda", suele repetirse en cualquier verdulería de la región. Pero no es el único dato que distingue a esta localidad santafesina. Es que en 1933 fue inaugurada allí la cárcel más grande de la provincia, el "Instituto Correccional Modelo Dr. Cesar Tabares". Y desde aquel momento, las noticias que salen desde Coronda casi siempre tuvieron que ver con lo que pasa adentro de esta institución. Como la del motín que terminó con 14 presos asesinados en abril de 2005. Presente trágico para un penal que supo en algún tiempo tener escuela, campo de deportes, fábricas de ropa y calzado. Con la idea de darle a los detenidos la posibilidad de reinsertarse socialmente una vez que hayan cumplido sus condenas. Es que los tiempos cambiaron. Hoy en Coronda hay superpoblación. Y de los 1200 internos, más de la mitad no tiene sentencia firme y muchos ni siquiera han atravesado un proceso judicial. Cuando se va ver un familiar preso, cuentan que las visitas son tratadas como animales. Y en los últimos diez años, 91 presos fallecieron en muertes violentas. Así, lo de la cárcel modelo casi parece un chiste de humor negro.
Sin embargo, poco tiempo después de los sucesos de abril, algunos detenidos del penal corondino que sobrevivieron a la masacre se propuso hacer una revista. Así se contactaron con el periodista rosarino Daniel Ekdesman, que sugirió la necesidad de realizar talleres, e invitó para acompañarlo en la coordinación a su colega Matías Ayastuy. Hoy, a cuatro meses de aquella propuesta, los resultados son visibles. "Coronda, ciudad interna", es el nombre de la publicación realizada por aquel grupo de presos.
Uno de sus objetivos es que se tenga en cuenta la voz de los que están privados de su libertad. "Ellos son los objetos de la política carcelaria, y hasta aquí no se les ha permitido siquiera opinar sobre el sistema que padecen", señalan los coordinadores del proyecto. Que accedieron aquí por un grupo de amigos que estaba yendo a Coronda a las visitas, por cuestiones afectivas. Y que se sumaron a esta idea de ese grupo de presos, con la idea de sumar "una pata más a un proyecto más amplio, que se propone trascender los muros de la cárcel, buscar la re socialización de los internos. Que las personas que pasan por esta cárcel puedan llevarse algo, porque en muchos casos al salir su ciudadanía es a partir de ser ‘ex presos’. Y la idea de estas instancias de participación y formación es que mañana puedan presentarse como trabajadores, artistas, músicos, distintas formas de construir su identidad". Además del taller de periodismo, hay uno de "Nuevo canto argentino" y funciona una radio adentro de la cárcel que se llama "La Tumbera".
Desde aquel momento, durante cuatro meses, los dos periodistas rosarinos viajaron semanalmente para la realización de la revista. Matías Ayastuy, que es licenciado en comunicación, recuerda el día del inicio: "Cuando empecé a coordinar el taller, fue la primera vez que entré a una cárcel. Y el impacto fue muy fuerte. Es que uno tiene las imágenes de la televisión, de las películas, pero ver tanta gente detrás de las rejas, encerrada, realmente me puso la piel de gallina".

Privados de la libertad, con ganas de pensar

Del taller de periodismo participaron detenidos de distintas edades. Dos o tres personas con cerca de cuarenta años, y la mayoría de menos de 25. "Pibes que tienen un montón de cosas para decir, pero que no tienen cabida en ningún lugar. No necesariamente en un medio de comunicación. No tienen lugar en ningún lado. No se los escucha, no se les permite decir ni pensar. Por eso, este taller es un granito de arena, para que las personas en situación de cárcel puedan hablar sobre cómo la privación física puede significar también privación de pensar. Y en ese sentido, como ellos mismos dicen, es una limitación muy grande al resto de sus libertades. Solían repetir en el taller que por haber cometido un error, al no dejarlos decir y pensar, es como que se los condene a no existir", resume Ayastuy.
Enseguida, los coordinadores explican que la modalidad del taller apuntó a algo más que la capacitación técnica. Por eso, además de que todas las notas fueron escritas por los mismos presos, antes de que la publicación fuera a la imprenta, se fueron leyendo cada uno de los artículos en voz alta, al grupo.
"Con este funcionamiento del taller, además de transmitir nosotros algunas herramientas periodísticas –indica Ayastuy– la idea era que todos fuésemos aprendiendo del sistema penitenciario. Porque adentro de Coronda se sabe todo. Se sabe cómo manejan el penal las autoridades y la policía, quién mueve los hilos de una y otra tendencia. Quiénes son los ‘represivos’ y los ‘dialoguistas’. Pero fue importante que la palabra circule. Y que aquellos que tenían cosas para decir, las puedan decir, ni más ni menos. Por eso se fue hablando mucho, entre todos, sobre lo que significa la situación de encierro".
Ya desde su editorial, la publicación avanza sobre esta idea: "La creación de esta revista, más que un proyecto es un desafío. Somos un grupo de muchachos que estamos privados de nuestra libertad física, porque nuestras mentes son tan o más libres que muchos que disfrutan de la vida libre. Aceptamos este desafío, para mostrar a quien tenga oportunidad de leer ‘Coronda, ciudad interna’ sepa que acá también hay seres humanos, y con muchas ganas de salir adelante".

La relación con las autoridades.

Desde abril último, tras la masacre, el penal tiene un interventor enviado por el gobierno nacional. En el caso de este taller, aunque la idea de no surgió de los responsables del penal, sino que habían sido los mismos presos los que habían tenido la iniciativa de armar la revista, las autoridades apoyaron y brindaron el financiamiento para la impresión de los cuatro mil ejemplares de dieciséis páginas. Que ahora serán distribuidos entre los detenidos de Coronda, los presos en comisarías en el resto de la provincia, y en los penales más grandes de Rosario y la capital santafesina.
En todo este tiempo, por otro lado, los coordinadores no cobraban más que los viáticos para el transporte. Ayastuy indica: "La intervención del instituto se ha portado muy bien con nosotros. Respetando todo el tiempo la autonomía del taller. Respecto de los criterios para organizarlos, para discutir el perfil de cada nota de la revista. Nadie controló qué salía y qué no".
"Coronda, ciudad interna", fue presentada dentro de la cárcel el último 21 de diciembre. Y cuentan que hubo imágenes imborrables: la primera, unos pocos días antes, cuando llegaron las cajas con las revistas a la cárcel y los autores de las notas las abrieron en la sala de informática que se estaba por inaugurar, delante de las autoridades y otros detenidos. Ellos mismos, los presos que habían realizado la publicación, la fueron empezando a repartir con orgullo.
La revista, contaron los detenidos, permitió tender un puente entre el adentro y el afuera. Les dio la posibilidad, por ejemplo, de salir en los medios de comunicación contando su realidad. Eso es muy fuerte, porque lo "normal" es que no salgan en los diarios más que cuando hay algún motín.
Ayastuy remarca que "fue emocionante para ellos poder hablar, que hubiera gente que los escuchaba. Y el momento más fuerte fue cuando ‘Sonrisa’, que es delegado de su pabellón y uno de los promotores del taller, dijo muy emocionado mientras se entregaban reconocimientos, que había catorce diplomas que no se iban a poder entregar’ Por sus compañeros que fueron asesinados en el trágico motín del 11 de abril de 2005. Que marcó para la cárcel un antes y un después".

La masacre de abril

Dentro de la cárcel muchos recuerdan aquel motín "como una verdadera masacre". Y de eso se habla en varios artículos de la revista. Luis, uno de los jóvenes que sobrevivió ese día, hoy participa del taller de periodismo y cuenta en la nota que firma cómo vivió los sucesos de abril: "Estábamos de recreo dentro del pabellón, hubo una discusión que no pasó a mayores, vino la guardia y nos dijo que nos encerremos porque tenían que hacer un recuento físico, pero que enseguida abrían. Terminaron de encerrarnos y se fueron. A los pocos minutos, se empiezana escuchar ruidos, pero ya no eran los celadores, sino que eran los que venían a matarnos. Me arrimé al pasaplatos, y ví que estaban matando a los pibes".
Aquella vez, las autoridades del penal habían dicho que el conflicto había surgido por una histórica disputa entre los detenidos santafesinos y los rosarinos. Ayastuy establece sobre este punto: "Es cierto que hay peleas por eso. Es una más de las peleas de pobres contra pobres. Como las que tienen los de River con los de Boca, o los hinchas de Central con los de Newell’s. Pero lo que pasó ese día fue que una parte del servicio penitenciario, la línea más dura, apeló a este sentimiento que ya existía, para posibilitar la masacre. Que fue totalmente premeditada. Generaron zonas liberadas, se abrieron determinadas puertas, se apuntaron a ciertos sectores de la cárcel, con la idea de cargarse algunos muertos. Lo de santafesinos y rosarinos, no fue más que una excusa muy bien aprovechada por los sectores de poder en la institución".
Y sin embargo, enseguida reconoce que la masacre terminó generando un hecho contradictorio. Porque de tanto dolor, y de la mano de algunas movidas políticas en el medio, pudo surgir la experiencia actual. "Cuando el conflicto emergió, en cierta medida posibilitó que empiece este nuevo proceso en la cárcel", señala.
Luego, Ayastuy recordó que lo que pasó en Coronda no fue algo aislado de lo que pasa en el resto del sistema carcelario: "En las cárceles de la provincia de Buenos Aires, el periodista Horacio Verbistky suele decir que hay ‘dos Corondas por mes’. Lo que pasa es que van asesinando por goteo. Es terrible el crecimiento de las muertes violentas en los penales de nuestro país".

Reconocimientos y anhelos.

Ekdesman y Ayastuy, reconocer la colaboración en todo este proceso de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), que hace años que viene trabajando en los penales de la provincia. "Han hecho un trabajo impresionante. Parte de todo lo positivo que encontramos, la posibilidad de que los pabellones estén más organizados, puedan tener sus delegados, tuvo que ver con el trabajo de la CTC", insisten.
Para 2006, la idea es continuar con el taller, y sumar a detenidos de otros pabellones. Es que hace varios años que los internos están organizados, y muchos de los que participan de este tipo de instancias son los que vienen de alguna experiencia previa. En el de la revista, por ejemplo, varios de los que estuvieron en son delegados en sus pabellones.
Por eso, para el año que empieza, buscarán poder incorporar a más personas. Y que se puedan integrar, por ejemplo, los que están en los pabellones que adentro de la cárcel se les llama ‘los de pésima’, que son los que se destacan por la mala conducta.
Ekdesman y Ayastuy, que se subieron a la iniciativa de un grupo de presos sin mucha más certeza que la posibilidad de aprender un poco y enseñar otro tanto, fueron motorcitos muy importantes para que hoy exista "Coronda, ciudad interna". Hace ya un tiempo, que estos mismos periodistas vienen coordinando talleres en distintos puntos de la región. En los barrios Toba, Emaús, o Ludueña, donde algún grupo de pibes podrán contar con orgullo, que "Yayo" y el "Mati" los ayudaron a armar su boletín.
No les gusta mucho andar diciendo que muy pocas veces pueden cobrar por esto que hacen. Y prefieren decir que en cada grupo que se fue armando, fueron ganando grandes amigos. "Cuando estos pibes salgan de Coronda, seguramente nos seguiremos viendo", revelan. Para 2006, Ayastuy anhela seguir con el taller en la cárcel y posiblemente colabore para que los internos del neuropsiquiátrico Agúdo Avila puedan hacer una revista. Además, junto a su compañera de laburo en El Eslabón, Laura Andrés, tiene previsto también la realización de un suplemento especial del periódico, realizado por grupos juveniles de los barrios más castigados de Rosario.
Alguna vez, cuando realizaba otra entrevista para esta sección de enREDando, escuché por ahí una fórmula sociológica muy simple: "Una buena manera de conocer una sociedad –dijo– es ver cómo trata a sus chicos, sus locos, sus viejos y sus presos". Quizás sin haber escuchado esa frase, Matías Ayastuy anda por la vida comprobando esa teoría. Está por cumplir 28 años, es hijo de desaparecidos y no dejó de militar desde aquel centro de estudiantes en la escuela secundaria de su Villaguay. Hoy, con más de una experiencia como esta de Coronda sobre el lomo, dice: "Eso de ver cómo están los chicos, los viejos, los locos y los presos, es cierto. Fijate que tenemos un país con la mitad de la población por debajo de la línea de pobreza. Esos que vos decís son los sectores más postergados, junto a los maestros y la gente que sostiene como puede el sistema público de salud. Y el gobierno destina casi diez mil millones de dólares para pagarle la deuda al Fondo Monetario. Si nos guiásemos únicamente por eso, el estado de salud de nuestra sociedad no sería el mejor. Por eso creo que hacen mucha falta este tipo de laburos".